Deshielo y Ascensión, de Álvaro Cortina Urdampilleta
Entrevista a Rubén Martín Giráldez, en Psychonauts
“Quiero escribir novelas cada vez más potentes hasta que se me pele la lengua y me falle”
Son tiempos de un comedimiento implacable, uniforme, asumido hasta un punto que pocos son los escritores que rabian, que dejan la casa patas arriba, resistiéndose a caer en el pozo del llamado “democratismo cultural”, ese “todo vale lo mismo” aplicado al mundo del arte, que no es otra cosa que un generador atroz de mediocridad. En ese sentido, creemos firmemente que Rubén Martín Giráldez pertenece a esa minoría que toma al lenguaje por los cuernos, que no se molesta en desquebrajar ciertos tópicos y en cuidar conscientemente, como un bonsai, otros tantos. Quizá porque sabe bien que todo esto no es más que una broma divertida, un juego donde el talento y la picardía, están a la orden del día. O quizá sea también por su clarísima conciencia, reafirmada en su primera novela: Menos Joven: “Todo este lenguaje se va cayendo. Todo este lenguaje se está cayendo.”
Cosmotheoros en el Diario de León
Cosmotheoros (el observador de las estrellas), el primer tratado que conjetura la vida extraterrestre desde un punto de vista científico basándose en las teorías de otros pensadores como Nicolás de Cusa, Giordano Bruno, Kepler, Tycho Brahe o Descartes, fue publicado por primera vez, en latín e inglés, en 1698. Su autor, Christiaan Huygens (La Haya, 1629-1695), fue un destacado matemático, físico, horólogo, astrónomo, diseñador y pulidor de lentes, y ahora la editorial Jekyll & Jill recupera esta bella e insólita rareza. Las imágenes a color dispuestas en láminas que ilustran el volumen son obra de Alejandra Acosta.
Jekyll&Jill estarán en Liberisliber (3-4 octubre)
Reseña de Deshielo y ascensión en Revista de libros
Reseña de Deshielo y ascension, de Álvaro Cortina Urdampilleta, en Revista de libros de la torre del Virrey. Por José V. Garibo.
Nueva reseña de Cosmotheoros en Culturamas, por Francisco Estévez
«Esto no es una reseña ni tampoco una crítica. Participa más del elogio, bien merecido, que de cualquier otro género. Pocas son las veces en que un crítico como el que aquí se presume puede descolgarse con afirmaciones precedentes sin embadurnarse de aquel incienso del halago improcedente. En efecto, la petición de distanciamiento brechtiano en aras de la independencia crítica debiera ser profesada a pies juntillas por el crítico sincero. Mas en este tiempo, el comercio embadurna con sucio chapapote hasta las aguas literarias más cristalinas. Pero dar al justo su benditio es también parte obligada de cumplimiento en ésta denostada profesión mía. Así pues sea, y no de otra manera cae en manos éste, tan curioso como bello, Cosmotheoros. Vale decir, un tratado de conjeturas científicas sobre el universo, pero entre líneas también sobre el alma y la concepción del mundo entera, redactado por Christiaan Huygens, astrónomo neerlandés, pero también horólogo. No resulta boutade editorial ni rescate anodino. Huygens pone en diálogo las teorías en liza de Giordano Bruno, de René Descartes, de Kepler,… para trazar las suposiciones de vida inteligente más allá de la tierra –si bien en nuestros tiempos actuales goza de triste actualidad la curiosidad por su contrario: ¿Hay vida [inteligente, se entiende] en la Tierra?, por poner un ejemplo ilustrado, del escritor mexicano Luis Villoro.»
Leer la reseña completa por Francisco Estévez AQUÍ
Cosmotheoros reseña en Culturamas
Pedro Pujante reseña Cosmotheoros, conjeturas relativas a los mundos planetarios, sus habitantes y producciones, de Christiaan Huygens, en la revista Culturamas.
«Huygens razona que si bien hay vida en La Tierra, ¿por qué no habrá en otros planetas, teniendo en cuenta que hay más astros, más estrellas, que el Universo en inconmensurable? Una cuestión que más de una vez nos hemos hecho a la luz de los conocimientos que goza el siglo actual. Pero llama la atención la temprana visión, tan abierta, de este matemático, además de la suerte de explicaciones que acumula para corroborar y demostrar que debe haber vida más allá de la terrestre.» …seguir leyendo
Francisco Ferrer Lerín en Ínsula
El número 825 de la prestigiosa revista literaria Ínsula dedica un extenso dossier a la obra de Francisco Ferrer Lerín, con los artículos «Francisco Ferrer Lerín, una forja de ensueños», de Túa Blesa; «La risa de Ferrer Lerín», de Antonio Viñuales; «La chatarra maleable de los sueños», de Carme Riera; y «Diálogo con Francisco Ferrer Lerín», de Félix de Azúa.
«Manso equilibrio», la obra de Santiago Morilla que ilustra la portada de este número de Insula, alude a la lectura del libro «Mansa chatarra», el conjunto de textos de carácter onírico de Francisco Ferrer Lerín que José Luis Falco Gens seleccionó para esta edición.
«Mansa chatarra» (Jekyll & Jill, 2014) recibió el Premio Extraordinario Cálamo2014.
Tantas mentiras de Paco Inclán por Gaspar Oliver
Gaspar Oliver reseña Tantas mentiras, de Paco Inclán en Agroicultura-Perinquiets
LAS ESTUPENDAS MENTIRAS DE PACO INCLÁN
¿Es Paco Inclán (Valencia 1975) un literato poco conocido? ¿Es un lletraferit (“aquel a quien le atrae mucho la literatura”)? ¿Es un veterano peregrino del ajetreo intercontinental oenegero?
En realidad puede ser las tres cosas a la vez y algunas cosas más, por ejemplo, el editor de la revista de arte y pensamiento Bostezo.
Con 26 años ya tenía publicado un libro, La solidaridad no era esto; a los 28 publicó El País Vasco no existe; con 32, La vida póstuma, editada en México, y con 39, Hacia una psicogeografia de lo rural. Todo esto lo tomo de la solapa de su última publicación Tantas mentiras. Doce actas de viaje y una novela, Jekill y Jill, Zaragoza 2015.
Las actas de viaje son relatos “basados en hechos reales”, y la novela, una broma que ha debido costarle al editor un riñón, porque consiste en un troquelado y un cuadernito.
La obra de Paco Inclán da la impresión de variar entre la ficción y el ensayo. Solo he leído Tantas Mentiras, y voy a argumentar aquí por qué las recomiendo.
Me ha gustado. Además, me ha parecido un libro muy bien escrito, muy bien pensado, trabajosamente elaborado, y un afortunado intento de salirse del estereotipo que invade el mundo editorial, la novela “negra” en todas sus variedades.
Los doce relatos de Tantas mentiras se refieren a experiencias de Paco Inclán en diversos países (incluido el suyo, que es el nuestro), en diversas misiones de apoyo y voluntariado, en estancias de becas de estudio e investigación. Paco Inclán, entre otras cosas, ha estado relacionado con el fabuloso mundo de las ONG, y da cuenta de él con un sentido del humor sutil, elevado, noble.
