Meg Raven reseña Del enebro en El cuervo de alas rotas:
Meg Raven reseña Del enebro en El cuervo de alas rotas:
La revista Libros de Cíbola reseña Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín:
Se recogen en Mansa chatarra una serie de textos dispersos a lo largo de la obra poética y narrativa de Francisco Ferrer Lerín, así como una veintena de inéditos, cuyo denominador común estriba en la procedencia onírica de su material literario. A la hora de realizar la selección, se ha entendido el espacio onírico como aquél que recoge fundamentalmente las nociones de sueño y ensoñación, según la conocida terminología de Gastón Bachelard; o, si se prefiere, los sueños de día y los sueños de noche, tal como los denominó Borges. No se escribe el sueño, sino la memoria de los sueños, decía también Borges, al tiempo que se preguntaba si la memoria no es asimismo un sueño. Pero, en última instancia, el elemento decisivo sigue siendo la escritura como forma singular de mediación y último eslabón de esa cadena inestable de sueños que se ocupa de cristalizarlos. En los sueños lerinianos, abundan las pesadillas o al menos las situaciones hoscas, inquietantes. Lo monstruoso, el crimen, lo grotesco, las confusiones, transformaciones y desdoblamientos de los personajes, la conciencia del sueño durante el sueño… (Del prólogo de José L. Falcó para esta edición).
Ferrer Lerín recoge en esta antología casi ochenta piezas breves o hiperbreves de sus libros La hora oval (1971), Cónsul (1987), Bestiario (2007), Papur (2008), Fámulo (2009), Gingival (2012), Hiela sangre (2013), más una veintena de textos inéditos provenientes del blog del autor (http://ferrerlerin.blogspot.com.es/). Lejos de constituir un cajón de sastre inconexo, esta selección presenta una coherencia absoluta debida a la materia común de todos ellos. Lo onírico, lo visionario y lo imaginativo se desparraman en todas sus variantes por los textos, conformando un libro totalmente nuevo. Ferrer Lerín posee un estilo personalísimo y musical, deudor de autores como Borges, Kafka y Perucho lo que hace de su lectura una experiencia gozosa e intensa. Para mí, este libro de Ferrer Lerín es uno de los mejores libros de minificciones que han aparecido últimamente.
Mención aparte merece esta primorosa edición de Jekyll & Jill Editores. El diseño de la sobrecubierta, el papel utilizado, las fotografías antiguas del propio autor que se incluyen pegadas a modo de un álbum, hacen de éste un libro bellísimo, impecable. Cum laude para los editores.
Para finalizar, sólo me resta señalar que Mansa chatarra es un título IMPRESCINDIBLE para cualquier lector sensato y para el que busca un antídoto contra los superventas que nos inundan por doquier.
Puntuación: 5 (de 5)
Jekyll & Jill Editores (2014)
Prólogo y edición: José L. Falcó
152 págs.
TANCHELINO. En el año 1125, un hereje llamado Tanchelino cobró veneración tal, que en algunas provincias se bebían sus orines y se guardaban como reliquias sus excrementos; el dinero que de ellos sacaban los principales de su secta servía para el gasto de su mesa, que estaba siempre servida con suma delicadeza. Los padres y maridos llegaban a rogarle que se dignase acostarse con sus hijas y mujeres. Al morir y descomponerse se vio que dentro había un caimán.
YAGA-BAB. Monstruo descrito en los cuentos rusos bajo las facciones de una mujer de desmesurada estatura, en forma de esqueleto, con sólo una pierna, un rosario con sus fetos sanquinolentos colgando de la puerta de sus vergüenzas que dejan un rastro que siguen bandadas de cuervos, y una maza de hierro en la mano derecha con la que hacer rodar la máquina que empuja, que es la máquina de la vida y de la muerte.
Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942) publicó en 1964 su primer libro, De las condiciones humanas, y en 1971 recogía parte de sus textos inéditos escritos entre 1960 y 1970 en La hora oval, selección que había resultado finalista del “Primer Premio Maldoror”. En 1987 apareció su tercer libro de poemas, Cónsul, nueva antología de poemas, escritos entre 1964 y 1973. Ferrer Lerín ha traducido varias obras francesas.
A principios de los setenta, regresa temporalmente a Barcelona, se licencia en filología hispánica y trabaja en la editorial Salvat y en el consejo de redacción de Barral Editores. En esa época ejerce de profesor de Ornitología de Campo en la Universidad de Barcelona. En 1979 interviene, como responsable de la Sección de Ornitología, en la redacción del Plan de la Corporación Metropolitana de Barcelona. Ha colaborado en diversas publicaciones periódicas: El País, La Vanguardia, Estaciones, Diario Jaén, Poesía española, Rocamador, Diario de Barcelona, Informaciones, El Heraldo de Aragón, Papeles de Son Armadans, Ínsula y El Estado Mental. Su persona ha aparecido en la obra de Enrique Vila-Matas, que le dedica el capítulo decimosexto de Bartleby y compañía, y en la de Félix de Azúa, que en El diario de un hombre humillado ofrece un fidedigno retrato suyo bajo el apelativo de “el Buitre”. Igualmente, Ferrer Lerín protagoniza un breve episodio filológico en Paseos con mi madre de Javier Pérez Andújar.
En el año 2001 Ferrer Lerín escribe, por encargo de Frederic Amat, un guion cinematográfico, Die Rabe, que más adelante es transformado en una novela, publicada en 2005 bajo el título de Níquel. A partir de este momento su producción se multiplica. En el año 2006 la editorial Artemisa saca a la luz su obra poética completa bajo el título de Ciudad Propia, y en 2007 Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg edita El bestiario de Ferrer Lerín, fruto de su proyecto de tesis doctoral sobre los ornitónimos del Diccionario de Autoridades. Un año más tarde aparece en la editorial Eclipsados Papur, libro de bibliofilias, facsímiles, artículos y otras prosas que incluye un apartado final con el guion Die Rabe. En 2009 Tusquets edita, dentro de la colección Nuevos Textos Sagrados, un nuevo libro de poesía, Fámulo, galardonado en abril de 2010 con el Premio de la Crítica. En 2011 aparece en la colección Andanzas de Tusquets una versión revisada y ampliada de Níquel, con el título de Familias como la mía, y en 2012, la editorial Menoscuarto publica Gingival, que recoge las entradas de carácter narrativo de su blog. En 2013 Tusquets publica su último volumen de poesía, Hiela sangre. En 2014 la editorial Jekyll & Jill publica una selección de textos de carácter onírico bajo el nombre de Mansa chatarra, y la editorial Leteradura el volumen de cuentos 30 niñas.
Reseña del libro Del enebro en el blog Mundos extraños.
Del enebro de Jacob Ludwig y Wilhelm Karl Grimm, ilustrado por Alejandra Acosta y prologado por Francisco Ferrer Lerín. Edición bilingüe. Traducción de Jessica Aliaga Lavrijsen (Jekyll & Jill, 2012).
Del enebro de Jacob Ludwig y Wilhelm Karl Grimm, ilustrado por Alejandra Acosta y prologado por Francisco Ferrer Lerín. Edición bilingüe. Traducción de Jessica Aliaga Lavrijsen (Jekyll & Jill, 2012) en la revista literaria Granite & Rainbow. Reseña de Ainize Salaberri.
La revista Ínsula rinde culto a Francisco Ferrer Lerín,
por José Ventura Chavarría, en El Pirineo Aragonés, nº 6.777, 20/11/2015.
La prestigiosa publicación, editada por Espasa, le ha dedicado un dossier de quince páginas que incluye artículos de Túa Blesa, Antonio Viñuales y Carme Riera, y un diálogo con Félix de Azúa.
Tenemos la fortuna de contar entre nuestros vecinos con una de las figuras más activas de la literatura actual, un escritor que ha sabido mantener el espíritu renovador de su primera época pero sin renunciar a sus principios y convicciones literarias, en definitiva, a un sello muy personal y único. Es Francisco Ferrer Lerín, premio nacional de la Crítica con su poemario Fámulo y autor de Mansa chatarra, un libro bello por su contenido (el universo onírico de Ferrer Lerín) y por el continente (la cuidada edición dirigida por el profesor José Luis Falcó y publicada en 2014 por la firma zaragozana Jekyll & Jill Editores).
