Etiqueta: Los hombres de Rusia

Entrevista a Reinaldo Laddaga en El Asombrario



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Excelente entrevista a Reinaldo Laddaga con motivo de la publicación de la novela Los hombres de Rusia. Por Carlos Madrid, en El Asombrario.

Reinaldo Laddaga: «La extrema derecha aprovecha la victimización del varón blanco»

El avance de la extrema derecha ha sido un poco como el cuento del lobo. Podías intuir que cierta actividad había, aunque era más fácil obviarlo. Ahora, con una América con regímenes que hacen tambalear los soportes de la democracia y una Europa donde esta ideología toma peso, es sencillo apuntar: ¡Te lo dije! En España, el ascenso de Vox en las recientes elecciones ha venido sobre todo de la mano de loshombres menores de 30 años. El escritor Reinaldo Laddaga (Rosario, Argentina, 1963) plasma esta realidad en un libro que usa ficción y realidad a partes iguales: ‘Los hombres de Rusia’ (Jekyll & Jill).

 ¿Qué es ‘Los hombres de Rusia’?

Es una narración que se presenta como un texto encontrado. Este texto es escrito por el que suponemos es un militante de la extrema derecha norteamericana. El texto consiste en las memorias de un adolescente que recibe sus inicios en la educación sexual de manos de un miembro femenino de un grupo de identidad algo oscura que se hace llamar Los hombres de Rusia. Estos trafican con mujeres y drogas y desembocan en un zoológico abandonado y medio inundado que está dirigido por los padres de este adolescente. En el camino se reconstruyen ciertas genealogías de la extrema derecha a partir de la madre del muchacho y del líder de Los hombres de Rusia. Genealogías que van desde Italia hasta EE UU, haciendo un retrato más bien espectral de una tradición a medias cierta y a medias fantaseada.

¿Por qué usar esta dualidad?

El libro demandó un trabajo de investigación. Yo solía ser hasta hace poco un académico. De hecho, el texto se presenta como una suerte de saga a la antigua. Una narración hecha para conservar la memoria de una cierta tradición, una suerte de enciclopedia narrativa. En la trama del libro se engarzan grandes cantidades de información fáctica; hechos de personajes, de autores, de teorías… Sobre esta información fáctica, se montan una serie de alucinaciones que remiten a un mundo de fantasía.

¿Por qué te interesaba crear este juego?

Yo no sé si utilizaría la palabra interés. El trabajo de escritura de este libro, más que el de otros, me demandó una suerte de suspensión de la percepción entre la realidad y la ficción. El procedimiento fue desde el principio retener informaciones y usarlas como plataformas para dejarme llevar, sin pensar demasiado adónde iba.

Este juego lo haces extraliterariamente, pero también dentro de la propia obra. Todo el conjunto del libro va en la misma línea.

El libro juega con algunos de los procedimientos de la tradición: el documento encontrado; pero sobre todo la novela de formación, del fin de la infancia. Se produce un redescubrimiento de la sexualidad, sobre el trasfondo de una fantasmagoría política.

Esta fantasmagoría política es a lo que te referías antes con la extrema derecha y su desarrollo. ¿Por qué hablar de ella? ¿Es necesario en estos momentos?

Porque es crucial hoy por hoy. Con la elección de Trump en EE UU descubrimos corrientes subterráneas que no estaban o que no queríamos ver y que cobraron una potencia amenazante. Algo que ha movido la escritura del libro es una sensación de oscuro miedo.

¿Cuánto de soterrada estaba esa extrema derecha?

Quienes vivimos en las grandes ciudades no sabíamos de la dimensión de fenómenos que son propios, en EE UU, del mundo rural y los pueblos pequeños. Por eso la geografía del libro es la de la Florida rural. Hemos descubierto un país que no conocíamos y que no es tanto un país tradicional, sino en profunda crisis.

Unos movimientos que se alimentan de las épocas de crisis.

Exacto. Lo que a mí me pareció significativo, y creo que aparece reflejado en el libro, es cómo esta crisis, del trabajo, de los mundos sociales asociados a la economía industrial, ha desencadenado una crisis de masculinidad; una dimensión sexual de la crisis que me parece crucial. Sin esta crisis, al menos en EE UU, no se entiende el fenómeno. Por eso en la novela quería cruzar estas dimensiones. Y, por ello, la novela está centrada en la iniciación sexual.

¿Puedes desarrollar más esta idea?los-hombres-de-rusia-2

La principal fuerza de los trabajos en la industria eran los hombres: hombres que encontraban en su pertenencia al mundo del trabajo una fuente de respeto a sí mismos que a día de hoy ya no pueden. Las mujeres salen a trabajar y, por lo tanto, los hombres dejan de ser los dueños de casa y pasan a trabajar en empleos de servicios que en muchos casos ven feminizados: cocina, limpieza… De modo que hay una dimensión de pérdida de potencia sexual asociada con el tipo de crisis de esos mundos sociales.

Todo ello multiplicado por el elogio de la mujer en los medios y que ellos leen como corrección política. El caso particular de EE UU es que los varones blancos, por lo menos de cierta clase social, que han sido y siguen siendo privilegiados, sin embargo, están sufriendo una experiencia de victimización de la que la extrema derecha es su representación.

¿Funciona el libro como una especie de aviso para navegantes?

Yo he tratado en el libro de no ser didáctico. Mi posición en el libro es la de construir un mundo fantasmagórico, pero también complejo. Me preocupa la caricaturización de los votantes de la extrema derecha que se produce desde el lado progresista. El caso más claro es el de Hillary Clinton cuando tachó a Trump de ignorante. No es un libro fácil de leer y no sé si es una brújula que nos ayuda en la navegación. No es un libro pedagógico. Es un acto de expresión de una experiencia personal, de una experiencia de época que se expresa en colecciones de datos y de libros.

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Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en Pliego Suelto



Santiago García Tirado reseña Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, en la revista Pliego Suelto:

De la quimera a la Teoría Política: sobre «Los hombres de Rusia» de Reinaldo Laddaga

Una novela de novelas solo podía haber sido concebida en una mente curtida en ejercicios cervantinos y/o borgeanos, y ese es el caso de la nueva propuesta de Reinaldo Laddaga, Los hombres de Rusia (Jekyll & Jill, 2019). Texto desbordante, inacabable, mutante, mesmérico, audaz, asume todos los aspectos de contenido y de procedimiento que el autor ha ido tejiendo en su obra previa, y que se ubica cómoda en el entorno de lo que conocemos como heterodoxia.

Literatura para adictos, novela de sobredosis, ya en las primeras páginas el propio texto despliega su prospecto de uso: será “tedioso, oscuro, imposible de acabar”. Se trata de una anticipación inteligente que sirve para poner al lector potencial ante la necesidad de dejarse arrastrar por el disparate. Eso, o desistir. No por nada el autor ha sido antes el primer lector de una historia que, no tarda en asegurarnos, es la traducción de un manuscrito. Laddaga también tiene su Cide Hamete Benengeli y se llama Aulus Gellius.

Un desfile de botarates sitia el despacho Oval

Pepe, meme popular en 4chan

Un manuscrito es un plano interpuesto entre el autor y su narración final, un recurso que ensancha la distancia con el fin de simplificar la asunción de la fantasía. Sin embargo, Laddaga ubica la zona cerode su historia en un terreno delimitado, concreto, aunque virtual: el texto llegó a sus manos tras haber investigado durante meses en el foro preferido por los reaccionarios estadounidenses, 4chan.

Explica a continuación que allí se fue encontrando con una serie de alusiones nebulosas a una inminente “Rebelión Beta” y se empapó de un supremacismo blanco que, contra pronóstico, se mostraba orgulloso sosteniéndose sobre una buena cantidad de obras y autores de pensamiento complejo. Entre las obras de referencia no era desdeñable el peso de Los devoradores de cadáveres (1976), de Michael Crichton, o el videojuego Overwatch. Todas esas aparentes informaciones dispersas habían de encontrar una explicación precisamente en el texto de Aulus Gellius.

