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Últimas noticias de la escritura de Sergio Chejfec en Babelia El País



Mercedes Cebrián dedica un interesante artículo al futuro de los textos manuscritos y cita el libro Últimas noticias de la escritura, de Sergio Chejfec. En Babelia El País:

«Sobre la nueva materialidad de la escritura también se ha escrito en castellano. Un buen ejemplo es el ensayo del escritor argentino Sergio Chejfec titulado Últimas noticias de la escritura (Jekyll and Jill, 2015). A pesar de los radicales cambios sufridos en los manuscritos durante las últimas décadas, Chejfec detecta una paradoja en la organización textual de la escritura digital, y es que «sigue siendo básicamente la misma que en el pasado: la palabra, la línea, el párrafo, la página». Asimismo, a lo largo del ensayo, Chefjec da fe de la fascinación que ejerce todavía hoy sobre nosotros la escritura a mano al recordar una exposición de manuscritos de Proust a la que acudió en 2013 con motivo del centenario de la publicación de Por el camino de Swann. Fue precisamente en las salas de la Morgan Library donde el escritor reparó en que los asistentes «buscaban una verdad que se pusiera de manifiesto instantáneamente, como consecuencia de la cercanía física tanto de la letra original como de los objetos manipulados por Proust», y también en que, ante un manuscrito expuesto, siempre tiene lugar «una lucha entre mirar y leer».»

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Dadas las circunstancias de Paco Inclán en Babelia El País



Carlos Pardo reseña Dadas las circunstancias, de Paco Inclán, en Babelia El País:

El hombre que atrae a los locos

Paco Inclán explora la relación entre individuo y masa en una narración cargada de personajes excéntricos

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El narrador se encuentra en la ciudad mexicana de Veracruz, en un centro cultural donde va a estrenarse una serie documental dedicada a las grandes personalidades del lugar (el narrador está allí porque va a casarse, pero “ese es otro cuento”). El primer retratado es Pancho Villa; su nieto, gran bigote y modos de oficialidad, es aclamado por los 400 asistentes. Pronto se comprende que Pancho Villa nunca estuvo en Veracruz, circunstancia que no amarga al público; antes bien, comienza un diálogo sobre lo difícil que es certificarlo, la pertinencia de un “estudio de las ausencias” que, por ejemplo, demuestre “que ni Franz Kafka estuvo en Zaragoza ni Marie Curie pisó Bilbao”. El narrador menciona delirios similares en bibliografía reconocida: la ausencia de George Sand en Are­nys de Mar, de donde debía partir para Mallorca; o la de Proust en Trieste, ciudad que el novelista describió como un “lugar delicioso donde la gente es pensativa, las puestas de sol son doradas y las campanas de la iglesia tañen ­melancólicas”.

Otro ejemplo: si Inclán investiga los círculos “esperantistas” catalanes, una intuición perversa lo lleva a intimar con el responsable de “la primera y posiblemente la última editorial que se dedica a la difusión en esperanto de los beneficios de la marihuana”. Es decir, el marginado entre los raros.
Y es probable que el personaje que es el propio Paco Inclán en su literatura, una especie de humilde bromista bonachón, atraiga a los locos y los excéntricos, pero asimismo hay que comprender que uno de sus temas mayores es, precisamente, la relación del individuo (excéntrico) con una pequeña masa (ditirámbica). En Inclán, comunidad y persona son vulnerables resistencias de un mundo igualmente idiota, pero mejor falsificado; es decir, que pasa por normal. Y en estos errores “de especie” halla el autor algunos signos de autenticidad supervivientes a las convenciones de nuestro tiempo, incluso cuando el protagonista de un texto es un imitador del Che Guevara (“Paisajes cubanos”).

El amor por lo relegado eleva los textos de Paco Inclán por encima de la miniatura bizarra, del chiste contracultural. Es la clave de su logro como escritor y del encanto de todo lo que escribe: un magistral sentido de la empatía. Por eso hace tiempo que ha dejado de ser un autor de culto y se ha convertido en uno de los más originales prosistas en español; además, de una especie de la que es el único (el primero y el último) espécimen.

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Andrea Valdés y Clara Sanchis dialogan en Babelia sobre Una habitación propia

La actriz Clara Sanchis, que interpreta una adaptación teatral de Una habitación propia, dialoga con la escritora Andrea Valdés (Distraídos venceremos) sobre este ensayo clave del feminismo. En Babelia El País.