El número 825 de la prestigiosa revista literaria Ínsula (Espasa), correspondiente al mes de septiembre, dedicó un extenso dossier a la obra de Ferrer Lerín. El catedrático de Teoría de la literatura y literatura comparada de la Universidad de Zaragoza, Túa Blesa, firma el primer artículo, titulado «Francisco Ferrer Lerín, una forja de ensueños»; el profesor de la Universidad de Zaragoza Antonio Viñuales es el autor de «La risa de Ferrer Lerín», y la escritora mallorquina Carme Riera, reciente Premio Nacional de las Letras, escribe sobre «La chatarra maleable de los sueños», en referencia a Mansa chatarra. Cierra el dossier una amplia conversación entre el escritor y académico Félix de Azúa y el propio Ferrer Lerín, dos viejos amigos desde la época de estudiantes en Barcelona que se reencuentran y se redescubren en estas páginas de Ínsula. Manso equilibrio es la obra de Santiago Morilla que ilustra la portada de la revista.
La lectura de esta compilación de artículos monográficos es imprescindible para los lectores interesados en conocer la obra y personalidad de Francisco Ferrer Lerín, y también para aquellos que quieran aproximarse al mundo creativo en el que se mueve este autor.
Para Túa Blesa, la obra de Lerín «está fuera de dudas» de que es una de las más relevantes de nuestro tiempo por su permanente carácter transformador, y citando al escritor y traductor Carlos Jiménez Arribas, reconoce que estamos ante «una de las más originales [obras] del último tercio de siglo en España».
El catedrático destaca que ya en los orígenes, Ferrer Lerín se interesa por las vanguardias y que en sus primeras obras se observa una ruptura con los gustos literarios del momento. Son los últimos años 60 y los primeros 70. «De aquel movimiento de renovación o, con término muy repetido, aunque impropio, ruptura, uno de los ejecutores fue Ferrer Lerín», asegura.
Túa Blesa hace un recorrido por la obra completa del escritor, desde aquellos tres primeros trabajos que tuvieron «escasa repercusión en la crítica», hasta la aparición de Níquel, en 2005, una novela que rompió con un «prolongado silencio» literario de más de tres décadas. Y a partir de ahí, su obra ha ido creciendo constantemente, así como su presencia en las redes sociales o a través de su blog (http://www.elboomeran.com/…/2454/blog-de-francisco-ferrer-…/), asociado recientemente a El Boomeran(g), el blog literario en español del Grupo Prisa.
«Tras el prolongado silencio —relata Blesa—, Ferrer Lerín publica en 2005 la novela Níquel y al año siguiente el título Ciudad propia. Poesía autorizada servía para reunir los tres libros ya mencionados [los de la primera época] con alguna supresión más una sección de inéditos con poemas datados entre 1960 y 2005. De manera que, si se rescataban textos del pasado, también ese libro traía la noticia de que ¡Ferrer Lerín seguía escribiendo!, ¡y de qué manera! Y, en efecto, fruto de ese regreso son nada menos que seis libros entre 2007 y 2014: El bestiario de Ferrer Lerín (2007), volumen de cuidadísima factura; Papur (2008), compuesto de textos en prosa (…) y tres guiones de cine; Fámulo (2009); la novela Familias como la mía (2011), que incluye como primera parte Níquel; en 2012 se publica Gingival, una selección de los textos del blog de Ferrer Lerín iniciado en 2008 en edición nada común; en 2013 un nuevo libro de poesía, Hiela sangre; y en 2014 Mansa chatarra, otra bella edición, recoge una selección de todas las anteriores publicaciones, a excepción de las novelas, y otros materiales del mencionado blog». A estos títulos hay que añadir 30 niñas, su última obra publicada en papel.
En el resto del artículo, Túa Blesa alude a la afición bibliófila de Ferrer Lerín, «amante de los libros poco usuales y de muy distintas materias», y realiza un análisis de los recursos literarios y las estrategias de escritura del autor.
Antonio Viñuales también se refiere en su texto al carácter rupturista de la literatura y la personalidad de Ferrer Lerín, sirviéndose en este caso de la risa y de la ironía que caracterizan a este autor para distanciarse de las modas culturales y de los convencionalismos. «La obra de Ferrer Lerín es un ejemplo de esa asimilación por la vía de la rareza», asegura, para añadir a continuación que «la acrítica académica centra su lectura de Ferrer Lerín en tres aspectos fundamentales que tienen como fin último la justificación de la falsa autonomía de la cultura respecto a las demás esferas de la sociedad. El primero es su insostenible adscripción a un grupo reconocido de la alta cultura: los novísimos. El segundo es el acomodo de sus textos en los géneros autorizados. Y el tercero es la sustanciación de su literatura en las fuentes literarias de la seriedad».
Para la académica Carme Riera, los textos que conforman Mansa chatarra permiten seguir la evolución del estilo de Ferrer Lerín; si bien advierte de que esta obra «no debe leerse como una antología sino como un libro nuevo». «Lo es porque la distribución de los materiales, la organización de estos y su ensamblaje le otorgan novedad. Además muchas de las piezas que lo integran pertenecen a textos hoy inencontrables o de muy difícil acceso y otras han tenido una vida efímera o no han aparecido en formato de papel», apunta la escritora.
Carme Riera fija su atención en las inusuales aficiones de Ferrer Lerín por las aves carroñeras, que son «propiciadoras de materia literaria de un raro soñador»; analiza la naturaleza y la teoría del sueño ferrerleriniano; señala que Borges, Kafka y Perucho constituyen las principales influencias literarias del autor; y concluye afirmando el «interés» de Ferrer Lerín por el lenguaje, «una de las características principales» de su obra.
«Es en consecuencia, la búsqueda de la originalidad, otra de las metas del estilo de Ferrer Lerín, que no desdeña ninguna de las posibilidades que la lengua le brinda. Utiliza cultismos pero no hace ascos a las expresiones lexicalizadas ni a la jerga sectorial, tampoco a las onomatopeyas (…) y usa en abundancia la adjetivación sinestésica y metagógica, clave de su estilo».
«El diálogo con Francisco Ferrer Lerín», del escritor y académico Félix de Azúa, retrotrae al lector a los años en los que ambos formaban parte del paisaje cultural de una Barcelona actualmente irreconocible. El coloquio, largo y pausado, tiene un punto de confesión íntima a la que el lector se aproxima con cierto pudor, como si se entrometiera en una conversación privada. Dicho esto, Félix de Azúa presenta a Ferrer Lerín como un escritor que se ha mantenido fiel a un estilo de concebir la literatura («juego literario») que con el paso de los años «se ha refinado, pero apenas ha cambiado». A partir de ahí, el diálogo va derivando hacia muy diversos asuntos: la relación que Ferrer Lerín mantiene con la naturaleza pero «no al estilo romántico», sino «en cierto sentido canallesco»; los orígenes literarios en los años sesenta del pasado siglo; las librerías de viejo en las que Ferrer Lerín se movía con soltura y apasionamiento; su llegada a Jaca para estudiar la vida de los buitres; y su retiro voluntario de más de tres décadas, hasta desembocar en una vuelta a la primera línea literaria que le ha permitido alcanzar «a los poetas más prolíficos del país», como apunta De Azúa.
Ferrer Lerín reconoce que su estilo literario parte de su ser musical. «El ritmo, la musicalidad, la cadencia, se mantuvieron hasta dar a toda mi obra una marca característica. Quizá sea esta marca lo que confiere a mis escritos esa impresión unitaria, no cambiante; o al menos esto es lo que quiero pensar para tranquilizar mi conciencia», explica el escritor.
De las profundas y profusas confesiones de Ferrer Lerín, resulta curiosa la definición que hace del grupo de amigos escritores de los años de juventud en Barcelona, «un pequeñísimo grupo» formado por Félix de Azúa, Pedro Gimferrer, Leopoldo María Panero y él mismo. «Fuimos jóvenes aficionados a la carne de ternera, con una inusual sensibilidad hacia las Bellas Artes, y con una leve disidencia hacia lo imperante, fuera la doctrina oficial o la extraoficial. Diría también que éramos educados».
