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La coronación de las plantas en Ámbito Cultural El Corte Inglés


La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi

Sara Barquinero reseña la novedad editorial de Jekyll & Jill

Si algo hace importante el trabajo de las pequeñas editoriales es la posibilidad de ofrecer una apuesta original y alternativa a las voces de los grandes grupos. Jekyll & Jill (Zaragoza) se ha caracterizado por ofrecer un panorama genuino desde su nacimiento, tanto en la selección de sus textos como en su manera de presentarlos. La coronación de las plantas de Diego S. Lombardi (Buenos Aires, 1981) continúa con esa línea editorial.

La obra cuenta la búsqueda de un trompetista de jazz del herbario de August von Franken, un botánico relacionado con el nazismo. En su labor, que ya desde el principio se revela como destinada al fracaso, está acompañado de Paula, una traductora que recientemente se ha convertido en su pareja y cuya relación vemos desarrollarse a lo largo de las páginas. El texto, de una narración dispersa,  juega con los límites de una representación espacial y temporal lineal valiéndose de diversos mecanismos. El libro alterna distintos niveles de discurso: la propia narración de la búsqueda –interrumpida por unos extraños poemas–, un diario y algunos pasajes del herbario de Franken.

La estructura compleja, junto con la inclusión de ciertos personajes inquietantes (como el niño de los dientes picados, el viejo de las gallinas o la viuda de las tartas), que dotan al texto de una sensación de irrealidad, hacen de la experiencia de lectura de La coronación de las plantas algo exigente pero también muy enriquecedor: podría decirse que le pide al lector que se implique activamente para reordenar la constelación de elementos dispares, apropiándose de algún modo de ese impulso de “búsqueda” que guía al protagonista, y tal vez a cada uno de nosotros.

A lo largo de la lectura son precisamente las plantas las que sirven como hilo conductor del texto, marcando el ritmo junto con las ilustraciones de Claudio Romo (Chile,1968), que también se encarga del diseño de portada. Esta combinación entre diseño cuidado y texto con distintos registros y niveles de lectura recuerda, de alguna manera, a  títulos de la literatura posmoderna como La casa de hojas (Mark Z. Danielewski, Pálido Fuego y Alpha Decay, 2013), Z213: Exit (DimitrisLyacos, Shoestring Press, 2010) o a otro título del catálogo de Jekyll & Jill, Menos joven (Rubén Martín Giráldez, 2012).

Redacción de Ámbito Cultural

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Rubén Martín Giráldez recomienda La coronación de las plantas de Diego S. Lombardi



Rubén Martín Giráldez recomienda La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, en el artículo Traductores, libros y lecturas para compartir, en Llanuras.

«La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi (Jekyll & Jill, 2017):
Si pudiese hacerle un blurb sería malsano como la vida misma; algo así: «Blavatsky, Crowley, Szentkuthy y —por romper la tónica de la y— un horror digno de la Posesión de Zulawski se dan carta negra en esta “vid de las entrañas” para que La coronación de las plantas cobre ultracuerpo transustanciada en giallo su carne y espesada su sangre con trífida, demónica herbalife». Poco estupendo me he puesto.

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Entrevista a Diego S. Lombardi en ABC



Inés Martín Rodrigo entrevista a Diego S. Lombardi con motivo de la publicación de su novela La coronación de las plantas. En el diario ABC:

El selfie que Diego S. Lombardi dedica a ABC Cultural
El selfie que Diego S. Lombardi dedica a ABC Cultural – ABC

 

DARÁN QUE HABLAR

Diego S. Lombardi: «En Facebook a veces florece lo más imbécil de nuestra condición»

Su novela «LA CORONACIÓN DE LAS PLANTAS» es de lo más inusual y mejor que este año se ha publicado en España
¿Cuáles son sus intereses como escritor?

Ejercitar nuestra capacidad creadora, utilizar el lenguaje como herramienta mediúmnica para hacer manifiesto lo subyacente; explorar sus límites con intención de transgredir las estructuras, buscando un estilo propio y transitar los resquicios donde se manifiesta lo numinoso e impera la contradicción, la fusión y el caos. Reelaborar fantasías, vivencias y conceptos y desarrollar historias y mundos que, por su semejanza o contraste, tengan algo para decir de nosotros.

¿Y como lector?

Depende del ánimo y las inquietudes. A veces sólo busco información dura; otras veces, la sorpresa, la belleza, el horror, que me sumerjan en una manera nueva de ver las cosas, pues tal vez sea ésta la más importante de las utilidades prácticas de la lectura, la capacidad de acercarnos, aun con las limitaciones del medio y aunque sea por instantes, al lugar de otro.

Sobre procesos, fractales, costumbrismo, los distintos grados de conexión e intercambio que existen entre las diez mil cosas, la perplejidad que causa lo desconocido, el malestar en la cultura, la resonancia de la voluntad en la construcción de la realidad, el desamparo de estar a merced de fuerzas inmensurables.

¿Dónde ha publicado hasta el momento?

Mi primera novela se publicó en Cuba por editorial Arte y Literatura tras ganar el premio ALBA de Narrativa. Mi segunda novela, en España y por Jekyll & Jill. También he participado con cuentos y relatos en algunas antologías y revistas.

¿Con cuáles de sus «criaturas» se queda?

Con la criatura que forman todas ellas.

Supo que se dedicaría a esto desde el momento en que…

Resulta difícil de establecer por tratarse de un proceso paulatino, aunque el desconcierto de mis tempranos veinte y la frustración de una vida laboral cutre, amparados por el realismo sucio, inspiradoras lecturas beat y el narcótico spleen de Baudelaire, fueron quienes tal vez me condujeron a escribir cuentos y poemas con un compromiso inédito hasta aquel momento. Creo que así fue como comenzó el asunto, aunque escribir sea una actividad que irrumpe en mi vida de modo caprichoso, en oleadas de intensidad abrumadora y durante breves periodos de tiempo.

¿Cómo se mueve en redes sociales? ¿Qué perfiles tiene?

Tengo un perfil de Facebook que utilizo para informarme y distraerme. Soy un usuario bastante austero, aunque puedo tener brotes de entusiasmo que se desvanecen casi al instante frente a una plataforma que censura contenidos y continúa rigiéndose con moralinas victorianas, donde por momentos resulta inevitable que, tamizado por anuncios publicitarios, florezca lo más imbécil de nuestra condición.

¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practica?

¿Visitar bares?