La explicación se consigna, pues, como marco a la novela delirante que la sucede y con ella Laddaga advierte al lector de que podrá a menudo tener la sensación de estar leyendo una suma de disparates bárbaros, a la altura de las macanas con las que diversos vendedores de crecepelo a lo largo de la historia han logrado infatuar y llevar a la gloria a pequeñas tribus de dementes. Lo terrible, lo auténticamente desesperante es que lo que va reseñando Laddaga por boca de Aulus Gellius son algunos de los relatos del pasado que en la actualidad han sido asumidos por diversos ideólogos y políticos, muchos de ellos en pleno ejercicio del poder.

Reinaldo Laddaga, escritor

No tarda en aparecer en ese prefacio el nombre de Trump, aunque conviene no olvidar otros nombres que han ido definiendo el imaginario colectivo: Disney, por ejemplo, con todo lo que ha supuesto para el mundo norteamericano en cuanto a creación de un universo con unas reglas propias para la asunción y comprensión de lo real.

El cruce de lo real y la ficción devienen en una realidad nueva de raíz espectacular, algo que acaba ocupando el espacio del fenómeno y convirtiéndose así en lo único digno de ser admitido como verdad. Ahí están, para convencernos de lo que dice Laddaga, las sucesivas apariciones de Donald Trump en el World Wrestling Entertainment. Quedaría solo en una faceta golfa del supermillonario con aspiraciones políticas, si no fuera por lo mucho que se parece el Trump que pelea en vivo al que día sí y día también termina a la gresca con quienes han sido históricamente socios de los Estados Unidos. Y con toda la fauna mundial, los días que se levanta bravo. Según ese cuadro, para muchos norteamericanos nadie es más digno de ser creído que su jefe de filas, de quien esos fieles seguidores destacan su compromiso con la verdad.

El hombre que mira a las bestias mientras mira el arte

Entender Los hombres de Rusia exige previamente saber algo más de Laddaga. Por ejemplo, que es un analista atento de las múltiples formas de arte de vanguardia. Empeñado desde hace años en investigar lo que pueda tener de innovador el arte de este siglo, ha dado a la imprenta varias obras que se han constituido en referencia necesaria: Estética de la emergencia (2006) y Estética de laboratorio (2010), pero también Literaturas indigentes y placeres bajos (1999), o Espectáculos de realidad(2007), obras en las rastrea el vanguardismo en la literatura contemporánea.

Laddaga y Carrión, 2015

Conviene también recordar que su labor de picapedrero del arte lo ha llevado a él mismo a la experimentación, en obras colaborativas y de propuesta no convencional –remake, reescritura, asociación libre de imágenes y textos– en obras tan poco ortodoxas como Riplay. Historias para no creer (2015) y Cosas que un mutante tiene que saber (2013), obra esta última donde el texto dialoga con una serie de composiciones musicales igualmente rompedoras.

Ese impulso experimentador es el que conduce a Laddaga al libro que ahora comentamos, el que hasta ahora es su más ambicioso artefacto. Y el mejor acabado.

El otro foco de atención –muy conectado con este, pese a lo que pueda parecer en un primer momento– es el que ha supuesto para el autor la política actual, y en concreto las formas espectaculares de poder que han diseñado y exportado con éxito los Estados Unidos. Esa mirada política se asoma a la citada obra sobre Riplay, con todo lo que el fenómeno Riplay tiene de hibridación entre realidad y show, pero cobra dimensión plena en Tres vidas secretas: John D. Rockefeller, Walt Disney y Osama Bin Laden (2008). En una conversación, años atrás, Laddagame explicaba cómo esos tres personajes habían desarrollado un empeño común: el de magnificar sus obsesiones personales hasta elevarlas a seña identitaria de toda una cultura.

A poco que se observe el fenómeno, es fácil destacar su componente creativo. Perverso y con rasgos inopinados de heterodoxia, es indiscutible, pero con un marcado cariz vanguardista. Y vanguardia hubo también en otros personajes del S. XX que hicieron incursiones en política, como Gabriele D’Annunzio, a quien Lenin llegó a definir como el único verdadero revolucionario aparte de él mismo. Vanguardia y fascismo convergieron en Marinetti y los futuristas. Y otras variantes innovadoras del totalitarismo fueron desarrolladas posteriormente por personajes como Francis P. Yockey, CyrusTeed, Julius Evola. Y, andando el tiempo, por los ideólogos actuales de Putin (A. Dugin) y de Donald Trump (Steve Bannon).

Reinaldo Laddaga, 2019

Cada una de estas formulaciones en serie ocupa un capítulo propio en esta Historia universal del disparate que traza el libro, lo que resulta en una forma solidaria de ensayo y narración que Laddaga estira hasta llenar con ella la mayor parte del texto. Huelga decir que el híbrido funciona a la perfección.

En efecto, lo que otorga a Los hombres de Rusia su perfil heteróclito es esa combinación arriesgada: experimenta con formas extremas de narración a la vez que indaga en las mutaciones que el dislate fascistoide ha ido sufriendo en el tiempo, hasta lograr sobrevivir en la charca de la actual democracia agonizante. Formalmente, el ensayo enciclopédico y la narración se entrecruzan en una forma que difícilmente reconocerá un lector intoxicado por el discurso muelle del realismo convencional.

A eso precisamente se refiere cuando advierte que sus primeros lectores, amigos, lo habían encontrado “tedioso, oscuro, difícil de acabar”. Borges, que forjó una obra única con un procedimiento similar, le negó siempre a sus relatos la posibilidad de que ampliaran sus dimensiones hasta constituir una novela. Laddaga se lo permite a los suyos y asume los efectos estéticos que esa propuesta desencadena. En ningún momento parece preocupado por perder atractivo.

A toda forma de vida salvaje le cae bien Florida

Es también binario el juego de los planos sobre los que se traza el texto. En un primer plano, el último habitante de un lugar de pesadilla –un zoo abandonado en Estero, Florida– irá narrando la llegada de un grupo variopinto autodenominado “los hombres de Rusia” que tomará posesión de los pabellones y jaulas vacías donde antes habitaron los animales.

En un segundo plano, ese mismo narrador irá desgranando capítulos de su genealogía desde su antepasado Giuseppe Antonio Borgese, admirador de D’Annunzio, que posteriormente se casaría con Elisabeth Mann, la hija del Nobel. Y a partir de ellos irá trazando otra genealogía paralela, la de las teorías políticas en torno a un gobierno mundial, la utopía totalitaria, el triunfo final de los hombres superiores.

En esa genealogía descubrimos una idea recurrente. Según esta, el mesías venidero se identifica con el pueblo varangiano, el de hombres rubicundos, fornidos y, ante todo, puros vikingos del sur de Suecia que a lo largo de la Edad Media se fueron extendiendo por el Este hasta Kiev. En esas praderas los varangianos se dieron a conocer como los Rus y andando el tiempo se constituirían en el pueblo mítico que dio origen a la Rusia que conocemos.

La versión reducida del Beowulf que fue Los devoradores de cadáveres, de Michael Crichton, sirvió para democratizar la mitología redescubierta (y que de tiempo atrás se estaba echando en falta). Mucho pasto y recortes en Filosofía después llegaría la Alt-Right, cómo no, cargadísima de razones hasta reventar de verdad. Varias tendencias políticas en boga comparten las líneas de fuerza básicas de este varangianismo, según el cual hay una estirpe de seres superiores que deben ejercer ese estatus sin complejos, y todo lo demás es socialismo, sionismo y debilidad cerebral.

Una mirada aparte se merecen los elementos simbólicos que introduce Laddaga, algunos muy destacables, y entre ellos no es el menor el escenario escogido: jaulas abandonadas por las fieras, ahora usadas para encerrar a las esclavas sexuales, edificios ya privados de significado reconvertidos en casa de la nueva humanidad que pretende sanar al mundo.