A medida que leía las aventuras del autor y protagonista en diversos escenarios (Quito, Tinduf, México DF, Guatemala, California, Godella…) me preguntaba si el título otorgado por él a sus relatos no era sino una piadosa referencia a la oculta realidad de la mentira, o sea, a la verdad de las cosas.
Cuanto más conozco el fabuloso mundo de las ONGs, más distancia pongo entre esa región planetaria y yo. No digo que no haya excepciones, las hay. Pero algunas de ellas acaban convertidas en corralitos de los que se benefician unos pocos en detrimento de la buena voluntad y la mala conciencia de muchos.
Tengo una vecina que desde hace diez años cuida a su marido, víctima de una rara enfermedad neuronal, con entereza y con buen humor. Este tipo de voluntarios, aunque lo sean a la fuerza, son los que me parecen dignos de mérito.
Tantas mentiras está precedido por una cita de Alejo Carpentier sobre lo maravilloso, que es, según el cubano, una iluminación inhabitual de la realidad, percibida con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu.
Los relatos de Paco Inclán rondan lo maravilloso, gracias a su elaboración de bachiller de las letras, y a que los escenarios en los que están situados tienen dimensiones de fantasía que solo se ven con los ojos entornados. Conozco un poquito Iberoamérica. De modo que no me sorprende nada que de tanta riqueza material y espiritual surjan autores de novelas, de películas, de obras de teatro, de arte plástico, de la psicoterapia, todo de un valor excepcional. Paco Inclán ha hecho una encomiable selección de estas virtudes psicogeográficas y literarias.
Al leer las historias de Paco Inclán y compararlas con las de novelistas y camelistas (buenos profesionales, las cosas como son) de variados pelajes y procedencias, se ve en las del valenciano la autenticidad del creador que huye de los tópicos como de un bosque ardiendo; porque no merece la pena detenerse a buscar agua o a realizar un cortafuegos, que la falsa literatura arda en su propio infierno consumista, y deje espacio al lento crecimiento del bosque pristino del arte. Me ha salido un poco inquisitorial, qué bárbaro.
Por todo esto recomiendo la lectura de Tantas mentiras, de Paco Inclán.
Paco Inclán. El escritor frente al mundo
Cosmotheoros. Christiaan Huygens: Elogio de la curiosidad.
Cosmotheoros. Christiaan Huygens. Elogio de la curiosidad, por Óscar Brox
Más de medio siglo antes de que la sonda Voyager fuese lanzada al espacio para el estudio y la exploración del sistema solar, Georges Méliès soñó que el cine era capaz de cubrir, con un primitivo fundido encadenado, la distancia entre la tierra y la ignota superficie lunar. Bastaron 10.000 francos, un cañón y la literatura de anticipación de Verne y Wells para forjar ese instante en el que la técnica se abrazaba con la imaginación para iluminar un nuevo mundo. Para nutrir con ingenio el ansia por la conquista científica. No en vano, la curiosidad fue durante siglos el combustible para poner en marcha las más diversas teorías sobre todo aquello que formaba parte del vasto cielo. También el terror y la necesidad de conocer el motivo por el que sucedían fenómenos como los eclipses solares.
Tantas mentiras. Crónicas de un mundo absurdo, por Gloria Porta
Reseña de Tantas mentiras, de Paco Inclán, en la revista FronteraD, por Gloria Porta.
Este libro podía haberse titulado, como el libro de relatos de Pere Calders, Crónicas de la verdad oculta: hallamos en él situaciones aparentemente rutinarias que derivan a lo desconcertante, corrientes traicioneras bajo la superficie, hojalata bajo la purpurina… Un mundo cambiante e incierto que hace imprescindible un mínimo de capacidad acrobática, en el que el artista es inevitablemente multidisciplinar y muta en prisionero angustiado, testigo desconcertado, espectador relajado, artista mutante o corresponsal descreído, según la circunstancia.
Agustín Fernández Mallo reseña «Cosmotheoros», de Huygens
«Sea como fuere, Huygens también nos dejó, escrito originalmente en latín, este exhaustivo, imaginativo, y sorprendente tratado acerca de cómo deberían ser los extraterrestres. Y no va de broma. Para demostrar que en Marte o Saturno hay vida echa mano de otros pensadores como Nicolás de Cusa, Kepler o Descartes. Leerlo no es sólo asistir a la construcción de una teoría que hoy nos parece un precioso y extraordinario cuento, sino también darse cuenta de cómo la idea del alien, del otro, se halla totalmente condicionada por la cultura de cada lugar y época: hoy por el cine y la televisión, y en el siglo 17 por la pura especulación mezclada con una entusiasta filosofía del otro como un ser eminentemente bueno.»
Cosmotheoros, de Huygens, en Librújula
«“Un hombre que comparte la opinión de Copérnico de que esta tierra que habitamos es un planeta, que el Sol ilumina y hace orbitar a su alrededor como el resto de planetas, no puede evitar pensar a veces que es probable que los demás astros cuenten con sus propios aderezos y enseres, e incluso tal vez con sus habitantes, al igual que esta nuestra Tierra: especialmente teniendo en cuenta los últimos descubrimientos en lo que respecta al firmamento desde la época del mencionado astrónomo, como por ejemplo los satélites de Júpiter y Saturno o las llanuras y regiones montañosas de la luna, que constituyen un argumento potente a la hora de establecer una relación de similitud entre nuestro planeta y el resto”. Estas reflexiones parecen de la revista Muy Interesante del mes pasado, pero son el arranque de Cosmotheoros y fueron escritas hace más de trescientos años.
Las realiza el astrónomo y filósofo (entonces no se podía ser una cosa sin la otra, y tal vez hoy día, tampoco) Christiaan Huygens en la obra a la que dedicó su vida: Cosmotheoros, cuyo subtítulo indica: “Conjeturas relativas a los mundos planetarios, sus habitantes y producciones”. Es el primer libro que de manera sistemática reúne la información científica disponible y especula sobre la vida en otros planetas. Especula mucho, por supuesto. El libro, más que un tratado de astronomía, es una obra de poesía-ficción que nos lleva de paseo por un planeta Júpiter poblado de vegetación exuberante y una variadísima fauna. Porque, en su razonamiento, Huygens considera que si en la Tierra se da una variedad enorme de especies vegetales y zoológicas, así debería ser en otros lugares, aunque sus animales y plantas sean otros.»
Cosmotheoros, de Huygens, en Estandarte
« ¿Te gustan los libros hermosos? Esos que, además de contarte una buena historia o engancharte con sus versos, te fascinan página a página: con un papel exquisito, bien encuadernados, seguro que con la compañía —y el diálogo— de ilustraciones a la altura. Si la respuesta es afirmativa, ya te sabrás de memoria el cuidado catálogo de Jekyll & Jill, en la que cada libro es diferente… en todos los sentidos: por dentro y por fuera.