¿En qué está trabajando justamente ahora?

Me encuentro realizando una investigación acerca de la posibilidad de establecer vínculos con energías contenidas más allá del tiempo y la materia, abocado a otorgar cualidades animistas a los distintos elementos de la ciudad, a encadenar figuras geométricas sobre atmósferas cósmicas mediante progresiones de acordes y oír revelaciones en el silbido del sable cortando el aire con un certero nukitsuke.

¿Cuáles son sus referentes?

Diré tres nombres, los primeros que aparezcan en mi mente: Lao Tse, Miles Davis, Mónica Bellucci.

¿Y a qué otros colegas de generación (o no) destacaría?

Me resulta muy difícil elegir alguno pues son muchos y la verdad es que casi no los conozco.

¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

Sería pretencioso y risible que yo lo dijera. Mi aporte es otro registro del infinito territorio que abarca la existencia. Un intento más de explicarnos.

¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritor para sobrevivir?

Por supervivencia y trabajo de campo incursioné en lugares de lo más disímiles, aunque no creo haber hecho nada especialmente raro o que no se haya visto en el cine.

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La coronación de las plantas en Revista Leer



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La novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrada por Claudio Romo, reseñada en el número 287 (noviembre-2017) de la revista Leer.

Diego S. Lombardi es trompetista de jazz, y eso nos da algunas pistas de lo que nos vamos a encontrar en La coronación de las plantas. Algunas, pero no todas. Nos su
giere de dónde procede su ritmo, su nervio y su manera de contorsionarse y distorsionarse en la mente del lector. Lombardi no adopta soluciones fáciles en un libro psicotrópico que combina el tratado botánico, la magia, las substancias psicoactivas o el ensayo ontológico. Sus páginas no ofrecen facilidades para el lector, pero a la vez le atrae de una manera morbosa, transformándose en un desafío que ofrece muchas recompensas. ción de las plantas es una obra tan infecciosa como curativa, tan inteligente como pasional y, por encima de todo, es un canto a la imaginación más sofisticada. En él encontramos botánicos nazis, conjuros para convertirse en un ser alado, diarios fracturados y una receta para escuchar los pasos del enemigo. Sin embargo, y por encima de todo, el lector se enfrenta con un texto tan arriesgado como hipnótico, que parece destinado a convertirse en una obra de culto. / A.A.S

LA CORONACCUBIERTAS DESHIELO BOLSILLO.inddIÓN DE LAS PLANTAS
Diego S. Lombardi
Jekyll & Jill, Zaragoza, 2017
184 págs. 20 €

 

La coronación de las plantas en el blog Escrito en el viento


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José Ángel Barrueco escoge tres fragmentos de La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrado por Claudio Romo, en su blog Escrito en el viento:
Debíamos seguir el camino de tierra, vadear el río y continuar hasta donde la huella se pierde, donde antes había un cartel que señalizaba el sendero y donde ahora no quedaba más que el poste. Teníamos las vagas referencias de pasar una lomada, una higuera, datos proporcionados por un anciano con quien nos topamos a escasos pasos de la iglesia; había indicado la dirección a seguir frunciendo los labios, acompañando el gesto con un seco movimiento de la cabeza. El sol de la tarde hacía sentir su calor con una intensidad inusitada para la primavera. Nos detuvimos en una explanada a estudiar las posibilidades, pues ninguno de aquellos senderos ocultos por la maleza se ofrecía más importante que otro; a primera vista parecían no tener el mismo destino. Saqué de la mochila una botella, di unos sorbos y se la pasé a Paula. Antes de guardarla eché un poco de agua sobre mi coronilla. Y entonces lo vi, casi junto a nosotros. El Guriburi. Así lo bautizamos luego.
 
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Al principio me había limitado a hojearlo, pero, poco a poco, aquel libro comenzó a depredar mi interés. El extenso manuscrito estaba encuadernado en cuero y se dividía en tres secciones escritas en castellano, diferenciándose una de otra por una carátula que, encuadrada en un sencillo tramado decorativo en tinta roja y negra, poseía la misma inscripción: «Herbolario del Lobo Liver I (II o III, según el caso)». Había una cuarta parte, no menos importante en extensión, escrita en alemán y atiborrada de diversas citas en castellano, que parecía ser una exégesis de los libros mencionados anteriormente y se titulaba «Notizen zur Bosheit der Pflanzen».
 
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El herbario contenía una descripción detallada de setenta y dos especies de plantas que, por su ecléctica variedad, no se limitaba a una región geográfica definida. Abarcaba, además, un sinnúmero de encantamientos para fines y usos de toda índole. El hecho de poseer una receta para mantener alejados a los agentes de la inquisición evidenciaba su antigüedad, no obstante, luego de un estudio exhaustivo, estuve seguro de que aquel texto no resultaba una mera copia, sino la reforma de una obra mucho más antigua.
El herbario carecía de criterios para catalogar las especies, dejando al margen cualquier clasificación basada en los órganos de reproducción o fructificación, restringiéndose a describir la apariencia general de la planta, sus flores, su olor, color, tamaño de las hojas y otras características similares.

Alejandro Hermosilla reseña La coronación de las plantas


Alejandro Hermosilla reseña la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrado por Claudio Romo, en la revista El coloquio de los perros:

DIEGO S. LOMBARDI. LA CORONACIÓN DE LAS PLANTAS
(Jekyll & Jill, Zaragoza, 2017)