 

DVD 991 Madrid 03/03/2020 Charla sobre feminismo y literatura entre clara Sanchís y Andrea Valdes Foto: Inma Flores

Un 8-M con Virginia Woolf

RAQUEL VIDALESJAVIER RODRÍGUEZ MARCOS

La actriz Clara Sanchis, que interpreta una adaptación teatral de Una habitación propia, dialoga con la escritora Andrea Valdés sobre este ensayo clave del feminismo

Virginia Woolf escribió Una habitación propia en 1929, pero el libro se sigue recordando como uno de los textos fundacionales del feminismo, pionero en la reivindicación de la independencia económica y un espacio de emancipación para las mujeres. Prueba de su vigencia es que la actriz Clara Sanchis (Teruel, 1968) estrenó una versión teatral del ensayo en 2016 con tan buena recepción que todavía sigue de gira (Zaragoza en abril, Barcelona y Salamanca en otoño). En vísperas del 8-M, Babelia ha reunido a esta intérprete con la escritora Andrea Valdés (Barcelona, 1979) para explorar sus resonancias actuales y reflexionar sobre las posibles habitaciones que todavía hoy siguen cerradas.

ANDREA VALDÉS. Lo leí por primera vez cuando tenía 24 años. En ese momento yo no tenía ninguna relación con el feminismo, de hecho diría que me daba como pereza. Pero fue importante su enfoque sobre las condiciones materiales que necesitas para escribir, porque en esa época me estaba planteando la escritura como una opción de vida.
 CLARA SANCHIS. Para mí marcó un antes y un después en mi relación con el feminismo, conmigo misma y con el resto de las mujeres. Fue una revelación y es asombroso que lo fuera porque lo leí mayor, con treinta y pico años. Me conmovió, me hizo llorar, me emocionó, me provocó ira, mucha tristeza, angustia. Me sorprendió también que yo, viniendo de una familia tan cercana a la cultura [es hija del dramaturgo José Sanchis Sinisterra y la actriz y directora Magüi Mira], no supiera tantas cosas que están en este libro. Yo había sido pianista de niña y un día, ya mayor, me di cuenta de que no había tocado ninguna partitura compuesta por ninguna mujer. Y cuando me preguntaba con otros colegas por qué, pensábamos en razones psicológicas y otras parecidas. Pero llega Virginia Woolf y se atreve a plantear la causa del dinero. Entonces entiendes todo ese pasado femenino tan duro. Me hizo pensar en mi abuela, en mi madre, en mí misma y en mis propias carencias, en tantas inseguridades.

 

Una tradición sin mujeres

A. V. Una cosa muy interesante de Virginia Woolf es que dialoga con escritores muertos. Con Shakespeare, con De Quincey. Te enseña que la literatura es una cadena, que tú eres un ser autónomo pero vienes de una tradición. Y el problema que ella apunta es precisamente que las mujeres tienen una tradición truncada. Va a la época isabelina y hay un silencio tal, que tiene que evocar a la hermana muerta de Shakespeare y suponer que habría sido una gran poeta. Sería un error diluir a Virginia Woolf como una mujer que se ha quedado en el primer feminismo, pues escribe de una manera que te permite dialogar con ella. Ese diálogo que establece con escritores del pasado lo proyecta también hacia el futuro.

C. S. Esa sensación de cadena es ahora muy fuerte. Una de las cosas que nos ha pasado es que la estructura patriarcal nos ha dividido, nos ha enfrentado entre nosotras. Ella en cambio construye una cadena de unión y te hace conectar con mujeres que no has conocido y de pronto te explican cosas que te pasan a ti. Por otra parte, otro de los grandes logros de este libro es su complejidad: cómo, por ejemplo, describe el mecanismo del sometimiento como una manera de crecer haciendo al otro más pequeño. Es importante apelar a esa complejidad en este momento de feminismo que estamos viviendo, que es tan difícil y maravilloso al mismo tiempo y que, como todo lo que se convierte en fenómeno de masas (por suerte en este caso), tiene el peligro de la simplificación.