Su entrega más reciente no nos parece una excepción y, en cambio, sí se muestra excepcional: Cosmotheoros, conjeturas relativas a los mundos planetarios, sus habitantes y producciones, un tratado cosmológico de Christiaan Huygens que ha traducido el escritor Rubén Martín Giráldez, y que cuenta con las ilustraciones de Alejandra Acosta»
«Mansa chatarra» de Francisco Ferrer Lerín, en el semanario Brecha (Uruguay)
El poeta chileno Bruno Montané Krebs recomienda el libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, selección y prólogo de José Luis Falcó, en la encuesta a escritores sobre su mejor lectura de 2014 del semanal Brecha (Uruguay). Artículo de Ana Inés Larre Borges.
«—Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, publicado por Jekyll & Jill (editorial de Zaragoza), es un necesario y hermoso libro de este autor nacido en Barcelona, que ha dedicado buena parte de su vida a trabajos como el estudio de la medicina, la investigación ornitológica y la protección de los vultúridos. Se trata de una antología a cargo de José L Falcó, quien, con un conocimiento profundo de la obra de este peculiar autor, ha reunido poemas y prosas empujadas por la energía de los sueños, “el segundo mundo que vamos habitando”. Ajeno a cualquier estereotipo, Ferrer Lerín es un escritor de una alucinada radicalidad, un escritor y poeta puro, en el sentido de que su escritura se sumerge con la precisión natural del grafómano que prefigura y realiza bestiarios imaginarios, ausculta gozoso el cine de western e icónicas ninfas, así como rotula con un buril las sendas de la interminable lexicología. El libro está espléndidamente editado, la tipografía y el diseño (con fotos pegadas manualmente) es ejemplar. Un detalle: el logo de Jekyll & Jill es la silueta de un lepisma erguido, alerta sobre un fondo rojo, el arquetípico e incansable centinela de los libros».
Bruno Montané Krebs. Poeta chileno nacido en Valparaíso en 1957. Reside desde 1976 en Barcelona, donde sobrevive como traductor y editor. Este año regresó a su patria y publicó Mapas de bolsillo. En su juventud fue parte del Movimiento Infrarrealista, en México, junto a Mario Santiago y Roberto Bolaño. Él es Felipe Müller en Los detectives salvajes.
Enlace al artículo (Artículo de pago. Es necesario ser suscriptor)
«Mansa chatarra», de Francisco Ferrer Lerín, candidato a los XIV Premios Cálamo 2014.
Collage de cubierta de Mansa Chatarra: ©Sobelman Corta y Pega |
¡Muy felices!
El libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, selección y prólogo de José L. Falcó, ha sido seleccionado como candidato a los XIV Premios Cálamo 2014.
¡Enhorabuena a todos los candidatos!
• El «Premio Cálamo al libro del año» es elegido por «democracia directa»: Cálamo propone 16 títulos editados durante el año en curso y finales del anterior, y los clientes y amigos de nuestras librerías votan a sus preferidos. Somos conscientes de que toda elección es injusta de raíz ¡cuántos buenos libros no habremos leído o habrán pasado en silencio por nuestras estanterías! No queremos pontificar ni marcar gustos, sólo pretendemos que el premio sea una incitación a la lectura, al debate y, por qué no, a la sana irreverencia literaria.
• Los premios «Cálamo Otra Mirada» y «Cálamo Extraordinario» son escogidos directamente por el equipo de Cálamo.
• La votación se desarrollará durante el mes de diciembre de 2014 y las dos primeras semanas de enero de 2015 en las urnas dispuestas a tal efecto en las Librerías Cálamo.
• El resultado será hecho público el lunes 19 de enero de 2015.
• Los premios se entregarán el viernes 27 de febrero de 2015 durante una cena que se convocará oportunamente.
Candidatos a los XIV Premios Cálamo año 2014
14. Jean Echenoz. Editorial Anagrama
Autopsia. Miguel Serrano Larraz. Editorial Candaya
El balcón en invierno. Luis Landero. Tusquets Editores
El comité de la noche. Belén Gopegui. Literatura Random House
Horror vacui. Paula Lapido. Editorial Salto de Página
La buena reputación. Ignacio Martínez de Pisón. Editorial Seix Barral
La niña gorda. Mercedes Abad. Editorial Páginas de Espuma
La trabajadora. Elvira Navarro. Literatura Random House
Lo que a nadie le importa. Sergio del Molino. Literatura Random House
Los extraños. Vicente Valero. Editorial Periférica
Mansa chatarra. Francisco Ferrer Lerín. Jekyll & Jill Editores
Monasterio. Eduardo Halfon. Libros del Asteroide
Nos vemos allá arriba. Pierre Lemaitre. Publicaciones y Ediciones Salamandra
Sez Ner. Detrás de la estación. Última ronda. Arno Camenish. Xordica Editorial
Pietra viva. Leonor de Recondo. Editorial Minúscula
Tela de sevoya. Myriam Moscona. Acantilado
Mansa chatarra de Francisco Ferrer Lerín en La Vanguardia
Enrique Juncosa dedica un amplio artículo a Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, en el suplemento Cultura|s de La Vanguardia (29-10-2014).
«Hombre en azul», de Óscar Curieses, en Escuela de escritores (Madrid)
Hombre en azul de Óscar Curieses en Buensalvaje
«Hombre en azul», de Óscar Curieses, en el blog de Enrique Vila-Matas
El escritor Enrique Vila-Matas recomienda en su blog el libro Hombre en azul, de Óscar Curieses (Jekyll & Jill, 2014).
LEER aquí
«Hombre en azul», de Óscar Curieses, en la librería del Museo Nacional del Prado, Madrid
Anna Liebheart pone voz a las palabras de Bacon/Curieses
«Del enebro» en Plop! Galería (Santiago de Chile)
Entrevista a Francisco Ferrer Lerín en Diario ARA
Jordi Nopca entrevista a Francisco Ferrer Lerín en el diario ARA. (8-11-2014). Aquí la transcripción en castellano de la versión larga.
-‘Mansa chatarra’ recoge una pequeña parte de su producción literaria, desde ‘El monstruo’, escrita en el año 1963 –cuando contaba solamente con 21 años–, hasta ‘Domicilios, 21’ (2013). ¿En estos 50 años de trayectoria, qué ha cambiado, en su proceso de creación?
Fundamentalmente el tratamiento de las fuentes literarias. Con el paso de los años la imaginación disminuye y, también, se procesa peor el material conseguido a través de las lecturas. Quiero decir que mi primer libro édito, «De las condiciones humanas» (1964), está influido por la ‘poesía del inventario’ de Saint-John Perse pero el resultado es una literatura independiente de la del poeta antillano, literatura, esta última, que sedimento y proceso integrándola en un magma de creación propia. En «Fámulo» (2009), en especial en la sección «Paleografías», las fuentes son inmediatas, se vampirizan con total desparpajo pero se deja espacio para la manipulación, para la descontextualización y otros cambios, eso sí dentro de un magma propio de menor dimensión que en los tiempos de juventud. Finalmente, en los poemas de la sección «Experimenta» de «Hiela sangre» (2013), la copia es total; textos de origen no pretendidamente literario (traducciones robotizadas halladas en la red, epígrafes, índices) son volcados sin más, con levísimas manipulaciones.