PLANTAS, OPIO, MONSTRUOS

La coronación de las plantas es un libro-hoja. Un libro con sabor a árbol y a excursión adolescente. Un libro cuyas páginas huelen a clorofila y parecen haber sido bañadas en ácido. Porque, ante todo, es un libro alucinógeno. Una voladura de cabeza que mezcla piedras y mate en un balde lleno de páginas rotas de textos de Borges, Ricardo Güiraldes y Juan José Saer. Su autor, Diego S. Lombardi, es argentino y se nota. Pues como los grandes maestros de esta literatura, transforma las digresiones en argumentos centrales de la obra, cualquier reflexión sin importancia en un drama trascendental y las notas a pie de página en imperdibles páginas novelescas. Algo que provoca un sugerente caos ideal para sumergir (y confundir) al lector en la selva literaria que nos propone. La coronación de las plantas es la historia de una posesión. La transformación de un hombre en planta (o del lector en hierba y la literatura en bosque). Una sugerente mezcla entre un relato de Lovecraft y una novelita de Aira. Entre una novela de terror y uno de esos ensayos marcianos y metafísicos de Macedonio Fernández. Una Twin Peaks pampeana que conduce a sus personajes a otras dimensiones a través de una escritura sibilina, infecciosa, volátil, libre, anárquica y alargada que simula ser un brebaje. Un árbol contrahecho lleno de redondeces y pliegues que va poco a poco minando la voluntad del lector y acaba devorándolo. Situándolo en un paisaje alucinado donde se desconoce todo y las paradojas e interrogantes son las únicas afirmaciones contundentes.
La coronación de las plantas es un texto mórbido. Uno de esos que habrían hecho las delicias de los simbolistas franceses. Es una novela casi cabalística. Un mejunje de brujo lleno de pinceladas oníricas y orificios ocultistas. Casi un tarot con ilustraciones basadas en el mundo natural. Una invitación a viajar al país de las maravillas. Pero también una mirada corrosiva, casi una carcajada maléfica, sobre el legado ecológico. En esta improvisación jazzística no hay nostalgia. Probablemente porque no hay en ella ni pasado ni futuro. Es una novela llena de instantes. De presente absoluto. Una novela narrada por la naturaleza más que por un ser humano en la que el escritor cumple el papel de enloquecido jardinero. Intenta podar más que describir y aclarar parajes terrestres más que narrar. En realidad, La coronación de las plantas —fantástico título que remite a misteriosos lienzos barrocos— es una actualización de aquellos iracundos cuentos de Horacio Quiroga en los que los personajes eran doblegados y sometidos por una naturaleza cruel. Soberbia y terrorífica como la voz del dios Yahvé. Pero, obviamente, la mirada de Lombardi es más cínica. Más irónica, budista y transparente. Y en su novela la naturaleza es un ente sutil, silencioso y líquido. Un ser más parecido a un insecto que a ese indomable tigre que retrataba Quiroga. No es un huracán ni un monstruo, sino más bien una ciénaga llena de sombras y ramas partidas. Una rana muda cuyos ojos observan de manera penetrante y aguda a quien se aproxima a ella.
         Diego S. Lombardi ha sido capaz de describir con suma perspicacia la extrañeza que sienten los argentinos (esos europeos de América) frente a la naturaleza. Los escasos restos de presencia indígena que restan en el país. Recuerdo haber viajado a La Pampa y recorrer cientos de kilómetros para encontrar unas pinturas indígenas grabadas en una roca escondida. Haber escuchado con asombro en algún pueblo perdido de La Patagonia que por allí andaba una anciana centenaria que era la única persona que conservaba viva la sangre de los antiguos patagones. Y haber pernoctado una semana en la ciudad de Tigre en la que, tras varios días, parecía que iba a ser inoculado por la fastuosa naturaleza que me rodeaba. Los argentinos odian y aman los inmensos campos naturales que los cercan. Por un lado, los arbustos son símbolos de su destierro en América. Un signo de terror. Y por otro, son símbolos de su libertad. De lo nuevo y originario americano. Y eso está perfectamente expuesto en la novela de Lombardi que, además, acumula otro mérito. Es sabido que la literatura argentina se diferenció de gran parte la producida en las naciones hermanas por haber sustituido el realismo mágico por una extrema racionalidad. Pues bien, La coronación de las plantas obra el milagro de hacer llegar el realismo mágico de forma sumamente original a la narrativa argentina. Componiendo un fresco lleno de delirantes situaciones y personajes que recuerdan a muchas de las novelas oníricas hispanoamericanas: el viejo de las gallinas, el niño de los dientes picados, el Guriburi, la viuda de las Tartas, además de, por supuesto, el absorbente recuerdo del botánico nazi August von Franken y su mágico e inquietante herbario. Un jardín de las delicias austral.
Posiblemente La coronación de las plantas no sea una obra maestra. Lombardi fue podando y mejorando el relato con el paso de los años, pero supongo que se daría cuenta de que, como un frondoso bosque, era imposible controlar su crecimiento por completo. Y optó por no enloquecer y dejarlo libre. Con ese aspecto de mágico y silvestre campo con el que lo hemos conocido. Una sabia decisión que permite hacerse una idea cabal y alucinada de la relación entre los argentinos y el mundo natural. La cosmogonía americana. Un diálogo que raya por momentos en lo opaco y esotérico, tal y como reflejan con insólita maestría las ilustraciones de Claudio Romo. La guinda de una edición —otra más— que demuestra que Jekyll & Jill es, sin dudas, la cabeza de dragón de las editoriales independientes contemporáneas. Una editorial que no publica libro, sino cofres. Insólitos Anillos. Ramos de flores perversas y envenenadas.

La coronación de las plantas en Le Cool



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Juan Carlos Portero reseña en la revista Le Cool la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrado por Claudio Romo:

El libro como objeto, como obra de arte, como puerta abierta al conocimiento, como camino de evasión a otra realidad. Un universo hipnótico en el que la realidad y la ficción se confunden. Cuesta al principio y enamora al final. Una obra compuesta de tres partes: la búsqueda, el herbario y el uso de las hierbas. Un viaje a la fantasía, a los misterios y a los deseos. Un libro de pólvora impresionista, donde la estética se construye a base de mundos oníricos. El libro exige una concentración enorme porque hay un síndrome de confusión latente, caracterizado por alucinaciones visuales, que pueden indicar una disolución parcial o completa con la conciencia o la realidad. El trompetista de jazz y su amiga en busca del misterio que encierra un extraño herbario, escrito por August Von Franken, un experto en botánica que trabajo para los nazis. Seres extraños les rodean, como el niño de los dientes picados, la viuda de las tartas, el viejo de las gallinas. Literatura, música, hierba, sexo, rituales que deforman pensamientos e ideales.

“A fin de cuentas, ¿qué importaba? Aquella sombra, tanto como yo, era un hombre que ya no es, somos otra cosa. somos más bien cajas de cartón flotando en el agua.”

Un libro exquisito, con una maquetación distinta, cuidada al máximo, y una tirada de 1000 ejemplares numerados. Mención aparte las ilustraciones del chileno Claudio Romo, responsable de un trabajo singular que empieza en la sobrecubierta y continua en el interior del libro. No lo piensen, llegarán tarde.

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ilustración de Claudio Romo para La coronación de las plantas
ilustración de Claudio Romo para La coronación de las plantas

La coronación de las plantas de Diego S. Lombardi en revista Détour



Francisca Pageo reseña la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrado por Claudio Romo, en Revista Détour.

