José Ignacio González reseña Magistral, de Rubén Martín Giráldez en la revista cultural argentina Otra Parte:
El más famoso título de Henry Miller, Trópico de Cáncer, empieza avisando: “Esto no es un libro. Es un libelo […] un insulto prolongado, un escupitajo a la cara del arte, una patada en el culo a Dios […]”. Magistral, de Rubén Martín Giráldez, es una filípica furiosa, una invectiva, una rara avis necesaria de las que agitan nuestras letras cada cierto tiempo. Su leve excusa argumental gira alrededor de un libro imaginario y justamente homónimo, pero no para ocuparse de su crítica (como en Sartor Resartus, en los cuentos de Borges o en La literatura nazi en América), sino para que el propio autor explique su recepción: la inteligencia de este constructo es tal que contiene, anticipa y acaba por desactivar sus posibles reseñas desfavorables.
Los temas que se ensayan bajo esa sátira desatada enmiendan la totalidad de la actual creación española a través de una apología esforzada del impulso al lenguaje castellano, que Giráldez considera perdido desde el tiempo de Gracián, y así está en Magistral el intento valiente de encontrar una voz singular, pero también la denuncia al lector narcotizado y a la crítica adocenada, el cuestionamiento de un idioma inutilizado (que en realidad va dirigido a los que no lo usan ni se atreven a expandirlo), los problemas de la traducción para trasladar los avances que se producen en las nuevas escrituras allende nuestras fronteras idiomáticas (qué decir donde pone too fart) y, por encima de todo, una profunda indignación ante los heraldos locales que osan proclamar la muerte de la Novela mientras que en Norteamérica están publicando autores de la talla gigante de Ben Marcus. Precisamente la epifanía que para el narrador supone la lectura de la obra de Marcus Notable American Women lo impele a incluir en el libro no sólo fragmentos de aquella, sino también las tapas y las primeras páginas, aunque con ligeras variantes con respecto al original que corrigen políticamente el título (Notable North American Women) o expresan la imposibilidad de que llegue incólume tras su translación (hay volcadas partes en inglés y otras en que se elige la cacofonía frente al significado, como traducir dates por dátiles).
Lo que queda claro en esta denuncia es que mientras el idioma anglosajón tiene una tradición de ruptura que empieza por Sterne y sigue con Joyce, Beckett, Burroughs o Burgess, y que el francés lo transgredieron Rabelais, Blanchot, Jabès o Genet, el español literario es para Giráldez una lengua muerta sostenida por burócratas acomodados y de la que nadie se preocupa desde Julián Ríos: Cela no es Céline igual que la opereta no llega a ópera, y carecemos de manifiestos como el de Ginsberg contra el conformismo de su generación. Consigue Magistral retorcer el habla y acuñar nuevos términos cuando estos no existen o no son suficientes, pero sin acudir al épater de las vanguardias, al galimatías babélico de Ríos o a la aliteración interna de Cabrera Infante; el autor sabe que del Verbo surge el mundo, y justamente ha logrado levantar un Golem y crear un castillo propio hecho de palabras como “cadaverítica” o “mezzosopranía”.