-Una de las constantes de su obra ha sido la fragmentariedad, desde los poemas de ‘De las condiciones humanas’ (1964) hasta ‘Mansa chatarra’ (2014). ¿Cómo defendía la brevedad expresiva en los años 70, cuando publicó ‘La hora oval’, en un contexto literario donde preponderaba la novela?
«La hora oval» (1971) recoge textos de 1959 a 1970 y fue publicado en una colección de poesía. Quiero decir con esto que su ‘aspecto prosa’ no ha de inducir a error; pretendía escribir poemas pero ya entonces no tenía claro cuáles eran los límites de este género; de hecho la expresión ‘escritura fronteriza’, que nunca he sabido si fue acuñada pensando en mi obra, es la que más me conviene. O sea que los textos de «La hora oval», y similares, no entraron en conflicto con ninguna tendencia narrativa, por lo que nunca tuve que defenderlos, cosa que, por otra parte, no hubiera hecho ya que mi paso por la literatura se produce en términos de apartamiento de las modas y, sobre todo, fuera de los corrillos y asambleas.
-¿Cuando escribía ‘De las condiciones humanas’, había dejado ya los estudios de medicina? En ‘Níquel’ cuenta que prácticamente “nadie entonces hablaba en catalán”. Aunque resida en Jaca desde hace años, ¿qué cambios ha observado en la ciudad de Barcelona cada vez que ha ido volviendo a la ciudad donde nació y creció?
Empecé los estudios de Medicina en 1959 y los abandoné en 1962, iniciando entonces un recorrido por otras Facultades barcelonesas. Concretamente, al abandonar Medicina empecé Filosofía y Letras, disciplina en la que me licenciaría (Filología Hispánica). Lo que digo en «Níquel» es que ‘nadie entonces hablaba en catalán, (…) nadie que yo tratara’ y sigo con otras precisiones sobre el tema; estamos en 1961 y esa situación, nada incómoda por cierto, era la que se daba en Barcelona en amplios sectores de la burguesía donde convivían a la perfección ambas lenguas; en mi casa mis padres hablaban entre ellos en catalán y conmigo en castellano. En el total de mi familia, materna y paterna, donde todos los apellidos son catalanes excepto «Lerín», ocurría lo mismo, con variaciones, claro está, que iban desde un tío mío, de ‘la seba’, que impartía clases de catalán en un colegio religioso (ya en los cuarenta), hasta algún sector que no entendió que yo aceptara la plaza de profesor de lingüística catalana en una universidad del sur de España. La Barcelona actual no es la de 1968, que es cuando la dejé; esta obviedad se concreta, en mi caso, en la desaparición de los cines y librerías que frecuentaba a diario y en la omnipresencia de las hordas turísticas (el turismo es la más nefasta de las actividades productivas, es lamentable que esta forma de prostitución, de la venta del paisaje y de la cultura, sea la única manera de que España salga adelante). Si detrás de su pregunta está la cuestión lingüística le diré que pese los ingentes esfuerzos inmersores no se aprecia, en el ámbito en que me muevo, demasiada diferencia respecto a aquellos años.
-Su única incursión en la novela fue en el año 2005, ‘Níquel’, posteriormente incluída en ‘Familias como la mía’ (2011), que era completada con las prosas de ‘Nora Peb’. ¿Es verdad que su estímulo inicial fue un encargo de Frederic Amat? ¿Por qué no llegó a convertirse en película?
Estuve treinta y tres años sin escribir y un episodio fortuito, una conferencia que di en el Instituto Francés de Barcelona, permitió que un grupo de seguidores durmientes de mi poesía asistiera a la misma al verla anunciada en la prensa. A través de ellos entré en contacto con Frederic Amat, con el que mantengo gran amistad. Amat quiso rodar un mediometraje apoyado en mi vida y obra (acababa de rodar uno sobre el único guión que escribió García Lorca y otro sobre el único guión de Joan Brossa) pero al comprobar que BTV ya había emitido, dentro del programa «Lletres», un reportaje sobre mí de más de una hora, me propuso que escribiera un guión, y así lo hice. «Die Rabe», incluido en mi libro misceláneo «Papur» (2008), es un guión técnico y literario que, como tantos maravillosos proyectos, no pudo culminarse.
-“Los naipes nacieron conmigo. No tengo conciencia exacta de cuándo empecé a manejarlos pero sí tengo presentes varios hitos en esa prehistoria de mi vida de jugador”, escribe en ‘Níquel’. Las partidas de póquer son uno de los ejes temáticos de la novela, junto a la ornitología, los servicios secretos y el gusto por la seducción. ¿Qué queda de todo ello en el Francisco Ferrer Lerín de hoy?
“Níquel”, mejor “Familias como la mía”, es una novela, es ficción pues. Es sabido que toda primera novela incorpora elementos autobiográficos por lo que es de suponer que en mi caso también fue así. El póquer, en especial una variedad del mismo, el póquer sintético, fue un juego que practiqué con cierto éxito en los años en que dejé de escribir, dedicando buena parte de sus beneficios a la causa naturalista, en especial a la recuperación de las poblaciones de aves necrófagas de las provincias de Huesca y Lérida. Algunas anécdotas de aquellas partidas se recogen en la novela. También, mi paso por IBM y BULL me permitió conocer, hasta donde fue posible, el funcionamiento de determinada agencia norteamericana de prospectiva e inteligencia con delegación en Barcelona. Y de ello, con las naturales reservas, también escribo. El póquer desapareció de mi vida hace ya muchos años, la ornitología de campo la practico de forma amateur y no sé en qué acabarían las aventuras de aquellos simpáticos espías con los que mi madre coincidía a menudo en el ascensor ya que su ‘oficina’ estaba justo encima de la vivienda de mis padres. ¿Seducción? Intento mantenerme en forma.
-¿A raíz de la publicación de la novela, qué tipo de comentarios le llegaron en relación a los vínculos de Pablo Amatller con los servicios secretos? ¿Cuál fue su reacción?
Esa es la parte de la novela que ha resultado menos convincente. Por un lado existe la creencia de que toda persona que colabora para esos servicios es James Bond cuando, la realidad, es que su aspecto es similar al de un funcionario del catastro. Lo que se narra en el libro es la progresión de un individuo desde una prueba de inteligencia realizada en la infancia en el departamento paidométrico de los Jesuistas de Sarriá hasta participar en algunos actividades no declarables. Mi novela no tiene una intención moralizante, sólo informa de que no hay hechos inocuos, como por ejemplo apuntarse a unos cursos gratuitos de programación en una multinacional.
-Una historia que cuenta en el libro que despertó mi curiosidad fue el viaje a Magán para comprobar si el geógrafo del siglo XIII Yakut Abdilla ar-Rumí tenía razón cuando aseguraba que la tierra era comestible. ¿Hay una base autobiográfica, en esta historia, aunque seguramente sus amigos y usted no acabaran siendo atacados por una manada de chacales dorados?