Diego S. Lombardi. Una alquimia botánica, por Francisca Pageo

La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi. (Jekyll & Jill)  Ilustraciones de Claudio Romo | por Francisca Pageo

Diego S. Lombardi | La coronación de las plantas

El folklore siempre tiene algo inventado, algo que hacemos nosotros, que ponemos nosotros y modificamos con el tiempo. Es irremediable no relacionarlo con lo mágico, con lo misterioso, con lo que no podemos terminar de intuir. Algo parecido pasa con La coronación de las plantas del argentino Diego S. Lombardi. No sabemos muy bien dónde encajar el libro, pero sin duda es capaz de provocarnos una incertidumbre, una sensación ambivalente ante lo que la magia y la alquimia nos ofrecen.

El herbario del que se habla en la novela es aquí ilustrado (aunque no completamente) por Claudio Romo. Ilustrado con una estética siniestra pero bella y sublime, de un esteticismo desinteresado que intensifica la historia haciéndola más profunda y misteriosa. Estamos ante una novela puramente visual e, incluso, podríamos decir, olfativa. No podemos negar el hecho de que necesitamos visualizar todo lo que sale en ella. La ficción nos lleva por caminos de fantasía y surrealismo. Caminos que no todos somos capaces de imaginar pero que Diego hace muy bien.

A pesar de que la historia de este libro transcurre en la actualidad, hay algo que la hace atemporal, como si lo contado pudiera pertenecer a otro tiempo indeterminado. Las plantas aquí mostradas poseen cualidades psicoactivas, cualidades que alteran las funciones de la mente humana y que tienen efectos mágicos y ocultos en nosotros. Asimismo, los conjuros mostrados son excepcionales. No cabe duda de que Lombardi se ha adentrado fielmente en el mundo de la botánica. Lo ha descuartizado y se lo ha comido, lo ha triturado y mezclado dentro de sí para vomitarlo ante nosotros, haciendo así un collage único. Lleno de atributos que solo Lombardi ha podido darle.

Estamos ante un libro que no sabemos muy bien qué es, no sólo por la mezcla de estilos y elementos, pero que embellece la parte oscura de nuestra alma, la sombra; además de lo que la naturaleza nos ofrece y sus propiedades misteriosas.

«En el margen de la laguna yacían árboles derrotados, podridos, de donde pendían unas florecillas blancas como jóvenes bailarinas de ballet que se acomodaban sobre las rodillas de un viejo empresario. El denso olor del nigredo que el fango despedía, lejos de disgustarme, me recordó al aliento que recorría el pasillo y llegaba a la sala desde la siempre oscura habitación de mis abuelos, aliento agravado aún más por las flores mustias que quedaban en el florero por largos periodos de tiempo antes de que alguien se decidiera a cambiarlas».

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La coronación de las plantas de Diego S. Lombardi en Filmtropia


La web de difusión cultural Filmtropia dedica una entrada a La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, novela ilustrada por Claudio Romo.

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La Coronación de las Plantas, de Diego S. Lombardi

Editorial: Jekyll&Jill.
 
Este tipo de libros, con propuestas tan arriesgadas, difícilmente verían la luz de no ser por el esfuerzo de pequeñas editoriales como Jekyll&Jill.
 
Sinopsis:
El tiempo pierde su aparente linealidad y los contornos de la razón se vuelven difusos, casi indistinguibles, cuando un trompetista de jazz —armado con un instrumento lovecraftiano que, quizás, en una vida pasada, fue el que le arrancó la cabeza a la flauta de Hamelin— encuentra unas polaroids en las que una curia alza cabezas humanas en sacrificio a lo que parece un hombre-árbol. Los dientes picados de un niño que vive en el monte, una traductora que si fuese prudente daría media vuelta, un inquietante teatro de pollos y la estela de un excéntrico botánico alemán relacionado con los nazis componen las pistas hacia el terrible descubrimiento de un doble fondo en la realidad consensuada, donde voluntades cósmicas, plagadas de intenciones que parecen estar muy lejos de todo lo humano, encuentran en las plantas un medio propicio para su manifestación.
 
Puedes leer una entrevista a Diego S. Lombardi aquí.

La coronación de las plantas en La opinión de Murcia


Ruby Fernández reseña La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrado por Claudio Romo, en La Opinión de Murcia (21-10-2017)

Venenos

Tomen nota: consistencia de película noruega con clara obsesión por las cosas viscosas y conjurables. ¿En qué consiste este libro? ¿qué sentido tiene? Es una estupidez preguntar el sentido del placer, diremos que La coronación de las plantas de Diego S. Lombardi publicado por el incansable Víctor Gomollón y Rubén Martín Giráldez en Jekyll & Jill que alterna pasajes novelescos con descripciones de botánica, animales vegetales fantásticos (ilustrados por Claudio Romo), incluso podemos hablar de sonido en estas páginas, ya que rápidamente se pasa de escuchar ruido y naturaleza a la estridencia sorda de una trompeta de jazz y es que esta música junto a la clásica y la electrónica son las que, como las hierbas, nos trasladan a  estadíos superiores.
Como es frecuente en Jekyll, se alternan textos de diferente calado: textos periodísticos, novela corta, ilustraciones, herbarium, técnico, pocas veces cabe tanto en menos de un cuarto de quilo de libro. Podemos decir que dentro de este hay en verdad tres o cuatro, divididos en fascículos inarrancables, no ordenables, por eso de la integridad material del volumen. Libro de pinceladas impresionistas en donde juega un papel importante la estética, más en forma que en fondo y es que una gallina nunca da dos pasos iguales sobre un escenario.
Setecientos pesos de herbarium, cuasi medieval por lo sonoro de sus conjuros, que alteran lo que puede ser la descripción canónica de este, pero es que Diego S. Lombardi parece ser que no gusta de seguir normas ni tramos indicados. Saltando de rama en rama tirando piedras  en forma de ideas a los que encuentra a su paso, su intención es abrir cabezas para hacer brotar ideas o abrir camino para sembrar las suyas propias en omisiones ajenas.
Extraña maquetación y alternancia de narradores. Un Sísifo ciclotímico rodeado de excrementos, naturaleza y mal olor hará acto de presencia entre estos matorrales calcinados al  estilo Wurlitzer. Si, por extraño que parezca, a veces, algo parecido al germen estilístico Wurlitzeriano  acaba materializándose para unirse tal vez a  lo surrealista de los cuentos de Gass. Y es que a ratos se respira el mismo calor, el mismo polvo y casi podemos llegar a masticar lo espeso de NOG(Underwood) o Del chico de Pedersen (La navaja suiza).
Poco a poco vamos deshaciendo conjeturas previas proferidas por el ansia por entender el por qué de la forma de un libro. Casi todo parte de fragmentos surrealistas e inéditos escritos a dos manos y sendos personajes a los que buscar. Que nadie te eche de menos en diez años es una putada, Von Franken. No estamos ante una novela de frases destacables, pero si reseñables que ‘ayudan al protagonista a alcanzar su identidad de forma gradual’ como bien dice el autor.
Color blanco como gran vacío, siendo este la suma de un todo que termina siendo un puente colgante. Lenguaje y la ausencia de este hablado unida a la certeza de que el ritmo y la musicalidad del mismo podrán soportar la estructura que desaparece al cerrar la boca. siempre es bueno dejar espacio para un poco de Holocausto y la confusión.
Pollos como metáfora de todo
 
