Vicente Luis Mora recomienda Incertidumbre, de Paco Inclán, en su videorreseña de novedades literarias.
Carlos Pardo recomienda Incertidumbre de Paco Inclán
Carlos Pardo recomienda Incertidumbre, de Paco Inclán, en el artículo «Los libros que leeremos más allá de 2016», en Infolibre, por Clara Morales.
«Es un libro raro, una especie de artículos frustrados. Paco Inclán hace una crónica del brazo de San Vicente, del tipo que hizo la letra del himno español, o sobre un equipo de fútbol de Guinea Ecuatorial. No sabes si estás leyendo artículos, ensayo o pura ficción. Es de los libros más divertidos que he leído en mucho tiempo, una parodio de las grandes vanidades especulativas: es chistoso, pero es mucho más. Juega con nuestros prejuicios, con los clichés con los que construimos la realidad. Luego me he leído el anterior [Tantas mentiras, Jekyll&Jill] y es otra maravilla. Este es de los buenos.»
Magistral en Blumm, la manía de leer
Magistral, de Rubén Martín Giráldez, entre las lecturas favoritas de 2016 para Bernardo Luis Munuera en su blog literario Blumm, la manía de leer:
Magistral, de Rubén Martín Giráldez, está editada por Jekyll & Jill en 2016. Otra joya. Magistral. Si me preguntasen que diese una razón de por qué elijo Magistral como favorita, diría que por el jugoso juego jodidamente jueno que hace con el lenguaje, trastabillándolo y fabricando con él una semántica espectacular. Forjar ficción así es magistral. Este libro no lo prestaría por nada del mundo. Es el tipo de libro que no quieres perder de vista de tu biblioteca, es el tipo de libro que lo coges fuera de hora, lo abres y te recreas con alguna página. En la ficha editorial, al igual que en el anterior, podéis leer más razones inteligentes. Como aperitivo, este fragmento:
Como mi bravata no era amable, tuvisteis que hacerla pasar por amable amansándola con vuestra lectura de mayordomos. ¡Mira que hay que ser retorcido para hacer pasar una soflama por una obra amable! Hay que reconocer, eso sí, que de esta forma conseguisteis desactivar casi por completo su sentido, y brindasteis con coños para celebrarlo. ¡No! No vale decir que yo soy bueno y decir que el que está a mi lado es bueno y decir que el que está a mi lado es bueno, porque eso es imposible o, como mucho, paraverdad, porque yo no veo a mi lado más que individuos aquejados de corrección, libretistas muertos de miedo de hacer una frase que no se entienda a la primera, copistas locos por evitar la menor arruga en la frente de su dios hipnótico, el lector, el praegustador, el probador de venenos. Al fin y al cabo ése fue el motivo que me llevó a escribir un libelo breve y ambicioso, un masaje de tortura para doscientas y pico personas —¿cuántas más pretendes que te lean?, ¿te van a traducir acaso, galano? No ha nacido todavía el libro que lastime a quien no lo lee, al menos de manera directa, y no creas que no lo siento.
Sergio Chejfec y Paco Inclán – Librería Pasajes (Madrid)
Pasajes Librería Internacional (Calle de Génova, 3, Madrid) recomienda Tantas mentiras e Incertidumbre, de Paco Inclán, y Últimas noticias de la escritura y Teoría del ascensor, de Sergio Chejfec.
«Hoy os dejamos algunas recomendaciones en castellano editadas por Jekyll&Jill Editores; entre ellas, lo nuevo de Sergio Chejfec, de quien Enrique Vila-Matas se declara «adicto», o la preciosa edición en tapa dura de Paco Inclán. ¿Con cuál os quedáis? ;-)»
Deshielo y ascensión de Álvaro Cortina en Valencia Plaza
Eduardo Almiñana dedica una excelente reseña a la novela Deshielo y ascensión, de Álvaro Cortina Urdampilleta, en Valencia Plaza y Alicante Plaza (26/12/2016)
Deshielo y ascensión, de Álvaro Cortina: una novela enorme ahora en edición de bolsillo
La editorial Jekyll & Jill reedita en pequeño formato tres años después de su estreno esta epopeya irrealista que une en una misma historia lo terrenal, lo espacial, lo humano y lo divino
VALENCIA. Dos hombres aguardan la gran migración de los renos desde un puesto de caza en la Costa del Norte. A su alrededor solo existe la blancura desprovista de compasión de una inabarcable tundra; frente a ellos, la impasible playa de Hommstadt no aguarda, simplemente es. En tales latitudes extremas y septentrionales la supremacía está del lado de los elementos no biológicos; ellos, los renos, los líquenes o los inconcebibles y desconocidos seres que habitan bajo la superficie gélida del océano son meras anécdotas vivientes cumpliendo sus funciones vitales bajo un sol omnipresente. Los renos no llegan y los días pasan en el habitáculo, un refugio minimalista con enseres básicos, herramientas, algunas armas y su correspondiente munición. También existe un pequeño nicho -la cripta-, un refugio dentro del refugio en el que cobijarse si las cosas se ponen feas. Una habitación del pánico. Afortunadamente, todavía no han visto ninguna cucaracha.
A Stefano Lenz le llaman el generalito sus subordinados a sus espaldas. Hombre de maneras de otra época, es el responsable de haber dado con un magnífico yacimiento de litio para la compañía allí mismo, en la Tierra, a solo unos pocos metros de profundidad bajo las interminables llanuras heladas del Norte. Un descubrimiento que generará una inmensa fortuna a la empresa, y todo gracias a él. Su misión le obliga a vivir en la base de Furth/Isoko Lithium-3000, rodeado de profesionales del sector y militares que pese a sus buen hacer en sus respectivos campos de trabajo, no le suponen ningún estímulo: simplemente peones, algunos, de hecho, rudos y problemáticos, una influencia nefasta para sus hijos y una desagradable tentación para su mujer, aburrida y excesivamente a gusto entre la vulgaridad tabernaria de sus subalternos. Los días habían transcurrido sin demasiados sobresaltos hasta que dieron con el cazador perdido en la nieve de cuya desaparición habían sido alertados. Cómo puede seguir vivo es un completo misterio.
Imágenes bíblicas muy matéricas, pinturas “de abrumadora grandeza armagedónica”, según los entendidos. Así es el trabajo de Anselm Des Près, pintor de la ciudad norteña de Sitka, propensa a provocar visiones del fin del mundo entre artistas e intelectuales locales. Pese a profesar -al menos por tradición- la fe católica, Des Près ha encontrado un mercado muy lucrativo entre los Testigos de Jehová, fervientes admiradores de sus obras barrocas y trágicas, de sus cristos mendigos y sus paisajes anacrónicos en los que vuelca todo el sufrimiento que es capaz de encontrar en calles, vertederos o morgues. La Confederación del Norte es un territorio terriblemente hostil al que el ser humano todavía no ha logrado adaptarse, y probablemente, nunca lo haga. No hay lugar para nuestras finas pieles en sus nieves, pese a que con gran esfuerzo se mantengan los asentamientos. Es imposible desprenderse de la sensación de que la amenaza de las cucarachas, los elementos o un mal no previsto abatiéndose sobre ellos en aquellas condiciones de aislamiento, podrían deshacerlo todo de un día para otro. El desprèsianismo tenía que nacer allí por fuerza.
Un transbordador parte rumbo a la Abadía orbital de Isenheim, un monasterio benedictino interestelar que brilla en mitad del cosmos como una perla en las profundidades marinas. Sus habitantes, consagrados al cultivo de unas algas acuáticas sumergidas en los gigantescos acuarios que son las plantas superiores de la estación, están condenados a pagar su fe con la destrucción de su ADN por las radiaciones de las estrellas, que en todo momento les acompañan y en todo momento les atraviesan. En el transbordador que pronto llegará a la abadía viaja un abogado acompañado por su guardaespaldas: la misión del primero es recuperar el Políptico de las estrellas, obra cumbre de un oscuro artista de la ciudad de Sitka; la misión del segundo servir de escolta, pese a que el destino se le presente como un remanso de paz en el que tomarse un descanso de las tribulaciones propias de la vida en un lugar sin futuro. Desde las cristaleras de la Abadía de Isenheim, la Tierra es una lejana masa gris.
Cuatro fantásticas historias enlazadas, una única y asombrosa novela que debería figurar en todas las listas de regalos de estas Navidades, especialmente ahora que acaba de ser relanzada en edición de bolsillo. Este prodigio que es Deshielo y ascensión se lo debemos a Álvaro Cortina Urdampilleta (Bilbao, 1983), quien con esta primera novela ha sido elogiado por autores de la talla de Enrique Vila-Matas, lo cual no es poco decir en un debut. Mediante una erudición comedida, un hábil manejo de las tramas en paralelo, una imaginación desbordante y una prosa pulida y precisa, Cortina nos convierte en pioneros y nos traslada a un tiempo indeterminado en el cual la aventura de llegar al Nuevo Mundo todavía es posible, o de nuevo es posible. Aunque hablar de géneros y poner etiquetas siempre limita -de hecho es un intento de constricción que en obras de mayor complejidad suele dejar fuera demasiado-, sí podemos decir que en esta historia que nos atañe cabe la ciencia-ficción, la teología, la narración de aventuras, el terror, el malestar existencial, los monstruos, el arte, la violencia. Deshielo y ascensión es una historia que podemos terminar y a continuación volver a empezar con la certeza de que nos va a ofrecer matices que habíamos pasado por alto.
Nada de lo humano le es ajeno a Cortina, ni tampoco lo infrahumano o lo ultrahumano. En cierto momento de la novela, se dice lo siguiente: “Nunca antes había tratado con alguien dispuesto a sacrificarlo todo y a robar por la celebridad. Pero no cualquier tipo de celebridad, sino la fama que previamente habían elegido tumbados en sus camas, a solas, sacando de la boca ensoñadas volutas de tabaco en serie, como un motor. Con la mirada fija en alguna cosa. En esos trances envanecidos, dicen, asalta el espectro de la posteridad a los artistas”. ¿Se vería Álvaro Cortina a sí mismo en el pasado de esta forma, convencido de que iba a dar que hablar con todo lo que tendría que escribir? Y hablando de ver, de ver más allá, ¿será casualidad la presencia constante de vigías a lo largo de las cuatro historias que configuran Deshielo y ascensión?
Sergio Chejfec y Teoría del Ascensor en La Opinión de Murcia
Ruby Fernández reseña Teoría del ascensor de Sergio Chejfec, en el diario La Opinión de Murcia (24- Dic- 2016).
Magistral entre los 20 mejores libros del año – Blisstopic
Magistral, de Rubén Martín Giráldez, en la lista de los 20 mejores libros de 2016. En Blisstopic, por Santiago García Tirado.
La novela extraña e inclasificable, la novela que atenta contra la fórmula novela y, ya de paso, contra la crítica literaria, y contra el lector, contra la literatura española y contra la lengua española es una bárbara genialidad. Reparte en todas direcciones, carece de trama, de personajes, y juega ―algo habitual en el editor Jekyll & Jill― con el tratamiento creativo de la página, añadiendo mil detalles insospechados en un libro. Magistral, en fin, es un verdadero mindfuck que sólo puede generar adicción. Rubén Martín Giráldez profetiza, con todo, que su libro lo van a leer unos 200 lectores, no más, todos ellos irrecuperables para el buen gusto y las listas de éxitos literarios. En nuestro caso no vemos conflicto, tenemos fe en nuestros seguidores entre los que seguro se encuentra el grueso de esa cifra. Si ya leyeron Menos joven, su anterior novela-artefacto, saben de qué les hablo. Y a quiénes hablo.
Incertidumbre de Paco Inclán en Babelia
Carlos Pardo dedica reseña a Incertidumbre, el libro de Paco Inclán, en Babelia (El País)
Incertidumbre es uno de los libros más extraños, originales e inteligentes (y hasta piadosos) de la última literatura española. En apariencia es un recopilación de “relatos viajeros” por ciudades o pueblos de Irlanda del Norte, Guinea Ecuatorial, Chile o Islandia que entremezclan lo erudito y lo autobiográfico. Los motivos de estos viajes son variopintos: en Braga se busca la reliquia del brazo derecho de san Vicente (el izquierdo está en Valencia); en Formentera se investiga a un grupo de especialistas en Julio Verne que se reúne al atardecer en calas escondidas para practicar cruising (sexo ocasional entre hombres en lugares públicos); en Alcobendas se entrevista a Paulino Cubero, el denostado autor de la letra del himno nacional…
Paco Inclán (Valencia, 1975) se nombra “investigador de asuntos raros”. “El eslabón entre lo que quise realizar y lo efectivamente realizado” es la apuesta principal de una poética de la decepción: lo que busca el narrador, como un antropólogo demasiado influenciable (autenticidad, tradiciones o deportes pasados de moda), es saboteado por su empatía y unas circunstancias hilarantes. Paradójicamente, su fracaso como reportero favorece su triunfo como literato: amplía los márgenes de las narrativas más convencionales, del relato, la crónica periodística o la forma-novela con las herramientas de la parodia y la permeabilidad sentimental de la primera persona.