Walt Disney y Mickey Mouse

Y todo ello en Estero, Florida, el lugar donde acabó especialmente Cyrus Teed, líder de los Koreshanos, un lugar a su vez no muy distante de aquel otro donde un visionario dibujante levantaría un mundo a su medida, el Walt Disney World, para los siglos venideros la patria donde la realidad y la ficción se fusionaron para acceder a otra dimensión, más aceptable, más verdadera. En ese lugar salvaje se asentará una sociedad alocada, cuyo destino se une al del líder y que está empeñada en devolver el orden que el mundo nunca debió perder con conceptos como la igualdad y la democracia.

En esta parte simbólica y de delirio, la narración es una muestra de la desaforada capacidad inventiva de Laddaga: un mundo abigarrado, ideas desquiciantes, un ataque continuo a la razón con efectos similares a los de una buena sobredosis de estupefacientes. Lo que en otros habría sido un alarde de manierismo, en Laddaga se reivindica como obra estable, al imbricar con éxito materia y forma en su relato.

Acabada la novela, lo que queda flotando en el aire son trazas de oráculo contemporáneo. No tanto porque la obra acuda a revelar el futuro que nos espera, sino en el sentido de que añade lucidez, inteligencia.

El dislate permanece en esta hipercompleja realidad líquida que habitamos, pero reducido a artefacto literario resulta menos temible. Más manejable, más leve.
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Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en Letras en vena



Rubén Olivares reseña Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, en Letras en vena:

Tendemos a pensar que los fenómenos políticos, la emergencia de nuevas ideas y los movimientos reaccionarios que creíamos olvidados y amenazan con socavar la estructura de los cimientos de nuestra sociedad tienen un origen en los problemas del ahora, en el coro de voces apocalípticas que nos anuncian la caída de nuestra sociedad, al tiempo que nos ofrece la salvación eterna si les damos el poder, sin ser capaz de ver que estas voces nos han acompañado desde el origen de la historia y que van cambiando sus disfraces a medida que la sociedad evoluciona.

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Por fortuna, en toda época acaban surgiendo voces contrarias a este coro reaccionario que nos advierten sobre los cantos de sirenas de estos corifeos mesiánicos. Obras como “Los hombres de Rusia” surgen como una radiografía del mundo actual que nos advierten sobre las carencias del mismo, gobernado por bufones henchidos de hiperliderazgo, megalomanía y egolatría que identifican su discurso y su persona con el de la nación y el pueblo que gobiernan, lanzando discursos de trazo grueso plagado de astracanadas que buscan reafirmar su poder. La alegoría de Laddaga nos hace reflexionar sobre el hecho de si el mundo no será un teatro en el que estos líderes realizan su representación y son juzgados por el público como aptos o no aptos para su ascenso al poder, donde la comedia se convierte en tragedia cuando estos imponen su programa ideológico. Para entender como estos personajes llegan al poder nos basta con seguir la trayectoria de aquellos aspirantes que no llegan a alzarse con el poder, aquellos desquiciados, tristes marionetas que componen los personajes de este libro.

Haciendo uso de la documentación-ficción, Laddaga nos presenta el libro como el resultado de una traducción del inglés de un documento verídico que, casualmente, halló indagando en los foros de ultraderecha de Internet que alimentaron la base de apoyo de Trump durante su campaña electoral. En dicho texto, convertido en libro, su autor original – un adolescente del cual desconocemos su nombre, pero podemos adivinar su edad aproximada al saber que nació durante la década de los noventa – nos narra cómo cambió su vida tras la irrupción de un estrafalario grupo de guerrilleros de ultraderecha, adictos a la metanfetamina y otras drogas alucinógenas que trafican con inmigrantes, mujeres y drogas para financiar su organización, en el zoológico inundado que sus padres gestionan en el estado de Florida. El origen de este inquietante grupo se esconde tras la figura de un enigmático líder, que se ha aupado hasta el poder gracias al apoyo de sus lugartenientes, el Encargado, el Amigo y el Candidato. La misión de este extraño grupo, con ínfulas mesiánicas, es tratar de reinstalar un ficticio orden mundial que nunca existió que se fundamenta en una ideología de extrema derecha sustentada en las proclamas utópicas de D’Annunzio, la teoría de la tierra hueca de Cyrus Teed, la exaltación de la virilidad guerrera de los vikingos y una estrafalaria reinterpretación de la obra de Michael Crichton (autor de bestsellers como Parque Jurásico, Esfera, Congo o La amenaza Andrómeda, entre otros libros).

Lo mejor del libro es, en sí, el estilo narrativo de Laddaga, convulso, disruptivo y explosivo. El libro es el resultado de mezclar la escritura de un diario íntimo con la biografía y el saber enciclopédico del supuesto traductor. Que Laddaga es un escritor con muchos libros leídos detrás se nota en el inicio de la obra, un homenaje al inicio de Pedro Páramo, que acaba adentrándose en un relato de confrontación entre el pasado mitificado en el que se sustenta la extrema derecha y el amargo presente. El grupo o secta de Laddaga busca recrear el pasado de los antiguos Rus, llegando a recrear una ceremonia de sacrificio en honor de los líderes caídos, revestida con una macabra belleza y robustez de la que sus seguidores carecen y que acaban convirtiéndose en una horrible parodia. El siglo XXI no parece ser el escenario adecuado para estas empresas, y el hombre blanco, mitificado como el dirigente del resto de pueblos, no parece estar, hoy en día, a la altura de estas empresas.

Laddaga nos deja como mensaje final de su obra que el supremacismo que impera entre los líderes conservadores de nuestro día, está lleno de horrores que beben sus fuentes en el pasado, y que la verdadera cara del poder siempre está manchada por un oscuro centro que todo lo absorbe y que trata de acaparar para sí todo el poder.

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Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en la revista Otra Parte



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Manuel Crespo reseña Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga.

Los hombres de Rusia

Reinaldo Laddaga

A veces los fenómenos políticos, los cambios de paradigma y la imposición de nuevas ideas nos hacen creer que el chispazo que trajo el incendio tiene sus orígenes en el ahora, en el color del tiempo que se construye a nuestro alrededor, o a lo sumo en el pasado más inmediato y reconocible, lo que nos priva de reflexionar sobre las pulsiones que siempre estuvieron y van cambiando de disfraz mientras el escenario global les da a unos el lugar que les quita a otros.

Libros como Los hombres de Rusia son un intento de enmendar esa carencia. Al observar el mundo actual, gobernado por bufones irascibles y plagado de discursos de trazo grueso, la alegoría de Laddaga se pregunta si el mundo no es, en definitiva, un coliseo diseñado para que esos líderes triunfen o fracasen, se pisen las cabezas, sobrevivan o perezcan. Pero para verificar esa lucha no es necesario fijarse en las castas superiores. Basta con seguir el derrotero de los meros aspirantes, los que se quedan en las gradas, ansiosos por pisar una arena que los ignora: los crueles, los desquiciados, los tristes hombres que menciona el título.

Presentado como un documento supuestamente verídico, el libro contiene la traducción que un prologuista llamado Reinaldo Laddaga hizo de un texto rescatado del sótano de Internet durante la campaña electoral que consagró a Donald Trump como presidente de Estados Unidos. En el texto —cuyo autor es un adolescente sin nombre, nacido en la década de los noventa, pasmosamente articulado y lúcido— se describe la mudanza de un grupo de guerrilleros alucinados a un zoológico inundado en el estado de Florida. El grupo se financia vendiendo drogas y esclavizando mujeres. Su teogonía revela la existencia de un Líder, un Encargado, un Amigo, un Candidato. Aunque difusa, su misión es reinstalar un orden que compendia atávicos reclamos de la extrema derecha, el utopismo que D’Annunzio rozó en Fiume, la teoría de la tierra hueca de Cyrus Teed, el salvajismo extático de los vikingos y una relectura tan cohesiva como desopilante de los bestsellers de Michael Crichton.