En otro momento de la charla, reconoce que son pocos los títulos que han concitado su interés, si bien aquellos que sí lo han hecho los ha atendido «en profundidad, escudriñando sus mecanismos de escritura hasta extremos que rozan el ridículo». «Otra cosa son los manuales y las enciclopedias, viejas y modernas, fuente principal de los materiales que nutren mi obra más reciente y que son publicaciones no necesitadas de la tensión que sí exijo a la novela, al relato, a la poesía, y que evita que el libro se caiga de las manos», manifiesta.
Cuando la conversación discurre sobre el porqué de su nueva irrupción en los ámbitos literarios, confiesa que es consciente de que debe aprovechar el momento creativo actual, antes de que las fuerzas empiecen a abandonarle, aunque confía en su experiencia y en el oficio adquirido para «subsanar la pérdida paulatina de inspiración mediante un hábil mecanismo de incorporación directa de las fuentes, metabolizando sintagmas y palabras perdidas en otros libros que, incluso en los de factura pésima, siempre pueden contener material aprovechable. Un procedimiento, paleográfico, que me mantiene en forma».
Y en el párrafo final, el que cierra la amena disertación, Ferrer Lerín se declara «un fanático divulgador» de sus ‘miserias’. «A veces pienso que erré eligiendo oficios pese a que fueron muchos; el púlpito, el estrado, todos los foros frecuentados resultaron decepcionantes, quizá mi lugar estaba en la mazmorra o, al menos, en una de esas dependencias policiales poco ventiladas sometido a un interrogatorio inmisericorde».
El poeta Mateo de Paz reseña el libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, en el número 4 de la revista Buensalvaje.
«Miscelánea. Las antologías de microrrelato dejaron de estar de moda en España poco tiempo después de haber aparecido. Eso es lo que tienen las modas, que pasan después de estar en boga durante un tiempo: algunas sin pena ni gloria porque solo son corrientes de género a las que muchos se suman en busca de una oportunidad; otras permanecen y se convierten en clásico: seculares, como la novela; o milenarias, como el cuento. Una antología no es más que un museo, y en el caso que nos ocupa –Mansa chatarra no contiene solamente microrrelatos sino textos de diversa condición–, un museo de autor, que siempre es mejor que un solo texto en un museo de muchos. Este libro es, en efecto, su museo, una antología de textos de variada procedencia y adscripción genérica, cuya temática común parece ser el mundo de lo onírico, esto es, lo perteneciente o lo relativo a los sueños.» …seguir leyendo
Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, recopilación de textos de carácter onírico. Selección y prólogo de José Luis Falcó.
El número 825 de la prestigiosa revista literaria Ínsula dedica un extenso dossier a la obra de Francisco Ferrer Lerín, con los artículos «Francisco Ferrer Lerín, una forja de ensueños», de Túa Blesa; «La risa de Ferrer Lerín», de Antonio Viñuales; «La chatarra maleable de los sueños», de Carme Riera; y «Diálogo con Francisco Ferrer Lerín», de Félix de Azúa.
«Manso equilibrio», la obra de Santiago Morilla que ilustra la portada de este número de Insula, alude a la lectura del libro «Mansa chatarra», el conjunto de textos de carácter onírico de Francisco Ferrer Lerín que José Luis Falco Gens seleccionó para esta edición.
«Mansa chatarra» (Jekyll & Jill, 2014) recibió el Premio Extraordinario Cálamo2014.
El poeta chileno Bruno Montané Krebs recomienda el libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, selección y prólogo de José Luis Falcó, en la encuesta a escritores sobre su mejor lectura de 2014 del semanal Brecha (Uruguay). Artículo de Ana Inés Larre Borges.
«—Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, publicado por Jekyll & Jill (editorial de Zaragoza), es un necesario y hermoso libro de este autor nacido en Barcelona, que ha dedicado buena parte de su vida a trabajos como el estudio de la medicina, la investigación ornitológica y la protección de los vultúridos. Se trata de una antología a cargo de José L Falcó, quien, con un conocimiento profundo de la obra de este peculiar autor, ha reunido poemas y prosas empujadas por la energía de los sueños, “el segundo mundo que vamos habitando”. Ajeno a cualquier estereotipo, Ferrer Lerín es un escritor de una alucinada radicalidad, un escritor y poeta puro, en el sentido de que su escritura se sumerge con la precisión natural del grafómano que prefigura y realiza bestiarios imaginarios, ausculta gozoso el cine de western e icónicas ninfas, así como rotula con un buril las sendas de la interminable lexicología. El libro está espléndidamente editado, la tipografía y el diseño (con fotos pegadas manualmente) es ejemplar. Un detalle: el logo de Jekyll & Jill es la silueta de un lepisma erguido, alerta sobre un fondo rojo, el arquetípico e incansable centinela de los libros».
Bruno Montané Krebs. Poeta chileno nacido en Valparaíso en 1957. Reside desde 1976 en Barcelona, donde sobrevive como traductor y editor. Este año regresó a su patria y publicó Mapas de bolsillo. En su juventud fue parte del Movimiento Infrarrealista, en México, junto a Mario Santiago y Roberto Bolaño. Él es Felipe Müller en Los detectives salvajes.
Enlace al artículo (Artículo de pago. Es necesario ser suscriptor)
Collage de cubierta de Mansa Chatarra: ©Sobelman Corta y Pega |
¡Muy felices!
El libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, selección y prólogo de José L. Falcó, ha sido seleccionado como candidato a los XIV Premios Cálamo 2014.
¡Enhorabuena a todos los candidatos!
• El «Premio Cálamo al libro del año» es elegido por «democracia directa»: Cálamo propone 16 títulos editados durante el año en curso y finales del anterior, y los clientes y amigos de nuestras librerías votan a sus preferidos. Somos conscientes de que toda elección es injusta de raíz ¡cuántos buenos libros no habremos leído o habrán pasado en silencio por nuestras estanterías! No queremos pontificar ni marcar gustos, sólo pretendemos que el premio sea una incitación a la lectura, al debate y, por qué no, a la sana irreverencia literaria.
• Los premios «Cálamo Otra Mirada» y «Cálamo Extraordinario» son escogidos directamente por el equipo de Cálamo.
• La votación se desarrollará durante el mes de diciembre de 2014 y las dos primeras semanas de enero de 2015 en las urnas dispuestas a tal efecto en las Librerías Cálamo.
• El resultado será hecho público el lunes 19 de enero de 2015.
• Los premios se entregarán el viernes 27 de febrero de 2015 durante una cena que se convocará oportunamente.
Candidatos a los XIV Premios Cálamo año 2014
14. Jean Echenoz. Editorial Anagrama
Autopsia. Miguel Serrano Larraz. Editorial Candaya
El balcón en invierno. Luis Landero. Tusquets Editores
El comité de la noche. Belén Gopegui. Literatura Random House
Horror vacui. Paula Lapido. Editorial Salto de Página
La buena reputación. Ignacio Martínez de Pisón. Editorial Seix Barral
La niña gorda. Mercedes Abad. Editorial Páginas de Espuma
La trabajadora. Elvira Navarro. Literatura Random House
Lo que a nadie le importa. Sergio del Molino. Literatura Random House
Los extraños. Vicente Valero. Editorial Periférica
Mansa chatarra. Francisco Ferrer Lerín. Jekyll & Jill Editores
Monasterio. Eduardo Halfon. Libros del Asteroide
Nos vemos allá arriba. Pierre Lemaitre. Publicaciones y Ediciones Salamandra
Sez Ner. Detrás de la estación. Última ronda. Arno Camenish. Xordica Editorial
Pietra viva. Leonor de Recondo. Editorial Minúscula
Tela de sevoya. Myriam Moscona. Acantilado
Enrique Juncosa dedica un amplio artículo a Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, en el suplemento Cultura|s de La Vanguardia (29-10-2014).