Inclán también insiste en descacharrar ciertos conceptos con “aura”: nomadismo, deriva, mapa, disenso… Por ejemplo, en “Hacia una psicogeografia de lo rural”: el autor es becado por el Museo Nacional Reina Sofía para vivir durante unos meses en un contenedor rehabilitado, sito en el paisaje “rururbano” del extrarradio de Vigo. Distinguir cuánto de ficción y de realidad hay en la anécdota no es importante. El resultado es una de la críticas más chistosas (y profundas) del mundo del arte en particular y de la pedantería intelectual con que medimos el mundo en general.
Hay que entender el humor como un asunto central y, de nuevo, piadoso: el extraño placer que viene de la certeza de que no hay certeza, diría Kundera a propósito de Rabelais y Cervantes. Gracias a él, personas y conceptos dejan de ser objetos, es decir, mercancía, a la vez que los objetos pierden la gravedad del marketing. El mundo se convierte en un juego emocional que no puede ser tratado con el distanciamiento (de un turista), sino con la empatía de quien se sabe la principal víctima (sentimental) de estos experimentos narrativos. “Supongo que éstas son las historias que luego adornaré en la barra de un bar y que si uno se piensa literato es para poder desarrollar este tipo de actividades improductivas en tierras extrañas”, escribe el personaje-autor con la humildad que lo caracteriza, pero que nadie se engañe, hay mucho más en juego.
Fábula de Isidoro en Barcelona Review
Adrián Bernal dedica una excelente reseña a Fábula de Isidoro, de Julio Fuertes Tarín, en Barcelona Review:
Ojo, spoiler. En la página 41 de Fábula de Isidoro unos tipos queman vivo al presidente del gobierno de España. Es más: le torturan, le prenden fuego y lo transmiten todo en directo por televisión. Wynston Sandoval, aka Wynston Cardona, aka Wynston Solorzano —un niño a veces chileno, a veces colombiano, a veces peruano, según los desvaríos de un narrador poco interesado en los detalles, sus dudosas fuentes y las aportaciones alucinadas de los propios personajes—, el protagonista, o casi, de la novela, contempla atónito la pantalla. Sin embargo, su estupefacción no se debe a la violencia que está presenciando; los terroristas, con su performance, han interrumpido la emisión del Madrid-Barça en el preciso momento en el que Messi tiraba un penalti a lo Panenka. «Este Presidente será rápidamente sustituido por otro», piensa Wynston, para quien lo prioritario es averiguar el resultado del partido. Así que decide lanzarse a las calles de una capital tomada por el ejército en una odisea a medio camino entre El mago de Oz y Apocalypse Now, y cuyo destino es el estadio Santiago Bernabéu (sic).
Con este asombroso punto de partida podría uno plantearse, ¿es Fábula de Isidoro una ácida crítica de los mass media? ¿Una sátira sobre el poder y la política? Quizás. Algo hay aquí del primer capítulo de Black Mirror, si la banda sonora del primer capítulo de Black Mirror fuera un chotis y el chotis lo interpretaran músicos puestos hasta las cejas de LSD. Pero en realidad no importa, ya en el comienzo del libro nos avisa el autor de que no habrá moraleja en esta historia, de que va a dinamitar cada puente y cada pregunta. Julio Fuertes Tarín (Valencia, 1989) sigue aquella máxima de la secta de Los Asesinos: «Nada es verdad, todo está permitido». Especialmente, si de literatura hablamos.
Porque, de hecho, el otro protagonista, o casi, de la novela es la literatura, encarnada en la figura de Isidoro, «el único que vive su vida como un relato»: una versión lumpen de Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont; un Maldoror de extrarradio que ejerce a la vez de profeta y anticristo, y que encuentra en Sandoval-Cardona-Solorzano a su particular apóstol. Juntos, como don Quijote y Sancho Panza, recorren una ciudad lisérgica que es Madrid y es Valencia y es Sevilla —«la continuidad y la coherencia son dioses menores»—, un espacio que solo es inteligible a través de la literatura o, mejor dicho, un lugar donde la literatura es la realidad. Isidoro, al igual que Lautréamont, todo lo entiende y todo lo explica desde aquí, citándose a sí mismo y citando a otros: de las Cartas marruecas de José Cadalso al «Tanguillo de la Guapa de Cádiz» de Lola Flores.
Y es que el estado de excepción —ese «bellísimo paisaje»— que se declara en el libro tras el magnicidio no afecta únicamente a la trama. Si en la ficción son las fuerzas armadas las que muestran que, bajo la máscara, el verdadero rostro del poder es la violencia, en Fábula de Isidoro Fuertes Tarín pone también en tela de juicio cualquier clase de autoridad narrativa. No obstante, mientras el objetivo de los militares es restablecer cuanto antes el statu quo, el del escritor parece ser justo el opuesto: poner patas arriba toda convención, literaria o no; crear un tiempo fuera del tiempo ordinario, una parodia delirante de la literatura y de la vida.
Este estado de sitio no es otra cosa, entonces, que un carnaval, en el sentido que Mijail Bajtin daba a la obra de Rabelais: la novela como expresión de la cultura popular —en este caso, por ejemplo, el fútbol, las drogas, el lenguaje soez—, como juego polifónico, exageradamente grotesco, hostil al orden y que subvierte espontáneamente el discurso del poder. Y el escritor como intérprete, advirtiéndonos al final del libro de que el juego, tarde o temprano, termina y los participantes regresan a la casilla de salida: «La escritura puede cambiar el mundo (sobre todo la notarial)». Pero no hay que olvidar que lo importante no sucede después del juego, después del carnaval, después de la novela, sino durante; y afortunadamente, parafraseando a Bajtin y a Celia Cruz, la literatura, y la vida, son siempre un carnaval.
María Melero y La cura en La Voz del Sur
Artículo dedicado a María Melero y a su libro La cura, en el periódico La Voz del Sur, por Paco Sánchez Múgica.
La artista jerezana María Melero presenta su primera publicación propia, un libro en el que explora distintas fases que le ayudaron, a través de la pintura, a superar una dura crisis personal. «Somos animales muy torpes y, a veces, podemos pisar la Luna y no resolver cosas sencillas», admite.
La figura del creador atormentado es casi una constante en la historia del arte y la literatura. Una y otra vez aparece el artista maldito o víctima de sus miedos más profundos. Casi como un cliché. La expresión artística como bálsamo y antídoto contra las inseguridades y la ansiedad, diferentes en cada época pero idénticas en la naturaleza del alma humana, están en la raíz de algunas de las obras más arrolladoras de la pintura, la música o la literatura. De alguna manera, también La cura procede de una mezcla de tortura y liberación. Tortura, al recordar “cosas de tu pasado que no quieres que afloren”; liberación, “al ser una obra absolutamente personal, que jamás piensas que vea la luz y que concibes exclusivamente para ti”. A sus 28 años, la artista jerezana María Melero sabe lo que es bajar a los infiernos personales, toparse con monstruos y demonios, y, al final, tras una pelea a cara de perro consigo misma, entender que muchas de estas criaturas del averno “acaban convirtiéndose en regalos maravillosos” y en la medicina natural para “aceptarse uno mismo como es y convivir con ello”.
Por eso entre las ilustraciones naïf y tenebrosas de su libro, casi como remedos posmodernos de las pinturas negras de Goya o de aquel Boticelli angustiado, acaban siempre arrojando un resquicio para la esperanza. Un resquicio, por ejemplo, en forma de ramo de flores. “Tuve ansiedad, depresión, agorafobia… y creía que ni las pastillas ni los psicólogos me podían ayudar. Quería sanar entendiéndome a mí misma. Recurrí a la forma que mejor se me da: pintar”. Melero, que ya acumula una trayectoria de ocho años como ilustradora con diversas publicaciones y exposiciones, trasladó la idea vía e-mail a Víctor Gomollón, un quijotesco editor aragonés que puso en pie hace cinco años Jekyll & Jill. “Fue un flash”, confiesa el fundador de esta editorial de rarezas exquisitas. “Decimos que no a muchas cosas que nos llegan, y editamos poca ilustración, pero lo de María me dejó muy tocado, era como muy de verdad”, explica en la presentación de La cura en la librería Molar, en la madrileña La Latina. Lo que esta ilustradora le remitía no era cualquier cosa. Eran tres piezas que gritaban una emoción dolorosa, “miedo al miedo”, hasta vomitarlo sobre el papel.
La publicación también puede simbolizar una poderosa metáfora de la vertiginosa sociedad actual y, como se ha dicho en la presentación, un tratado pictórico sobre nuestras propias mentiras cotidianas, «unas 200 al día», como ha puntualizado Ana Himes, publicista, collagista y fotógrafa que ha conducido el acto. En el libro, su autora llegaba a desaparecer en las escenas de miedo, lucha y veneno, y revivía en la cura, la fase final que da título al mismo. “Hay tres etapas que son super importantes para pasar por todo el aprendizaje y llegar a la cura; pero no te puedes quedar atrapada en ellas porque puede ser un círculo vicioso o incluso paradójicamente una zona de confort en la que no das la cara. Porque escarbar en nosotros mismos nos cuesta mucho más trabajo”. En sus páginas, María defiende el dolor como vehículo para ser más fuertes y reivindica “la risa aunque estés triste”. Un proceso en el que necesariamente hay que convivir acompañado con tu soledad porque, como pensaba Tarkovsky, la gente que se aburre en su propia compañía está en peligro en lo que autoestima se refiere.
“Los miedos pueden manifestarse toda la vida y cada vez ser más fuertes, pero hay que afrontarlos y aceptarlos”. Con sus acrílicos y su papel de acuarela por delante, la artista admite que “somos animales muy torpes y, a veces, podemos pisar la Luna y no resolver cosas sencillas”. Cosas tan simples como combatir nuestros propios temores y ansiedades —infundadas, la mayoría de las veces— y aceptar la imagen que afortunadamente nos devuelve el espejo cada mañana. Porque hasta la muerte, todo es vida.
Gemma Pellicer y su Maleza viva en Barcelona Review
La revista Barcelona Review publica una selección de microrrelatos del libro Maleza viva, de Gemma Pellicer.
Cementerio
Jamás me propuse desembarcar, pero el bote parecía encallado. Por mucho que les rogué y supliqué, todos ellos rechazaron, impasibles, que arribase a la orilla perdida.
Nuestro corazón
es un reloj impaciente y tenaz: el único que se atreve a marcar —con furia justa, en dosis comedidas— esos cambios de tiempo —muertos de tiempo muerto y enterrado— entre horas, y de hacerlo a manos llenas, a cada rato; el único capaz de dar cuenta de los minutos que aminoran con veracidad de mareo; el único que hace sonar desde dentro eternos segundos en apenas un segundo escaso; el único que bombea con furia antigua y feroz.
De bigotes y matrimonios
Tras superar aquella dieta feroz, crucial, creyó encontrar el modo de cumplir con sus deseos, así que sin más preámbulos se dirigió hacia el armario empotrado del dormitorio y se puso el vestido rosa chicle, el único que se le ajustaba como un guante. Antes de calzarse los zapatos de charol y tacón fino de aguja, se encerró un par de horas en el cuarto de baño para depilarse piernas, axilas y bigote. Afeitarse las patillas le iba a costar tan poco, de hecho, como dejarse barba a su mujer. El intercambio de cuerpos resultó decisivo.
Hombre lobo
Ese tipo de ahí sentado al ordenador con pinta de pocos amigos, ese que viste gorra de visera calada hasta las cejas, de aspecto serio y sumamente concentrado, lleva más de una hora volcado sobre sí mismo para mejor hablarte, para mejor escribirte y leerte, para mejor olerte. Si te fijas bien, ese tío que parece ir a lo suyo y no estar para nadie eres tú.
La verruga
Tenía en la cabeza una especie de verruga salvaje que no podía evitar rascarse con frenesí. Cada vez que lo hacía la excrecencia crecía como un junco silvestre, aunque su textura no fuera verde ni suave sino, por el contrario, rojiza y rugosa, semejante a una lija. Temía que le empezaran a nacer hijas y hojas por todas partes, así que sin sentarse a esperar en qué quedaba la cosa, se plantó audaz frente al espejo y comenzó a tirar fuerte de sí como si fuera un cable de fibra óptica. Para su sorpresa, el junco resultó raíz milagrosa. En cuanto la hubo arrancado por completo, un océano de desasosiego la colmó por dentro. Nadie quiso asomarse en todo el día por el agujero.
© Gemma Pellicer
Gemma Pellicer (Barcelona, 1972) es narradora, editora y colaboradora de la revista Quimera. Ha aparecido en numerosas antologías, y su primer volumen de microrrelatos se tituló La danza de las horas (2012). Maleza viva acaba de ser publicado por Jekyll & Jill.
Magistral en la lista de los Mejores libros de 2016 para Jorge Carrión
Magistral, de Rubén Martín Giráldez, en la lista de los 10 libros que marcaron 2016, por Jorge Carrión, hoy en New York Times.