Clara Sanchis, con su ejemplar de 'Una habitación propia'.Clara Sanchis, con su ejemplar de Una habitación propia. Foto: Inma Flores

La habitación de hoy

C. S. ¿La habitación que necesitamos hoy? Silencio y concentración.

A. V. Sí, hay tanto ruido…Para mí, la habitación propia de hoy está representada en la obra de Gloria Anzaldúa (escritora, feminista y activista chicana, fallecida en 2004), que de alguna manera constituye una contrarréplica a la de Woolf. Anzaldúa escribe desde una circunstancia opuesta, la de una mujer que vive en una frontera, que no tiene ni un trozo de tierra: no solo es chicana, sino que se enumera como queer, lesbiana, pobre… Es decir, todo lo que se considera enemigo de la literatura. Porque da la impresión de que para Woolf la pobreza es enemiga de la literatura, pero habría que ver qué es lo que entendemos por literatura.

C. S. Discrepo. Se la acusa de mirar desde un lugar burgués, pero leyendo sus diarios no estoy segura de que sea así. En 1929 era una revolución absoluta y radical tener la valentía de mostrar a la mujer como ser material, cuando siempre era un “ser de amor”.

A. V. Es cierto, pero tiene una entonación que puede llevar a la gente a pensar “a mí este rollo no me va”. Porque a veces la violencia exige un lenguaje violento. Y ella no lo tiene.

 

El concepto de mujer

A. V. No me parece mal que la idea de mujer se esté cuestionando hasta diluirse. Es sano y esperanzador que las feministas nos peleemos. El feminismo es una teoría crítica, pero también una práctica, y ahí surgen problemas porque los diferentes problemas generan prioridades muy distintas. Basta con ir a Latinoamérica para verlo.

Andrea Valdés, con su edición en inglés de 'A Room of One's Own'.Andrea Valdés, con su edición en inglés de A Room of One’s Own. Foto: Inma Flores

C. S. ¿Recuerdas cuando Woolf busca datos sobre escritoras en la época isabelina, no encuentra nada y empieza a decir: “Mujeres, mujeres, mujeres… ¿no estáis hartas de esa palabra?”.

A. V. Por eso es muy interesante su idea del escritor como un ente andrógino. Ya está pensando que tal vez para escribir tienes que estar por encima de los géneros.

C. S. La maravilla es que ahora estamos viviendo lo que ella planteaba sobre la mente andrógina. Había una exacerbación del rol de mujer. Desde mi lado de actriz es muy claro. Era un disfraz, una sobreactuación. ¿Qué es lo femenino y qué es lo masculino? Simplificar te reduce como ser humano, te quita posibilidades. La comicidad, por ejemplo, se le ha permitido mucho más al hombre que a la mujer. Por suerte, con los años el comportamiento físico de las actrices en el escenario ha cambiado. En eso se nota mucho la entrada de mujeres directoras. Nos hemos ido liberando. Nos permitimos ser más enérgicas y usar nuestro cuerpo con más libertad, ocupar más espacio. Nuestra voz se está haciendo más amplia, con otros registros. Había una impostación femenina y una impostación masculina. Ahora los actores se permiten llorar.

A. V. Es verdad. Ahora ves una película antigua y el rol chirría… El cine es todavía muy clasista. Solo se ve representada la clase media. Y cuando ves Roma dices: «Muy bien, pero a ver cuándo hace la sirvienta su película».

 

Literatura y clasismo

A. V. Yo creo que la sirvienta de Roma ya ha escrito su novela. Otra cosa es cómo circula. La gente no lee. Somos marginales. Pero sí creo que hay autoras que están escribiendo desde lugares que no son los previsibles de la literatura. Un ejemplo muy de bombazo: Cristina Morales. Y hay que pensar, por ejemplo, que para una escritora latinoamericana el acceso a la escritura es muy distinto. ¿Cómo es escribir en Brasil siendo una mujer negra y viniendo de una favela? Ellas todavía se están peleando por el acceso a sitios que tú das por hechos.

C. S. Por eso tener «una habitación propia es tan importante». ¿Qué va a escribir la cajera del supermercado que se levanta a las seis de la mañana, lleva a los niños a no sé dónde y vuelve a casa a las nueve de la noche? ¿Qué va a escribir si llega agotada?

Un libro feminista de referencia

A. V. Dos libros que ahora veo como feministas yo no los leí como tales. No tenía ni conciencia. Uno es Orlando, en la maravillosa traducción de Borges, al que no le interesaba el feminismo. El otro, Frankenstein, que es un libro trans, con capas recosidas. Al final es un bicho, su forma es la del propio Frankenstein.

