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Este pequeño arte de Kate Briggs por Eric Gras



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Este pequeño arte, de Kate Briggs, destacado en Quaderns, el suplemento cultural de el Periódico Mediterráneo. Reseña de Eric Gras.

La traducción, ese arte que siempre pasa desapercibido

«Difícil, en verdad, la traducción. No se sabe si tenemos el derecho a imaginar», escribía Yves Bonnefoy en Juntos todavía (Sexto Piso). No es fácil verter en otro idioma las emociones ligadas a las palabras, esas sensaciones que a través del lenguaje, de su sintaxis, morfología y demás alteraciones, están implícitamente ligadas. En Magistral (Jekyll & Jill), Rubén Martín Giráldez ya hablaba de ciertos «sabotajes» que se producen en ese proceso. Nadie mejor que él para referirse a los quehaceres «traductoriles», pues como bien remarcaba en esa obrita alocada y magistral —como su propio nombre indica—: «Todos empezamos a traducir por el mismo motivo: porque quienes se suponía que lo estaban haciendo no lo hacían, canseis de ser sexys».

Traducir es leer, y traducir es escribir, como ya dijera George Steiner. Pero existen todavía muchos vacíos en la figura del traductor, a veces un tanto demonizado como casi siempre ignorado. De eso trata Este pequeño arte, una especie de ensayo autobiográfico en el que Kate Briggs se formula cientos de cuestiones en torno a la labor, relevancia y estatus del traductor dentro del ámbito literario.

Traductora de Roland Barthes, es a partir de su «relación» con el filósofo y semiólogo francés, que Briggs profundiza en los tejemanejes de una profesión que sigue en un segundo plano dentro del ámbito literario y editorial, siendo que los traductores, en especial o más concretamente su labor, conlleva una gran responsabilidad, pues como diría César Aira: «A un traductor se le están planteando todo el tiempo los pequeños grandes problemas de la microscopía de la escritura».

Así, Briggs, con un estilo ágil no exento de erudición, expone incógnitas al tiempo que se autocuestiona y autocuestiona la valía de la traducción, que también reivindica y legitima con una profusa investigación basada en sus lecturas, a las que se aferra, de las que aprende y con las que se identifica. Dicho de otro modo, Briggs piensa, plantea dudas, ofrece algunas respuestas, y sigue dudando, sigue arguyendo en busca de alcanzar un sentido al sinsentido, dando forma a un alegato en defensa de ese «pequeño arte» como Helen Lowe-Porter definió a la traducción.

Sin perder de vista a Barthes, a su pensamiento y a sus célebres conferencias en el Collège de France, Briggs realiza una especie de soliloquio sobre el propio acto de escritura y reescritura, de las libertades de las lecturas, de las historias de algunas traductoras, con sus posturas y sentimientos; todo ello con el objetivo principal de «entenderme mejor a mí misma». Por otra parte, esta lectura es también un diálogo con la inteligencia que revela que la traducción no sólo se construye con palabras, ideas, pies métricos e imágenes, sino también con el tiempo que hace, el estado de ánimo, el silencio… E insisto, nadie mejor que Martín Giráldez para traducir esta obra que ha tenido a bien publicar Jekyll & Jill, una de nuestras editoriales fetiche, porque es quizá uno de los traductores y escritores, autor al fin y al cabo, que creo mejor comprende los dimes y diretes, o las posibilidades, del lenguaje.»

Los hombres de Rusia en El Periódico Mediterráneo



Eric Gras recomienda Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, en Quaderns de El Periódico Mediterráneo:

«També existeix un rerefons una miqueta pertorbador en Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga. L’editorial Jekyll & Jill continua celebrant amb alegria l’ocurrència amb uns títols que són sempre enigmàtics, plaents, estimulants. Situant l’acció en un zoològic inundat a Florida, un comando de combatents místics, cerca restaurar el que ells consideren l’«ordre» a través de la violència. Aquí hi ha provocació i propaganda, excessos, elements propis d’una societat marcada pel despotisme exacerbat. Diuen que existeix una mica de profètic en tot el narrat aquí. Esperem que aquests lectors s’equivoquin, pel nostre bé, ja que estem davant una al·legoria dels perills reals d’una extrema dreta, si bé Laddaga la caricaturitza aconseguint construir un relat gojós, de gran erudició, que ofereix una mirada lúcida sobre el pensament actual.»