«La novela española más discutida –elogiada y vilipendiada a partes iguales– de este 2016 es un alegato en contra de la literatura domesticada, un grito a favor de la posibilidad de gritar, en este mundo nuestro de redes sociales que te invitan amablemente a que no levantes la voz. En la línea del Juan Goytisolo de Reivindicación del conde don Julián, invocando al experimental Ben Marcus, Martín Giráldez firma un libro incómodo y (realmente) necesario, que obliga a pensar en el español y en la literatura de hoy, ofendiéndonos a todos sin ofender a nadie.»
Magistral entre los Mejores libros de 2016 para Letras Corsarias
Magistral, de Rubén Martín Giráldez en la lista de los mejores libros de 2016 para la librería Letras Corsarias de Salamanca.
Magistral. Rubén Martín Giráldez. Jekyll & Jill
«Lectores, bardólatras y probadores de venenos: especies que pululan por una sorprendente muñeca rusa que contiene una feroz crítica a la narrativa española contemporánea.»
Magistral en la lista de los mejores libros de 2016 para Alberto Olmos
Magistral, de Rubén Martín Giráldez, en la lista de los mejores libros de ficción en español del año de Alberto Olmos. El Confidencial:
«Así las cosas, los libros de narrativa española que a lo largo de 2016 han satisfecho el paladar de este lector abnegado han sido estos pocos: ‘Fosa común’ (Random House), de Javier Pastor; ‘Magistral’ (Jekyll&Jill), de Rubén Martín Giráldez; ‘Érase una vez el fin’ (Anagrama), de Pablo Rivero; y ‘Estrómboli’ (Impedimenta), de Jon Bilbao, que seguramente es el mejor libro del año en lo que a “inventar historias” se refiere.»
Rubén Martín Giráldez en La Vanguardia
Miqui Otero, Riot Über Alles, Gonzalo Torné, Jenn Díaz, Ana Llurba, Franco Chiaravalloti, Constanza Ternicier, Jorge Benítez, Julio Fajardo Herrero, Laura Fernández, Laura Ferrero, Carlos Robles Lucena, Albert Lladó, Víctor Balcells, Cristina Morales, Colectivo Juan de Madre, Juan Soto Ivars, Pablo Martín Sánchez, Jordi Carrión, Sònia Hernàndez y Rubén Martín Giráldez, autores menores de cuarenta años en la Barcelona actual, en La Vanguardia, por Xavi Ayén.
«El Magistral (Jekyll & Jill) de Rubén Martín Giráldez (Cerdanyola del Vallès, 1979) es otro de los libros que han hecho ruido. Su autor lo define como “un panfleto para disidentes que terminan recibiendo su propia medicina; una novela en la que yo, más que de mensajero, hago de mensajista y propongo más que un libelo una libelíada. Mi intención era cerrar bocas y celebrar lenguas, imagino, y reírme de la policía de la literatura y de la falta de criterio de quienes abominan de la policía de la literatura (y de mí, ya de paso)”.»
Entrevista a Paco Inclán en La Torre de Babel
Ana Segura entrevista a Paco Inclán en el programa La Torre de Babel (Aragón Radio) con motivo de la publicación de su nuevo libro Incertidumbre.
Isabel del Río entrevista a María Melero
Isabel del Río entrevista a María Melero, autora de La Cura, en La Odisea del cuentista:
BREVE BÍO
Tras estudiar diseño e ilustración, ha trabajado para empresas como Dear Deer, No Time Comunicación, y colaborado con revistas como SPY, Finerats Magzine, Exclusive, Oh! Dear Zine y Zunder.
Entre las exposiciones en las que ha participado se encuentran: la “Hunger for today, breart for tomorrow”, para La Mano Zurda en Madrid; “No hay Crisis Creativa”, para la Universidad de la Cultura de Sevilla; y “13”, exposición de láminas serigrafiadas en el Palacio Provincial de Cádiz, bajo la organización de Estudio Gráfico Malla.
Actualmente, podemos encontrar sus obras en las galerías No_Lugar y Red House en Sevilla, y en Artevistas Gallery de Barcelona.
La Cura es su primer libro en solitario.
http://mariamelero.com
ENTREVISTA
La Cura es un recetario que nos muestra cómo sanar uno de los mayores males a los que está expuesto el ser humano: el miedo al miedo. En él, María Melero, autora e ilustradora de la obra, muestra su propio camino terapéutico, una especie de viaje chamánico en que enfrenta a sus demonios para poder asimilarlos y, con el auto-reconocimiento, descubrirse a sí misma y dar un nuevo paso en su evolución personal.
IDR. ¿Cómo fue la gestación y el parto de esta obra?
MM. En principio, ni siquiera iba a ser un libro. Ilustré toda la historia para sanar un problema interno, personal, y así acabé encontrando la cura. Luego me pareció que quedaría bien como libro y Víctor, de Jekyll & Jill, me dio esa oportunidad.
IDR. ¿Crees en lo que aseguraba Jung de que ‹‹la sombra es el origen de la creatividad››? (en el Prólogo de Jessica Aliaga)
MM. En mi caso, la mayoría de las veces sí, yo no lo llamaría sombra, pero sí.
IDR. ¿Qué se siente al mostrarte desnuda ante los lectores?
MM. Creo que la gente agradece que la obra de un artista sea sincera, yo no he pensado en el público a la hora de llevar a acabo La Cura, ni suelo pensar en eso cuando trabajo en algún proyecto personal, al final, la gente lo capta y les gusta. Además recibo correo de gente dándome las gracias por tanta sinceridad, gente que se ha sentido identificada y se han sentido más arropados sabiendo que no son bichos raros, y eso es el mayor regalo que el libro me está dando.
IDR. Has trabajado como ilustradora para diarios, revistas y otros autores, pero, si no me equivoco, esta es tu primera obra en solitario. ¿Cómo te sientes ante tal reto?
MM. Me sorprendo a mi misma al darme cuenta de que no me asusta, lo estoy disfrutando muchísimo, pero no me planteo mucho más. La Cura es mi trabajo más personal e importante hasta ahora, pero una vez hecho, paso a centrarme en otra cosa, le doy mucha importancia y me hace feliz, por supuesto, pero tengo más proyectos en la cabeza con los que tengo y quiero seguir a delante.
IDR. La Cura no es un libro fácil, ni pretende serlo. ¿Cuál ha sido la reacción del público? ¿Y de los medios?
MM. Probablemente habrá gente que no termine de entenderlo o digerirlo, pero ha sido sorprendente la facilidad con la que el público ha captado el mensaje, pensé que pocos lo entenderían, pero muchas más personas de las que imaginaba se sienten identificadas. Por ahora, las críticas son buenas.
IDR. ¿Cómo fue tu muerte metafórica?
MM. Fue un proceso duro y lento, no sabía a donde me llevaría, de ahí la necesidad de recrear toda la historia a través de la ilustración. Cuando llegué a una conclusión, me di cuenta de que tenía un final, que comenzaría siendo el principio de un nuevo yo en muchos aspectos. La Cura me ha dado la capacidad de conocerme y entenderme a mi misma como nunca antes lo había hecho y eso es un regalo, ¿no crees?
IDR. Háblanos sobre tu proceso creativo. ¿De dónde nace la inspiración? ¿Cuándo y cómo te pones ante el papel (o la pantalla)?
MM. Ahora tengo que hacerlo a diario, tenga o no ganas, ¡y que suerte la mía! Pero normalmente, si tengo ganas de expresar algo que ya no quiero ni necesito tener más dentro, está lloviendo y suena la música que más me apetece escuchar en ese momento, ya está, ya está todo perfecto para comenzar a pintar.
IDR. La Cura es un libro que recomiendo a mis pacientes por su capacidad de despertar del letargo al subconsciente y hacernos reaccionar ante ciertos aspectos de nuestra vida que necesitan un buen meneo. ¿Pretendías crear una obra de “mesilla de noche”? ¿Un libro al que recurrir en distintas etapas vitales?
MM. No lo pretendía, ¡ni siquiera pretendía publicar un libro! Pero ojalá La Cura acabe siendo eso, un libro al que recurrir cuando alguien lo necesite. ¡Buah, sería genial!
IDR. “El Veneno” tapa toda situación difícil. ¿Crees que nuestra sociedad ha confundido el veneno con el antídoto y vive adormecida a la realidad, y a ellos mismos? ¿Qué tratan de insensibilizarse y expulsar toda responsabilidad?
MM. Sin duda. Me duele aquí, me tomo una pastilla; estoy triste, me tomo otra pastilla; tengo ansiedad, me tomo otra pastilla. La mayoría de la gente no se para a pensar en por qué le duele la cabeza, está triste o tiene ansiedad. La realidad es que queremos una solución rápida y fácil que tape todo aquello que no nos gusta, y yo no creo que esa sea solución alguna. Entiendo que no es fácil pararse a analizar nuestra propia persona y situación, que a veces es duro y angustioso, pero el camino es así, complicado y hermoso a la vez, y al final hay un regalo sí o sí.
IDR. Una pregunta más autobiográfica: ¿cuándo empezaste a dibujar? ¿Cuál fue el momento de inflexión en que decidiste que querías dedicarte al arte?
MM. Dibujo y pinto desde pequeña, nunca he parado, pero me planteé dedicarme a esto en serio a los 19 años. Yo solo quería pintar, al principio nadie pensaba que podría ganarme la vida con la pintura y la ilustración, así que eso me dio más fuerza, en plan: “lo consigo por misma”. Ahora miro hacia atrás y me digo: “Bien María, bien”.
IDR. ¿Crees que actualmente el arte precisa de discurso? ¿Que el público no puede llegar a él sin comprender el contexto? ¿O crees que “una imagen vale más que mil palabras”?
MM. Yo soy de las que piensa que la obra de un artista está completa cuando hay un discurso detrás, si lo que pintas es pura estética, se queda vacío. Mi trabajo es mi forma de expresión, es muy necesario para mí. No importa que no todo el mundo lo entienda, pero yo siempre intento contar cosas.
IDR. ¿Cuál crees que es el papel del artista en nuestra sociedad? ¿Y la del editor?
MM. Creo que cada vez se valora más al artista y a los editores les interesamos por lo mismo. De todas formas, yo tuve la suerte de toparme con Jekyll & Jill, Víctor, su editor, es un tío que ama lo que hace y sabe lo que quiere, pero sobre todo, respeta al autor tanto como a la obra, y encima se lo curra tanto…, es tan cuidadoso y creativo con cada edición, ¡que el resultado es aun mejor que el que tenía en la cabeza! ¡¡Me lo como!!
IDR. ¿Cómo ha sido tu experiencia trabajando con Jekyll & Jill?
MM. Maravillosa. Víctor entendió a la primera el mensaje de La Cura. Le gustó tanta sinceridad y se la jugó, y encima me ha tratado en todo momento fenomenal, ha hecho que sienta que mi libro es aun más importante de lo que yo pensaba. Jekyll & Jill es conocida por lo cuidadoso de sus ediciones y así lo he podido comprobar.
IDR. ¿Qué consejo le darías a un artista que busca casa para su trabajo?
MM. Que llamen a la puerta de Jekyll & Jill, jajaja. Es importante que tengan primero un proyecto de peso, que se lo tomen en serio y que exijan sus derechos como autor/a y artista.
IDR. ¿Algún nuevo proyecto del que nos puedas hablar?
MM. Ahora mismo estoy trabajando para una editorial de Nueva York, ilustrando la novela de una escritora que pronto verá la luz.
También ando preparando mi próxima exposición, que será en febrero de 2017 en Madrid, junto con la ilustradora alemana Angela Dalinger.
IDR. ¿Qué estás leyendo actualmente?
MM. Estoy leyendo por segunda vez: El héroe de las mil caras de Joseph Campbell.
IDR. ¿Nos recomiendas alguna lectura?
MM. El gran mensaje de David Hockney (conversaciones con Martin Gayford) y Hombres que comen cebolla y cantan nanas al amanecer de Sara Herreras Peralta.
Hombre en azul de Óscar Curieses en Drunken Boat
Layla Benitez-James traduce al inglés el prólogo y el primer cuaderno de Hombre en azul, de Óscar Curieses, en la revista de traducción norteamericana Drunken Boat.
Layla Benitez-James translating Óscar Curieses
Man in Blue (excerpt)
Man in Blue (1989-1992)
Edition and Prologue by Andrew Cullers
Translation by Víctor Abada
Prologue
Nothing was known of these notes, taken by the painter Francis Bacon during the last years of his life, before the inventory and move of his Reece Mews studio in London to the Hugh Lane Gallery in Dublin. The dismantling of this space and its later reconstruction was done by an expert team of archeologists who saw to a miniscule analysis of each object they encountered, including its exact position, with the goal of reproducing the identical scene at the new location.
What is offered in the following pages is the transcription of the typewritten text with the title Man in Blue. It was discovered in an old black folder buried in the detritus of the artist’s studio and formed part of nearly 7,000 objects which were found and catalogued there.[1] Within this immense baconian chaos there also appeared to be a multitude of materials containing documents of extreme importance for understanding the Anglo-Irish creator: 1,500 photographs, 570 books and catalogs, 1,300 pages torn from works of diverse origins, 100 slashed canvases, 70 sketches and works on paper, and close to 2,000 utensils for painting (paint tubes, socks, sponges, brushes, aerosols of car paint, scraps of corduroy, etc.).