La ingesta de barro, concretamente el de la localidad portuguesa de Estremoz, era común entre las damas elegantes del XVI; es fácil rastrear sus consecuencias en la iconografía de la época: rostros demacrados, pálidos, fruto de la opilación y el estreñimiento. El episodio descrito en la novela es pura ficción, reconociendo siempre que la ingesta de barro y la posible existencia de adives en esa región (Cervantes, El Quijote por ejemplo), en el XVI, son hechos admitidos, y que mi amistad con Félix de Azúa y Pedro Gimferrer ya existía, no en el XVI, pero sí en los sesenta.
-En ‘Mansa chatarra’ encontramos notables historias de seducción (‘La heredad’) pero también de acoso y asesinato (‘Muerte de Joan Marsh’). En ‘Níquel’ contaba también un inquietante proyecto de Pablo Amatller y su amigo Octavio Torres, que pretendían anestesiar con éter a una chica –Ramona– y “llevar a la práctica provechosas fantasías” con ella “tumbándola sobre un poyo”. La exploración de la sexualidad conlleva a veces un acercamiento literario a la brutalidad. Sin embargo, sus palabras son siempre pulcras, aunque cuente un intento de violación. ¿Por qué?
Soy un científico y así veo y describo las cosas. La sociedad está impregnada de moralina, de hipocresía. Y el sexo sigue siendo el principal tabú; la tradición judeo cristiana, en la que seguimos estando inmersos, condiciona nuestras palabras y nuestras obras. Además, la historia de la literatura rebosa de lances amorosos en los que la violencia, el castigo corporal, se enseñorean de la acción y condicionan la definición del placer.
-“Sólo algunos tratados botánicos –Pío Font Quer–, zoológicos –Perrier– y etimológicos –Corominas, pese a la aburrida rémora localista– consiguieron emular esa maravillosa sensación de libro total, de fuente inagotable de información sin vocación de cripticismo”, escribe en ‘Níquel’. ¿Qué otros ‘libros totales’ añadiría a esta pequeña enumeración? ¿Y en la confección de ‘Bestiario’, cuáles fueron los referentes fundamentales?
Libros totales son, por ejemplo, El AntiguoTestamento, el Diccionario de Autoridades y el “Diccionari Català-Valencià-Balear” editado por Moll. “El Bestiario de Ferrer Lerín” se nutre del “Tesoro de la Lengua Castellana o Española” de Sebastián de Covarrubias, del “Diccionario Infernal” de Collin de Plancy y de multitud de diccionarios, manuales y tratados, algunos dudosos, cuando no apócrifos.
-¿En estos últimos cinco años, cuáles han sido las lecturas –ya sean poesía, narrativa o ensayo– que más le han impresionado¿ ¿Por qué motivos?
En poesía, “Los muertos y los vivos” (Bartleby, 2006) de Sharon Olds, por el sensual manejo de los tópicos domésticos: la muerte, la ternura, la infancia, la ancianidad. En filosofía, “Contingencia, ironía y solidaridad” (Paidós, 2009) de Richard Rorty por su profundo debate sobre el ironismo. En teoría literaria, “La gran licencia” (Universidad Diego Portales de Santiago de Chile, 2013), una selección de artículos de John Ashbery, realizada por Gonzalo Torné, en la que hallo importantes aportaciones al conocimiento de Borges y Elisabeth Bishop. En narrativa, “El interior” (Malpaso, 2014), una novela del argentino Martín Caparrós, una obra de viaje, de aventura, de descubrimiento, que utiliza herramientas nuevas, y que me está aportando forma y contenido para mi próxima novela.
-Ha aparecido en libros como ‘Paseos con mi madre’, de Javier Pérez Andújar, en ‘Bartleby y compañía’, de Enrique Vila-Matas y en ‘El diario de un hombre humillado’, de Félix de Azúa. ¿Cómo reaccionó ‘leyéndose’ en cada caso?
Siempre es agradable que los amigos se acuerden de uno.
-En ‘Efeméride’ –incluído en ‘Mansa chatarra’– explica el día en que cumplirá ochenta y siete años. Escribe que “una de las ventajas que tiene alcanzar cierta edad es posibilitar la culminación de proyectos como (…) el mecanismo de clausura de sueños”. ¿Ha experimentado esa misma sensación, aunque solamente tenga setenta y dos años?
La vengo experimentando desde hace tiempo. Los sueños constituyen, en la actualidad, mi más preclara fuente argumental, por delante de los recuerdos y el plagio. Los sueños son el registro de lo soñado y sólo se registra lo último, lo cercano al despertar. Con la vejez se duerme de modo interrumpido lo que proporciona un provechoso caudal de sueños. Consciente del gran valor que tienen los sueños para la buena marcha de mi producción literaria procuro mimarlos y fomentarlos; no sólo consigo, a veces, clausurarlos cuando resultan molestos sino que propicio la continuación de los sueños poco desarrollados o de excelente factura.
-Empezó a escribir en un blog en el año 2008. Una parte de las entradas ha formado parte más adelante de dos libros: ‘Gingival’ (2012) y el último apartado de ‘Mansa chatarra’ (2014). ¿Estimuló el blog su creatividad en algún sentido? ¿Tiene pensado publicar más material relacionado con él?
Tenía una página en la que insertaba información y textos pero fue atacada y destruida por un grupo integrista lo que animó a dos de mis doctorandos de la universidad de Zaragoza a proponerme la apertura de un blog. Este soporte permite la rápida publicación de textos breves a medida que los voy produciendo, a la vez que los comentarios ayudan a delimitar los márgenes de error. Pero lo principal es que el modelo de texto que cuelgo en el blog ha resultado ser, en este momento, el que mejor se acomoda a mi modo de entender la escritura; su extensión, su cadencia, su carácter pantanoso y la posibilidad de acompañarlo de imágenes hacen que incluso una singladura de mayor dimensión como en la que estoy enfrascado participe de este tipo de estructura.
-La presencia de la muerte –observada a menudo sin truculencia– aparece con frecuencia tanto en sus prosas como en sus poemas. ¿Diría que las menciones a la extinción (propia o ajena) son menos frecuentes en la actualidad que cuando escribía ‘La hora oval’ (1971) y ‘Cónsul’ (1987)?
No lo sé, habría que repasar toda la obra. En principio parecería que la asunción del fenómeno ‘muerte’ es más fácil a los 90 años que a los 15. En la serie “Necrologías”, que publiqué a lo largo de varias semanas en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, se dio la circunstancia de que rellené el espacio, la segunda parte del binomio que indica el año de nacimiento y de defunción en la ficha biográfica del autor, proponiendo 2016 para este segundo acontecimiento. Creo recordar que la cosa quedaba así (Barcelona, 1942 – Canfrán quemado, 2016). En cuanto a la extinción masiva, o mejor, el espongamiento poblacional, es correlato lógico de mi intensa ética ambiental que, de manera ineludible, concluye que todos los problemas del planeta suceden por el incontrolado crecimiento demográfico humano.