«También existe unlos-hombres-de-rusia-2 trasfondo un tanto perturbador en Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga. La editorial Jekyll & Jill continúa celebrando con alegría la ocurrencia con unos títulos que son siempre enigmáticos, placenteros, estimulantes. Situando la acción en un zoológico inundado en Florida, un comando de combatientes místicos, busca restaurar lo que ellos consideran el «orden» a través de la violencia. Aquí hay provocación y propaganda, excesos, elementos propios de una sociedad marcada por el despotismo exacerbado. Dicen que existe un poco de profético en todo lo que se narra aquí. Esperamos que estos lectores se equivoquen, por nuestro bien, ya que estamos ante una alegoría de los peligros reales de una extrema derecha, si bien Laddaga la caricaturiza consiguiendo construir un relato gozoso, de gran erudición, que ofrece una mirada lúcida sobre el pensamiento actual.»

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Versus de Karlos Linazasoro recomendado en El Periódico Mediterráneo



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Eric Gras recomienda Versus, de Karlos Linazasoro, en su artículo «Llibres per gaudir d’un estiu intens. Recomanem 10 lectures per reflexionar en les vacances» (Libros para disfrutar de un verano intenso. Recomendamos 10 lecturas para reflexionar en las vacaciones) en Quaderns de El Periódico Mediterráneo:

«Com ja ens té (ben) acostumada l’editorial saragossana Jekyll & Jill, al capdavant de la qual es troba un Víctor Gomollón que és un regal per a aquest món literari, recomanem la seua última novetat, obra de Karlos Linazasoro. Es tracta de Versus. Estampas de un náufrago, un llibret que narra les peripècies d’un pobre desemparat en una illa deserta mínima. A priori, es podria pensar que estem davant d’una obra jocosa, però a les seues pàgines, en aquestes 99 estampes de què consta el llibre, Linazasoro parla sobre la soledat i la nostàlgia, sobre la identitat, reflexiona sobre el concret i l’abstracte, sobre la res i el tot… Estem, en definitiva, davant d’una obra que amaga rere seu molt més del que es pensa.»

Como ya nos tiene (bien) acostumbrada la editorial zaragozana Jekyll & Jill, al frente de la cual se encuentra un Víctor Gomollón que es un regalo para este mundo literario, se recomienda su última novedad, obra de Karlos Linazasoro. Se trata de Versus. Estampas de un náufrago, un librito que narra las peripecias de un pobre desamparado en una isla desierta mínima. A priori, se podría pensar que estamos ante una obra jocosa, pero en sus páginas, en estas 99 estampas de que consta el libro, Linazasoro habla sobre la soledad y la nostalgia, sobre la identidad, reflexiona sobre lo concreto y lo abstracto, sobre la nada y el todo … Estamos, en definitiva, ante una obra que esconde tras de sí mucho más de lo que se piensa.

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La coronación de las plantas en El Periódico Mediterráneo



 

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Eric Gras reseña la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrado por Claudio Romo, en Quaderns, el suplemento cultural de El Periódico del Mediterráneo (Domingo, 15-10-2017)