C. S. Para mí, ya lo he contado, fue Una habitación propia. Luego he leído mucho a Jumpa Lahiri, Tierra desacostumbrada, por ejemplo. Y a la islandesa Auður Ava Ólafsdóttir, autora de La mujer es una isla o Rosa cándida.

El equivalente de Virginia Woolf en su generación

C. S. ¿Chimamanda?

A. V. Podría ser, aunque no sería mi elección. Para mí ha sido importante Paul B. Preciado. Un libro como Testo yonqui, que es en sí una mezcla de géneros. Es un libro muy de su época, está rompiendo formas, inventando otras y generando contradicciones. Lleva las cosas a lo transgénero, a la farmacopea… Virginie Despentes no tanto, pero la Teoría King Kong me impactó mucho. Cómo toma algo que debería ser una debilidad (una violación) y la convierte en su punto fuerte. Pero no sé cuáles son los referentes del feminismo para alguien de 20 años. ¿Es una escritora o una youtuber?

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Distraídos venceremos de Andrea Valdés entre los 99 libros para el verano de Babelia



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Bea Espejo recomienda Distraídos venceremos, de Andrea Valdés, en la lista de Babelia de los 99 libros para este verano.

«Empieza hablando de lo autobiográfico, para coquetear con el juego literario y terminar como uno de los mejores ensayos sobre la idea de literatura como autorrelato. Andrea Valdés tira de ese fino hilo que separa lo periodístico de lo narrativo para hacerle un guiño a lo malogrado y lo precario en la vida y la escritura. De ahí su selección de autores (Maura Lopes Cançado, María Moreno, Gloria Anzaldúa…), que desafían el canon de la escritura frente a algo que les rebasa y humaniza en extremo.»

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Distraídos venceremos de Andrea Valdés en Babelia



Carlos Pardo dedica un excelente artículo a Distraídos venceremos, de Andrea Valdés, en Babelia – El País (25/5/2019):

Aprender a tener una cara

Andrea Valdés ha construido una personalísima genealogía de aquellos que comprometieron su vida con la escritura

Una de las maneras más sencillas e inteligentes de superar el debate que enfrenta una supuesta literatura de los hechos de otra ficcional (y cada bando, con su juguete demediado en las manos, mira al otro con recelo y cierta envidia) podría ser concebir la escritura como una forma de vida. Incluso aceptar que la escritura, en este caso la escritura autobiográfica, pudiera ser la cicatriz protectora de una herida que ella misma ha abierto. Por sincronizar dos frases célebres: el pensamiento sana la herida que él mismo es (Hegel); la autobiografía vela una desfiguración de la mente causada por ella misma (Paul de Man). Espero que se me perdone comenzar tan arriba esta reseña, pero para abordar Distraídos venceremos uno debe desarmar algunos prejuicios cuanto antes, por ejemplo la ilusión de que exista alguna experiencia previa al relato, pues de otro modo corremos el riesgo de perdernos las principales cualidades de este maravilloso y breve libro. Con un material a veces publicado en revistas (El Estado Mental) y trabajado posteriormente como investigación del centro de arte La Virreina, Andrea Valdés (Barcelona, 1979) ha construido una personalísima genealogía de aquellos que comprometieron su “vida con la escritura”. Y también viceversa. “A quienes admiro, precisamente, porque llevaron su impostura más lejos, más allá incluso de nuestra incredulidad”.La nómina de este canon outsider es elocuente: Chacel, Barón Biza, Viel Temperley, Levrero, Sarduy, Libertella, María Moreno… También los brasileños Maura Lopes Cançado, Carlos Sussekind y Conceição Evaristo, menos conocidos para el lector hispanohablante. En casi todos los casos la escritura fue una manera de “encarar”: aprender a tener un rostro, sí, pero también afrontar una vida carente de sentido, sin texto previo, durante lo que llamaríamos una experiencia traumática. La locura de Maura Lopes, el sida de Sarduy, la soledad americana de Chacel, la desfiguración del rostro de la madre de Jorge Barón Biza. Escriben para ser personas en un mundo de personas incompletas. Así, la autobiografía es también “autohistoria” (Gloria Anzaldúa), “biomitografía” (Audre Lorde) y “escrevivência” (Conceição Evaristo), expresiones que recuerdan a la “autosociobiografía” de Annie Ernaux. Y es significativo que estas reformulaciones de lo personal desde lo comunitario e histórico, alejadas de cualquier narcisismo, las planteen mujeres escritoras para quienes la vulnerada construcción de un yo autónomo es inseparable de la invención de un nosotras (y también de un nos-otras que impugne “la voluntad de blanquear los orígenes”). En este sentido, la última parte de Distraídos venceremos, dedicada a la escritura de estas y otras escritoras feministas (chicanas, negras, lesbianas…), es sencillamente magistral.Pero Distraídos venceremos también es un texto en primera persona, y en cuanto se acepte lo caprichoso de la escritura de Valdés, sus excursos y digresiones, más se disfrutarán sus varios niveles. Un ejemplo: la bufanda que, como un cachorro, lame la mano asustadiza de la autora en una chistosa escena cotidiana, es una perfecta parodia de las ya de por sí paródicas epifanías de Mario Levrero en la La novela luminosa. Porque Valdés practica una suerte de “bibliografía como autorretrato”, emulando a la artista Gelen Jeleton, amiga de la autora y personaje de este libro. Incluso nos sugiere que suspendamos el juicio documental y leamos como si todos los aquí citados fueran personajes de una ficción inventada por ella. Y a estas alturas uno ya comprende la seriedad de esta broma.