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Foto de Ruby Fernández
 

La coronación de las plantas en revista La Ignorancia



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La revista La ignorancia dedica una reseña de página entera a la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, con ilustraciones de Claudio Romo:

«Por esta vez voy a comenzar hablando de un libro por el continente. La nueva apuesta literaria de Jekyll & Jill está presentada de forma magistral. Es uno de los libros de literatura más bonitos que pueden verse ahora mismo en los estantes, en cuanto a su portada, sus ilustraciones, su cubierta en oro y marrón, el tono de sus páginas, la composición de las mismas… Da gusto leerlo y, ya solo por eso, merece la pena este libro, editado en una pequeña tirada de 1.000 ejemplares numerados.
Aunque no solo de envolturas Vive la literatura. Es preciso que un continente amable y realizado con mimo, como se nota que ha sido hecho este, incluya un contenido acorde con su presentación para que no quede en solo un espectáculo vacío. Pues bien, La coronación de las plantas, que así se llama el libro, es un original viaje por la fantasía, por los deseos y por los misterios. El escritor argentino Diego S. Lombardi se proyecta en el protagonista, un trompetista de jazz (como el mismo autor), que parte hacia un pequeño pueblo en compañía de Paula, su vecina de piso, una traductora inquieta y algo irreflexiva. Van allí para descubrir el misterio que encierra un extraño e inquietante herbario antiguo, realizado por August von Franken, un botánico relacionado con los nazis que se refugio en esa pequeña villa, y unas viejas polaroids que le ha entregado un amigo de una tienda de viejo, unas fotos manoseadas, que son, precisamente, las que les remiten a ese lugar apartado (…)»

Pueden seguir leyendo la reseña (página 101) y toda la revista bajándola gratuitamente en este ENLACE

 

La coronación de las plantas en La Nueva España



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Eugenio Fuentes reseña la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrada por Claudio Romo, en su sección La Brújula del suplemento cultural de La Nueva España:

Una aventura iniciática para una conspiración vegetal

Tras contemplar con atención la fascinante cubierta de La coronación de las plantas, y luego recrearse en cualquiera de las once ilustraciones del chileno Claudio Romo que enriquecen el volumen, sólo cabe zambullirse en sus páginas para atrapar las promesas que se alojan en sus líneas. Y es ahí cuando el lector, que habrá de estar diplomado en la batalla literaria, empezará a felicitarse. Porque acompañará a un héroe en el cumplimiento de su misión. Un trompetista de jazz, un puñado de polaroids, un buen surtido de plantas mágicas, con descripción y recomendaciones de uso, es todo lo que el argentino Lombardi necesita para poner en marcha un penetrante relato iniciático. El camino hacia el descubrimiento de una realidad subyacente, imposible de imaginar desde el romo más acá, que encuentra sus vías de revelación en el mundo vegetal. El otro lado del espejo era, sobre todo, verde.

La coronación de las plantas en El Boomeran(g)



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La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrado por Claudio Romo, en El Boomeran(g).

El tiempo pierde su aparente linealidad y los contornos de la razón se vuelven difusos, casi indistinguibles, cuando un trompetista de jazz -armado con un instrumento lovecraftiano que, quizás, en una vida pasada, fue el que le arrancó la cabeza a la flauta de Hamelin- encuentra unas polaroids en las que una curia alza cabezas humanas en sacrificio a lo que parece un hombre-árbol. Los dientes picados de un niño que vive en el monte, una traductora que si fuese prudente daría media vuelta, un inquietante teatro de pollos y la estela de un excéntrico botánico alemán relacionado con los nazis componen las pistas hacia el terrible descubrimiento de un doble fondo en la realidad consensuada, donde voluntades cósmicas, plagadas de intenciones que parecen estar muy lejos de todo lo humano, encuentran en las plantas un medio propicio para su manifestación.

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La coronación de las plantas en El Receptor



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La novela La coronación de las plantas de Diego S. Lombardi, ilustrado por Claudio Romo, en el artículo ¡Libros que llegan! de El Receptor:
«Dioses antiguos vegetales, macabras pistas que conforman un rastro hacia una realidad y un músico con la poca cabeza de no huir mientras tuvo la oportunidad. Todo esto compone este acercamiento al terror insondable —quizá incluso cósmico— desde lo costumbrista que nos trae el autor argentino.»

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La coronación de las plantas en Valencia Plaza

Eduardo Almiñana reseña la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, ilustrada por Claudio Romo, en Valencia Plaza. 2/10/2017

‘La coronación de las plantas’ de Diego S. Lombardi, intoxicación por literatura psicoactiva

El escritor argentino es el responsable de esta novela que combina lo botánico con lo mágico, la cábala con el amor incipiente, el jazz con los sonidos de la noche rural, la ignorancia con la omnisciencia

VALÈNCIA. Si se piensa detenidamente, la historia que sucede entre los primeros recolectores y nuestros modernos supermercados a rebosar de alimentos está sembrada de muertes, de indigestiones y de malos viajes. Ahora resulta bastante evidente que no es recomendable llevarse a la boca frutos verdes de cicuta, prepararse unas Amanitas phalloides a la plancha, aderezar una ensalada con semilla de ricino o merendar un smoothie de adelfa, pero no siempre fue así. Hasta llegar a las precauciones actuales, el método del ensayo y el error ha ido dejando por el camino a un buen número de foodies curiosos. La naturaleza es bastante traicionera en lo referente a los venenos; a pesar de todo eso de los colores amarillos y negros, rojos o verdes que nos enseñaron en la escuela, la verdad es que la mayoría de vegetales letales no solo pasan perfectamente por comestibles, sino que de hecho, a simple vista, pueden resultar muy apetecibles. Dilucidar qué oscuras tendencias de la evolución han llevado a esta circunstancia puede llevarnos a una serie de conclusiones que no siempre resultarán halagüeñas para nuestra especie: ¿son esos colores llamativos y esas formas esponjosas o turgentes un cebo? En caso afirmativo, ¿por qué? ¿Qué podría desear un árbol repleto de neurotoxinas como el cinamomo -muy común en nuestras ciudades- de nuestro cadáver?