Cosmología botánica que nos conduce a la sinrazón

En la industria del libro son muchos los detalles que hacen de gancho para el público lector. Desde la cuidada edición y maquetación al tipo de papel y de tipografía, todo suma. Si la obra cuenta con ilustraciones resulta mucho más atractiva visualmente, claro. Si el título de la obra es impactante o sugerente, las trompetas celestiales del éxito ya pueden sonar y sonar. Y si su contenido es tan bueno como su continente, bienvenidos sean los ángeles de la gloria.
La coronación de las plantas (Jekyll & Jill), de Diego S. Lombardi —no confundir con ‘La humildad coronada de las plantas’ de Calderón de la Barca—, es un libro fascinante a nivel estético gracias a la portada que firma Claudio Romo, una ilustración que dice mucho sobre el contenido mismo del libro que el lector tiene en sus manos, un libro que, ya lo avanzo, es extraño, muy extraño, y tremendamente imaginativo, muy imaginativo.
De forma un tanto simple, diríamos que este es un libro protagonizado por un chico que conoce a una chica, que se enamora de ella y la convence para ir en busca de un botánico alemán con pasado nazi. Hasta aquí, todo correcto, ¿no? Es una historia que podría narrarse a modo de aventuras o tratarla como si fuera un thriller, pero Lombardi no es de esos escritores que se conforman, Lombardi es un autor que hace valer su ingenio y fantasía para plagar esta historia de personajes variopintos, algunos de ellos grotescos, escenarios un tanto tétricos y actitudes que no sabemos muy bien cómo interpretar.
Diríase que la novela plantea una especie de rompecabezas que el protagonista, ese joven trompetista de jazz y aficionado al mundo floral, debe ir recomponiendo, ordenando, para desvelar el misterio de ese excéntrico científico nazi que emigró al sur del continente americano para emprender una nueva vida, una vida dedicada a lo herbáreo. Cuál es nuestra sorpresa al comprobar cómo el mismo relato parece ocultar cada vez más cosas en vez de revelarlas, todo parece cada vez más confuso, misterioso, estrafalario. Esto es así, en parte, por la presentación intercalada, a modo de fichas, de una serie de plantas como la mandrágora, la cicuta, la belladona, la hiedra, la datura… Estas fichas provocan la perplejidad y acrecentan el desasosiego del lector, pues en ellas se describen propiedades extravagentes y hasta cierto punto tenebrosas, además de una especie de extrañísimos conjuros que completan esa narración que parece impregnada de ciertas sustancias estupefacientes.
Con todo, Lombardi logra recrear un ambiente cercano a ese terror cósmico de otros autores ilustres, desorientando a sus personajes y a nosotros mismos hasta el punto de confundir realidad y ficción. En esta novela de nada sirve la razón, y mejor así, mejor dejarse llevar por esa atmósfera de lo raro, abandonando por completo todo lo que nos define como humanos.

LA CORONACIÓN DE LAS PLANTAS
de Diego S. Lombardi.
Ilustración: Claudio Romo
Editorial: Jekyll & Jill
Zaragoza, 2017 | Páginas 184

Fábula de Isidoro de Julio Fuerte Tarín

Fábula de Isidoro en El Periódico Mediterráneo



Fábula de Isidoro Julio Fuertes Tarín

Eric Gras reseña Fábula de Isidoro, de Julio Fuertes Tarín, en la revista Cuadernos de El Periódico Mediterráneo.

No será la primera vez, ni la última, que dedique un significativo número de elogios y alabanzas a la editorial Jekyll & Jill por publicar lo que yo llamo “locuras ingeniosas”. Su catálogo es atrevido, descarado, gallito incluso. Publican, y perdonen la expresión, lo que les viene en gana. Eso sí, con el convencimiento de que la literatura de nuestros días se desembarace de todo prejuicio, que se libere de algún modo de cualquier atadura capciosa propia de aquellos que creen que el lenguaje es todo raíces inamovibles.

Algunas de las lecturas más complejas, insólitas y raras que he tenido el placer de paladear son obras publicadas en este sello zaragozano y caprichoso. El pasado mes de abril, imagino que con ese espíritu un tanto kamikaze que les caracteriza, decidieron sacar a la luz dos de esas obritas extravagantes a la vez: ‘Magistral’, de Rubén Martín Giráldez; y ‘Fábula de Isidoro’, de Julio Fuertes Tarín. Ni qué decir tiene que el impacto ha sido mayúsculo, generando debates por doquier. Y yo que me alegro, oigan. Del primer título no diré nada, no aquí. Del segundo sí voy a ocuparme, pues reconozco que he vuelto a quedarme perplejo ante la originalidad de una obra que no sé muy bien cómo explicar.