Jordi Nopca entrevista a Francisco Ferrer Lerín en el diario ARA. (8-11-2014). Aquí la transcripción en castellano de la versión larga.
Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942) participó ayer en el tercer ciclo de lecturas poéticas que coordina Enrique Juncosa en el MACE. Ferrer Lerín lleva el sello de ‘poeta maldito’, aunque siempre lo ha rechazado y preparó una lectura con poemas de toda su trayectoria, desde su juventud como ‘la hora oval’, hasta textos más recientes como los de ‘Fámulo’, Premio de la crítica en 2010. Afirma que desde niño tenía «un ruido dentro» que le impulsaba a escribir, «un ritmo» necesario para todo escritor: «sino, lo que escribes se te cae de las manos», dice.
«Un escritor es siempre un ladrón y un mentiroso»
Comienza disparando: «no me gustan nada las entrevistas y desde hace ya tiempo las concedo solo con un cuestionario previo. Esto es una excepción», avisa. dice que muchas veces se le ha malinterpretado porque la ironía «no se puede reflejar en la prensa», aunque luego se muestra abierto, divertido, dueño de un humor cáustico que siempre subraya con una mirada furtiva a través de sus gafas oscuras. cuenta mil anécdotas, pero alerta de que miente mucho para dejar en el aire y a gusto del consumidor tomarlas como reales o inventadas. Literarias.
—Una de las últimas entradas de su blog es una foto de unas lagartijas en Formentera comiéndose una manzana, ya no tengo que preguntarle si conocía las Pitiüses.
—Conocía las Pitiüses, aunque la foto es de una amiga mía. Yo soy zoólogo, además de filólogo, y el mundo de los reptiles es el primero al que me aproximé dentro del mundo de la zoología.Las lagartijas me maravillan y entre la Península y las islas hay un fenómeno que las distingue y es que aquí comen también fruta, algo impensable en la Península. La foto yo la encuentro genial, es una manzana tirada en el suelo y las lagartijas van en masa…
—Es una de sus pasiones.
—tengo un relato sobre eso. La única relación homosexual completa que he tenido en mi vida fue con un macho de lagartija. Hace muchos años paseando por Montjuïc en una tarde de invierno vi una lagartija que estaba tomando el sol en unas condiciones malas, porque ya hacía frío. Me la llevé a casa y estuvimos conviviendo mucho tiempo. En verano la cosa empezó a complicarse debido a la desnudez de mi cuerpo, así que la llevé a la montaña.
—En otra foto aparece sujetando a un gato muerto por una pata, no sé si es una acción poética.
—Forma parte de un grupo que denomino acciones, que son actitudes o gestos algo insólitos. esto es un muladar cercano a Jaca, donde vivo, donde secularmente se echaban los animales muertos para que se los comieran las aves necrófagas. Es un gato atropellado que como en la carretera no iba a servir para nada, lo llevé al muladar para que las aves dieran cuenta de él.
—Perdone por esta introducción tan rara. Vamos con la literatura. Empezó su carrera literaria muy joven pero durante años fue intermitente, hasta la publicación de la novela ‘Níquel’ en 2005, cuando volvió a coger carrerilla.
—Sí. Empiezo a escribir con 15 años y publico mi primer libro con 20. Es algo que entonces me resultaba muy fácil y no le daba ningún valor. Escribía de forma compulsiva, pero de golpe un día lo dejé. Quizás porque no lo valoraba. Mi caso no es igual al de compañeros de mi generación, lo que luego se llamaron los ‘novísimos’, porque desde el primer momento se dieron cuenta de que lo que hacían iba a tener una gran trascendencia e iban a ganar el Nóbel.
—¿Y por qué volvió?
—Dejé de escribir en el año 72, durante 33 años me dediqué a otros negocios que nada tenían que ver con la literatura. Me llamaron para dar una conferencia en Barcelona y al terminar hay una serie de personas, jóvenes, que salen de entre el público y que se revelan como seguidores durmientes y me piden que vuelva. en ese momento conozco al escenógrafo Frederic Amat, que había grabado dos mediometrajes con textos de Federico García Lorca y Joan Brossa y me pide algo parecido. Escribo un guion y vuelvo a la literatura después de 33 años. Lo que pasa es que escribo un guion que es literario y técnico y a pesar de que ya teníamos apalabrada a Penélope Cruz como protagonista, él no está convencido de que se pudiera hacer y como tantos proyectos maravillosos se vino abajo. Pero yo ya tenía el guion y una serie de amigos como Félix de Azúa, Amat, Savater… me piden que lo convierta en una novela, que posteriormente fue ‘níquel’, una palabra bonita, grave, bisílaba, eufónica… que no tiene nada que ver con la novela. No tuvo éxito, pero a través de mi amigo Antoni Marí Muñoz llegó a conocimiento de Tusquets, que compró los derechos y que con un añadido se convirtió en ‘Familias como la mía’.
—¿Y su regreso a la poesía?
—También fue a través de Toni Marí,con un libro que se llama ‘Fámulo’ que recoge mi retorno a la escritura poética. tiene una parte casi biográfica y otra que yo denomino paleográfica, que es la más interesante. Con los años todos los escritores vamos perdiendo el poder de imaginación y lo que en mis primeros libros es influencia de algunos autores que he leído, en aquellos años la copia es evidente. Me refiero a que el escritor es siempre un ladrón y un mentiroso, se apropia de lo que dicen de los demás y tergiversa. Pero con los años cada vez se es menos mentiroso y lo que se hace ya es copiar directamente. Desde que nació la milonga autonómica en cada comunidad hay un erudito que escribe un volumen de 500 páginas sobre los nombres de las piezas de las ruedas de los carros, por ejemplo. Yo leo todo lo que recibo y recibí un libro de un erudito local de un pueblo de Salamanca y me sorprendió la riqueza del léxico. Mientras iba leyendo iba apuntando en un folio las palabras que me chocaban y cuando acabé me di cuenta de que ahí había un poema. Solo tuve que retocarlo un poco y salió un poema maravilloso. Y en eso estoy. Cada vez modifico menos los textos y cada vez plagio más. Uno de mis últimos poemas es el índice de un libro que encontré en Lérida que se llama ‘De los cementerios’, que cierra el último libro que me ha publicado Tusquets, que se llama ‘Hiela sangre’. Pero ojo, que yo soy muy mentiroso. A partir de 2005 todos los años he sacado un libro.
—Se le ha emparentado con el grupo de los ‘novísimos’, pero no sé si se siente a gusto.
—Yo no estoy en el libro de los ‘novísimos’, entre otras cosas porque me fui de Barcelona en 1968 y nunca he vuelto. Esta pregunta debería hacérsela a los popes que decidieron quién debía y quién no debía estar. Ahí había un trasfondo ideológico clarísimo y yo no pertenecía a eso.
—A lo largo de su vida ha ido compaginando la literatura con la ornitología, su gran pasión. ¿En una balanza qué pesa más, las letras o los pájaros?
—La escritura, sin ninguna duda. Cuando dejo de escribir yo apuesto por la ornitología y me traslado a los Pirineos al único centro que había de estudio de la naturaleza para ejercer como ornitólogo,que lleva el CSIC. Estuve allí una temporada larga hasta que por cuestiones extraornitológicas, concretamente porque estaba en manos del Opus Dei, lo dejé. En cualquier caso la ornitología queda ahí flotando y ahora soy un aficionado. Pero curiosamente la ornitología no ha influido en mi literatura, que yo recuerde solo hay un poema o dos centrados en ese mundo.
—Vamos, que no es un poeta de la naturaleza.
—En absoluto. Yo la naturaleza la veo con ojos de científico, de clasificador. Para mí es naturaleza versus literatura. A mí me inspiran las ciudades con un poso. No la ciudad corrompida, pero sí con una historia que se vea en las calles.
—¿Y se siente más poeta o prosista?
—Yo me siento escritor. Para mí la palabra escritor lo engloba todo. Un escritor es un poeta, un periodista, un ensayista, un dramaturgo…
—Está a punto de presentar su último libro, ‘Mansa chatarra’.