Nutrientes. Es una idea. O bien algo más elevado, restablecer un orden, un estado inicial más justo en el que los Homo sapiens no gozábamos de tanto protagonismo en la roca que habitamos todos -de momento-. Por suerte para nosotros, la vegetación con la que convivimos no es capaz de agredirnos como sí lo hacían los trífidos alienígenas de la novela del británico John Wyndham, que allá por mil novecientos cincuenta y uno concedió una victoria simbólica, literaria, al mundo vegetal en su novela El día de los trífidos. Quizás llegue un día en que El incidente de Shyamalan se haga realidad, pero no parece probable. Pero, ¿y si hubiésemos infravalorado históricamente a todas esas especies que a día de hoy empleamos con fines alimenticios u ornamentales, y si la lavanda o el tomillo fuesen simples máscaras tras las que se ocultasen poderes fuera de nuestra comprensión? Algo así nos plantea el bonaerense Diego S. Lombardi en su alucinógena novela La coronación de las plantas, que acaba de publicar el sello Jekyll & Jill, que por cierto, se pone cada día el listón más arriba en lo que a editar de maravilla se refiere. A la historia de Lombardi le acompañan las ilustraciones del chileno Claudio Romo, responsable de un trabajo excepcional que empieza en la sobrecubierta y sigue en el interior del libro.

Que lo dicho anteriormente no condicione la lectura de esta sorprendente novela, que deambula entre lo costumbrista y lo cósmico, que se sumerge en el abismo entre lo uno y lo otro. Precisamente ese lo que sea que pueda ser que pudiera existir al margen de las dualidades tiene un papel fundamental en los hechos que se narran a veces de soslayo, mientras se sugiere que puede estar sucediendo algo más grave, de mayor entidad que lo que se cuenta. Porque lo que se cuenta empieza siendo lo que ahora llamamos una escapada rural; una estancia en pareja en un pequeño pueblo, un amorío en su primera fase vivido por dos vecinos que casi no se conocen pero que se atraen lo suficiente como para tolerarse las rarezas que chisporrotean y prenden a veces entre sexo y sexo, entre conversación y silencio, entre paseo y cumplimiento de las obligaciones que uno se impone incluso de vacaciones, como ensayar con la trompeta, en el caso del protagonista. En ocasiones Lombardi nos quiere hacer creer que todo va a seguir así, que lo inquietante es un pretexto para hablar de lo mundano, del hastío, de los cambios, de los pronósticos funestos elucubrados en los días brillantes en que nada debería quitarnos el sueño.

Pero otras veces reaparece lo extraño, en forma de esas fichas de plantas cabalísticas que nos describen sus misteriosas propiedades de las que antaño hacíamos uso pero que ahora hemos olvidado, así como los rituales que podemos llevar a cabo con ellas; encantamientos arcaicos y modernos, embrujos para adquirir alas en la espalda, para escuchar los pasos del enemigo, para presenciar el origen de la cultura, para ver al hombrecillo de pan. Lo incognoscible irrumpe también en la propia estructura del relato, en sus aliteraciones burbujeantes de pócima en preparación -Uriburu, Guriburi-, en sus caligramas, en sus omisiones explícitas, en sus poemas humorísticos y trágicos, en sus rupturas, en sus saltos de narrador en narrador. Lombardi se regodea en las descripciones musicales y en la música de las palabras que arroja: “El berrinche de semicorcheas, plagado de cromatismos, y aquel tritono que cubría el pasaje de una lobreguez extravagante fueron dibujando un rostro, difuminando una nota para crear un sombreado o dándole vigor al ataque para resaltar los trazos más representativos. La escala magiar tocada con staccato y descendiendo en terceras menores trabajaba más allá de las paredes de la cabaña”.

La prosa de Lombardi actúa sobre el cerebro como un hongo seco que cuesta tragar al principio, pero que garantiza viajes fabulosos una vez se empieza a digerir. La estimulación llega a niveles psicotrópicos, los protagonistas se funden con lo que pasa al otro lado del telón de fondo, el pueblo cae y nos desorientamos, ellos y nosotros, y seguimos leyendo creyendo que ahora llegará la gran revelación, que llegar llega, en forma de bug que recuerda a la Ciclonopedia del iraní Reza Negarestani; aquí y allá asociaciones estridentes, antiintuitivas, poéticas, absurdas, cibernéticas. Llegamos al final con una intoxicación lombardiana galopante, en estado crítico, pidiendo oxígeno, donuts y un refresco. Al borde de dar por concluida la última página, la historia se vuelve caleidoscópica en la memoria reciente -porque este libro es aconsejable leerlo de una sola dosis-, y al cerrarlo, con la mente abotargada, pensamos: ¿qué ha pasado? ¿Qué me ha pasado? Me han echado algo en el libro. Y entonces nos acordamos de los rostros de las plantas maléficas, y nos preguntamos si no habremos sido víctimas capítulo a capítulo de su terrible influjo de seres preternaturales y antiguos.

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Entrevista a Claudio Romo en Revista PenúltiMa



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Paco Inclán entrevista a Claudio Romo, autor de las ilustraciones de la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi, en Revista PenúltiMa.

El ilustrador chileno Claudio Romo es el autor de la portada y las ilustraciones de interior que acompañan a la novela La coronación de las plantas de Diego Lombardi. Después de publicar en Chile, México e Italia, la obra de Romo llega por primera vez a España de la mano de la editorial Jekyll&Jill.

 

Tus ilustraciones en La coronación de las plantas pueden verse como una atractiva baraja de naipes. Nos introducen de manera muy gráfica en la desconcertante magia de la novela de Lombardi. ¿Cómo fue la conexión creativa con el texto? ¿Lo visualizaste rápido?