-En ‘Sueños 1’ recuerda tres de los sueños más repetidos en el verano de 2004. En uno de ellos comenta un espacio que quedaba más allá del “estanque colmado por escombros” de las afueras del colegio de los jesuitas donde estudió en los años 1949, 1950 y 1951. Acaba dudando de si se trata de un sueño o si realmente visitó aquel “lugar de muerte”. ¿Ha confundido realidad y sueño en alguna otra ocasión?
En el colegio San Ignacio, ’los Jesuitas de Sarriá’, estudié Preparatorio, Ingreso y los tres primeros cursos de Bachillerato. De esos cinco años guardo muchos recuerdos, no todos prescindibles. El episodio de la visita a ese espacio de desolación ha conformado varios sueños de los que su recuerdo se solapa, inevitablemente, a la rememoranza del hecho vivido en el llamado ‘mundo real’. Tantos años de vida acarrean muchas situaciones de duda, entre ellas las que inpiden discernir entre lo sucedido en esos dos planos.
-El primero de ‘Sueños 1’ está dedicado a “la corporeidad insólita y gigantesca” que se le aparece de niño, cuando iba con sus padres por la Nacional II. En uno de los poemas de ‘Fámulo’ (2009), ‘Matusalén (2)’ revive esta experiencia en verso: “De qué estaban hechas / esas formas, coliflores / de algodón, o, tal vez, orografías de matorral, incluso / abriendo, con violencia, / los ojos, / no consigo, / que se vayan”. ¿Continúa siendo visitado por este sueño? ¿Es uno de los momentos más felices de su infancia, el trayecto en coche y el diálogo con sus padres?
Hace tiempo que no lo sueño, a ver si lo recupero esta noche. Sí, la felicidad reinaba en ese reducto, básico en mi niñez, adolescencia, madurez e incluso en la senilidad, que es el coche. Ese día, pese a la discusión suscitada, se daba un intenso clima de amor y complicidad; la figura del hijo único, tan vilipendiada por los natalistas, es capital en la configuración de los sentimientos de un escritor y de un artista en general.
-“Está la ciudad durmiendo con sus tripas vaciándose sobre esta playa”, leemos en ‘Corvus corax’, texto escrito en el año 1970, incluído ahora en ‘Mansa chatarra’. ¿Diría que una de las constantes de su obra es la fisicidad?
“Corvus corax” es un homenaje a “Pepe le Moko” (1937) de Julien Duvivier. Mi texto busca recrear la atmósfera argelina y/o marroquí del filme. La fisicidad, como preponderancia de lo físico, es un concepto ligado a ‘ir al grano’, a evitar fisuras por donde penetren metáforas y espiritualidades. Recuerdo un viaje al prepirineo con Javier Marías, un viaje desde el zoo de Barcelona con el maletero cargado de cabezas de caballo partidas destinadas a apaniguar las aves necrófagas, en el que mi amigo no dejó de interrogarme o de elucubrar en voz alta acerca de la razón por la cual yo realizaba tamaña performance. ‘¿Buscas la cifra de lo inaudito?’, repetía, entre otras desesperadas frases. ‘Pues no, Javier, busco, en primer lugar, evitar la extinción de estas aves y, despúes, extasiarme ante el espectáculo único de su descenso y festín, y también. cómo no, asistir al proceso de transformación y desaparición de la carroña’.
-¿Trabaja en algún proyecto nuevo? ¿Qué puede contarme en relación a él?
En este diciembre, en la nueva editorial valenciana Leteradura, saldrá “30 niñas”, cuentos adultos. En otoño de 2015, “Edad del insecto”, prosas breves y poesía, en Malpaso. “Obras públicas”, relatos, no tiene aún fecha de salida y no debo ahora dar el nombre del editor. A medio plazo, espero cumplir mi compromiso con Tusquets, mis editores de “Fámulo”, “Hiela sangre y “Familias como la mía”, entregándoles “Vórtex”, la novela en la que vengo trabajando desde hace demasiado tiempo y que preferiría no resultara póstuma.
Entrevista a Francisco Ferrer Lerín en Diario de Ibiza (10-10-2014)
Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942) participó ayer en el tercer ciclo de lecturas poéticas que coordina Enrique Juncosa en el MACE. Ferrer Lerín lleva el sello de ‘poeta maldito’, aunque siempre lo ha rechazado y preparó una lectura con poemas de toda su trayectoria, desde su juventud como ‘la hora oval’, hasta textos más recientes como los de ‘Fámulo’, Premio de la crítica en 2010. Afirma que desde niño tenía «un ruido dentro» que le impulsaba a escribir, «un ritmo» necesario para todo escritor: «sino, lo que escribes se te cae de las manos», dice.
«Un escritor es siempre un ladrón y un mentiroso»
Comienza disparando: «no me gustan nada las entrevistas y desde hace ya tiempo las concedo solo con un cuestionario previo. Esto es una excepción», avisa. dice que muchas veces se le ha malinterpretado porque la ironía «no se puede reflejar en la prensa», aunque luego se muestra abierto, divertido, dueño de un humor cáustico que siempre subraya con una mirada furtiva a través de sus gafas oscuras. cuenta mil anécdotas, pero alerta de que miente mucho para dejar en el aire y a gusto del consumidor tomarlas como reales o inventadas. Literarias.
—Una de las últimas entradas de su blog es una foto de unas lagartijas en Formentera comiéndose una manzana, ya no tengo que preguntarle si conocía las Pitiüses.
—Conocía las Pitiüses, aunque la foto es de una amiga mía. Yo soy zoólogo, además de filólogo, y el mundo de los reptiles es el primero al que me aproximé dentro del mundo de la zoología.Las lagartijas me maravillan y entre la Península y las islas hay un fenómeno que las distingue y es que aquí comen también fruta, algo impensable en la Península. La foto yo la encuentro genial, es una manzana tirada en el suelo y las lagartijas van en masa…
—Es una de sus pasiones.
—tengo un relato sobre eso. La única relación homosexual completa que he tenido en mi vida fue con un macho de lagartija. Hace muchos años paseando por Montjuïc en una tarde de invierno vi una lagartija que estaba tomando el sol en unas condiciones malas, porque ya hacía frío. Me la llevé a casa y estuvimos conviviendo mucho tiempo. En verano la cosa empezó a complicarse debido a la desnudez de mi cuerpo, así que la llevé a la montaña.
—En otra foto aparece sujetando a un gato muerto por una pata, no sé si es una acción poética.
—Forma parte de un grupo que denomino acciones, que son actitudes o gestos algo insólitos. esto es un muladar cercano a Jaca, donde vivo, donde secularmente se echaban los animales muertos para que se los comieran las aves necrófagas. Es un gato atropellado que como en la carretera no iba a servir para nada, lo llevé al muladar para que las aves dieran cuenta de él.
—Perdone por esta introducción tan rara. Vamos con la literatura. Empezó su carrera literaria muy joven pero durante años fue intermitente, hasta la publicación de la novela ‘Níquel’ en 2005, cuando volvió a coger carrerilla.