La narración, expansiva y convulsa, no hace asco a ningún género. El texto que “traduce” Laddaga bascula entre el diario íntimo, la biografía y la enciclopedia. Incluso le sobra espacio para vampirizar algunos clásicos de la literatura del siglo XX —el comienzo de Pedro Páramo, por ejemplo— y para dilatarse en un amargo correlato que subraya las diferencias entre el pasado mítico y el presente lastimoso. La secta busca replicar una orgía sacrificial que los antiguos Rus desplegaban con belleza y robustez, pero a mitad de camino todo se deteriora. El tercer milenio no es un teatro propicio para tales empresas y el hombre blanco, parece argumentar el texto, ya ni siquiera está a la altura de sus propias fantasías.

Acostumbrado a los proyectos no convencionales —entre los que destacan biografías misceláneas y antologías que combinan trabajos musicales y literarios—, Laddaga inspecciona el lado defectuoso del supremacismo para señalar que los horrores de hoy son los de siempre, que la cara última del poder está velada por una negrura sin centro y que del futuro sólo nos queda esperar bruma y recurrencia, la misma piedra que nos hará tropezar una vez y otra, porque así lo decidió alguien hace mucho, porque el ser humano ya es un animal viejo y contra eso no hay nada que pueda hacerse.

Reinaldo Laddaga, Los hombres de Rusia, Jekyll & Jill, 2019, 272 págs.

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Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en The Objetive



 

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Ana Laya recomienda Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, en The objetive.

Para observar a Estados Unidos: Los hombres de Rusia
Reinaldo Laddaga. Jekyll & Jill.

La carta de presentación de Jekyll & Jill que acompaña a este libro cuenta que Los hombres de Rusia, del argentino Reinaldo Laddaga (¡qué apellido maravilloso!), es «una alegoría de la extrema derecha en la bufonesca y ominosa versión que recorre la política de América y Europa».

La trama: «El hijo adolescente del director de un zoo inundado en el estado de Florida narra la llegada de un extraño grupo Los hombres de Rusia, oscura secta que trafica con drogas y mujeres y que esconde propósitos políticos.» Esta historia le sirve a Laddaga para contar la historia de su familia al tiempo que explica cómo y por qué Estados Unidos llegó a este presente para muchos insólito. ¿Qué tienen en común los clanes de paleoconservadores y neorreaccionarios admiradores de Putin y del Frente Nacional? Laddaga responde uniendo los puntos que conectan la crisis de la vieja clase obrera, la epidemia de los opiáceos, el 9/11, 4chan, la proliferación del tráfico sexual, el espectro de Rusia y «la nostalgia entre hombres blancos de la sexualidad ilimitada y convulsiva que nunca conocieron, pero que creen que están a punto de perder».

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Los hombres de Rusia en el diario El Noroeste



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Basilio Pujante recomienda Los hombres de Rusia, de Reinado Laddaga, en el semanario El Noroeste.

Es Florida uno de los territorios más peculiares de Estados Unidos. A su peculiar orografía, llena de lagos, manglares y cayos, se le une una mezcla poco común incluso para un país tan heterogéneo como en el que se encuentra. A los “rednecks” autóctonos, no olvidemos que estamos en el Sur, se les suma una poderosa población latina, muchos antillanos y  una gran cantidad de jubilados que se han mudado desde el norte para disfrutar de su benigno clima. Su protagonismo en el contexto nacional crece tanto en la época en la que los estudiantes invaden sus playas, durante el populoso Spring Break, como cuando se convierte en uno de los jueces de las elecciones presidenciales, por ser el estado péndulo por excelencia. En este lugar tan peculiar y a la vez tan paradigmático de las contradicciones norteamericanas es donde ubica Reinaldo Laddaga su no menos singular novela Los hombres de Rusia.
         Este autor argentino afincado en Nueva York relata, en la sección que podemos llamar “nuclear” del libro, la presencia en un zoológico abandonado del centro de Florida de un extraño grupo de hombres cuya definición oscilaría entre la de secta y la de banda de narcotraficantes. El hijo adolescente del guardián del hotel, también cerrado, que hay junto al zoo donde se han instalado “los hombres de Rusia” se erige como el narrador que nos cuenta el extraño comportamiento del grupo que trafica y consume drogas, encierra a mujeres en las jaulas que antes ocupaban los animales, y realiza misteriosas ceremonias que los emparenta con antiguos cultos como los de los koreshanos, secta que se estableció en el mismo territorio a finales del siglo XIX y de la que el Líder defiende ser el legítimo heredero.
         Esta historia central, el presente de la narración, no acaba de desarrollar, desde mi punto de vista, todo el potencial que podría haber tenido y Laddaga opta por dedicar gran parte del libro a narrar una doble genealogía. Por un lado, el propio narrador, cuyo pseudónimo es Aulus Gellius, cuenta la historia de sus antepasados por vía materna; su bisabuelo Giuseppe Antonio Borgese procedía de Italia, donde se relacionó en su juventud con el escritor y revolucionario protofascista Gabriele D’Annunzio, y que tras llegar a Estados Unidos se casó con Elisabeth, una de las hijas de Thomas Mann, la bisabuela del narrador. Por otro lado, tenemos la genealogía del Líder de Los Hombres de Rusia, figura espectral cuyos antepasados se identifican con los creadores del koreshanismo. Es esta sección la más interesante del libro y se suceden en ella las biografías de personajes de gran interés histórico, especialmente relacionados con la ultraderecha, como el citado D’Annunzio, en lo que se puede interpretar como un intento de comprender el resurgimiento actual de esta ideología.
         Otro acierto de Laddaga es mezclar realidad y ficción, utilizando la Historia (que no es otra cosa que un género narrativo más) con ductilidad para integrarla en su relato. Además del empleo del pasado como material para su novela, el autor argentino fomenta esa fantasía de verosimilitud con formas propias del ensayo como notas al pie de página, fotografías, referencias a otros escritores (son habituales las citas a libros de Michael Crichton) y el viejo tópico del manuscrito encontrado, actualizado aquí al formato digital.
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Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en New York Times



Jordi Carrión recomienda Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en New York Times Es:

La voz del enemigo: los libros y las series indagan en la ultraderecha

 Emma Thompson como la lideresa Vivienne Rook en “Years and Years” CreditBBC

Jason Stanley nos recuerda en su ensayo Facha que Adolf Hitler, en Mi lucha, insiste en que “el objetivo de la propaganda es remplazar los argumentos razonados en la esfera pública por los miedos y las pasiones irracionales”. Y, a renglón seguido, cita una entrevista a Steve Bannon en que este confiesa que el triunfo de Donald Trump se produjo por la rabia, pues “la rabia y el miedo hacen que la gente salga a votar”.

Desde la primera línea de su libro, Stanley crea un puente aéreo entre los años de la expansión del fascismo por Europa y los nuestros: “Como en los años treinta, el mundo está reaccionando negativamente contra la globalización”. Y al frente de esa reacción hubo, y vuelve a haber, un grupo de dirigentes que no buscan soluciones que alivien la inquietud, sino que en cambio la espolean, “porque la política fascista solo puede sobrevivir y prosperar en un estado de ansiedad y miedo constante”.

No solo entre Adolf Hitler y Steve Bannon: entre Gabriele d’Annunzio y Donald Trump también puede existir una genealogía. O viceversa. Porque las genealogías —como nos enseñó Borges— solamente son válidas si son reversibles. Y porque en los nuevos discursos de la extrema derecha global hay ecos y reformulaciones que remiten tanto a los líderes políticos como a los ideólogos literarios del fascismo italiano. Este año es el centenario, de hecho, de la aventura militar y experimento artístico del Estado Libre de Fiume, donde D’Annunzio sentó el primer precedente de la viabilidad práctica de la teoría fascista.

De esa historia parte Reinaldo Laddaga en su nueva —y mejor— novela, Los hombres de Rusia, que recurre al mecanismo del manuscrito encontrado (precisamente en un foro de votantes de Trump) para narrar en clave antropológica y simbólica cómo un joven es abducido por una secta guerrillera, cómo alguien cambia de bando e ingresa en las filas del extremismo. El proceso en que uno de los nuestros se vuelve uno de los otros.