There is no doubting the importance of discovering these journals for they point out an alternative route by which to approach the painter and his work. In the original typewritten text, Bacon had written numerous entries about his life and artistic origins. The writing is divided into three parts: the first journal covers the period from October 1989 to June 1990; the second from June 1990 to May 1991; and the third, unfinished, from May 1991 to March 1992. One of the artist’s dreams, dated August 1990, was added at the end of the three previous journals as a kind of appendix. That document, unlike those previous, was not found typed out, but handwritten and has been placed at the end of the set. None of the three original journals were found in the studio, but the authenticity of the material is corroborated by the painter’s own notes on the texts after they had been typed, and by their content.[2] Bacon reflected on these statements, previously published in books, interviews and letters, to reorder them, reduce them, or expand upon them. Among these, some of the most ferocious criticisms leveled at his painting (in the spirit of ridiculing them) were included, as those published in The Times on February 16th, 1944 or the words that Bacon himself attributed to John Berger, who had compared him to Walt Disney.[3] The most plausible answer, as indicated by the foremost scholars of his work, is that the painter moved his notes to these journals in the last three years of his life, but that the vast majority of them had been previously drafted. In all likelihood, they were written in secret throughout his career and served as preparation for interviews and statements for newspapers. This same silence surrounding the notes, grouped here finally as a posthumous journal, is similar to what happened with his sketches on paper. These were also discovered in the studio after his death, although the artist had always denied their existence.
It is known that Bacon conscientiously prepared for all his interviews and that he studied to support his statements, even going so far as to prevent their publication if he was not completely satisfied. He felt a great passion for literature and in his personal library the works of Esquilo, T. S. Eliot, Euripides, Proust, John Soros, Ezra Pound, Shakespeare, Nietzsche, Sigmund Freud and an expansive etcetera were found. But the fact that Bacon was an avid reader did not ensure that he could write with any talent, in spite of the fact that he had tried on occasion. He himself refers to this in a note dated January 16th, 1991, comparing his clumsiness with what he observed in the poems of Picasso: «Each time I move away from painting I feel that my results are so clumsy like those of Picasso who wrote those mediocre surrealist poems of the thirties.»
However, doubts about his possible literary talent dissipate when the reader knows the way in which the interviews of critic David Sylvester were conducted between 1962 and
1986. These were first recorded and then retouched by Bacon before publication. There, the painter did an excellent job of literary assembly: shortening or lengthening initial responses, changing others or even inventing new questions whose answers were already planned in advance. The Thames & Hudson edition collects them in their entirety with the title Interviews with Francis Bacon, it warns: «correspondence between the interviews [recorded as text] and recordings does not exist.» In that document, which constituted the first written for approaching his painting and which was progressively developed during almost twenty-five years (nine interviews in total), there already appear to be many resources for Man in Blue: the sharp, precise and ironic manner of his replies, as well as his brevity, very close to aphorism. The answers to David Sylvester are replies of two or three lines in which their author expresses a concrete idea clearly and decisively. In some cases, the clarity of his replies was so accented, making them unintelligible to the understanding of an untrained ear. For instance, one of the most common of Bacon’s sayings that is just now gaining popularity with the passage of time: «I love phrases that cut me.»
But he always believed that the important thing was the painting itself, not so much what anyone said about it. Perhaps for this reason, he granted interviews to important scholars, critics and biographers in different moments of his life, without avoiding certain inconsistencies. Bacon enhanced these contradictions, which served a double purpose: on the one hand, it gave prestige to his work through association with a major name and, on the other, he was allowed ambiguities that kept the work open and alive. It is not strange, therefore, his distancing from figures such as David Sylvester, his first critic (perhaps the most remarkable of all), whom the painter came to disavow in a condescending manner on occasion. Michel Leiris, Gilles Deleuze, Michael Andrews or Michael Peppiat followed in the footsteps of David Sylvester, but Bacon never submitted completely to any of them because, in the end, he knew that it would be detrimental to his painting. Even in the case of Michel Leiris, for whom Bacon felt a sincere and profound admiration, he maintained a certain distance. In a certain way, as Michael Andrews points out with extreme lucidity in his biography, Bacon would give each of his critics the words they wanted to hear, but always in order to give rise to opinions about its work which he had previously calculated.
As has already been mentioned, all scholars of Bacon’s work pointed out that the three journals gathered under the title Man in Blue recall notes that he would have been taking throughout his career and that he wanted to see them gathered for some reason. But why he dated these annotations (between 1989 and 1992) and why he ordered them are still unresolved questions. If he had collected them with the aim of preparing their responses for criticism (on the occasion of the three exhibitions held in the United States between 1989 and 1990), they would not have been dated, nor would they be so extensive, nor would he have continued writing them later on. Rodman Thierny, one of the last scholars of his work, has noted in Bacon on Canvas: Fat and Blood on the Bank[4] that the painter felt close to death and wanted to gather in several journals the same thoughts that are shown in interviews and previous statements, but in a freer manner, contradictory and refreshed (to include entries about Richard Avedon, Rothko, Giacometti, William Burroughs and Jackson Pollock). Thierny’s hypothesis would perhaps belong with one of the most characteristic features of Bacon’s painting: taking, as a starting point, prior materials and recreating them, updating them. It happened in this manner in some of his most celebrated series (that of the Popes), in many of his portrait studies (those of George Dyer) and in the second versions of some of his works (Study for bullfight I and II). Add to this Bacon’s custom of keeping photographs and reproductions in small format of his own paintings in sight as he painted, which he reflected on to radicalise some of their elements. In any case, the three journals grouped under the title Man in Blue will remain an enigma because none of the people close to the painter in the last years of his life (not even John Edwards[5] or José[6]) knew of their existence.
Another important aspect of the journal is its condition as a posthumous and unfinished document. Certainly it is encountered at an advanced stage, but it is not completely finished. This is demonstrated by numerous corrections and deletions in the typed text, and the white space of the last entry in the diary, corresponding to March 22nd, 1992. Furthermore, it should not be forgotten that in the final phase of his work the artist introduced important modifications onto his canvases, able to reorient or destroy the picture in its entirety. Therefore, material that is now at our disposal is perhaps very different from that which Bacon had ultimately approved.
Nearly all scholars have attributed to these notes an undeniable character of «literary triptych,» but nothing indicates that the painter was working in that direction. The structure in three parts is derived only haphazardly, since his death in Madrid in 1992 seems to have prevented its continuation. If that hypothesis is accepted, which is to say, the wish of the author to build a diary divided in three sections in the triptych style, how would the inclusion of the dream from the summer of 1990 following the journals be justified?
I close this small prologue by addressing the issue of his title, Man in Blue. Those words are found hand-written by Bacon on a blank page and hope to unite the bulk of subsequent text: the three journals and the dream. It calls attention to the fact that the painter titles the diary after one of the most important series that he completed in the middle of the 20th century. He always rejected illustrative painting; therefore, it does not seem reasonable to assume that the title and the content of his writings are a direct correlative of that figure: the dark and lonely man who appears in it. It is much more plausible to consider that the text was also the result of his manner of conceiving the painting and that he would have liked to cause another manner of accident, the last, in the set of all his productions.
Perhaps in the future some clue will be found to resolve the enigma of this diary but, until then, we remain at the disposal of the artist’s own words: «The statements I can make about my own work are out of place, but on occasion, they seem to me more appropriate than certain critics’.»[7]
Andrew Cullers, London, 2010
First Journal
(October 1989-June 1990)
[October 29th, 1989]
Time passes and I am beginning to look like my self-portraits.[8]
[October 30th]
I don’t look at paintings from afar, but from within.
Doors like paintings.
[October 31st]
The biography of the artist may be the point of departure for interpreting their work, but never where one arrives.
[November 1st]
I don’t believe in a painting as some biographical fragment of the author, instead, it is like a concrete moment which transcends. The painting sometimes remains, the author, never. (1)
What is an author? (2)
[November 2nd]
I see my best painting suggesting the work I most admire, but so too the work of those whom I consider mediocre or simply detest.
[November 3rd]
What is obscene in nudity. A form of beauty: other.
[November 4th]
Colour like an unconscious method.
[November 6th]
In painting we always erase something vague in a concrete manner.
[November 7th]
The critic desires to be the author of the work they admire, but the author desires to be the work itself. Here resides the primordial difference between one and the other.
[November 8th]
It is the self-portrait itself which looks, conceives and paints. Not the other way around.
[November 9th]
The majority of viewers don’t converse with the painting; instead, they intend to impose their vision in an immediate manner. But in their gaze the viewer would have to experience a sensation of similar intensity to the one which had passed between the painter and his work. I insist: “sensation.”
[November 10th]
I don’t have anything to say, it’s all in the paintings.
[November 11th]
The author can never be the first critic of his work, contrary to what he believes. He never has the sufficient distance from his work and sees in it more of a process than a result.
[November12th]
Rembrandt and I: I lose.[9]
[November 13th]
I don’t have a preconceived image of what it is I want to paint, otherwise it would not be painting. My best works have been those where I didn’t perfectly know what they were doing.
[November 15th]
I am only interested in a narrative which ceases to be in a given moment and which abandons its route in a definitive manner. In this precise instant the essence of what is narrative is born as to tell metaphoric intention: to produce a sensation.
[November 17th]
Colour: mixture. How to speak about the purity of painting?
[November 18th]
I am not someone who must speak with viewers, just my paintings. I am only a residue of them, something they could manage without.
[November 20th]
(About realism). It’s funny the faith the human race puts in a mirror: a fragmented image, distant and partially inverted from the real.
[November 21st]
Paintings are permanent, the painters pass. (1)
I am none of my paintings or I am all of them at once. (2)
[November 22nd]
Each repetition is new. (1)
Series and tryptic not as indications of narrative or chromatic temporality, but its negation.[10] (2)
[November 23rd]
Innocence is always violent.
[November 24th]
I love literature but my words are worthless. (1)
In the 20th century the strength of the word has passed to the strength of the image, hence certain painters have emerged as paradigms of the idea of the artist.
The most evident case is Picasso. (1)
[November 25th]
Geometry is not a theme or intrinsic reflection of the pictorial, but like the effect of the sensation of a subject. It occurs to me to put it like this: the vertical grill.
[November 27th]
I don’t have a reason to paint, I simply paint.
It is an unconscious imperative, an instinct that lacks any purpose. (1)
Shapes and colours are not represented, an extreme figural expansion.
[November 28th]
The historical events of the 20th century have affected my view of the world and, therefore, my painting. I would say it is something similar to a strong awareness of animality more than a term such as irrationality.
[November 29th]
The protagonists of my paintings, if they speak, would do so in a similar manner to the works of Beckett. [11]
But unlike his, they would not be about something irrational or philosophical. In my paintings the characters are seen and act from the perspective of a hallucinating animal. There.
[November 30th]
In our time it is not a question of turning so much to tradition, as many intend, but of enveloping tradition from within itself.
[December 1st]
The importance of Guernica before the importance of the critics of Guernica.
[December 2nd]
The author is in some way possessed by his work and dispossessed by his work. [12]
[December 4th]
All the tearing of my work, although it has not been openly acknowledged, comes from a tragic love and tries to return to it. But returning to that love is never realised, even partially as happens with the Greeks or in Shakespeare. Hence all my violence. (1)
Many years ago in Wheeler’s[13], halfway through the morning I heard a drunken lady, elegantly dressed, saying: «If God doesn’t believe in me, why should I believe in him?» I was quite amused to hear such naivety so early. That same day, after quickly passing through Muriel’s, I walked all afternoon through Battersea Park with that phrase in my head. I don’t know why today those very words return to me.
[December 5th]
Zarko Petan: “You need many words to conceal what you do not wish to say.”
[December 6th]
I am interested in the loss of consciousness in painting, the precise moment of that loss and the sensation it produces. I am not referring to something spiritual or mystical, but to something corporal carried to an extreme, radicalised, such as an extreme and pleasant beating.
[December 7th]
There are only two ways to look at art: the extensive and intense. But over the years I have realised that width and depth are equivalents. It is just a matter of position or point of view. The front can be the side and vice versa.
[December 8th]
Rothko: a heavy boredom before the canvas to reach who knows what eternally deferred ecstasy. (1)
The mystique of Rothko before the mystique of my crucifixions. (2)
[December 9th]
To think of painting as a mirror of the author or of the viewer is a superb stupidity. The canvas is only a mirror of the painting.
[December 10th]
The painter as a brand, degradation of painting.
[December 11th]
Abstraction wanted to kill Picasso, even though it was him—via Cezanne through geometric development—who originated it. However, it has come to nothing, only resurrecting them. It´s like, though in another sense, what happened with God and the Zarathustra of Nietzsche.
[December 12th]
Inability to look at the finished work without mixing it with the sensations of one’s process of creation: those which went through it and those which remained outside. (1)
Inability to stop being entirely myself when painting, because the work is creating me. (2)
[December 13th]
Imposition and exposition. The first is from the paint to the painter, the second is the painter to the paint.