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Lejos de todo de Rafa Cervera en la revista ICON



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Íñigo López Palacios reseña Lejos de todo, de Rafa Cervera, en la sección El Culturista de la revista ICON (número 47, enero 2018).

RAFA CERVERA
Lejos de todo
(Jekyll & Jill)
¿Escribe del libro de un amigo? Eso está feo. Cierto, lo confieso, conozco a Rafa hace un porrón de años, pero soy su lector desde mucho antes. De adolescente devoraba con admiración sus artículos. Algunos me marcaron tanto que soy capaz de recitar frases de memoria. ¿En serio? Lo prometo. Rafa fue desde el principio, en los ochenta, un periodista musical que escribía como los ángeles. Un tipo con una prosa brillante e ingeniosa. Con ritmo, capaz de ser tierno y caústico. Esta primera novela suya debería haberla escrito mucho antes. ¿Y de qué va? De sus obsesiones. De su ciudad, Valencia, a la que volvió hace años. De David Bowie, representación de aquellos mitos del rock de los setenta que eran personajes lejanos y fascinantes. De un hipotético viaje de incógnito de Bowie a Valencia en 1976. Y de su formación, de esa adolescencia en la que todo era tan nuevo y a la que debe lo que es hoy. (i./. p.)

Lejos de todo de Rafa Cervera en El País



 

Rafa Cervera posa en la redacción de EL PAÍS. GEMA GARCÍA
Rafa Cervera posa en la redacción de EL PAÍS. ©GEMA GARCÍA

 

Fernando Navarro escribe sobre Lejos de todo, de Rafa Cervera, en El País:

Fabulando con David Bowie

El crítico musical Rafa Cervera escribe ‘Lejos de todo’, su primera novela, ambientada en una Valencia postfranquista con el músico como inspiración

Para los habitantes de la república invisible de las canciones, todo lo importante sucedió dentro de los acordes, como templos sagrados fueron aquellas habitaciones cuyas puertas les protegían como si fueran “trincheras”. En palabras del chaval “extraño y fuera de contexto”, protagonista de Lejos de todo, la novela del crítico musical Rafa Cervera (Valencia, 1963), los mejores momentos de un mundo “hecho de soledad” llegaban cuando su héroe musical se ponía a cantar: “Quería creer que David Bowie emergería de este muro estucado en blanco para sacarme de aquí”. El anhelo de ese chico, perdido en mitad del verano de 1977 en la Playa de El Saler, ha sido un sentimiento universal en los corazones de tantos adolescentes que pisaron por primera vez la patria mostrada por Bowie, como si, al igual que Mayor Tom, pudiesen pasearse por la luna y las estrellas.

Bowie como inspiración, aunque podría ser cualquiera de los colosos musicales que han creado su propio y fascinante territorio artístico, prendido con fuego en existencias desorientadas, como confiesa el autor de Lejos de todo: “Si la novela fuese mi autobiografía, el que estaría en el poster sería Lou Reed, en la foto del disco Rock’n’roll Animal. Pero Bowie ha sido y es muy importante en mi vida. Lo meto porque me venía muy bien para la historia de adolescentes que quería contar”.