Cuando Laddaga desplaza la atención de la ultraderecha estadounidense a la rusa, cita a Eduard Limónov, una de las voces más incómodas de la literatura contemporánea. Acaba de publicarse en español El libro de las aguas, tal vez su obra más poderosa, como consecuencia directa del gran éxito de Limónov, de Emmanuel Carrère.

No es casual que las obras más leídas y premiadas tanto de Carrère como de Javier Cercas hayan enfocadolos-hombres-de-rusia-2, durante los últimos veinte años, a terroristas de la convivencia, del orden social y de la democracia: El adversario, Soldados de Salamina, Limónov o El impostor comparten la fascinación por figuras oscuras, violentas, totalitarias, manipuladoras. Reales e infames. Ambos autores se adelantaron a una tendencia global que ha catalizado el auge de la extrema derecha: la de dar voz a nuestros enemigos.

Después de que algunos de los grandes cronistas mexicanos contaran en sus libros el drama de las víctimas de la guerra contra el narco y la épica, la picaresca y sobre todo la crueldad de los principales narcotraficantes del país, justamente este año Pablo Ferri y Daniela Rea han publicado los resultados de su investigación modélica en el tercer vértice del triángulo. El Ejército. Los otros victimarios.

En La Tropa: Por qué mata un soldado los periodistas consiguen entrar en la cárcel para entrevistar a soldados de rango menor, para escucharlos y para tratar de entenderlos. Comparten la miseria de sus orígenes, la ilógica del sistema militar, la necesidad de justificar lo injustificable.

Un ejemplo elocuente, entre los muchos que ofrecen Ferri y Rea, podría ser este: “‘Luz verde significa que te dan la libertad de hacer lo que tú quieras, sin pedir permiso o autorización’, explicaba el soldado Ramiro una mañana, bajo un árbol frondoso, junto al campo de fútbol de pasto natural de Lomas de Sotelo. ‘Por ejemplo, por reglamento las camionetas de los soldados (cuando van en convoy) no se pueden separar. Con luz verde, se pueden separar; si ves a un sospechoso se puede revisar y disparar antes de que ellos disparen porque un hombre armado es un peligro para el soldado’”.

“La historia no se repite, pero las genealogías son importantes para entender el presente”, leemos en Del fascismo al populismo en la historia, de Federico Finchelstein, una lectura global de cómo el populismo nació como respuesta al fascismo en los años cuarenta y se fue convirtiendo en un posfascismo que ha llegado hasta los Estados Unidos. “A partir de 2017, el populismo norteamericano se ha convertido en el posfascismo más relevante del nuevo siglo”, afirma el escritor argentino y profesor de la New School for Social Research. Pero no el único: Venezuela, Brasil, Nicaragua, Rusia y diferentes Estados europeos también se encuentran en esa tensión entre populismo y posfascismo.

En el siglo XXI las tendencias se contagian y se agrandan, simultáneamente, en diversos lenguajes narrativos. Por eso no es de extrañar que no solo los libros, sino también las series de televisión, estén generando genealogías que nos permitan entender mejor la polarización radical de las sociedades actuales (en una paradoja muy propia de nuestra época: el interés y la atención hacia una realidad inquietante la convierten en un mercado y, enseguida, en una realidad mayor).

¿Cómo entender el brexit? ¿Cómo interpretar la llegada a la presidencia de Bolsonaro o de Trump? ¿Cómo comprender la vigencia de la posverdad? A través de narrativas sobre el pasado reciente que nos den claves, que transformen la masa inabarcable de hechos y datos (el Big Data) de la realidad histórica en una trama familiar, en un complot definido, en una biografía factual, en un relato seductor (en storytelling).

Porque, como dice el consultor de medios, empresario televisivo y depredador sexual Roger Ailes en La voz más alta —la serie que rebobina ante nuestros ojos cómo fue la fundación de Fox News a finales de los años noventa y sigue su peligrosa evolución hasta nuestros días— la mayoría de la gente “no quiere estar informada, sino sentirse informada”.

La búsqueda de genealogías políticas es global. Después de la serie italiana 1992, que contó el auge en esos mismos años de la Liga Norte y el proceso que llevó a Silvio Berlusconi a fundar Forza Italia en 1994, HBO España acaba de estrenar la serie documental El Pionero. La protagoniza Jesús Gil y Gil, quien además de llevar a cabo innumerables negocios inmobiliarios y de ingresar tres veces en prisión, fue presidente del Club Atlético de Madrid, alcalde de Marbella y al mismo tiempo columnista del berlusconiano programa de Tele5 Las noches de tal y tal, donde aparecía en una piscina rodeado de mujeres en biquini.

Paralelamente, en México se han estrenado Los días de Ayotzinapa, sobre esa herida que sigue abierta en pleno mandato de Andrés López Obrador; Un extraño enemigo, que narra el clima político y underground de 1968 a través de Fernando Barrientos, el turbio jefe de la dirección de seguridad nacional de la policía de México; y 1994, la docuserie de Diego Enrique Osorno sobre ese otro año clave de la historia reciente del país, el del asesinato de Luis Donaldo Colosio (candidato del PRI), el fin del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio y el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas.

La centralidad del procedimiento de la genealogía en las narrativas actuales responde a la urgencia de encontrar explicaciones a nuestras angustias sobre todo políticas, pero también científicas, tecnológicas, culturales o ambientales. De generar (difíciles) sentidos. Muchos relatos documentales sobre el cambio climático o la inteligencia artificial, por ejemplo, también se articulan a través de líneas temporales que convierten fenómenos de una enorme complejidad en una secuencia comprensible de causas y efectos.

Por eso una de las series más relevantes de 2019 es Years and Years, que ha invertido esa lógica y ha creado una interesantísima genealogía inversa. En vez de usar los recursos habituales para reconstruir los motivos por los que nos encontramos en un futuro distópico —la investigación detectivesca, la arqueología, el flashback— Russell T. Davies nos cuenta la historia de la familia Lyons (y de Gran Bretaña y de Europa y del mundo) desde 2019 hasta 2034 acelerando hacia adelante.

En lugar de abordar la prehistoria del brexit, fabula sus consecuencias. Entre ellas, la central, es el ascenso de Vivienne Rook (Emma Thompson), una política populista que simula carecer de discurso para llegar al poder (e implantar un muy argumentado plan de genocidio).

Porque si la ciencia ficción es el nuevo realismo nos puede ayudar a identificar los Adolf Hitler, Gabriele D’Annunzio, Jesús Gil y Gil, Edvard Limónov, Silvio Berlusconi, Donald Trump o Jair Bolsonaro del inminente futuro.

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Los hombres de Rusia en El Periódico Mediterráneo



Eric Gras recomienda Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, en Quaderns de El Periódico Mediterráneo:

«També existeix un rerefons una miqueta pertorbador en Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga. L’editorial Jekyll & Jill continua celebrant amb alegria l’ocurrència amb uns títols que són sempre enigmàtics, plaents, estimulants. Situant l’acció en un zoològic inundat a Florida, un comando de combatents místics, cerca restaurar el que ells consideren l’«ordre» a través de la violència. Aquí hi ha provocació i propaganda, excessos, elements propis d’una societat marcada pel despotisme exacerbat. Diuen que existeix una mica de profètic en tot el narrat aquí. Esperem que aquests lectors s’equivoquin, pel nostre bé, ja que estem davant una al·legoria dels perills reals d’una extrema dreta, si bé Laddaga la caricaturitza aconseguint construir un relat gojós, de gran erudició, que ofereix una mirada lúcida sobre el pensament actual.»

«También existe unlos-hombres-de-rusia-2 trasfondo un tanto perturbador en Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga. La editorial Jekyll & Jill continúa celebrando con alegría la ocurrencia con unos títulos que son siempre enigmáticos, placenteros, estimulantes. Situando la acción en un zoológico inundado en Florida, un comando de combatientes místicos, busca restaurar lo que ellos consideran el «orden» a través de la violencia. Aquí hay provocación y propaganda, excesos, elementos propios de una sociedad marcada por el despotismo exacerbado. Dicen que existe un poco de profético en todo lo que se narra aquí. Esperamos que estos lectores se equivoquen, por nuestro bien, ya que estamos ante una alegoría de los peligros reales de una extrema derecha, si bien Laddaga la caricaturiza consiguiendo construir un relato gozoso, de gran erudición, que ofrece una mirada lúcida sobre el pensamiento actual.»