—Sí. Empiezo a escribir con 15 años y publico mi primer libro con 20. Es algo que entonces me resultaba muy fácil y no le daba ningún valor. Escribía de forma compulsiva, pero de golpe un día lo dejé. Quizás porque no lo valoraba. Mi caso no es igual al de compañeros de mi generación, lo que luego se llamaron los ‘novísimos’, porque desde el primer momento se dieron cuenta de que lo que hacían iba a tener una gran trascendencia e iban a ganar el Nóbel.
—¿Y por qué volvió?
—Dejé de escribir en el año 72, durante 33 años me dediqué a otros negocios que nada tenían que ver con la literatura. Me llamaron para dar una conferencia en Barcelona y al terminar hay una serie de personas, jóvenes, que salen de entre el público y que se revelan como seguidores durmientes y me piden que vuelva. en ese momento conozco al escenógrafo Frederic Amat, que había grabado dos mediometrajes con textos de Federico García Lorca y Joan Brossa y me pide algo parecido. Escribo un guion y vuelvo a la literatura después de 33 años. Lo que pasa es que escribo un guion que es literario y técnico y a pesar de que ya teníamos apalabrada a Penélope Cruz como protagonista, él no está convencido de que se pudiera hacer y como tantos proyectos maravillosos se vino abajo. Pero yo ya tenía el guion y una serie de amigos como Félix de Azúa, Amat, Savater… me piden que lo convierta en una novela, que posteriormente fue ‘níquel’, una palabra bonita, grave, bisílaba, eufónica… que no tiene nada que ver con la novela. No tuvo éxito, pero a través de mi amigo Antoni Marí Muñoz llegó a conocimiento de Tusquets, que compró los derechos y que con un añadido se convirtió en ‘Familias como la mía’.
—¿Y su regreso a la poesía?
—También fue a través de Toni Marí,con un libro que se llama ‘Fámulo’ que recoge mi retorno a la escritura poética. tiene una parte casi biográfica y otra que yo denomino paleográfica, que es la más interesante. Con los años todos los escritores vamos perdiendo el poder de imaginación y lo que en mis primeros libros es influencia de algunos autores que he leído, en aquellos años la copia es evidente. Me refiero a que el escritor es siempre un ladrón y un mentiroso, se apropia de lo que dicen de los demás y tergiversa. Pero con los años cada vez se es menos mentiroso y lo que se hace ya es copiar directamente. Desde que nació la milonga autonómica en cada comunidad hay un erudito que escribe un volumen de 500 páginas sobre los nombres de las piezas de las ruedas de los carros, por ejemplo. Yo leo todo lo que recibo y recibí un libro de un erudito local de un pueblo de Salamanca y me sorprendió la riqueza del léxico. Mientras iba leyendo iba apuntando en un folio las palabras que me chocaban y cuando acabé me di cuenta de que ahí había un poema. Solo tuve que retocarlo un poco y salió un poema maravilloso. Y en eso estoy. Cada vez modifico menos los textos y cada vez plagio más. Uno de mis últimos poemas es el índice de un libro que encontré en Lérida que se llama ‘De los cementerios’, que cierra el último libro que me ha publicado Tusquets, que se llama ‘Hiela sangre’. Pero ojo, que yo soy muy mentiroso. A partir de 2005 todos los años he sacado un libro.
—Se le ha emparentado con el grupo de los ‘novísimos’, pero no sé si se siente a gusto.
—Yo no estoy en el libro de los ‘novísimos’, entre otras cosas porque me fui de Barcelona en 1968 y nunca he vuelto. Esta pregunta debería hacérsela a los popes que decidieron quién debía y quién no debía estar. Ahí había un trasfondo ideológico clarísimo y yo no pertenecía a eso.
—A lo largo de su vida ha ido compaginando la literatura con la ornitología, su gran pasión. ¿En una balanza qué pesa más, las letras o los pájaros?
—La escritura, sin ninguna duda. Cuando dejo de escribir yo apuesto por la ornitología y me traslado a los Pirineos al único centro que había de estudio de la naturaleza para ejercer como ornitólogo,que lleva el CSIC. Estuve allí una temporada larga hasta que por cuestiones extraornitológicas, concretamente porque estaba en manos del Opus Dei, lo dejé. En cualquier caso la ornitología queda ahí flotando y ahora soy un aficionado. Pero curiosamente la ornitología no ha influido en mi literatura, que yo recuerde solo hay un poema o dos centrados en ese mundo.
—Vamos, que no es un poeta de la naturaleza.
—En absoluto. Yo la naturaleza la veo con ojos de científico, de clasificador. Para mí es naturaleza versus literatura. A mí me inspiran las ciudades con un poso. No la ciudad corrompida, pero sí con una historia que se vea en las calles.
—¿Y se siente más poeta o prosista?
—Yo me siento escritor. Para mí la palabra escritor lo engloba todo. Un escritor es un poeta, un periodista, un ensayista, un dramaturgo…
—Está a punto de presentar su último libro, ‘Mansa chatarra’.
—Es un libro que salió ya en junio, que lo ha montado un profesor de Literatura de la Universidad de Valencia, José Luis Falcó, y es una selección de mis textos en prosa o prosa poética relacionados con el mundo de los sueños. Ha salido en una pequeña editorial zaragozana que se llama Jekyll & Jill, que son dignos de admiración. Es un libro cuidadísimo que físicamente ya vale la pena tenerlo en las manos, aunque espero que el contenido supere al continente.
—He leído que una vez dijo que odia a los escritores de su generación y ellos le odian a usted.
—Esto es una frase sacada de contexto y que no tiene nada que ver con la realidad, pero es que en los medios es muy difícil practicar la ironía… nunca he querido ser original. Se me ha llamado ‘raro’, e incluso ‘raro entre los raros’ y yo nunca he pretendido serlo. En mi vida se dan una serie de circunstancias, el mundo de la ornitología, de la poesía, del póker, de los servicios secretos…que han creado a mi alrededor una aureola que a veces me pesa como una losa porque lo que me interesa es que se critique mi obra como poeta, como escritor. No pertenezco a ninguna facción poética ni a ningún grupo político, vivo en un pueblo del Pirineo paniaguando buitres. Se me ha llamado también ‘padre nutricio de la generación novísima’ e incluso ‘de la secta novísima’ y yo no he pretendido influir a nadie, quizás coincidiéramos en la misma carroña, como los buitres.
—Quizás por esa pasión por las aves necrófagas ha escrito crónicas necrológicas en la prensa…
—Tiene que ver. Los buitres me impresionaron desde la primera vez que me introduje en ese mundo, cuando hacía el servicio militar y esto ha podido influir en mí y en otra pasión inconfesable que es la del mundo de los cementerios. Yo tengo un poema que es una relación geográfica de lugares de toda España proclives al ahorcamiento. El mundo de la muerte siempre me ha rondado. Cuando estudié medicina estuve interno en la morgue del hospital clínico durante dos años. No sé si habrá visto fotos mías en la red bailando con un cadáver…
—Dentro del mito de Ferrer Lerín, de esa aureola que le molesta, está el tema del póker, del que se dice que usted vivió en varias épocas.