—Es un libro que salió ya en junio, que lo ha montado un profesor de Literatura de la Universidad de Valencia, José Luis Falcó, y es una selección de mis textos en prosa o prosa poética relacionados con el mundo de los sueños. Ha salido en una pequeña editorial zaragozana que se llama Jekyll & Jill, que son dignos de admiración. Es un libro cuidadísimo que físicamente ya vale la pena tenerlo en las manos, aunque espero que el contenido supere al continente.
—He leído que una vez dijo que odia a los escritores de su generación y ellos le odian a usted.
—Esto es una frase sacada de contexto y que no tiene nada que ver con la realidad, pero es que en los medios es muy difícil practicar la ironía… nunca he querido ser original. Se me ha llamado ‘raro’, e incluso ‘raro entre los raros’ y yo nunca he pretendido serlo. En mi vida se dan una serie de circunstancias, el mundo de la ornitología, de la poesía, del póker, de los servicios secretos…que han creado a mi alrededor una aureola que a veces me pesa como una losa porque lo que me interesa es que se critique mi obra como poeta, como escritor. No pertenezco a ninguna facción poética ni a ningún grupo político, vivo en un pueblo del Pirineo paniaguando buitres. Se me ha llamado también ‘padre nutricio de la generación novísima’ e incluso ‘de la secta novísima’ y yo no he pretendido influir a nadie, quizás coincidiéramos en la misma carroña, como los buitres.
—Quizás por esa pasión por las aves necrófagas ha escrito crónicas necrológicas en la prensa…
—Tiene que ver. Los buitres me impresionaron desde la primera vez que me introduje en ese mundo, cuando hacía el servicio militar y esto ha podido influir en mí y en otra pasión inconfesable que es la del mundo de los cementerios. Yo tengo un poema que es una relación geográfica de lugares de toda España proclives al ahorcamiento. El mundo de la muerte siempre me ha rondado. Cuando estudié medicina estuve interno en la morgue del hospital clínico durante dos años. No sé si habrá visto fotos mías en la red bailando con un cadáver…
—Dentro del mito de Ferrer Lerín, de esa aureola que le molesta, está el tema del póker, del que se dice que usted vivió en varias épocas.
—Colgué los hábitos hace veinte años. desde niño tuve facilidad para el póker. Mi padre era médico y era muy aficionado y ya entonces le desplumaba a él y a sus amigos. Así que durante una época de mi vida aproveché el póker como fuente de ingresos. Beneficios que por otra parte destinaba siempre a la causa naturalista. Yo era estudiante y a veces jugaba los sábados para tener dinero y poder pagar la gasolina al día siguiente para trasladar carroña desde el zoo de Barcelona al Pirineo de Lérida y dar de comer a las aves.
—¿Y ha jugado en Internet?
—No, es que lo dejé hace años. Dejé de jugar al póker cuando mis hijos iban al instituto y sus compañeros les decían cosas como que tu padre ha desplumado al mío y este año no podremos ir a Benidorm. Era horrible. También es verdad que mis compañeros de mesa eran muy viejos y se dormían. Yo soy una persona con una gran ética y no podía coger el dinero y marcharme. Y el póker tampoco ha dejado gran poso en mi poesía. Solo un poema, ‘Casino en provincias’, que describe un poco lo sórdido de ese juego mitificado.
—De todas formas el mundo de Internet no le es ajeno. Tiene un blog, está en Facebook y es activo en la red, cuando a otros escritores de su generación les da urticaria.
—Eso es una pose. Yo todavía conozco gente que no solo no escribe en internet o en el ordenador, sino que sigue haciéndolo con lápiz. es una pose, como la gente que escribe en los bares, con ese tumulto… se ponen una bufanda y fuman en pipa…
—¿Y cuál es su método?
—Yo soy un obrero, un trabajador de la escritura. Le dedico entre 10 y 12 horas diarias, que no quiere decir que esté ese tiempo escribiendo, pero sí informándome, leyendo, en la red recabando información… Me encierro en mi habitación sin ruido y allí trabajo,luego a lo largo del día y estando en el Pirineo, me resulta muy fácil darme una caminata de una hora.
—Como barcelonés que vive fuera de Cataluña desde hace años, ¿Se le puede preguntar por la cuestión catalana o está hasta el gorro?
—Estoy agotado, ya no puedo más. No he vuelto a Barcelona desde el 68, pero la gente cree que todos los catalanes o todos los barceloneses pensamos igual y por suerte esto no es así. Barcelona es mi ciudad y me da pena que se esté convirtiendo en una capital de comarca. El provincianismo está llegando a unos extremos patéticos y la aventura a la que nos hemos unido todos, porque mucha culpa la tenemos los que no nos hemos enfrentado a ese movimiento nacionalista, no sé a dónde nos va a llevar. Soy muy pesimista.
Foto: Jesús Quintero |
Del enebro en la librería El Péndulo de sucursal Polanco (Alejandro Dumas, 81) de México D.F.
Del enebro, cuento de Jacob Ludwig y Wilhelm Karl Grimm, ilustrado con los collages de Alejandra Acosta y prologado por Francisco Ferrer Lerín. Edición bilingüe. Traducción del texto original en Plattdeutsch por Jessica Aliaga Lavrijsen.
Eric Gras recomienda el libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, en el Periódico Mediterráneo.
«¿Fue un sueño?; querría creerlo, pero ¿cómo podría? He hecho del sueño y de sus manifestaciones el estudio de toda mi vida, y sé sin lugar a dudas que el sueño no es ni una alegoría ni una fantasmagoría, sino una lengua por correspondencia que significa las ideas mediante sus analogías naturales y los hechos materiales mediante sus contrarios». Leí estas palabras de Charles Assilenau en ‘El infierno del bibliófilo’ (Desvelo Ediciones) poco después de haber concluido una de las lecturas más complejas e infrecuentes, hasta cierto punto caprichosa y, sobre todo, visionaria, de cuantas he tenido oportunidad de protagonizar hasta la fecha. Hablo de ‘Mansa chatarra’, una selección de textos de Francisco Ferrer Lerín que ha publicado Jekyll & Jill con un mimo y dedicación —diría, también, con absoluta devoción— que hacen de este ejemplar mucho más que un libro sin ton ni son.
Transcribir ese pequeño fragmento de Asselineau no es baladí, puesto que ‘Mansa chatarra’es un cúmulo de microrrelatos o cuentos o poemas narrativos o divertimentos, que brotan de sueños y ensoñaciones, de un mundo onírico que invita a la perplejidad. Y, ¿a qué viene tanto asombro? Ferrer Lerín ejemplifica, creo yo, a un estilo de escritor que necesita de la experimentación, de construir un universo abstracto a base de imágenes bárbaras —en el sentido de inhumanas—, heteróclitas.
Todo cuanto describe en su prosa poética o poesía narrativa, es, como decíamos, producto de los sueños o, mejor dicho, de la memoria de los mismos. Por eso no es de extrañar que en ellos podamos encontrar situaciones grotescas, simbolismos, pesadillas, un bestiario muy particular que capta nuestra atención y la martillea, creando una atmósfera que, finalmente, nos atrapa.
Gracias a algunos de sus textos tenemos oportunidad de conocer distintos monstruos, como el Yaga-Baba, Sobas-Munusinos (o envenenadores de sangre), Malabestia, Gruesa-Testa, Bifronte… Portentosa imaginación la suya, que provoca en el lector una sensación constante de inquietud. Y doy gracias por ello, pues su originalidad, que va mucho más allá de esa singular amalgama de monstruos y capítulos sombríos, resulta refrescante por lo chocante. Dicen que Ferrer Lerín es un autor inclasificable, hasta cierto punto maldito, que decidió alejarse de todo y de todos durante tres décadas. Su mutismo, sin embargo, menos mal que terminó, de modo que ahora volvemos a sentir la extrañeza de una literatura que sorprende. Sí o sí.
Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín. Selección y prólogo de José Luis Falcó. Collage de cubierta de Sobelman Corta y Pega (Jekyll & Jill, 2014)
El relato Obras públicas, de Francisco Ferrer Lerín, traducido al búlgaro y publicado en la Gaceta literaria (Sofía, Bulgaria).