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Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en Alicante Plaza


Eduard Aguilar reseña Los hombres de Rusia en Alicante Plaza:

Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, relato de una psicogeografía demente

 ALICANTE. Cuando un autor se muestra celoso de su intimidad creadora y oculta bajo múltiples capas de estrategias retóricas el estallido primigenio de la historia, el texto a veces ofrece pistas hermenéuticas que el lector interpreta a su antojo, convencido de haber encontrado la piedra filosofal sobre la que se sustenta el andamiaje narrativo: “La estrella púrpura de la que este hombre hablaba es una sustancia emparentada con esa metilendioxipirovalerona que llamamos MDPV y, en ciertos aspectos, con los productos del peyote que los mayas descubrieron. Nuestras comunidades recibieron la primera noticia de la droga cuando un joven que estaba de visita en un balneario al norte de Miami, bajo el efecto de una dosis imprudente, salió del resort en el que se alojaba, fue al pueblo donde vivían los empleados del establecimiento, y detuvo en plena calle a un trabajador que estaba de regreso de su turno. Lo acusó de haberle robado una Biblia que nunca había poseído, lo golpeó con una barra de metal que había encontrado en uno de los baldíos que eran tan comunes en el pueblo y, después de haberle quitado la ropa, se desnudó él mismo y empezó a morderle el rostro. Casi había concluído con su devoración cuando un grupo de testigos, venciendo el temor, lo detuvo”. Casi estoy convencido de que la lectura de esta noticia en la página de sucesos de un medio que podría ser USA Today, fue la chispa que llevó al rosarino instalado en Nueva York Reinaldo Laddaga a construir a su alrededor el artefacto literario titulado Los hombres de Rusia, que el olfato Víctor Gomollón ha llevado a publicar en su editorial Jekyll & Jill.

El texto citado aparece en la página 99. Hasta llegar a él, encontraremos la genealogía literaria y política de Gabriele D’Annunzio, Giuseppe Antonio Borgese y la familia Mann, la constante creación de territorios míticos en una América en constante construcción histórica, que se incardina con los movimientos seminales de la política y el pensamiento como lugar de llegada y exilio de los más variopintos personajes de la Historia. Refugio de los perseguidos por el nazismo en los años 40 del siglo XX, pero también de los propios fascistas que se reconstruyen en el Nuevo Mundo. Un flujo contínuo a lo largo de todo el siglo, que no se interrumpe y llega hasta los años 90, en los que aparecen estos hombres de Rusia, descritos por el narrador, el hijo adolescente del director de un zoo inundado en el estado de Florida, descendiente de Thomas Mann, en el que se instala aquel “contingente [que] consistía en ocho o nueve hombres (además del Líder, que nunca salía, al parecer, de la casa rodante que estacionaban en el valto galpón de las máquinas, entre nuestros inútiles tractores) y media docena de mujeres más o menos jóvenes (además de las cautivas, cuya cantidad desconocíamos). Eran, en general, altos y delgados; caminaban muy erguidos, con la cabeza hacia atrás y la espalda levemente curvada. Siempre habían llevado pantalones de una azúl metálico y camisetas con inscripciones que evocaban su peculiar sistema de creencias, pero, en los tiempos de calor, se las sacaban y dejaban ver los tatuajes que les cubrían todo el torso. Mi madre me había hablado muy mal de ellos. Son, de todas las criaturas, me había dicho, las más sucias. Después de orinar o defecar nunca se lavan. No se lavan después de copular. Pero sobre la risa que mi madre me provocaba al decirme estas cosas (ella misma, al hacerlo, se reía) prevalecía la fascinación engendrada por las historias de mi padre. Los hombre de Rusia -me decía- adoran el peligro”.los-hombres-de-rusia-2

Adolescente narrador al que se arroga el título de autor principal, mientras que Laddaga guarda para sí únicamente la figura de Cide Hamete Benengeli, de compilador y traductor que encuentra navegando por la red el texto de Los hombres de Rusia y encuentra necesario darlo a conocer, al notar las concomitancias entre lo narrado y las líneas de conexión tendidas entre el nacimiento del fascismo y la cristalización de la nueva Cultura de la derecha que lleva hasta Donald Trump: “Muy pronto me di cuenta de que Los hombre de Rusia estaba tramado a partir de antiguallas textuales que enmascaraba de varias maneras. No me resultó difícil descubrir la identidad de algunas de ellas, su origen en los escritos de J.-H. Rosny aîné y Pierre Loti, los de Rafael Cansinos Assens, Franz Kafka, Thomas Mann, Michael Crichton y, por encima de todos, Gabriele D’Annunzio”, dice Laddaga en el prefacio emparentado con el prólogo a la edición de 1605 del Quijote.

Un alucinada digresión político-literaria que acaba siendo una road fiction por los lugares recónditos de la mitología oscura de la nueva (o no tan nueva) derecha, una alegoría de ese nuevo totalitarismo bufonesco que recorre América y el mundo, que tiene el punto de partida en D’Annunzio y el barón Julius Evola, y la arribada en Aleksander Dugin, ideólogo de Vladimir Putin, que, pocos días después de la elección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, escribía lo siguiente: “Los Estados Unidos son el Lejano Oeste del mundo. Es el espacio de la Medianoche. Allí se alcanza el punto final de la Caída. Este es el momento del cambio de polaridades. El Occidente se vuelve el Oriente. Putin y Trump están en dos extremos opuestos del planeta. En el siglo veinte, estos dos extremos se materializaron en las formas más radicales de la Modernidad: el capitalismo y el comunismo. Dos monstruos apocalípticos: Leviathan y Behemoth. Ahora se han vuelto dos promesas escatológicas: la Gran Rusia de Putin y la liberación de América bajo Trump. El siglo XXI finalmente ha comenzado”.

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Los hombres de Rusia en Un libro al día



Koldo CF reseña Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, en Un libro al día:

Reinado Laddaga: Los hombres de Rusialos-hombres-de-rusia-2

Podría empezar diciendo que “Los hombres de Rusia” es una novela de política-ficción, que se trata de un ensayo político o, incluso (aunque esto es más un deseo personal),  de una distopía muy muy loca. Algo de todo eso hay, sí, pero la principal lectura que creo que hay que hacer de “Los hombres de Rusia” es la de una alegoría sobre el resurgimiento, en pleno siglo XXI, de tendencias políticas cercanas al fascismo.

Para esto, el argentino residente en los Estados Unidos Reinaldo Laddaga se sirve de la técnica del manuscrito encontrado. En el se aúnan historia personal y colectiva formando un conjunto, tal y como indican las palabras del propio Laddaga incluidas en el prefacio del libro, fascinante para algunos y tedioso, oscuro e imposible de acabar para otros.

El citado texto no es otra cosa que la narración un tanto caótica del acercamiento de un joven a un grupo de “iluminados” que se hace llamar “Los hombres de Rusia”. La misma se desarrolla en el decadente entorno de un zoológico abandonado del estado de Florida (¿alegoría de las zonas “deprimidas” en las que triunfa la “nueva” derecha?) y se mueve en dos planos temporales en los que terminan interactuando realidad y ficción.

Por un lado, está el pasado y las diferentes teorías / proyectos / ensayos político-mesiánicos desarrollados a lo largo del siglo XX, los cuales sirven, la mismo tiempo, de cuerpo teórico a “Los hombres de Rusia” y de hilo conductor de acontecimientos que llevarán hasta Florida a la familia del autor del manuscrito. He de reconocer que esta es la parte de la que más he disfrutado, sobre todo porque mi conocimiento previo acerca de los personajes que pasan por las páginas del libro era nulo. Las fascistoides “aventuras” de Gabriele d’Annunzio y su colaborador (y bisabuelo del autor del manuscrito) Guiseppe Borgese en la República de Fiume, las utópicas teorías de Elisabeth Mann (viuda de Borgese e hija de Thomas Mann), el acercamiento de Silvia (hija pequeña de los Borgese) al Partido Republicano y al neofascista y populista Movimiento Social Italiano, las descabelladas teorías y comunas lideradas por Cyrus Teed, etc, además de prefigurar lo que a continuación vendrá en el texto, son una muestra significativa de lo que fue el siglo XX en Occidente y de cómo hemos llegado hasta aquí.