[December 14th]
None of us is at the height of Picasso. And even less so at the height of the grand masters. Each time they place us at their side, in spite of the initial joy that some feel, they do us a great disservice. We become aware of the true meaning of the word «distance.»
[December 15th]
Where you see limits, I only see your limits.
[December 16th]
The question is what will happen in the next few years with the model in painting. Like Picasso, I don’t believe in a painting where the reference has been diluted completely. (1)
If we lose the model, we don’t know where we are. I work exactly from there, out of that loss. But it is very different to lose the reference than to never have had it. The second option is much more comfortable, less dangerous; that is why I always work from the first. (2)
[December 19th]
I’m an artist who is much too compulsive to dedicate myself to sculpture; it would go to pieces again and again.
[December 20th]
Devier Szae: “Not formalism, nor informalism. Form, yes.”
[December 21st]
The stain as an expansive form of contours.
Limits. Semen.
[December 22nd]
Painting is not in the eye, but in the canvas.
[December 23rd]
Just as the psychoanalyst is not able to infer the meaning of the dream, but it must be the patient who does it and who has awareness of the meaning, the art critic should occupy a similar position with respect to the work and to the author whom they examine. (for Lucien Freud)[14]
[December 24th]
The statements that I can make about my own work are out of place but, on occasions, they seem to me much more appropriate than those of certain critics.
[December 27th]
If I would have had different eyes, I would have painted exactly the same.
[December 29th]
(Dyer). One can’t fill the void, only pass through it. [15]
[January 9th]
Without limits there is no possibility.
[January 10th]
Already I have no teachers, only their lessons.
All my painting speaks of these lessons.
[January 11th]
I am stripped by my subject and my subject is stripped by me.
Thus begins the game of mirrors of obscenity.
[January 12th]
I smear the canvas with paint and grab my subject with my hands, even with my nails if necessary. Grab them so that they don’t escape and extract themselves through the bottom of the canvas. Grab as if from a part of a birth, up into the womb. The painting as a mixture of fluids, flesh and forces.
[January 13th]
After a first approach of the model, turning the face toward the hidden interior zone of feeling. Immediately, redirecting that feeling toward another area: his pain observes me with my own face. To continue, I disfigure it.
[January 14th]
I am interested in flesh near the threshold of death.
That which has just died and that which is close to death. Their physical closeness in transformation.
[January 15th]
I always look at you with your own eyes, for this you see me as obscene.
[January 17th]
To think, as Bresson said, on the ejaculatory force of the eye, but also on the strength of the ejaculated image itself.[16]
[January 18th]
TO BE IN THE HOME: Everything is a chaos of dried sponges, papers, brushes, cloths, pants, shit, stomped canvases, ejaculated paint…Yes, TO BE IN THE HOME. (Near to Van Gogh)[17]
[January 19th]
If I had to look for a correlation for what happens in my painting it would be of a language which is spoken because it is pulled by a fishhook. Every time it wants to say something someone pulls on it, though the pull of the hook does not occur from the outside, but from within.
[January 21st]
Many of my subjects have emerged from Velázquez’s painting. In his Coronation of Bacchus, the drunks are similar to those which inhabit my paintings, only several centuries later in Soho in London.
[January 22nd]
I maintain a strange relationship with limits in my life. This is apparent in the treatment of the contours of my paintings. I paint them to tear them.
[January 24th]
Being blind to paint, just there the paint begins to see.
[January 25th]
Someone has torn part of my subjects’ skin in my paintings. And I look at them and try to mend them. The skin does not return exactly to its position, but to another place.
[January 26th]
The skin of the subjects and the skin of the canvas, all are marks, scars.
[January 27th]
I am not interested in silence in painting, but solitude. It is an error to conceive of them as synonyms. Solitude speaks continually, it even shouts.
[January 31st]
Many comment on the violence of my painting, but in the end abstraction is much more cruel. The distortion there has gone to such an extreme that all that is left is geometry and colour. That is to say, extreme tearing, calculated and cold.
[January 6th]
I do not wish to appear like my masters, but to encounter them in some of my canvases. Perhaps to converse. I believe that in some of my paintings I have attained this, paradoxically in those where I tried hardest to remove myself from them. (1)
The light, if it is real, always produces shadow. (2)
[January 8th]
Not looking for forms, rather transformations.
[January 10th]
I don’t paint what is on the skin nor beneath the skin. I simply sew everything with paint, mixing it through inside and through outside.
[January 11th]
Painting is not aggression, but violence. The first needs a receptor, the second does not. Violence is, therefore, much more pure.
[January 12th]
My subjects like my own skin. And my own skin like canvas.
[January 14th]
I am not interested in realism or truth in art, even though this sphere of my existence is with complete certainty the most real and most true. [18]
[January 17th]
Photography, when it is art, is much closer to painting than painting itself.
[February 21st]
Those who wish to know how I really am, observe my self-portraits. They speak better of me than any interview or writing. But I wonder: which are my self-portraits?
[February 22nd]
Slash between the vertically and horizontally human. (Idea of the cross)
[February 24th]
The search for purity in art is a fallacy. It moves towards the essential and the essential is always hybrid as it contains everything.
[February 27th]
Inspiration in other arts like film, sculpture or photography. At times much more interesting than the predictability of the pictorial. In the background, what has progressed in painting has been what has moved away from itself.
[February 28th]
Sensation is not related with morals, illustration always.
[March 3rd]
My painting only interests me in one aspect: during. What comes afterwards is a subject linked with a viewer, the critic or what have you. Already it’s not so important, because it has ceased being painting for me.
[March 4th]
My obsession with the isolation of the individual and the cage finds another of its forms of expression in the glass which covers many of my canvases. They are separated from the viewer.[19] However, through the reflection the glass produces, the viewer is transferred into the interior of the painting. Thus, the obsession is realised and the cage doubles.
[March 5th]
Self-portraits: Muybridge, no image is equal to the one before using the same animal in each series.
[March 7th]
In series and in triptychs I try to reveal the evolution of an internal process or a sentimental space in a non-narrative form. I don’t show the causes for I do not know what they are or if they exist, only their movement. It is always something descriptive but descriptive of the interior not of the exterior.
[March 8th]
The one who speaks in the name of Rimbaud: I am always other.[20]
[March 9th]
Much of my failure or success is due to the total tension that exists between the model and myself. We devour each other furiously until we transform into a kind of hybrid. This is especially maximised when we speak of self-portraits.
[March 10th]
I don’t search. I find something or am found by something. Something for which I was not searching for and which drags me. That is what is accidental. If I seek the accidental automatically, everything would be a farce. It’s one thing to be guided in an unconscious manner toward the accidental and another to be the guide of the accident. This is what distinguishes the falsified from the created.
[March 12th]
I don’t wish to meditate, I wish to scream. (Against Rothko and company)
[1] I refer the reader to the book of photography, 7 Reece Mews. Francis Bacon’s Studio (2001) by Perry Ogden, with prologue by John Edwards, published by Thames & Hudson, which excellently complements the reading these journals.
[2] On this matter the reader can consult “Inkmeat: Francis Bacon” by Lydia Zans, published in The New Yorker on November 1, 2002, where she proves the authenticity of each of the found manuscripts.
[3] See the entry for October 23rd 1990.
[4] Rodman Thierny, Bacon on Canvas: Fat and Blood on the Bank, Dublin Publishers, 2007.
[5] John Edwards (1949-2003) was one of Bacon’s lovers and protégés in the final stage of his life and his only heir. It was his decision to move the Reece Mews studio in London to the Hugh Lane Gallery in Dublin.
[6] José, of Spanish nationality, was the final romantic partner of the painter. Bacon, at the end of his life traveled on numerous occasions to Madrid to meet with him. No further details are provided on this matter to preserve his identity.
[7] A multitude of photos of the hand-written journal which seem to correspond to the third journal of the diary of Francis Bacon were found in November of 2013 at the home of the famous British photographer Lawrence McMullen, who passed away in August of the same year. The reader will find two of these images in the annex to the current edition. Its authenticity has not yet been established but signs point to it being the painter’s actual original text. The whereabouts of the other two journals remains unknown.
[8] Bacon was born on October 28th, 1909. The first entry which appears in the diary corresponds to the day after his 80th birthday.
[9] Bacon seems to refer to the status of Rembrandt as a painter of self-portraits. On numerous occasions he alluded to the mastery of the Dutch painter and publicly recognised his fascination for some of his works like The Young Rembrandt (1628), the sketch titled Self-portrait with cape and wide open eyes (1630) and Self-portrait as Zeuxis (1669), painted in the year of his death.
[10] Bacon admired the series of some impressionists, but his use of this influence varies substantially in respect to them. While the painters of the 19th century attempted to capture the course of time and its chromatic consequences (for example, the works dedicated to The Cathedral of Rouen and The Station of San Lazaro by Monet), the Brit used it as an intensification of the phenomenon of sensation free from the form’s narrative value.
[11] Even though Samuel Beckett and Francis Bacon possessed some common biographical traits (the two were artists of recognised prestige who left Ireland and came to live in Paris), the painter always showed a certain indifference with regard to the work of the writer. It is remarkable, therefore, that in the intimacy of the journal he alludes to these similarities.
[12] Entry crossed out by Bacon.
[13] Wheeler’s was one of the restaurants that Bacon frequented in Soho. Muriel’s is the name given by the regulars of The Colony Room, the establishment of Muriel Belcher that the artist visited almost daily.
[14] Bacon’s first mention in the journals of the painter Lucien Freud, nephew of the Viennese psychoanalyst Sigmund Freud. This was one of the friends and artists closest to Bacon for much of his life. Their relationship ended abruptly in 1970, although the interest and mutual respect they felt for each other as artists did not disappear. Lucien made several drawings of Bacon in 1951 (still little known) and one of the most famous portraits of the Anglo-Irish painter in 1962. Francis also portrayed Freud on many occasions in the 1960s. Of all these works, these two stand out: Three Studies for Portrait of Lucien Freud (1966) and Portrait of George Dyer and Lucien Freud (1967).
[15] The first reference in the diary to George Dyer, one of the most important partners in Bacon’s life. Dyer met Bacon in the sixties and was the subject of many of the images of his canvases becoming an identifying sign of his painting. He committed suicide in 1971 in Paris, the day before the inauguration of the artist’s retrospective in the Grand Palace of the same city.
[16] He refers to Robert Bresson, the filmmaker, not to Henri Cartier-Bresson, the photographer.
[17] First reference to the Dutch painter. Bacon was not only fascinated by his painting, to which he devoted a series in the fifties, but also by his writing. Letters to Theo (1906) was always part of his bedside reading.
[18] The note is found crossed out and with it is written: “shit.”
[19] Many of Bacon’s paintings, once completed, are covered afterwards with a glass which is barely perceptible to the eyes of the viewer.
[20] It was known that Bacon professed an admiration for French writers such as Baudelaire, Proust or Leiris, but not for Rimbaud. It is likely that this interest is related to the demand for perfection and skepticism that the French poet felt toward his own work.
Translator’s Note
April 28th 2017 will mark the 25th anniversary of the painter Francis Bacon’s death in Madrid, a city he had come to love, with its history of art that had long obsessed him. Óscar Curieses, a Madrid native, has in turn become obsessed with Bacon’s life and work in his highly experimental first novel, Man in Blue.
The premise of the work is the discovery of a manuscript of Bacon’s personal diaries. After its title page, Man in Blue has a second title page with the name of a fictional scholar (Andrew Cullers) and fictional translator (Víctor Abada), which serves as the launch of the story.
This deeply experimental and metafictional spirit of Man in Blue interrogates the traditional form of the novel and idea of story, hovering between diary and manifesto and between a kind of academic, historical, biographical homage. One element which initially attracted me to the novel was that Curieses’s Bacon constantly calls into question how much an author’s biography can bear on their work, even as the entire premise of Man in Blue rests on knowledge of Bacon’s fame and biography.
Due to the shadowy backstory stalking through its pages, the novel presents many interesting questions for translation into English. Since Bacon would have originally been writing in English, an element to the novel’s pretense was the need for a Spanish translator. Therefore a translation into English (as opposed to the French or Italian, both forthcoming) is also a kind of return to an imaginary origin, a kind of “backtranslating.” As I wanted to translate with the voice of Bacon in mind, I listened to many interviews to help make decisions in vocabulary. Being a Texas native, I also went about learning more British spellings, adding in u’s and trading my z’s for s’s. I want the diary to be believably Bacon if one has listened to his voice or read his biographies, to lull the reader into a false sense of security or a kind of false footing in the narrative.
It is not that the novel attempts to make a reader forget that these are constructed diaries, but it makes the reader desire to forget on their construction; to feel that these diaries could have really been discovered in the “baconian chaos” and suspect, or hope, that something like them might really exist. The novel hovers on our hopes and romantic ideas of having more from this eccentric artist and a larger window into his psyche.