Obras públicas fue publicado en el diario El País el 30 de diciembre de 1986.
El libro Del enebro uno de los protagonistas del vídeo sobre el Festival de Librerías de Arcadia, Bogotá.
Del enebro, cuento de Jacob Ludwig y Wilhelm Karl Grimm, ilustrado con los collages de Alejandra Acosta y prologado Francisco Ferrer Lerín. Edición bilingüe. Traducción del texto original en Plattdeutsch por Jessica Aliaga Lavrijsen.
José Ventura Chavarría entrevista a Francisco Ferrer Lerín en El Pirineo Aragonés, con motivo de la publicación del libro Mansa chatarra.
«Continente y contenido armonizan en la cuidada edición de «Mansa Chatarra» que ha corrido a cargo José Luis Falcó, profesor de Teoría de la literatura de la Universidad de Valencia. A la calidad del papel y el diseño de la maquetación, se unen varios elementos que convierten a esta obra en un reclamo para los bibliófilos y amantes de los libros bellos. La portada es un collage de Sobelman Corta y Pega –el nombre artístico de Elisa Gómez Sobelman– y está dedicada al animal yegua, muy presente en el universo onírico de Ferrer Lerín.»
Hacer click sobre la imagen para ampliar.
La Biblioteca Municipal de Jaca y Jekyll & Jill editores tienen el placer de invitarle a la conferencia «Memoria de los sueños en Mansa chatarra de Francisco Ferrer Lerín», que tendrá lugar el próximo miércoles, 13 de agosto, a las 20:30 horas, en el salón de Ciento del Ayuntamiento.
Junto al autor intervendrán Antonio Armisén (Universidad de Zaragoza) y José Luis Falcó (Universidad de Valencia).
Y, un día después, el jueves, 14 de agosto, de 12:00 a 14:00 horas, Francisco Ferrer Lerín firmará ejemplares de Mansa chatarra en la caseta de la Biblioteca.
«Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín. Uno de los libros del año. Por un lado la escritura inquietante, genial y surrealista de Ferrer Lerín. Por otro lado el diseño, la maquetación y el concepto del volumen made in Jekyll & Jill. Combinación insuperable.»
La Librería Cálamo (Zaragoza), recomienda el libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, selección y prólogo de José Luis Falcó, en su lista de los mejores libros del verano 2014.
Foto: Librería Rafael Alberti |
El escritor José Luis Morante escribe en su blog Puentes de papel sobre la presentación de Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, que tuvo lugar el pasado jueves, 26 de junio, en la Librería Rafael Alberti de Madrid. El autor estuvo acompañado por Félix de Azúa, José Luis Falcó (editor de este volumen) y Francisco Rico, que se sumó a la celebración.
De iquierda a derecha: Francisco Rico, Francisco Ferrer Lerín y Félix de Azúa, durante la presentación de Mansa chatarra.
«Sus textos nos muestran con claridad, y a veces con dureza, nuestra naturaleza, la materia con la que los humanos estamos hechos, indistinguible de la de cualquier animal, movida por las mismas pulsiones: un carroñero come, sin distinción, con la misma voracidad, la carne de una res que la de un hombre. En ocasiones surge lo absurdo y lo grotesco y nos puede recordar a Ionesco o, más aún, a Beckett por la descontextualización del tiempo y del espacio. Parece que, como le sucede a Robert Walser, los sueños invitan al narrador a plasmar sus obsesiones y a reflexionar sobre su mundo interior y exterior.»
Ricardo Reques reseña el libro Mansa Chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, selección y prólogo de José Luis Falcó, en el Diario de Córdoba.
Librería Rafael Alberti y Jekyll & Jill editores tienen el placer de invitarle a la presentación del libro Mansa Chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, que tendrá lugar el próximo jueves, 26 de junio, a las 19:30 horas en la librería Rafael Alberti (Calle Tutor, 57, Madrid). Junto al autor intervendrán el escritor Félix de Azúa y José Luis Falcó, responsable de la selección y prólogo de este libro, acompañados por la editorial.
«La fuerza, que con simples palabras colocadas con la precisión de un cirujano en pleno trabajo de autopsia, que destilan las pequeñas tormentas encontradas dentro de los relatos de «Mansa chatarra¨ conviven con el remanso de paz y control que requieren la serie “Domicilios” o con la sexual experiencia en la serie de relatos “Sueños” que son los que convierten a una literatura llana en escarpadas montañas donde subir y bajar, impidiéndonos detenernos, observar el paisaje y creer que estamos a salvo. No lo estamos, y esa es la verdadera naturaleza de lo que se escribe»
Sergio Sancor reseña Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, edición a cargo de José Luis Falcó, en Libros y Literatura, el blog de reseñas y noticias literarias.
«Entre el sueño y la ensoñación, en torno a lo onírico, giran estos pequeños planetas literarios, tan fronterizos y galácticos como su autor.»
Álvaro Valverde reseña en su blog el libro Mansa chatarra, de Francisco Ferrer Lerín, edición a cargo de José Luis Falcó.
La distribuidora de Madrid nos informa de que la librería Panta Rhei tiene en su poder los últimos ejemplares que quedan de la tercera edición del libro Del enebro, ilustrado por Alejandra Acosta, con prólogo de Francisco Ferrer Lerín. Hoy sábado los encontrarán, junto a su autora, en la caseta nº 59 de la Feria del Libro de Madrid, de 19:00 a 20:30 h.
Alejandra Acosta los dedicará como tan bonitamente siempre sabe hacer. ¡Corran, que se acaban!
Las fotos son de Monstse Meneses (pissandpoopism.blogspot.com.es). La última imagen es una captura de la página de eventos de la librería Panta Rhei.
Foto: Fran Ferrer |
Una versión reducida aparece publicada en la página 54 de Heraldo de Aragón (22-05-14)
-Dices: “Ferrer Lerín cree que sueña”. ¿Sueñas o no sueñas?
Sueño mucho, quiero decir que recuerdo muchos sueños porque me despierto muchas veces durante la noche, y es sabido que lo que llamamos “sueños” no son más que la memoria de los mismos. En cuanto a si creo que sueño despierto, cada vez menos. Y en cuanto a si los sueños, la memoria de los sueños, es un sueño, es la vigilia o es la realidad desde la que ahora escribo, tengo dudas.
-¿Qué sucede en tus sueños y qué no te pasa nunca?
Sucede lo que sucede en la parte de la vida que no consideramos sueños; los sueños son la vida misma, con algunas pequeñas ventajas como el don de lenguas, la capacidad de volar braceando y la extrema velocidad en el cálculo aritmético.
-Si les tuvieras que poner adjetivos, ¿qué dirías? Son atroces, eróticos, mortales, inquietantes, líquidos…
Hay de todo, como en la vida misma, como ya he dicho antes. La atrocidad se ejemplifica en la búsqueda despiadada del coche aparcado ya no sé dónde en la ciudad extraña. El erotismo, mejor la sexualidad, aflora cuando se acumula demasiada esperma. ¿Mortales?; no sé en qué sentido va la pregunta, quizá si se trata de contabilizar muertes sí se podría hablar de sueños ampliamente mortíferos, ese placer por aligerar el planeta. Inquietantes, muchos mucho. Líquidos, ¿qué es esto?; desde luego nunca he soñado con el mar, ese medio extraño; me reconozco como terrestre, eso sí con agua limpia para beber y lavarme ya que soy abstemio y de esmerada higiene.
-¿Qué diferencia hay para ti, y en tus textos, entre sueño y ensoñación?
Los sueños ya los he definido. La ensoñación suena a arrobamiento, a embobamiento; por ahí no van mis tiros.
-¿Qué te ocurre con las palabras: qué te dan, qué les das, qué puedes hacer con ellas?
Las palabras son la razón por la cual sigo vivo, me refiero a vivo pensante. Con ellas intento construir mi universo y construir mis poemas, que no son otra cosa que la nueva colocación de las palabras, que la doma del lenguaje hasta sus últimas consecuencias.