Todos sabemos que una fábula es una pieza literaria, breve, cuyos personajes principales son animales o cosas inanimadas que presentan características humanas. Pues bien, Fuertes Tarín se vale de esa composición para presentar una debacle mayúscula, un relato protagonizado por un niño llamado Wynston que quiere ser titular en el último partido de fútbol del equipo de su colegio. Para ello debe acertar una quiniela y lo que este (pobre) chico no sabe es que a partir de ese momento toda su vida dará un vuelco de 180 grados hacia la locura máxima. En un ‘tres i no res’ es testigo directo del asesinato del presidente del gobierno, al tiempo que se topa con un ser un tanto sobrenatural llamado Isidoro que lo envuelve en una aventura bizarra donde hay tanques, soldados por todas partes, muerte y caos. La acción, sin saber muy bien cómo, se traslada de Madrid a Valencia y de ahí a Sevilla. Al niño le cambian hasta tres veces de nacionalidad y apellido y así es imposible aburrirse. Fuertes Tarín, qué bueno que viniste.

«Mansa chatarra» de Francisco Ferrer Lerín, en el Periódico Mediterráneo



Eric Gras recomienda el libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, en el Periódico Mediterráneo.

«¿Fue un sueño?; querría creerlo, pero ¿cómo podría? He hecho del sueño y de sus manifestaciones el estudio de toda mi vida, y sé sin lugar a dudas que el sueño no es ni una alegoría ni una fantasmagoría, sino una lengua por correspondencia que significa las ideas mediante sus analogías naturales y los hechos materiales mediante sus contrarios». Leí estas palabras de Charles Assilenau en ‘El infierno del bibliófilo’ (Desvelo Ediciones) poco después de haber concluido una de las lecturas más complejas e infrecuentes, hasta cierto punto caprichosa y, sobre todo, visionaria, de cuantas he tenido oportunidad de protagonizar hasta la fecha. Hablo de ‘Mansa chatarra’, una selección de textos de Francisco Ferrer Lerín que ha publicado Jekyll & Jill con un mimo y dedicación —diría, también, con absoluta devoción— que hacen de este ejemplar mucho más que un libro sin ton ni son.
Transcribir ese pequeño fragmento de Asselineau no es baladí, puesto que ‘Mansa chatarra’es un cúmulo de microrrelatos o cuentos o poemas narrativos o divertimentos, que brotan de sueños y ensoñaciones, de un mundo onírico que invita a la perplejidad. Y, ¿a qué viene tanto asombro? Ferrer Lerín ejemplifica, creo yo, a un estilo de escritor que necesita de la experimentación, de construir un universo abstracto a base de imágenes bárbaras —en el sentido de inhumanas—, heteróclitas.
Todo cuanto describe en su prosa poética o poesía narrativa, es, como decíamos, producto de los sueños o, mejor dicho, de la memoria de los mismos. Por eso no es de extrañar que en ellos podamos encontrar situaciones grotescas, simbolismos, pesadillas, un bestiario muy particular que capta nuestra atención y la martillea, creando una atmósfera que, finalmente, nos atrapa.
Gracias a algunos de sus textos tenemos oportunidad de conocer distintos monstruos, como el Yaga-Baba, Sobas-Munusinos (o envenenadores de sangre), Malabestia, Gruesa-Testa, Bifronte… Portentosa imaginación la suya, que provoca en el lector una sensación constante de inquietud. Y doy gracias por ello, pues su originalidad, que va mucho más allá de esa singular amalgama de monstruos y capítulos sombríos, resulta refrescante por lo chocante. Dicen que Ferrer Lerín es un autor inclasificable, hasta cierto punto maldito, que decidió alejarse de todo y de todos durante tres décadas. Su mutismo, sin embargo, menos mal que terminó, de modo que ahora volvemos a sentir la extrañeza de una literatura que sorprende. Sí o sí.

Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín. Selección y prólogo de José Luis Falcó. Collage de cubierta de Sobelman Corta y Pega (Jekyll & Jill, 2014)