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Por otro lado, y en parte derivando de lo anterior, está el presente, ese en el que el joven narrador aparece deslumbrado por una combinación de ruptura de las reglas (aunque siempre dentro de las reglas), absurdo, mesianismo y liderazgo indiscutido y en el que las actividades y rituales de «los hombres de Rusia», siempre basados en la adoración de un pasado glorioso y en la obediencia ciega, serán los vehículos a través de los cuales el narrador cumpla sus deseos de pertenencia. Esta parte, que podría ser también leída como novela de formación (poned aquí unas cuántas comillas), me ha parecido algo más farragosa que la anterior, como si en la búsqueda de una nueva vuelta de tuerca se hubiese caído en el exceso. También es cierto que esto me recuerda a ciertos grupos, políticos o no, de distinto signo  que día a día se superan y nos superan con sus exabruptos y ridiculeces y que, pese a todo siguen teniendo sus acólitos.

En fin, que como veis estamos ante un texto híbrido (parece ser la especialidad de la casa de Jekyll & Jyll), con un pie en el pasado y otro en el presente y con la esperanza, seguramente vana, de no caer nuevamente en los errores de casi siempre.

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Ricardo Menéndez Salmón reseña Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga



Ricardo Menéndez Salmón escribe sobre Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, en el diario La Nueva España:

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Huestes oscuras

RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN

Una técnica de prestigio dentro de la tradición literaria, la del manuscrito encontrado, sirve a Reinaldo Laddaga para destilar un cóctel de ensayo político y novela de formación en Los hombres de Rusia, obra que por subtítulo lleva el marbete «documento», como si su autor quisiera adherirla antes al ámbito epistemológico de la historia de las ideas que a la indagación pura y dura, sin aristas, en el terreno de la ficción. No en vano, el redactor del manuscrito del que Laddaga se vale para exponer sus propósitos confiesa que la realidad es mucho más difícil de relatar que la invención, pues «la lógica de la vida es menos clara que la de los cuentos».

La lógica de la vida que Los hombres de Rusia persigue ilustrar es sin duda inquietante. Lo que Laddaga propone, como una suerte de precipitado tóxico de las potencias maléficas que vertebran nuestra época, es la construcción de una fábula en torno a las fuentes que han servido de abrevadero a esa extrema derecha que, como un virus de irradiación frenética, infecta hoy el mapa conmovido del planeta. Esa fábula, representada por un grupo de fanáticos que llegan a un desolado rincón de Florida parapetados tras sus teofanías, sus drogas de diseño y sus conspicuos profetas, se alimenta del panteón de excéntricos que ha venido nutriendo el imaginario de las razas intactas, la espiritualidad de las naciones, los fulgurantes mitos de la pureza. 

Por las páginas de Los hombres de Rusia desfilan así el experimento protofascista de Gabriele D’Annunzio en Fiume y las aberrantes teorías de Cyrus Teed en torno a la Tierra hueca, encuentra acomodo Miguel Serrano, el jerarca nazi chileno que alumbró la tesis del hitlerismo esotérico mientras compartía mesa y mantel con Hermann Hesse, pero también Aleksandr Duguin, el Rasputín del Kremlin de Putin, dios tonante del renacimiento de la soberana Eurasia, y a la vez asoman la patita el Partido Republicano en los tiempos de Barry Goldwater, las maquinarias de la violencia que Carl Schmitt amparó mediante sus estudios constitucionales e incluso el barón Julius Evola, mandarín de la extrema derecha italiana que logró el círculo cuadrado de conjugar en su obra a Mussolini con la misoginia de Weininger y los goces del tantrismo con la decadencia de Occidente del apocalíptico Spengler.

Semejante compañía conduce por necesidad a una debacle de la razón. Es entonces cuando el texto de Laddaga muestra su engarce con el presente. Pues su alegoría halla un sustrato más que verosímil en la sensación, a menudo trágica, que al sujeto confiado en las estrategias del consenso y la universalidad de la inteligencia le acosa hoy en día, esa ominosa evidencia de que el mundo ha regresado a la senda del pensamiento mágico, los avatares de las creencias numénicas, la pestífera seducción de la oscuridad. Y es que, quizá, los campeones del irracionalismo nunca se habían ido del todo. Sólo estaban esperando para regresar disfrazados de hombres de Rusia, evangelistas de sonrisa tierna, presidentes pendencieros.

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Rosa Belmonte escribe sobre Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en Las Provincias

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Columna de Rosa Belmonte en el diario Las Provincias sobre la Operación Carioca (trama de prostitución y corrupción en Lugo) y la novela Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga.

«Cuando dicen que ‘El cuento de la criada’ está aquí, o que va a llegar, te tienes que reír. Vale, algunos relatos sobre esclavas del Daesh pueden parecerse. Y habrá casos aislados. Lo sorprendente es que cuando tenemos algo similar no se le da demasiada importancia. Ahí está la ‘Operación Carioca’, trama de prostitución y corrupción en Lugo. En ‘Los hombres de Rusia’ (Jekyll & Jill), Reinaldo Laddaga escribe sobre esos hombres de Rusia que visitaban el zoo abandonado donde el niño narrador vivía. En sus furgonetas transportaban mujeres, uno de los artículos con los que comerciaban (emigrantes que habían llegado a Florida para recolectar naranjas y a las que nadie reclamaría). El cabecilla de la red (lo de Carioca) dijo a sus esclavas: «Ustedes no son nada. Les pego un tiro, las entierro en una gruta y nadie pregunta». La hija de este tipejo jugaba entre las mujeres víctimas. Hasta habla de «una chica enterrada». Esto no es novela.»

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Los hombres de Rusia de Reinaldo Laddaga en Poemas del Alma


Tes Nehuén dedica su artículo a Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, en Poemas del Alma:

«Los hombres de Rusia», de Reinaldo Laddaga, Editorial Jekyll & Jill

«Los hombres de Rusia» de Reinaldo Laddaga es un relato fascinante sobre el mundo actual y el resurgimiento de los pensamientos dictatoriales.

Estamos hechos de profecías. Muchas de las cosas que nos ocurren comparten hilo con acontecimientos del pasado y son el preciso puntapié que necesita una catástrofe para florecer. Todas las profecías se cumplen. Creamos o no en ellas. Las asumamos o no. Las enfrentemos o no. Y lo que la literatura viene haciendo desde sus orígenes es servir de canal para expresarlas, estableciendo analogías y puntos de encuentro entre fenómenos aparentemente distantes. Buscar respuestas y explicar la forma en la que hemos terminado en este punto histórico parece ser también el impulso que da vuelo a «Los hombres de Rusia» de Reinaldo Laddaga (Jekyll & Jill). Una historia que reúne todos los elementos de las leyendas proféticas y que cuenta con un discurso fascinante y un árbol bibliográfico exquisito. Es decir, todo lo que le pedimos a un buen libro. Una lectura que les deseo a todos.

El resurgimiento de la derecha

Lo primero que habría que decir de este libro es que no es un ensayo ni tampoco una historia de ficción. Se trata de un relato con un sólido basamento en la realidad pero que se lee como una fábula. Laddaga nos ofrece un texto en el que encontramos una voz joven que va descubriendo un mundo, que es ventana y herencia, donde los que triunfan son los malos. Su familia se ha asentado en Florida hace varias décadas y ha sido atravesada por las diversas crisis económicas que han asolado a la clase media desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad. A lo largo del texto, parece como si el joven intentara entender qué le faltó a su familia para asumir el liderazgo, en lugar de haberse quedado siempre a la sombra: adoptando una actitud sumisa y de súbdito alucinado frente a la verdad ajena. La historia se desarrolla en un escenario peculiar pero acertadísimo para la búsqueda que fundamenta el relato. Viajamos a un zoológico casi abandonado, casi en decadencia sostenido –como la realidad política de nuestro tiempo– por frágiles razones y estructuras. Un espacio condenado a la desaparición que de pronto adquiere importancia porque es elegido como base de operaciones de un grupo de militantes de la derecha extrema, que apuestan por un mundo sin libertades.