-¿Qué es lo más bello y lo más terrible de un sueño?
Siempre el despertar, ya que permite recordarlo (la memoria del sueño que es el sueño) y al mismo conduce a perderlo.
-¿Qué lugar ocupan el amor, la voluptuosidad y el deseo en tus cuentos, oníricos o no?
Estamos hablando de Mansa chatarra un libro en el que la selección de los textos se hace siguiendo un criterio; que tengan como denominador común su carácter onírico. Dicho esto, el porcentaje de pasión amorosa será el mismo que el que aparece en mis sueños; va menguando con el paso de los años dando el relevo a otras pasiones menos apreciadas en la sección de Sociedad de la Hoja Diocesana.
-¿Es el sueño el lugar ideal para seducir a una cuñada, por ejemplo?
La seducción o el intento de seducción de una cuñada en sueños es una actividad que fue relativamente frecuente hace unos años y que me ha dado después, al trasladarla al papel, algunos quebraderos de cabeza ya que para mí quedaba claro qué cuñada era la de los sueños pero resulta que fueron varias las cuñadas (me di cuenta que no sólo contaban las cuñadas sino también las concuñadas) que creyeron reconocerse en los diversos lances.
-¿En qué se diferencia la espalda de una mujer casada de una soltera?
La espalda de una mujer (joven) casada es más sabia, flexible y risueña que la de una mujer (joven) soltera. Aunque esta aseveración tiene lugar en un relato escrito hace cincuenta años, cuando las espaldas marcaban el rumbo de las relaciones internacionales.
-Insistes varias veces en la mujer que amas. O la que aman algunos de tus personajes. ¿Qué debe tener, cómo debe ser, existe o es una quimera?
Los personajes no son tales sino que son simples apariencias del autor. O sea que soy yo siempre el que realiza estas declaraciones de principios. Serían cosas de la infancia y adolescencia, de cuando uno se enamoraba y olvidaba con suma facilidad; aquello tan cursi de amar el amor.
-Repites al menos dos veces: “Debí equivocarme a menudo”. ¿Es retórica o tienes esa sensación?
Así como en la pregunta anterior me olvidé de añadir que la formulación también podía ser meramente retórica, aquí el equivocarme a menudo es una constatación firme; nada de lo que me rodea es unívocamente cierto, en los sueños y fuera de ellos.
-¿Desde cuándo te inquietan o te apasionan los monstruos?
Quizá desde la infancia he tenido afición por estas simpáticas criaturas. Los libros sobre teratología humana de la biblioteca de mi abuelo Ivo contribuyeron sin duda a forjar esta tendencia. En la entomología, además, surgen formas poco acordes con nuestra manera convencional de tratar el canon de belleza; y yo amo los insectos.
-¿Cómo son, qué hacen, de dónde vienen? [Los tuyos, claro]
Los monstruos, por regla general, los llevamos en la sangre y si se me apura, en la cabeza. Claro, las personas atentas y educadas tenemos más posibilidades de descubrirlos y, si la curiosidad es mutua, podemos convivir con ellos abriendo líneas de negocio que nos lleven a la concupiscencia.
-¿Has conocido alguna vez cabras que atormentan a los mineros?
Pasé largas temporadas en Mequinenza. Allí conocí a un profesor de la universidad de Lovaina dedicado al amaestramiento de cabras hechiceras, útiles semovientes que ayudaban en la extracción del carbón emitiendo raros balidos que quebraban la roca; otra cosa es que esa actitud, más propia de las sirenas, engatusara a algunos obreros que dejaron hogar y faena huyendo con las cabras hacia comarcas catalanas.
-¿Cuál es la clave de tus cuentos o microrrelatos: el extrañamiento, el estupor, la facultad de saltar al más allá, la inclinación a “despertar en cama extraña”?
Descubrir la clave es labor de exegetas. Yo puedo decir que el modelo de mis textos en prosa más recientes es el que sintetiza mi escritura: carencia de aditivos, brevedad, ritmo nervioso. Que se sustente en el mundo de los sueños permite, desde luego, dar esos saltos y sorprenderme a mí mismo con ellos.
-¿Cómo conviven la realidad y la ficción, la erudición y la cotidianidad, el amor y el horror? ¿Usas una fórmula secreta?
Tiendo últimamente a no dar nombres, a no acudir a las citas pero es inevitable reconocer que Jorge Luis Borges ha sido el mejor en esos campos. Nadie como él ha mezclado erudición con ficción de modo que no sólo no resultara excesivo sino que resultara necesario. Mi fórmula la desconozco; como tantas cosas, brota al ponerme a escribir, no necesitando para arrancar más que una leve historia soñada u oída en el tranvía, incluso a veces vale un palabra aislada pronunciada fuera de contexto por algún devoto.
-¿Tienes la sensación de que el escritor oculto Ferrer Lerín ya no existe?
No sé qué quiere decir exactamente “escritor oculto”; ¿el que no publica, el que publica poco y mal, el que publica pero no participa de la liturgia literaria? En los dos primeros apartados ya no consto, en el tercero consto a medias.
-¿En qué sigues siendo transgresor?
Antes ya he comentado cómo creo que ha de producirse el hecho poético; mediante la ilación forzada de palabras y sintagmas, mediante la obtención de resultados sorprendentes surgidos de la experimentación en el laboratorio lingüístico; no sé si todo ello es un trabajo transgresor, lo que sí sé es que sus frutos son bastante diferentes a los que se obtienen con los métodos de toda la vida.
-Kafka, Tomeo, Borges, Perucho, Perec, Cristóbal Serra. ¿Te sientes cercano a alguno?
Borges, ante todo; después Kafka.
-¿Tienes la sensación de que este es un libro nuevo, con su propio empaque y personalidad, o un libro de retazos, una antología?
Es un libro nuevo no sólo por el enfoque que le ha dado el profesor de la universidad de Valencia José Luis Falcó al seleccionar textos de marcado carácter onírico, no diferenciando, además, lo que tradicionalmente se conoce como prosa y verso, sino que muchos de los textos éditos recogidos actúan de hecho como inéditos, dado el tiempo transcurrido desde que fueron publicados, en ediciones hoy inencontrables.
-¿Crees que tus libros pueden leerse en clave contemporánea, que sirven para explicar la crisis, los problemas de identidad, el desconcierto existencial?
No creo. Contemporáneos está claro que sí son. Ahora si alguien busca resolver esos trillados dilemas hará bien en buscar otro tipo de géneros literarios como los manuales de autoestima y las tertulias televisivas.
-Última cuestión: ¿cómo te llevas con los géneros, dónde te sientes más cómodo: prosa poética, poema en prosa, microcuento, relato clásico, poema…?
Me siento cómodo escribiendo poemas paleográficos de señalado aspecto experimental y, desde que comencé a utilizar mi blog como mesa de operaciones (2019), me siento cómodo redactando informes y sentidas historias, oníricas o no, de breve extensión y bonita sintaxis.
Foto: Fran Ferrer |
Una versión reducida aparece publicada en la página 54 de Heraldo de Aragón (22-05-14)
-Dices: “Ferrer Lerín cree que sueña”. ¿Sueñas o no sueñas?
Sueño mucho, quiero decir que recuerdo muchos sueños porque me despierto muchas veces durante la noche, y es sabido que lo que llamamos “sueños” no son más que la memoria de los mismos. En cuanto a si creo que sueño despierto, cada vez menos. Y en cuanto a si los sueños, la memoria de los sueños, es un sueño, es la vigilia o es la realidad desde la que ahora escribo, tengo dudas.
-¿Qué sucede en tus sueños y qué no te pasa nunca?
Sucede lo que sucede en la parte de la vida que no consideramos sueños; los sueños son la vida misma, con algunas pequeñas ventajas como el don de lenguas, la capacidad de volar braceando y la extrema velocidad en el cálculo aritmético.