Layla Benitez-James (Austin, 1989) is a poet and translator living in Spain. Her work has appeared in The San Antonio Express-News, The San Antonio Current’s Flash Fiction series, Acentos Review, Plaza: Dialogues in Language and Literature, Matter, Guernica, and Autostraddle. Poems have appeared in translation into Spanish in Revista Kokoro and La Galla Ciencia Numero IV with bilingual presentations in Spain including El Tren de los Poetas in Cuenca, Los Lunes Literarios, La Galla Ciencia, Café Zalacaín in Murcia, and La poesía es noticia: Moth & Rust / Óxido y polilla, una sesión de poemas en inglés y español in Alicante.
Óscar Curieses (Madrid, 1972) is a writer, translator and professor. His poetry collections include Sonetos del útero (Bartleby Editores, 2007), Dentro (Bartleby Editores, 2010), and Icebergs (Bartleby Editores, 2016), Hay una jaula en cada pájaro (Editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, 2012), which includes the improvisational «El grito es un movimiento inacabado» with audioperformance AMC313. He translated The Electric Comedy (Amargord Ediciones, 2016) by Rolando Pérez and The Gold Cell (Bartleby Editores, 2016) by Sharon Olds into Spanish. Hombre en azul (Jekyll&Jill Editores, 2014) is inspired by the biography and work of painter Francis Bacon. He received his doctorate in Literature and Fine Arts from Universidad Complutense de Madrid (UCM). http://oscarcurieses.com.
Rubén Martín Giráldez en Cierta distancia
Rubén Martín Giráldez, autor de Magistral y Menos joven, responde el cuestionario del blog Cierta distancia:
1.- ¿Por qué escribes?
Por un exceso de vanidad mal entendida y medio bien llevada, varias imperfecciones de carácter y un par de fines pueriles impronunciables, por el síndrome del mensajero, del profeta, de Casandra caricata, por un Juegos Reunidos del ser ahí y la palabrilla revelada.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
No tengo preferencias ritualísticas ni supersticiones posturales. Soy el Ser Humano Corriente ocupado en una particularidad como cualquier otra.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Identificar de dónde viene la voz que transcribo y averiguar por qué me usa así, como a un simple perro parlante.
4.- ¿Algún principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
«Cualquier principio embutido en un decálogo literario puede desviarte para siempre de la genialidad». Es que cualquier consejo ha de terminar necesariamente en una fanfarria de contradicciones, así que, por divertirme, me doy las mías propias:
* Evita las moleskine y el pavoneo, que tienes el tiempo justo para escribir «uy» y decirlo.
* Que la inspiración no te pille trabajando.
* No llames «trabajo» al oficio.
* Utiliza el término «oficio» en un sentido más ufano que mundano.
* Recuerda que nadie te ha invitado a la vocación y que cuando irrumpes allí todos te están mirando raro y ni dios sabe quién eres ni por dónde te has colado. Llénales la copa o te la llenarán a ti a saber de qué.
* Que beban ellos primero, luego ya tal.
* Si es bueno, no es tuyo. A lo mejor no estás bebiendo de tu copa. Traga, que de todo se aprende.
* Que te confundan con el chambelán, que ya les enseñarás tú que eres el bufón.
5.- ¿Eres de los que se deja llevar por la historia o de los que lo tienen todo planificado desde el principio?
Muchas veces en la Historia de la Banalidad —pero antes también en obras tremendas, claro— la palabra «cristalinas» ha seguido a la palabra «aguas» como un apellido a su nombre, por poner un ejemplo. Cuando eso sucede hoy, ya no hay excusa. No sé muy bien qué palabra vendrá a continuación, sólo tengo claro el tono y la mayor o menor facundia de la voz a la que estoy dando tinta; y en cuanto a la estructura, la peripecia como tal no es mi objetivo. Creo que el placer mental que sentimos al darnos cuenta de que podemos completar sin ayuda la otra mitad de un dibujo simétrico es de una calidad discutible.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
Tengo detrás de mí la estantería de libros de cabecera. Apunto algunos: Les nourritures terrestres, de Gide; Monsieur Teste, de Valéry; Les Nègres, de Genet; Le Bavard, de Louis-René des Forêts; The Infernal Desire Machines of Doctor Hoffman, de Angela Carter; Larva, de Julián Ríos; Éden, Éden, Éden, de Guyotat… son unos cuantos, en la be tenemos a Bufalino, Blanchot, Bernhard, Djuna Barnes, B. S. Johnson, Ben Jonson, Barthes, Ra Belais, Beckett… soy todo cabecera.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Algo a medio camino entre la traducción, la edición y la deyección: un libro necesario en el que sudo sangre para construir la necesariedad de mi cuestionable participación. Hago de MS-DOS de un sistema operativo muy superior a mí para ver cómo de mal parado salgo, pero sobre todo, para que se vuelva a leer a ese otro autor.
Rubén Martín Giráldez (Cerdanyola del Vallès, 1979) autor de las novelas Magistral y Menos joven (Jekyll & Jill Editores). Traductor de autores como Tom Robbins, Jack Green, Bruce Bégout, Blake Butler, Laird Barron, Leonard Gardner, Rudolph Wurlitzer, Jonathan Shaw o Morrissey.
Cosmotheoros, Premio al Libro mejor editado en Aragón 2015
La obra ‘Cosmotheoros’ de Christiaan Huygens, publicado por la editorial Jekyll & Jill, ha sido reconocido con el Premio al Libro mejor editado en Aragón 2015, dotado con 3.000 euros en material de primera calidad, que aporta la empresa Torraspapel S.A.
Los miembros del jurado así lo han aprobado por unanimidad al considerar que responde «de forma armoniosa a los requisitos y parámetros de la edición, tales como la acertada elección de la tipografía, la combinación de papeles y la delicada solución empleada para la inserción de las láminas».
El Premio al que, por primera vez, se ha dotado de cuantía económica gracias al patrocinio de la empresa dedicada a la comercialización de papel y soportes para la industria gráfica en España, se entregará en el marco de la XXII Feria del Libro Aragonés que se celebra en Monzón del 4 al 6 de diciembre.
«Cosmotheoros» (el observador de las estrellas), el primer tratado que conjetura la vida extraterrestre desde un punto de vista científico, basándose en las teorías de otros pensadores como Nicolás de Cusa, Giordano Bruno o Kepler, fue publicado por primera vez en latín y en inglés en el año 1698.
Es esta la primera traducción del texto al castellano, realizada por Rubén Martín, traductor y escritor, ha informado el Gobierno de Aragón en una nota de prensa.
El prólogo, las notas a pie de página y la biografía cronológica de la familia Huygens fueron redactados para esta edición por el editor, Víctor Gomollón, quien también se ocupó del diseño, diagramación y maquetación de toda la obra.
Las imágenes a color dispuestas en láminas son obra de la ilustradora chilena Alejandra Acosta. Las 20 estampas que completan y decoran este volumen, impresas en papel couché, están pegadas a mano, convirtiendo este libro en un mezcla de tratado filosófico-científico barroco, libro ilustrado de ficción y pequeño objeto para bibliófilos.
Gemma Pellicer en el blog El Microrrelatista
Gemma Pellicer, autora de Maleza viva, en el blog El microrrelatista
Un misterio
Aquella señora que acude a desayunar se ha sentido de pronto atraída por uno de sus clientes habituales. Como si la sonrisa sofisticada, aunque de pocas luces de ella, hubiera encontrado perfecta réplica en el gesto adusto y la inteligencia afilada de él. De igual modo, el señor en cuestión lleva días experimentando una profunda nostalgia por esa sonrisa inexplicable. Así las cosas, es muy probable que antes de atreverse a ir más allá, ambos se dediquen a conocerse y a buscar argumentos de peso: él por motivos obvios, ella por justificar ante sus amigas una predilección tan poco comprensible, además de impropia. Lo que ambos ignoran -en cualquier caso- es que ese arraigado sentimiento mutuo no variará ni un ápice, otro misterio mayúsculo, durante los próximos cinco años en que sigan tratándose, ya sea en los encuentros fugaces en el bar de siempre antes de dirigirse al trabajo, ya durante las conversaciones algo más sostenidas que entablen por la noche cada vez que su pasión se lo permita. Sólo cuando la relación llegue al equinoccio del sexto año, habrán aprendido a mantenerse en el filo de un extraño equilibrio. Aunque todavía no lo sepamos, es muy posible que a partir de entonces el señor melancólico de esta historia se sienta atraído súbitamente por aquella otra señora también estupenda, que decían nuestros padres; la que justo ahora parece estar mirándolo con descaro y arrobo a un tiempo, tampoco sabemos por qué.
Incertidumbre de Paco Inclán en Pompas de Papel
Kike Martín reseña Incertidumbre, de Paco Inclán, en el blog del programa Pompas de Papel (Radio Euskadi), con Félix Linares.
Un libro curioso, una especie de miscelánea basada en las experiencias del autor. Se habla de Irlanda del Norte gracias a un viaje por esa parte del mundo. De los libros de Julio Verne revisitados durante unas vacaciones en Formentera. De la triste historia de Paulino Cubero que tuvo sus quince minutos de gloria como creador de la letra del himno español. De un festival de cine en el Sahara libre. De un viaje a Islandia y de la búsqueda infructuosa de una escritor llamado Snorri. De los movimientos independentistas en algunas zonas de Guinea Ecuatorial. Del brazo derecho (el más desconocido) de San Vicente Mártir. Y además hay un cuaderno de campo denominado Hacia una psicogeografía de lo rural. ¿Por qué esta incertidumbre? Lo intenta responder el pensador e investigador Paco Inclán (Valencia, 1975).
Incertidumbre de Paco Inclán en la revista Détour
Juan Francisco Gordo López reseña Incertidumbre en la revista Détour:
Leí Incertidumbre, de Paco Inclán, en una semana en la que estuve desplazándome por motivo laborales entre diversos pueblos y algunas capitales de provincias tanto extremeñas como castellanoleonesas, esa zona rural en la que si trazásemos un mapa para ubicar la personalidad de sus oriundos no sería muy diferente del que saldría de hacerlo con otras provincias de escasa población, pero con sus peculiaridades a medio camino entre lo brutal y lo increíblemente civilizado.
Este pequeño dato, con cualquier otra obra reciente, tal vez hubiera sido gratuito o carente de relevancia alguna, pero con este título magníficamente editado por Jekill & Jill (como nos tienen acostumbrados, por otra parte), el lector forma parte íntegra del contenido del libro, tanto por el lugar concreto en el que lo lee como por aquel en el que por fin lo asimila.
Y es que no es fácil digerir las narraciones de Paco Inclán, geolocalizadas en un mapa de la complejidad de las teorías filosóficas contemporáneas o, dejándonos de tecnicismos, tan sencillamente verosímiles que en ocasiones nos vemos incapaces de evitar pensar si la realidad escapa por entero a la narración o si es ficción disfrazada de veracidad.
La edición en tapa dura, un formato que en muchos lugares huele a rancio o a librería de viejo, en este libro aporta el toque final para introducirse de lleno en la lectura, no de unos relatos, narraciones, crónicas o como el lector las quiera inútilmente denominar, sino de mapa conceptual de la imbricación entre medios de difusión, conceptos académicos y la más genuina sensación de estar uno hablando con el anciano del pueblo vecino que pasa las tardes sentado a la puerta de su casa rumiando una brizna de algo mientras nos observa pasar con ojo desconfiado.
No creo, y lo lamento mucho, que haya posibilidad de describir las sensaciones que Incertidumbre me ha transmitido de mejor forma. Y es que el conjunto es una espectacular propuesta que marea y seduce por igual.
Las disputas irlandesas que recuerdan a los relatos barriobajeros de Welsh, un club de cruising esporádico que podría aceptarnos en el candor de la noche ibicenca o el brazo de san Vicente que a nadie le importa son algunas de las relampagueantes historias que, se lean desde donde se lean, son inevitablemente reconocibles en una forma similar en el área provinciana de cualquier rincón de España.
El libro se cierra espectacularmente con una psicogeografía de lo rural imposible que Debord hubiera criticado hasta sangrar. Pero claro, asumamos que Debord no tuvo que trabajar con la incertidumbre con la que Paco Inclán nos premia a modo de esteta literario, ni mucho menos con la literalidad del mundo extraño sobre la realidad.
Una filosofía magníficamente oculta tras un mapa de la descomposición humana, vista a través de lo reconocible en lo ajeno, en el más allá de lo meramente acontecido. Un magnífico libro que invita a escrutar el detalle de cada acontecimiento de la persona que lo vivencia. Bravo por la incertidumbre que genera.
Del enebro en el blog Entre montones de libros
Del enebro, de los hermanos Grimm, ilustrado por Alejandra Acosta, en el blog Entre montones de libros:
«Hace ya mucho tiempo, como unos dos mil años, vivía un hombre rico que tenía una mujer bella y piadosa. se amaban mucho, pero no tenían hijos, a pesar de lo mucho que los deseaban; y la esposa rezaba día y noche pero ninguno llegaba, ninguno llegaba. Frente a su casa había un patio, y en él crecía un enebro, bajo el que la mujer, en un día de invierno, pelaba una manzana y, al pelar la manzana, se cortó un dedo, y la sangre cayó sobre la nieve.»