Fue muy rápido. Víctor Gomollón, el editor de Jekyll&Jill, me sugirió un estilo xilográfico y visualicé la serie a la manera del grabado popular decimonónico, con cortes duros de alto contraste, dibujo primitivo.

¿Podrías hablarnos de la lira popular chilena y la influencia en tu obra de aquellos grabados decimonónicos? Pienso que es interesante ubicar al lector español en la tradición del grabado y la xilografía en Chile.

La lira popular tuvo su desarrollo entre las últimas tres décadas del siglo XIX  y las dos primeras del siglo XX. Eran periódicos de tamaño de un pliego escritos por poetas populares e impresos en talleres tipográficos. Se colgaban en las plazas de los pueblos y las ciudades para comunicar los sucesos acaecidos en Chile y el mundo. Estaban escritos en octavas e ilustrados con xilografías y clichés tipográficos importados de Europa. A diferencia de los poetas, los xilógrafos eran anónimos, no existe registro de sus nombres; lo más seguro es que fueran obreros tipográficos que participaban en las ediciones y terminaban ilustrándolas como parte del servicio. Los temas eran variados: política, temas sociales, hechos sobrenaturales, eventos patrióticos  pero todos  con la particularidad de ser vistos desde la perspectiva del pueblo. En las colecciones que han sobrevivido se pueden apreciar hechos portentosos, como la aparición de un culebrón demoniaco que se comió a una niña o las señales del fin del mundo presagiadas por la aparición de poderosos cometas. También eran frecuentes las protestas en contra de las injusticias, como las matanzas obreras, la pena de muerte para los pobres o los abusos de las clases dominantes.

Cuéntanos cómo fue el proceso creativo de la ilustración de portada… esos pezones tirando leche azul celeste.

Víctor me sugirió una portada muy vegetal, semejante a un grimorio. Entonces pensé en un personaje, una personificación de las plantas, un Señor del Veneno, a la manera de una deidad pagana, indígena, que operara como un lugar de culto. Respecto a la leche celeste turquesa, la imagen la saqué de una litografía que dibujé hace años en México. Formaba parte de una serie de grabados llamada Láminas de anatomía apócrifa, una versión pagana de San Lorenzo personificado como luchador de lucha libre que expulsaba de sus pezones una leche negra mientras era asado por un fuego azul.

Un escritor argentino, un ilustrador chileno y un editor español dan como resultado un excelente libro transoceánico. ¿Cómo valoras tu primera participación como ilustrador en una editorial española?

En lo personal es un gran placer presentar mi trabajo por primera vez en España en una editorial como Jekyll&Jill. Comparto la mirada estética de sus ediciones, su visión del arte, la tipografía y el diseño del libro; la concepción del libro como un objeto cultural depositario de variados flujos de producción artística.

En tu libro El álbum de la flora imprudente (Lom, 2007) también trabajas un herbario que defines como «un bestiario vegetal, un catálogo de plantas ficticias». Podríamos hablar de casualidad, aunque Jekyll&Jill haya hecho de intermediario. Aunque se traten de dos herbarios con perspectivas diferentes, ¿ves alguna conexión entre ambas obras?

Es una bonita casualidad. Las descripciones botánicas de Diego fueron sugerentes, las imágenes fueron saliendo fácilmente. Sentí una conexión con su mirada a la naturaleza, una naturaleza psicoactiva, como un ser caleidoscópico, mutante y vinculado a mitos vernáculos.

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Entrevista a Diego S. Lombardi en PenúltiMa



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Paco Inclán entrevista a Diego S. Lombardi, autor de la novela La coronación de las plantas, en Revista PenúltiMa.

Con su primera novela, Reflexiones de un cazador de hormigas, Diego Lombardi obtuvo el prestigioso premio ALBA narrativa. Con la segunda nos propone un viaje al mundo mágico de las plantas en el que el escritor argentino descifra mensajes ocultos de un herbario con poderes lisérgicos. Con pluma hábil, Lombardi nos arrastra por escenarios y personajes que parecen extraídos de un lugar donde, en palabras del autor, la materia aún no se configura y los pensamientos adquieren una densidad aterradora.

 

La primera es fácil: ¿qué has querido contarnos con La coronación de las plantas?

El libro surge por las ganas de compartir una historia y una serie de sensaciones e imágenes que fueron conformándose alrededor de infinidad de notas y entradas, producto del registro de vivencias personales, lecturas y meditaciones, hilvanadas por un designio que tiene que ver más con la intuición que con el artificio. El hecho de no poder controlar o racionalizar ciertos aspectos del proceso agrega una esfera que excede cualquier intento de explicarme. Sí queda en evidencia una exploración de los distintos grados de enlace entre los elementos, un tiempo que pierde su aparente linealidad, voluntades que trascienden cualquier dualismo y el horror de descubrir el doble fondo de una realidad tambaleante. La novela debe leerse como un mensaje de las plantas que me fue revelado durante todo aquel tiempo que pasé deambulando entre las plantas las plantas las plantas y que, por pertenecer a un mundo desconocido, se expuso a través de la única conexión común, hallada en terrenos arcaicos y primitivos e impregnada de intenciones olvidadas por la cultura.

En la novela llama la atención la mezcla de la sabiduría mística de las plantas con constantes referencias a la cultura occidental; una mezcla de herbario mágico con cultura ocultista-pop al fondo. ¿Qué conexión estableces entre ambas?

En la novela aparecen muchas cosas que me interesan y que provienen de fuentes de lo más diversas. La conexión es, tal vez, un hecho fortuito. La cosa pop está ahí, Marilyn Monroe llega sin que la busques; el conejo que atosiga con una lanza a un hombrecillo en el espacio liminar de un herbario del siglo XVI digitalizado y disponible en el portal de la Biblioteca Estatal de Baviera, difícilmente; aunque, ¿quién sabe? Antes de darte cuenta te habrás alejado demasiado por seguirlo a través del infinito hoyo negro del mashup.

La aparición de personajes misteriosos y escenas desconcertantes otorgan una dimensión mágica a la lectura de La coronación de las plantas. A medida que avanza la lectura, lo que llamamos realidad y fantasía se acaban confundiendo. Hay momentos en los que no se sabe muy bien qué está pasando, un desconcierto muy estimulante para los que nos gusta que nos saquen de nuestra esfera plana y predecible. ¿Cómo fue el proceso de escritura de la novela? ¿Igual de desconcertante o tenías claro el qué y cómo querías contarlo?