-Si les tuvieras que poner adjetivos, ¿qué dirías? Son atroces, eróticos, mortales, inquietantes, líquidos…
Hay de todo, como en la vida misma, como ya he dicho antes. La atrocidad se ejemplifica en la búsqueda despiadada del coche aparcado ya no sé dónde en la ciudad extraña. El erotismo, mejor la sexualidad, aflora cuando se acumula demasiada esperma. ¿Mortales?; no sé en qué sentido va la pregunta, quizá si se trata de contabilizar muertes sí se podría hablar de sueños ampliamente mortíferos, ese placer por aligerar el planeta. Inquietantes, muchos mucho. Líquidos, ¿qué es esto?; desde luego nunca he soñado con el mar, ese medio extraño; me reconozco como terrestre, eso sí con agua limpia para beber y lavarme ya que soy abstemio y de esmerada higiene.
-¿Qué diferencia hay para ti, y en tus textos, entre sueño y ensoñación?
Los sueños ya los he definido. La ensoñación suena a arrobamiento, a embobamiento; por ahí no van mis tiros.
-¿Qué te ocurre con las palabras: qué te dan, qué les das, qué puedes hacer con ellas?
Las palabras son la razón por la cual sigo vivo, me refiero a vivo pensante. Con ellas intento construir mi universo y construir mis poemas, que no son otra cosa que la nueva colocación de las palabras, que la doma del lenguaje hasta sus últimas consecuencias.
-¿Qué es lo más bello y lo más terrible de un sueño?
Siempre el despertar, ya que permite recordarlo (la memoria del sueño que es el sueño) y al mismo conduce a perderlo.
-¿Qué lugar ocupan el amor, la voluptuosidad y el deseo en tus cuentos, oníricos o no?
Estamos hablando de Mansa chatarra un libro en el que la selección de los textos se hace siguiendo un criterio; que tengan como denominador común su carácter onírico. Dicho esto, el porcentaje de pasión amorosa será el mismo que el que aparece en mis sueños; va menguando con el paso de los años dando el relevo a otras pasiones menos apreciadas en la sección de Sociedad de la Hoja Diocesana.
-¿Es el sueño el lugar ideal para seducir a una cuñada, por ejemplo?
La seducción o el intento de seducción de una cuñada en sueños es una actividad que fue relativamente frecuente hace unos años y que me ha dado después, al trasladarla al papel, algunos quebraderos de cabeza ya que para mí quedaba claro qué cuñada era la de los sueños pero resulta que fueron varias las cuñadas (me di cuenta que no sólo contaban las cuñadas sino también las concuñadas) que creyeron reconocerse en los diversos lances.
-¿En qué se diferencia la espalda de una mujer casada de una soltera?
La espalda de una mujer (joven) casada es más sabia, flexible y risueña que la de una mujer (joven) soltera. Aunque esta aseveración tiene lugar en un relato escrito hace cincuenta años, cuando las espaldas marcaban el rumbo de las relaciones internacionales.
-Insistes varias veces en la mujer que amas. O la que aman algunos de tus personajes. ¿Qué debe tener, cómo debe ser, existe o es una quimera?
Los personajes no son tales sino que son simples apariencias del autor. O sea que soy yo siempre el que realiza estas declaraciones de principios. Serían cosas de la infancia y adolescencia, de cuando uno se enamoraba y olvidaba con suma facilidad; aquello tan cursi de amar el amor.
-Repites al menos dos veces: “Debí equivocarme a menudo”. ¿Es retórica o tienes esa sensación?
Así como en la pregunta anterior me olvidé de añadir que la formulación también podía ser meramente retórica, aquí el equivocarme a menudo es una constatación firme; nada de lo que me rodea es unívocamente cierto, en los sueños y fuera de ellos.
-¿Desde cuándo te inquietan o te apasionan los monstruos?
Quizá desde la infancia he tenido afición por estas simpáticas criaturas. Los libros sobre teratología humana de la biblioteca de mi abuelo Ivo contribuyeron sin duda a forjar esta tendencia. En la entomología, además, surgen formas poco acordes con nuestra manera convencional de tratar el canon de belleza; y yo amo los insectos.
-¿Cómo son, qué hacen, de dónde vienen? [Los tuyos, claro]
Los monstruos, por regla general, los llevamos en la sangre y si se me apura, en la cabeza. Claro, las personas atentas y educadas tenemos más posibilidades de descubrirlos y, si la curiosidad es mutua, podemos convivir con ellos abriendo líneas de negocio que nos lleven a la concupiscencia.
-¿Has conocido alguna vez cabras que atormentan a los mineros?
Pasé largas temporadas en Mequinenza. Allí conocí a un profesor de la universidad de Lovaina dedicado al amaestramiento de cabras hechiceras, útiles semovientes que ayudaban en la extracción del carbón emitiendo raros balidos que quebraban la roca; otra cosa es que esa actitud, más propia de las sirenas, engatusara a algunos obreros que dejaron hogar y faena huyendo con las cabras hacia comarcas catalanas.
-¿Cuál es la clave de tus cuentos o microrrelatos: el extrañamiento, el estupor, la facultad de saltar al más allá, la inclinación a “despertar en cama extraña”?
Descubrir la clave es labor de exegetas. Yo puedo decir que el modelo de mis textos en prosa más recientes es el que sintetiza mi escritura: carencia de aditivos, brevedad, ritmo nervioso. Que se sustente en el mundo de los sueños permite, desde luego, dar esos saltos y sorprenderme a mí mismo con ellos.
-¿Cómo conviven la realidad y la ficción, la erudición y la cotidianidad, el amor y el horror? ¿Usas una fórmula secreta?
Tiendo últimamente a no dar nombres, a no acudir a las citas pero es inevitable reconocer que Jorge Luis Borges ha sido el mejor en esos campos. Nadie como él ha mezclado erudición con ficción de modo que no sólo no resultara excesivo sino que resultara necesario. Mi fórmula la desconozco; como tantas cosas, brota al ponerme a escribir, no necesitando para arrancar más que una leve historia soñada u oída en el tranvía, incluso a veces vale un palabra aislada pronunciada fuera de contexto por algún devoto.
-¿Tienes la sensación de que el escritor oculto Ferrer Lerín ya no existe?
No sé qué quiere decir exactamente “escritor oculto”; ¿el que no publica, el que publica poco y mal, el que publica pero no participa de la liturgia literaria? En los dos primeros apartados ya no consto, en el tercero consto a medias.
-¿En qué sigues siendo transgresor?
Antes ya he comentado cómo creo que ha de producirse el hecho poético; mediante la ilación forzada de palabras y sintagmas, mediante la obtención de resultados sorprendentes surgidos de la experimentación en el laboratorio lingüístico; no sé si todo ello es un trabajo transgresor, lo que sí sé es que sus frutos son bastante diferentes a los que se obtienen con los métodos de toda la vida.
-Kafka, Tomeo, Borges, Perucho, Perec, Cristóbal Serra. ¿Te sientes cercano a alguno?
Borges, ante todo; después Kafka.
-¿Tienes la sensación de que este es un libro nuevo, con su propio empaque y personalidad, o un libro de retazos, una antología?
Es un libro nuevo no sólo por el enfoque que le ha dado el profesor de la universidad de Valencia José Luis Falcó al seleccionar textos de marcado carácter onírico, no diferenciando, además, lo que tradicionalmente se conoce como prosa y verso, sino que muchos de los textos éditos recogidos actúan de hecho como inéditos, dado el tiempo transcurrido desde que fueron publicados, en ediciones hoy inencontrables.
-¿Crees que tus libros pueden leerse en clave contemporánea, que sirven para explicar la crisis, los problemas de identidad, el desconcierto existencial?
No creo. Contemporáneos está claro que sí son. Ahora si alguien busca resolver esos trillados dilemas hará bien en buscar otro tipo de géneros literarios como los manuales de autoestima y las tertulias televisivas.
-Última cuestión: ¿cómo te llevas con los géneros, dónde te sientes más cómodo: prosa poética, poema en prosa, microcuento, relato clásico, poema…?
Me siento cómodo escribiendo poemas paleográficos de señalado aspecto experimental y, desde que comencé a utilizar mi blog como mesa de operaciones (2019), me siento cómodo redactando informes y sentidas historias, oníricas o no, de breve extensión y bonita sintaxis.