Podría decirse que es un libro que enlaza y establece paralelismos entre los cambios del mundo actual y el surgimiento del racismo y del fascismo en Europa durante el siglo XX. Asimismo permite una lectura en torno al peso de la herencia y la forma en la que se va gestando nuestra comprensión del entorno, teniendo en cuenta los condicionantes que operan en esa interacción.

Pero habría que volver al principio, para explicar mejor lo que el libro ofrece. En un prefacio fúlgido Laddaga nos transmite su curiosidad al hallar un texto extravagante a través de la red social 4chan (una red social frecuentada por partidarios de la derecha: jóvenes que se sienten algo así como los iluminados de su tiempo, portadores de la verdad que podrá salvar a la especie de lo que denominan mediocridad). La curiosidad lleva al oficio y así, esta historia promete ser una traducción de ese documento –curiosamente, desaparecido–. Y aquí entra en juego el pulso de la ficción que otorga al libro verosimilitud; no por tratarse de un documento real, sino por contar con todas las explicaciones para convencernos de ello.

Ficción y verdad

Entre las cosas más interesantes con las juega Laddaga me quiero centrar en dos elementos que atraviesan el discurso: la búsqueda de la iluminación (algo muy propio de quienes desarrollan discursos vinculados a la derecha alternativa) y el uso de una retórica que por momentos resulta apocalíptica (muy frecuente también en estos discursos). En la práctica estos objetivos discursivos se consiguen a través de la provocación, la propaganda libertina y los excesos; ¿existen ingredientes más atractivos que éstos para un grupo de jóvenes desidiosos? De hecho, la provocación es la herramienta que mejor domina la derecha alternativa, que utilizan en discursos que se difunden en ciertos espacios en Internet como los foros 4chan y 8chan y les sirven para conseguir el apoyo de jóvenes –que traen la rabia de la edad combinada con la rabia de la decadencia del mundo, y con el fin de la prosperidad–, niños-grandes que necesitan creer en algo, sentirse parte de algo más grande que ellos mismos. Estas manifestaciones discursivas también ocupan un espacio relevante en el relato. Y todo ello parece colaborar con la sensación de estar ante algo cierto, es decir, verdadero, es decir, necesario. Y entonces, redescubrimos la idea de ficción como espacio de pensamiento y de verdad, por encima de la realidad misma.

Entre aquel poema épico inglés, «Beowulf», las «Noches áticas» de Aulus Gellius y «Los devoradores de cadáveres» de Michael Crichton, se construye un texto críptico cuyos destinatarios son los integrantes de una comunidad que ha alcanzado una gran fuerza en las últimas décadas, contribuyendo con la proliferación de ideas antisemitas y fascistas que son, precisamente, las que ellos defienden. A lo largo de la lectura descubrimos las bases que consolidarían el mandato y la línea política del presidente actual de los Estados Unidos, Donald Trump, y en las que su narrador nos asegura encontraremos una explicación contundente sobre los cambios que se están viviendo en la estructuración social y el resurgimiento de la extrema derecha. Sin embargo, también encontramos a un joven impulsado por su curiosidad y su deseo a experimentar una vida que no le permiten, que se siente rodeado de una fauna (y ahora hablo de los hombres) que se muestra insensible a todo estímulo que se escape de sus ambiciones.

Se establece a través de la lectura un debate en torno a la mirada de los otros que me ha resultado muy interesante. Y se aparecen numerosos autores que han contribuido con el pensamiento occidental. Thomas Mann, Gabriele D´Anunzio, Giuseppe Antonio Borgese, Elisabeth Mann Borgese y W. A Waden, entre otros. Anécdotas, pensamientos y miradas en torno al mundo, a sus vidas y a su forma de contribuir con la dictadura del siglo pasado.

El futuro en la profecía

En este punto cabe la estampa del pensamiento de Furio Jesi acerca de la cultura de derechas como la reidentificación de una serie de imágenes y símbolos mitológicos a los que se dota de un nuevo sentido, que traspasa la esfera de lo real y abarca un terreno nebuloso y espiritual; donde las ideas se amasan según la conveniencia y la violencia en su sentido más descarnado es lo más aceptable. Y podríamos desembocar en uno de los puntos más inquietantes del libro, que es ese enlace que hallan los combatientes de este extraño grupo entre el pasado nómada y la restauración de una vida arcaica, viendo en ellos el futuro de una especie que debe preservar sus valores y eliminar lo que se les opone.

Me han resultado profundamente impactantes las afirmaciones respecto a la vida de los animales, y la mirada especista que desprenden los ojos del narrador ante su soledad y su despojo. Y pienso que puede ser ésta una interesante lectura para afrontar reflexiones en torno al bienestar animal y su historia –aunque el texto no se detenga en esto ¿por qué no habríamos de hacerlo nosotros?–. Una pregunta que abarque también la dicotomía tan popular entre los derechos animales y humanos, y que en estos tiempos críticos nos está haciendo falta. Justamente para posicionarme mejor en el conflicto he indagado sobre Jungle Habitat Preserve y lo que he leído es lamentable (lejos de tratarse de un organismo en favor de la vida salvaje, es uno más de las muchas instituciones mercantilistas que aumentan su capital a costa de la vida y el sufrimiento de los demás animales). Sin duda el trato que les hemos dado a los demás animales está estrechamente vinculado con la crisis socioecónomica que atravesamos. Y como considero difícil hablar de dictaduras y de fascismos dejando a un costado el incremento de la explotación como eje central en el resurgimiento de la derecha, quiero apuntarlo. Y os deseo que el libro también los saque de vuestras casillas para pensar en esto.

los-hombres-de-rusia-2Otro tema que también se desprende de esta lectura es la emancipación de las mujeres, y el lugar que hemos ocupado en esta locura de capitalismo que avala el poder de los blancos sobre el mundo de los otros, y las otras. A través de la figura de la madre del personaje y de Elisabeth Mann Borgese se introduce una mirada sobre el pensamiento occidental y el feminismo. Una reflexión que nos ponga en estado de alerta respecto a la manipulación que amenaza las raíces y el desarrollo lúcido del discurso feminista.

No sabemos si realmente existió este personaje que escribe. Y en caso de haber existido, si lo que ha visto es idéntico a lo que cuenta. No sabemos si los hombres de Rusia existieron, pero sí intuimos que todo lo que leemos es cierto. Estamos ante un relato auténtico, diferente, en el que podemos encontrar respuestas y preguntas para la vida que nos rodea y que vivimos. Un libro que te deja anonadado y del que es difícil despegarse.

Me quedo con una imagen de zoológicos vacíos y mujeres en lucha. Es probable que textos como éste puedan ser útiles para entender que en cuestiones de pensamiento siempre es mejor leer aquello que sabemos que va contra lo que sentimos o pensamos, para no convertirnos en criaturas conformistas, para que la confortabilidad del discurso no nos lleve a desatender la reflexión profunda, que es en definitiva la que puede salvarnos como criaturas y como grupos.

Este libro de Laddaga es profético pero también nos permite desentrañar el fondo de una literatura de derechas que ocupa las esferas más altas de canon, y que ha consolidado un pensamiento que ya está de vuelta y, como lo expresan los fundadores en su tratado, «ha vuelto para quedarse». Espero lo mismo de este libro: que haya llegado para quedarse y pensar(se) y pensar(nos) Un libro al que volveré sin duda, porque me han quedado muchas dudas y muchas lecturas paralelas por hacer. Y lo mismo les deseo.

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