—Colgué los hábitos hace veinte años. desde niño tuve facilidad para el póker. Mi padre era médico y era muy aficionado y ya entonces le desplumaba a él y a sus amigos. Así que durante una época de mi vida aproveché el póker como fuente de ingresos. Beneficios que por otra parte destinaba siempre a la causa naturalista. Yo era estudiante y a veces jugaba los sábados para tener dinero y poder pagar la gasolina al día siguiente para trasladar carroña desde el zoo de Barcelona al Pirineo de Lérida y dar de comer a las aves.
—¿Y ha jugado en Internet?
—No, es que lo dejé hace años. Dejé de jugar al póker cuando mis hijos iban al instituto y sus compañeros les decían cosas como que tu padre ha desplumado al mío y este año no podremos ir a Benidorm. Era horrible. También es verdad que mis compañeros de mesa eran muy viejos y se dormían. Yo soy una persona con una gran ética y no podía coger el dinero y marcharme. Y el póker tampoco ha dejado gran poso en mi poesía. Solo un poema, ‘Casino en provincias’, que describe un poco lo sórdido de ese juego mitificado.
—De todas formas el mundo de Internet no le es ajeno. Tiene un blog, está en Facebook y es activo en la red, cuando a otros escritores de su generación les da urticaria.
—Eso es una pose. Yo todavía conozco gente que no solo no escribe en internet o en el ordenador, sino que sigue haciéndolo con lápiz. es una pose, como la gente que escribe en los bares, con ese tumulto… se ponen una bufanda y fuman en pipa…
—¿Y cuál es su método?
—Yo soy un obrero, un trabajador de la escritura. Le dedico entre 10 y 12 horas diarias, que no quiere decir que esté ese tiempo escribiendo, pero sí informándome, leyendo, en la red recabando información… Me encierro en mi habitación sin ruido y allí trabajo,luego a lo largo del día y estando en el Pirineo, me resulta muy fácil darme una caminata de una hora.
—Como barcelonés que vive fuera de Cataluña desde hace años, ¿Se le puede preguntar por la cuestión catalana o está hasta el gorro?
—Estoy agotado, ya no puedo más. No he vuelto a Barcelona desde el 68, pero la gente cree que todos los catalanes o todos los barceloneses pensamos igual y por suerte esto no es así. Barcelona es mi ciudad y me da pena que se esté convirtiendo en una capital de comarca. El provincianismo está llegando a unos extremos patéticos y la aventura a la que nos hemos unido todos, porque mucha culpa la tenemos los que no nos hemos enfrentado a ese movimiento nacionalista, no sé a dónde nos va a llevar. Soy muy pesimista.
«Del enebro» en librerías El Péndulo (México D.F.)
Foto: Jesús Quintero |
Del enebro en la librería El Péndulo de sucursal Polanco (Alejandro Dumas, 81) de México D.F.
Del enebro, cuento de Jacob Ludwig y Wilhelm Karl Grimm, ilustrado con los collages de Alejandra Acosta y prologado por Francisco Ferrer Lerín. Edición bilingüe. Traducción del texto original en Plattdeutsch por Jessica Aliaga Lavrijsen.
«Mansa chatarra» de Francisco Ferrer Lerín, en el Periódico Mediterráneo
Eric Gras recomienda el libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, en el Periódico Mediterráneo.
«¿Fue un sueño?; querría creerlo, pero ¿cómo podría? He hecho del sueño y de sus manifestaciones el estudio de toda mi vida, y sé sin lugar a dudas que el sueño no es ni una alegoría ni una fantasmagoría, sino una lengua por correspondencia que significa las ideas mediante sus analogías naturales y los hechos materiales mediante sus contrarios». Leí estas palabras de Charles Assilenau en ‘El infierno del bibliófilo’ (Desvelo Ediciones) poco después de haber concluido una de las lecturas más complejas e infrecuentes, hasta cierto punto caprichosa y, sobre todo, visionaria, de cuantas he tenido oportunidad de protagonizar hasta la fecha. Hablo de ‘Mansa chatarra’, una selección de textos de Francisco Ferrer Lerín que ha publicado Jekyll & Jill con un mimo y dedicación —diría, también, con absoluta devoción— que hacen de este ejemplar mucho más que un libro sin ton ni son.
Transcribir ese pequeño fragmento de Asselineau no es baladí, puesto que ‘Mansa chatarra’es un cúmulo de microrrelatos o cuentos o poemas narrativos o divertimentos, que brotan de sueños y ensoñaciones, de un mundo onírico que invita a la perplejidad. Y, ¿a qué viene tanto asombro? Ferrer Lerín ejemplifica, creo yo, a un estilo de escritor que necesita de la experimentación, de construir un universo abstracto a base de imágenes bárbaras —en el sentido de inhumanas—, heteróclitas.
Todo cuanto describe en su prosa poética o poesía narrativa, es, como decíamos, producto de los sueños o, mejor dicho, de la memoria de los mismos. Por eso no es de extrañar que en ellos podamos encontrar situaciones grotescas, simbolismos, pesadillas, un bestiario muy particular que capta nuestra atención y la martillea, creando una atmósfera que, finalmente, nos atrapa.
Gracias a algunos de sus textos tenemos oportunidad de conocer distintos monstruos, como el Yaga-Baba, Sobas-Munusinos (o envenenadores de sangre), Malabestia, Gruesa-Testa, Bifronte… Portentosa imaginación la suya, que provoca en el lector una sensación constante de inquietud. Y doy gracias por ello, pues su originalidad, que va mucho más allá de esa singular amalgama de monstruos y capítulos sombríos, resulta refrescante por lo chocante. Dicen que Ferrer Lerín es un autor inclasificable, hasta cierto punto maldito, que decidió alejarse de todo y de todos durante tres décadas. Su mutismo, sin embargo, menos mal que terminó, de modo que ahora volvemos a sentir la extrañeza de una literatura que sorprende. Sí o sí.
Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín. Selección y prólogo de José Luis Falcó. Collage de cubierta de Sobelman Corta y Pega (Jekyll & Jill, 2014)
Obras públicas, de Francisco Ferrer Lerín, traducido al búlgaro
El relato Obras públicas, de Francisco Ferrer Lerín, traducido al búlgaro y publicado en la Gaceta literaria (Sofía, Bulgaria).
Obras públicas fue publicado en el diario El País el 30 de diciembre de 1986.
Presentación en Barcelona de «Mansa chatarra» de Francisco Ferrer Lerín, en Llibreria Calders
«Hombre en azul», de Óscar Curieses, en La Casa Encendida (vídeo)
Vídeo emitido en el espacio de La Casa Encendida de la 2 de TVE.
Óscar Curieses y Jessica Aliaga Lavrijsen hablan sobre Hombre en azul en el encuentro con autor que tuvo lugar en 17 de septiembre de 2014 en La Casa Encendida (Madrid).
Hombre en azul es el diario personal del pintor Francis Bacon escrito por Óscar Curieses. Se trata de una ficción que sintetiza la trayectoria y el pensamiento de este artista fundamental del siglo XX, desde el punto de vista de un escritor contemporáneo. Curieses se pone en la piel de Bacon para construir su autorretrato del mismo modo en que el pintor ejecutaba los suyos.