Y por mucho que me digan de los libros y del precio y del formato digital, quedamos lectores fetiche que gustamos de las ediciones especiales y cuidadas, que nos regocijamos en secreto y presumimos pese a que, lejos de ser un objeto único, se encuentran en todas las librerías. Hoy traigo uno de esos libros, Del enebro.
Del enebro es un cuento de los hermanos Grimm que ha sido traducido conservando, no solo la crudeza, sino también la musicalidad del original que también se incluye en el libro. Cuenta la historia de una mujer que amaba a su marido y no tenía otro deseo que darle un hijo. Un enebro es testigo de este amor, del nacimiento del hijo y la muerte de la esposa, así como de los terribles acontecimientos que a estos sucedieron.
Nunca he negado mi pasión por los cuentos, que muchas veces he traído, como tampoco he ocultado que no me gustan esas versiones almibaradas que desprovisten de toda identidad al cuento oiginal. Quizás por eso es mas fácil encontrar en mis estantes versiones de los Grimm o Andersen que esos bonitos libros de Disney. Parte de esos cuentos, que eran en aquel momento orales, fueron recopilados por Jacob y Wilhelm Grimm en un libro titulado Kinder-und Hausmärsen a principios del s XIX encontrando cuentos que, lejos de ser lo que hoy consideramos infantiles, tenían un contenido más dirigido a aleccionar que a divertir. Y ahora que no somos niños, llega una editorial aragonesa y nos lo encuaderna como el tesoro que es, convirtiendo la experiencia de la lectura en algo tridimensional, mezclando negros y rojos para unir la sangre y la tinta en esta hermosa y cruel historia. Porque es un cuento que habla de amor y crueldad, y también de venganza y redención y felicidad y angustia. En apenas unas páginas todos los registros se suceden unidos por un hilo rojo como la sangre que podemos observar e incluso tocar a través de las páginas.
Explicado el cuento diré que la sobrecubierta se adhiere al tacto tanto como la historia al alma o las ilustraciones a la vista porque no ha quedado nada al azar. Y si hubo un pájaro con corazón, lo encontramos en este enebro. Reconoceremos en la historia todos los elementos clásicos de los cuentos, no faltan buenos y malos, tópicos y lugares típicos, deseos y un toque de magia, pero, lejos de asustarnos, os aseguro que cada uno de ellos harán que el lector sea capaz de sumergirse en la historia olvidando la edad que tiene o si ya pasaron aquellos tiempos en que los días terminaban cuando alguien entonaba el famoso «Érase una vez…». Y es que hay libros y libros, y algunos son tan hermosos que hay que tocarlos para creerlos y tenerlos para sentirlos, y eso, junto con la historia de un pájaro que cantaba, pibí, pibí, os lo puedo decir porque yo conocía a alguien, que ese día, pasó por allí.
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La cura, de María Melero, en La Nueva España
Eugenio Fuentes dedica su columna La Brújula a La cura, de María Melero, en el suplemento de Cultura del diario La Nueva España.
El viaje sanador
La cura, una aventura iniciática contra el miedo, es el debut en solitario de la ilustradora María Melero
Eugenio Fuentes 10.11.2016 | 12:59
La Cura
Pero, cuidado. A veces la luchadora se engaña al escoger las armas y ahoga el dolor en antídotos que envenenan. Y matan. Aunque la muerte, como en los viajes iniciáticos de todas las mitologías, no sea al fin sino antesala de un renacimiento. La aceptación paciente de todos los miedos. La cura.
Hasta ahora, María Melero (Jerez, 1988) había concentrado sus esfuerzos como ilustradora en trabajos para periódicos, revistas o libros de textos ajenos, que compaginó con exposiciones e incursiones en el ámbito del diseño. La cura es la primera aventura editorial en la que es responsable del texto y de las ilustraciones. Un pequeño volumen de apenas 50 páginas, editadas con primor por esos visionarios del papel que firman Jekyll & Jill. Una aventura –prologada por Jessica Aliaga con palabras lúcidas sobre los tránsitos iniciáticos– que la ha llevado a mirar hacia dentro, a imaginar el camino que conduce desde el miedo y la inseguridad hasta el contacto con la sanación que da cuerpo al título. Y la ha emprendido con unos textos breves, sencillos, directos, cuya fuerza radica en decir sólo lo justo para decir más. Es la misma simplicidad que desprenden unos dibujos de impronta naif en los que la aparente ingenuidad, no se engañe el lector, no es sino el camino más corto para rondar los arquetipos que anidan en el inconsciente. Y desnudarlos con punzante maestría.
Cuatro autores de Jekyll and Jill en el OFFSANTJORDI DE TARDOR
El próximo sábado, 12 de noviembre, cuatro autores de Jekyll & Jill firmarán ejemplares de sus libros en el #OFFSANTJORDI DE TARDOR
De 12 a 13 h:
• CARME TIERZ firmará ejemplares de El Libro de los Milagros
• ANTÒNIA ESCANDELL TUR firmará ejemplares de Chris Marker y La Jetée
• RUBÉN MARTÍN GIRÁLDEZ firmará ejemplares de Magistral y Menos joven
de 18 a 19 h:
• GEMMA PELLICER firmará ejemplares de Maleza viva
#OFFSANTJORDI DE TARDOR
L’antic Teatre, C/ Verdaguer i Callís, 12. 08003 Barcelona
EL LIBRO DE LOS MILAGROS Los relatos reunidos en El libro de los milagros, ocho cuentos irreverentes, reinterpretan en clave irónica y desmitificadora algunos pasajes de la historia de lo sagrado. Son cuentos fantásticos que proponen una mirada diferente hacia grandes verdades defendidas por la Iglesia, dogmas rígidos e irrebatibles que, a veces, rayan la superstición. La resurrección de Lázaro, las apariciones marianas en Lourdes o las propiedades sanadoras de la momia de San Isidro Labrador son tres de los episodios que se reescriben en El libro de los milagros, un habilidoso juego literario que condimenta esas gestas sobrenaturales con detalles extraídos de la realidad y un sentido del humor profundamente negro. Con prólogo de José María Latorre. El libro incluye en su interior ocho estampas de la ilustradora Sobelman Corta y Pega.
CARME TIERZ, licenciada en Periodismo, ha desarrollado su carrera fundamentalmente en el ámbito del periodismo cultural y, muy especialmente, en el de las artes escénicas. Ha sido directora de las revistas TeatreBCN y TeatroMADRID; redactora especializada en teatro y columnista en El Periódico de Catalunya, crítica teatral de Guía del Ocio BCN y Time Out Barcelona y colaboradora en revistas como Assaig de Teatre, editada por Associació d’Investigació i Experimentació Teatral (AIET), y Artezblai (Artez). Fue editora externa y prologuista de Memòria Crítica. Els anys difícils del teatre català, de Gonzalo Pérez de Olaguer (Arola Editors, 2008), y coordinadora de proyectos editoriales para Ara Llibres. Ha sido directora periodística de Hamlet, Revista de les Arts Escèniques y actualmente colabora con el Institut de Cultura de Barcelona. Ha publicado Barcelona, ciutat de teatres, junto a Xabier Muniesa (Viena Ediciones, Barcelona, 2013)
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CHRIS MARKER Y LA JETÉE, LA FOTOGRAFÍA DESPUÉS DEL CINE Jugar con el tiempo. Un juego que seduce al espectador de este cortometraje de ciencia ficción apocalíptico. La Jetée, de Chris Marker, se compone de una serie de fotografías que discurren por la pantalla como postales enviadas desde los pliegues más remotos de la memoria. El estatismo temporalizado de las imágenes da lugar a una obra ambigua y misteriosa que sería la contradicción misma del hecho cinematográfico: una película sin movimiento. El presente ensayo trata de desentrañar las reglas de este juego de alianzas entre fotografía y cine que resulta en imágenes de gran magnetismo, capaces de atravesar los estratos del espacio y el tiempo para adentrarse en los paisajes interiores del amor. Se cree que Chris Marker vino al mundo un 29 de julio de 1921 con el nombre de Christian François Bouche-Villeneuve. Con algo más de certeza se sabe que se las apañó para irse el mismo día del mismo mes de 2012. Silenciosamente, fiel a su estilo, desaparecía por donde había venido una figura capital del pensamiento contemporáneo. Cronista certero y lúcido de su tiempo, cineasta, fotógrafo, escritor, ensayista, editor y viajero, su producción diluye las fronteras entre disciplinas. En su juventud fue alumno de Jean-Paul Sartre y formó parte de asociaciones afines a la Resistencia francesa; durante este periodo de formación se perfilan unas inquietudes intelectuales que ya no lo abandonarían. Prueba de ello es una extensa obra cuyo hilo conductor es la indagación en la crisis referencial de la imagen y en las consecuencias éticas de dicha transformación. En la última etapa de su vida, ya octogenario, se sumergió en el mundo de la tecnología multimedia y del videoarte. En toda su producción y en toda esta diversidad subyace una única obsesión: la fascinación por el poder de la imagen. Entre las obras más representativas del director cabría mencionar los títulos Olympia 52 (1952), Les statues meurent aussi (1953), Lettre de Sibérie (1957), Description d’un combat (1960), Le joli mai (1962), Le fond de l’air est rouge (1977), Sans Soleil (1982), A. K. (1985), Le tombeau d’Alexandre (1993), Level 5 (1996), la instalación multimedia Immemory (1997), Une journée d’Andrei Arsenevich (1999), Le souvenir d’un avenir (2001) y Chats perchés (2004).
ANTÒNIA ESCANDELL TUR es licenciada en Teoría de la literatura y literatura comparada por la Universitat de Barcelona. En los últimos años se ha dedicado a la docencia y a la traducción. Entre 2008 y 2011 trabajó como lectora de lengua española en la Universidad Alexandru Ioan Cuza de Iaşi, una pequeña ciudad al norte de Rumanía, donde, además de dar clases de lengua y literatura, coordinó una revista literaria. Gracias a una beca para traductores obtenida en 2011 ha colaborado con el Instituto Cultural Rumano en varios proyectos. De entre ellos destacaría el volumen Broşura. Ensayistas rumanos, una compilación de ensayos para la que tradujo fragmentos de diversos autores. Es miembro fundador del proyecto colectivo Reviradors, una plataforma para traductores literarios. Ha publicado artículos sobre cine, literatura y fotografía en diferentes revistas divulgativas de ámbito universitario. Chris Marker y La Jetée, la fotografía después del cine es su primer libro.
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MAGISTRAL Como para resucitar el gusto sería necesario que esta nación se hubiese tomado alguna vez en serio aquello de que nuestro cuerpo es un templo y la boca su excusado, lo más factible será ir pensando en reconstruir la lengua para poder mentir al menos sobre lo limpio que teníamos aquel palacete forrado de piel y pelos y perforado sin remedio nueve o diez veces. A lo mejor deberíamos ir pensando en cambiar un idioma que ya no sirve. Puede que haya llegado la hora de hacerle al castellano un hoyo en la hermosura y cagarle lombrices dentro hasta rellenarlo. El castellano es hoy un idioma monigotado, toca asaltar otras lenguas.
PREMIO LIBERISLIBER 2016
MENOS JOVEN es una fantasía severa, una novela cruel —casi pensada para ser leída en voz alta por un tenor heroico—en la que el locutor de un programa infantil radiofónico llamado El peinado de Calígula narra los progresos de su concursante, Bogdano. Éste, a lomos de su caballo, debe buscar, encontrar y someter a una charla de devastación a sus ídolos. Deporte y castigo transcurren «más en palabra que en acto», retransmitidos por el locutor, que cabalga incansable tras el protagonista en compañía de una audiencia de niños que asiste al concurso en directo. El extravagante discurrir de Bogdano es el resultado de la educación híbrida que su padre le proporcionó de pequeño, y que consistió en darle a leer toda una biblioteca de libros vulgares retapados con cubiertas de las grandes obras de genios de la literatura. «¿Se ha fortalecido su carácter gracias a la ignorancia? Es muy posible.» El problema es, resumiendo, que para él Dickens bien podría ser el autor de la saga de Kunta Kinte; y Antonin Artaud, un actor norteamericano de thrillers de serie B. Menos joven, segundo libro de Rubén Martín Giráldez, es una carrera desquiciada, una horse movie vociferada que se vale de una verborrea manipuladora que no disimula su deuda con Manganelli, Gombrowicz, Rabelais, Sterne, Céline o Volodine. Cubierta de Alfonso Rodríguez Barrera y calcomanías de David Cauquil.
RUBÉN MARTÍN GIRÁLDEZ ha publicado las novelas Magistral y Menos joven, así como el relato «Prólogo a Centauros extirpados» en la antología Doppelgänger: ocho relatos sobre el doble + bonus track (Jekyll & Jill Editores) y el ensayo burlesco Thomas Pynchon: un escritor sin orificios (Alpha Decay, 2010). Ha traducido a autores como Tom Robbins, Jack Green, Bruce Bégout, Blake Butler, Leonard Gardner, Ernest Haycox, Laird Barron o Morrisey. Una de sus traducciones es Cosmotheoros, el libro de Christiaan Huygens aparecido en esta editorial en 2015.