Cervera, firma habitual de EL PAÍS y referente en el periodismo musical desde los ochenta en publicaciones como Ruta 66, debuta en la literatura de ficción con un libro que diluye la fantasía y la realidad para cruzar las historias de un adolescente “confuso que se creía que era único” y un David Bowie que, atrapado en su adicción a la cocaína, acaba en Valencia con el fin de salvaguardarse del mundo acompañado de dos fieles amigos, uno de ellos un tal Jimmy, también conocido como Iggy Pop. “El Bowie que meto en la novela es una persona que está en crisis, que necesita cambiar y buscar soluciones, y refugiarse de sí mismo. Algo que le pasó en la vida real”, explica Cervera. “Me venía muy bien para hablar de la melancolía, la soledad y la pérdida”, añade.

Entre 1976 y 1977, años en los que transcurre el libro, Bowie realmente se escondió en las montañas del norte de Suiza, junto al lago Lemán. Fue un período de gran exploración personal, en el que se interesó por la música clásica, la literatura y la pintura, con especial amor por el arte expresionista. Pero para Cervera lo importante es “fabular”, situando al genio británico en su tierra natal, con la idea de revivir a través de la escritura esa sensación irrepetible en la que, como dice su protagonista, “la vida era algo nuevo, extraordinario y también inquietante”. “No era una necesidad volver a esa etapa, pero sí que era un territorio que me apetecía explorar. De cuando había pasión y te fundías con las voces que te inspiraron”, dice. “Es duro volver a la inocencia. A una inocencia que yo ya no tengo. Ya no soy ese. Es duro y doloroso volver a cuando descubriste quién querías ser. Entonces, estábamos completamente vírgenes y necesitados de algo que nos dijese: ‘Mira, como no eres buen estudiante, eres un desastre como deportista, ni sabes tocar la guitarra… no te preocupes porque está la música’. Esta gente te enseña el camino. Quieres seguirles y ya veremos luego a ver qué pasa”.

Cervera tardó ocho años en acabar la novela y también fue duro encontrarse durante el proceso de creación casi acabado con la muerte inesperada de Bowie. “Fue tremendo. Pero quise tener lealtad a alguien que me ha estado cantando al oído”, confiesa. Retomó el manuscrito inicial, lo cambió y reescribió la historia, colándose “más melancolía”. “Escribir es como una venganza contra la realidad. Cuando haces ficción, eres una especie de Dios. Puedes decidir cómo funciona ese mundo, colocas a los personajes y les dices cuando hablan o callan. Tienes el dominio de todo”, señala. Exactamente igual que cuando estás dentro de las canciones, como cuando eres un habitante de esa república invisible a la que Cervera, con el impulso de Bowie, le ha dedicado una oda literaria tierna y absorbente.

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Carlos Pardo recomienda Teoría del ascensor y Saturno en Babelia El País



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Carlos Pardo recomienda Teoría del ascensor de Sergio Chejfec, y Saturno, de Eduardo Halfon, en el artículo sobre literatura latinoamericana para la Feria del Libro de Madrid. En Babelia El País:

«De algunos libros importantes ya se ha hablado en las páginas de este periódico: del genial El absoluto, del argentino Daniel Guebel, o de Había mucha neblina o humo o no sé qué, de la mexicana Cristina Rivera Garza, ambos publicados por Literatura Random House. También de Teoría del ascensor (Jekyll&Jill), del imprescindible escritor argentino Sergio Chejfec. Pero tres novelas también merecen destacarse. Saturno fue el primer libro de Eduardo Halfon (Guatemala, 1971), ahora lo publica, por primera vez en España, Jekyll&Jill. En él ya están las virtudes que hacen de Halfon un escritor importante: la estructura, siempre intensa y fluida, de variaciones sobre un tema. Saturno es una “carta al padre” y un inventario de despedidas de escritores suicidas.»

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Los mejores libros de 2015 en Babelia, El País



947384_953407591406564_4725359286695133655_nDos de nuestros títulos en las listas de Los libros de 2015 del suplento Babelia, El País:
Cosmotheoros. Christiaan Huygens, Jekyll & Jill, en la lista de Fernando Castanedo, escritor y crítico literario.
Últimas noticias de la escritura. Sergio Chejfec, Jekyll & Jill, en la lista de Nora Catelli, escritora y crítica literaria.

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