Su web: celinegrado.wordpress.com Autor representado por The Ella Sher Literary Agency,www.ellasher.com
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MALEZA VIVA es un libro de microrrelatos, en este caso próximos al poema en prosa y al aforismo, que baraja formas sentenciosas, narrativas y poéticas con otras dialogadas propias del microteatro. Su título remite a esa maraña de vivencias y sueños que supone toda existencia. En la primera parte aparece una serie de personajes cuyo cometido estriba en presentar situaciones insólitas, a la manera de tímidos puntos de luz, alumbrando a través de su comportamiento un tanto excéntrico su correspondiente parcela de realidad. Así, locos, vagabundos y ajadas marquesas desfilan por estas páginas, junto a otros seres singulares. En Herbolario, la segunda parte, nos encontramos también con piezas cercanas al surrealismo, pero vinculadas al misterio de una naturaleza inextricable que al cabo impone su voluntad. Y en donde a menudo ese mismo ecosistema toma la palabra para hacer oír su voz. El conjunto, una prueba más de la vitalidad del género hoy en España, muestra un puñado de microrrelatos de corte íntimo, en el que vida y literatura enredan sus hilos hasta formar un maravilloso retablo de poder evocador.
GEMMA PELLICER es licenciada en Filología Hispánica y Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Trabaja como editora de textos de ficción y cultiva la crítica literaria en la revista Quimera. Escribe microrrelatos, cuentos y aforismos, piezas que han aparecido recogidas en antologías como Mar de pirañas. Nuevas voces del microrrelato español (2012), en edición de Fernando Valls; La música de las sirenas (México, 2013), al cuidado de Javier Perucho; o Aforistas españoles vivos (2015), de José Luis Herrera. Además, es corresponsable de la antología Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (2010). La danza de las horas (2012) fue su primer libro de microrrelatos.
Maleza viva de Gemma Pellicer en La tormenta en un vaso
Pedro M. Domene dedica una excelente reseña a Maleza viva, de Gemma Pellicer en La tormenta en un vaso:
Sobrevivimos a cualquier movimiento, y nuestra vida se convierte en una auténtica metáfora de la mutabilidad de la existencia humana, de la apariencia y del artificio como esa cualidad intrínseca del ser. Gemma Pellicer (Barcelona, 1972) muestra una auténtica operación de búsqueda a través de los sugerentes microrrelatos que componen Maleza viva, el segundo libro de la escritora, tras La danza de las horas (2012), su primera incursión en el género que tan bien conoce. Pellicer se cuestiona la ambigua percepción humana acerca del tiempo, o el prodigio que palpita bajo lo cotidiano, que en sus textos son tratados con una sensibilidad y una lucidez asombrosa.
Un breve “Paisanaje”, auténtico prefacio, abre el libro y enuncia uno de los temas axiales del volumen: el de la mutabilidad propia de la condición humana, mutabilidad que en este primer texto toma la forma de una inquietante visión metafórica sobre el microcosmos que se agita en el interior de la maleza, esa maleza viva, o hierba mala, envuelta en el suave sonido que proporciona el ruido de la tempestad. Y lo mejor del volumen, para establecer parámetros comprensibles en el lector, la narradora divide su obra en dos grandes partes: “Puntos de luz” y “Herbolario”, y en ellas la autora se interroga con una sutileza más que notable acerca de cuestiones como el lado irracional y amenazante que esconde la realidad cotidiana, “Historia de fantasmas” y “Tiovivo enmascarado”, la caducidad de los días o el tiempo, “En caída libre”, “Consunción” y “El día mengua”, el sentimiento de vértigo y el vacío “Deseo maquinal”, “Ojos de vaca”, “Entresueño”), o la incertidumbre que encierra esa noción de una identidad “La mujer que no era”, como el mejor ejemplo de esa incertidumbre cotidiana, y no menos insólita.
En la segunda parte se acentúa ese concepto surrealista del devenir, aunque sobresale en una primera imagen, esa aguda reflexión sobre la ferocidad inextricable que late bajo la apariencia tranquilizadora de la naturaleza, “Crestas de gallo”, “Verano” y “Puesta de luna”), son escenas en las que Pellicer toma partido, aunque más que en el conjunto anterior la autora articula en esta serie de textos un discurso de tono más irónico contra los efectos de la intervención humana en el entorno natural, “Supervivencia” y “Alimaña”, dan fe de ese compromiso, pero también el mundo de las fábulas o de los mitos completan el trazado de la segunda sección: bosques, la visión del arca de Noé, Dios y el Diablo, o incluso la figura de Jesucristo, incluso ninfas y hombres-lobo, constituyen otros tantos nuevos pretextos para meditar sobre los temas apuntados. Y como puede apreciarse, en la mayoría de estos textos, los breves y/o los más extensos, se perciben esas pulsaciones de “la brevedad de la vida” y ofrecen el mejor espejo que refleja la precariedad, la inmediatez y la urgencia que caracteriza a nuestro tiempo. Quizá por este, y no otro, motivo, Gemma Pellicer se sirve de la micro-ficción porque, junto a la lírica representa nuestra capacidad para sintetizar el tiempo, incapaces de dilatar el instante vivido, y frente a la inseguridad que se presupone del futuro.
Maleza viva demuestra la potencia y el valor intrínseco de la palabra, la importancia de una comunicación calculada, y en igual proporción meditada, entre ese artefacto que se presupone entre el hecho literario y el lector que propaga con su mente y su imaginación la posibilidad de un entorno más agradable, y es así como Gemma Pellicer moldea sus presunciones recurriendo al mejor efecto lírico, microrrelato o en alguna de sus mejores líneas acercándose al aforismo, efectos de una escritura que se funden con la extrañeza de un mundo donde aun quedan resquicios de una visión donde el humor se confunde con la dureza y la incomprensión de una realidad, sin duda la nuestra que ofrece esa variedad de perspectivas de la que la autora catalana sale tan airosa porque consigue que vida y literatura se unan en una misma dirección.
Entrevista a Rubén Martín Giráldez en El ojo crítico RNE
El pasado viernes, 21 de octubre, Rubén Martín Giráldez , autor de Magistral, charló con Juan Carlos Morales en el programa El ojo crítico, de Radio Nacional de España.
Rubén Martín Giráldez en El Ojo Crítico
Hoy viernes, 21 de octubre, a partir de las 19 h, Juan Carlos Morales entrevistará en directo a Rubén Martín Giráldez con motivo de la publicación de su libro Magistral en el programa El ojo crítico, de Radio Nacional de España.
Tras Menos joven, Rubén Martín Giráldez vuelve con Magistral, una voz brutal con la lengua negra como salsa putanesca de demonio.
Como para resucitar el gusto sería necesario que esta nación se hubiese tomado alguna vez en serio aquello de que nuestro cuerpo es un templo y la boca su excusado, lo más factible será ir pensando en reconstruir la lengua para poder mentir al menos sobre lo limpio que teníamos aquel palacete forrado de piel y pelos y perforado sin remedio nueve o diez veces. A lo mejor deberíamos ir pensando en cambiar un idioma que ya no sirve. Puede que haya llegado la hora de hacerle al castellano un hoyo en la hermosura y cagarle lombrices dentro hasta rellenarlo. El castellano es hoy un idioma monigotado, toca asaltar otras lenguas.
PREMIO LIBERISLIBER 2016
«Atención, este libro no es un libro: es una bomba.
Una bomba incendiaria contra la literatura de libro de recetas de cocina para solteros y jubiladas.
Contra Facebook.
Contra la Crítica.
Contra la representación y los personajes tangibles, a favor de la visión y de las voces invisibles.
Contra la literatura española.
Contra la puta lengua domesticada.
Muy recomendable: es problema es tuyo si te sientes identificado con quienes pone a caldo.» • JORGE CARRIÓN
«Deja la sensación de que en literatura española aún puede hacerse algo nuevo, radical, nada complaciente.
Si nuestro autor fuera de Chicago o de San Francisco, tendría más traducciones que ahora lectores.» • ALBERTO OLMOS, El Confidencial
«El lector experimentará ese vértigo sensitivo que desprende la novela, un bello y lúcido desatino, un arabesco que toma cuerpo de abecedario diáfano, en definitiva, “es una fiesta, es un tumor”.» • FRANCISCO ESTÉVEZ, El Imparcial
«Magistral es un discurso, una sátira, un panfleto, una diatriba y muchas cosas más. Es el lenguaje de un rey apocalíptico y suicida, que dimite de su cargo, de su lengua, del idioma español porque no puede soportar la mediocridad en la que se ha instalado el escritor medio y el lector medio.» • DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR, El coloquio de los perros
Gemma Pellicer en Salamanca
Charla con Gemma Pellicer en Salamanca
Miércoles, 26 de octubre de 2016, 19:00 h.
Aula Minor de la Facultad de Filología (edificio Anayita).
Universidad de Salamanca (USAL).
La escritora Gemma Pellicer hablará sobre su obra y leerá varios microrrelatos del libro Maleza viva (Jekyll & Jill, 2016).
Incertidumbre de Paco Inclán en Valencia Plaza
Eduardo Almiñana dedica una excelente reseña a Magistral, de Paco Inclán, en Valencia Plaza:
«El periodista valenciano continúa con su labor de cronista de lo inesperado en esta obra marcada por aventuras apasionantes, ambiciosas, únicas y en muchas ocasiones, previsiblemente frustrantes»
«Las grandes marcas nos dicen a diario que la vida es ese recipiente que debemos llenar con experiencias increíbles, con viajes constantes a parajes exóticos. Carpe diem: si puedes, debes saltar en paracaídas. No seas cobarde. Tienes que correr al menos, una maratón al año. Tienes que llegar a lo más alto en tu trabajo, tienes que destilar cierta agresividad y emprender, emprender una y otra vez y no rendirte. A tu alrededor todo el mundo está alcanzando sus metas, consolidando parejas indestructibles, haciendo surf en playas del sudeste asiático, acumulando gatos fotogénicos, obteniendo enseñanzas imprescindibles de esas que cambian vidas, asistiendo a eventos exclusivos, viendo las películas más celebradas el mismo día del estreno, terminando los últimos capítulos de las series de moda. A tu alrededor todo el mundo es un proyecto de yogui, un experto en terapias que funcionan, un gastrónomo insaciable que se conoce al dedillo los mejores restaurantes para comer ceviche. El muro de tus redes sociales está copado por las imágenes y vídeos de un monstruoso otro que te hace sentir miserable y aburrido. Pobre, precario. No estás todo lo en forma que deberías. No te da tiempo a llevar a cabo planes tan fantásticos como los de los demás. Un año más no has recorrido en furgoneta las mejores playas del país. Pero, ¿cómo lo hacen? ¿De dónde salen sus ingresos? ¿Están todos abonados a Netflix menos tú?
No te preocupes, es todo una ilusión. Lo que ves es la acumulación de buenos momentos e imposturas de un sinfín de contactos arrastrados por la misma inercia. Nadie comparte algo como: “voy a bajar a pagar la luz”, o una foto de una estantería llena de polvo que hay que limpiar aunque no apetezca. En los planes de tus contactos no entra, al igual que tampoco entraría en los tuyos, hacer un álbum de la limpieza del baño. Ni un GIF de un desagradable encontronazo con un compañero de trabajo. Generalmente, la foto de perfil será la vencedora entre decenas de candidatas. Porque en las redes del espectáculo social en que tantas horas pasamos no mostramos la vida, sino una dosis concentrada de lo que querríamos que fuese siempre. Es como esa carcajada que escribimos en una conversación: sí, puede habernos hecho gracia cierta ocurrencia. Pero al otro lado de la pantalla nuestro semblante es serio en la mayoría de ocasiones. Por eso nunca han acabado de cuajar las videollamadas. Exigen demasiada coherencia.» ...seguir leyendo
Fábula de Isidoro de Julio Fuertes Tarín en Specimens
Fábula de Isidoro, de Julio Fuertes Tarín, en la lista de recomendaciones de la revista internacional de narrativa iberoamericana Specimens.
«La madre de Wynston espera a su hijo a la llegada del colegio para hacerle una tirada de cartas del tarot de Jodorowsky y darle la merienda. La emisión televisiva de un partido de fútbol crucial se ve interrumpida por una transmisión violenta en la que dos encapuchados flanquean a un rehén medio apiolado en una silla: el presidente del gobierno español. La reacción del niño:
este Presidente será rápidamente sustituido por otro y el partido de mañana es la única final de fútbol que podré jugar con trece años; si pierdo ese momento, nunca volverá.
Comienza una debacle con estribillo que revienta todo lo narrado cada vez —como el de «Some Velvet Morning», cuando Nancy Sinatra clama que es Fedra—, y está hecho de sucia carne de Rabelais mechada con el speech de un locutor deportivo. El narrador profeta de esta fábula desvía un dedo ya de por sí torcido para engañar la peste a boca del idioma y hace resucitar a Isidoro, una especie de célula durmiente ducassiana, avidísima y exultante. Isidoro, mesías villano, coge de la mano a Wynston y a otros que se encuentra, se cruza o atraviesa. Y la cosa ya se pone de un Walpurgis que van bien dados los que esperasen un caminito cantarín con los personajes del mago de Oz. (Jekyll & Jill)»