Me dejé arrastrar durante un par de años por un concepto difuso, una escena y la persuasiva presencia de las plantas. La irrupción constante de estos elementos terminó por tamizar todas mis observaciones y tuvo su momento más significativo durante una larga temporada en el monte. Sobre esta búsqueda y exploración fueron manifestándose personajes, algunos de forma esporádica y poco nítida, otros de forma insistente y concreta, provenientes de realidades tan distintas que parecen de fantasía. No fue sino hasta regresar a la ciudad cuando pude organizar y destilar el material de varios archivos y tres cuadernos de tapa dura, lisos y forrados en papel araña verde. Para ese entonces había logrado componer una imagen bastante clara del libro que quería hacer y me senté frente al teclado durante algunas semanas y en total abstracción. Al terminar, lo que bien dices: el desconcierto.

El lenguaje está muy cuidado. Gracias a eso logras introducir al lector en escenarios muy confusos a la vez que perfectamente verosímiles. No es fácil hacer que parezca fácil lo que fue complicado. ¿Trabajaste con muchas versiones antes de enviar el manuscrito a la editorial?

Hubo una primera versión casi idéntica a la definitiva, por supuesto que mucho más torpe y arrebatada. Continué trabajando el manuscrito durante algunos meses, limando asperezas y amenizando las formas. He cuidado el lenguaje como a un jardín. Aun así debo advertirte que al fondo, en los yermos que separan largas parrafadas, crece oculta una planta, esa que siempre es arrancada ni bien se la distingue de entre las rosas.

Ahora que están de moda todo tipo de terapias, ¿por qué no recurrir al poder mágico del herbario? ¿Qué cambios sociales experimentaríamos si se normalizara el consumo de plantas como método sanador, mágico y/o terapéutico?

Para esbozar una respuesta más concreta tendríamos que definir múltiples aspectos. ¿Puede considerarse un método sanador una dieta basada en plantas y frutos? ¿Desde qué lugar una persona decide tomar un té de tilo para relajarse, vaporizar flores de Bach para armonizar su vida o cocinar una pócima para acceder a planos de existencia más sutiles, allí donde la materia aún no se configura, pero donde los pensamientos adquieren una densidad aterradora? Considero el consumo de plantas, más que un método, una herramienta que puede desencadenar procesos de toda índole. He visto alguna vez el anuncio de una crema facial que hecha de aloe vera promete eliminar cualquier tipo de cicatriz; han transcurrido eones y aún continúo untándome, porque no veo mi cicatriz, pero la siento. ¿Sigue estando ahí? ¿Puedes, por favor, decirme?

¿Cómo valoras tu primera experiencia editorial en España? ¿Qué tal ha sido el proceso con Jekyll&Jill?

Publicar es siempre satisfactorio y conlleva la posibilidad de poder compartir mi trabajo con más personas. El proceso con Jekyll&Jill ha sido maravilloso. Víctor es un editor detallista, que asume riesgos e imprime en sus libros una dedicación asombrosa. Contar, además, con el alucinante y ponzoñoso lápiz de Claudio deviene en una situación ideal que nada deja librado al azar, haciendo de esta novela un objeto delicado y complejo.

La coronación de las plantas es una novela rica en referentes literarios y cinematográficos, ¿cuáles son tus lecturas y películas de referencia?

Tengo en más alta estima aquellas obras de carácter menos perecedero, que asumen riesgos en su contenido y estilo, resultan atractivas por sus particularidades o demuestran maestría en su ejecución. Ni qué hablar de esas creaciones en las que se ha apostado todo. Me gustan los clásicos, el pulp, el género, lo experimental. Que se deslicen referencias ha sido algo inevitable, como así también la filtración de cierto bagaje común a una generación inicialmente educada por la homogénea luz del televisor, aún lejos de la variedad y oferta de contenidos que, junto al acceso a Internet, llegaría en décadas posteriores.

¿A quién recomiendas la lectura de La coronación de las plantas?

A quienes hayan soñado con gorgojos en el arroz is arroz, escuchado los gritos del pasto recién cortado o comprendido de qué se trata acariciar a un gato en la madrugada.

¿Y a quién un viaje herbo-lisérgico?

Un viaje herbo-lisérgico podría salvarte la vida, asustarte y dejarte confundido o entretenerte con imágenes de colores vistosos; cada persona leerá lo que le permitan sus ojos, así como la intención y el contexto serán fundamentales en el desarrollo de la odisea. Recomendado para todos, lo que es casi lo mismo que recomendado para nadie.

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La coronación de las plantas en revista Penúltima



CUBIERTAS DESHIELO BOLSILLO.inddLa revista PenúltiMa publica en exclusiva las primeras páginas de la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi

Una novela o un viaje herbo-lisérgico, es complicado decir en qué consiste exactamente La coronación de las plantas del argentino Diego S. Lombardi e ilustrada por Claudio Romo, que edita Jekyll & Jill, editorial que, generosamente, ha decidido regalar un lote de libro, póster, postal y marcapáginas mediante un concurso, puedes averiguar más sobre el concurso siguiendo este enlace.

Debíamos seguir el camino de tierra, vadear el río y continuar hasta donde la huella se pierde, donde antes había un cartel que señalizaba el sendero y donde ahora no quedaba más que el poste. Teníamos las vagas referencias de pasar una lomada, una higuera, datos proporcionados por un anciano con quien nos topamos a escasos pasos de la iglesia; había indicado la dirección a seguir frunciendo los labios, acompañando el gesto con un seco movimiento de la cabeza. El sol de la tarde hacía sentir su calor con una intensidad inusitada para la primavera. Nos detuvimos en una explanada a estudiar las posibilidades, pues ninguno de aquellos senderos ocultos por la maleza se ofrecía más importante que otro; a primera vista parecían no tener el mismo destino. Saqué de la mochila una botella, di unos sorbos y se la pasé a Paula. Antes de guardarla eché un poco de agua sobre mi coronilla. Y entonces lo vi, casi junto a nosotros. El Guriburi. Así lo bautizamos luego. No sé a quién de los dos se le ocurrió semejante apodo, pero la ambigüedad de aquella absurda palabra encajaba de maravilla con su persona. Había aparecido de la nada misma. Nunca supimos su nombre y continuamos refiriéndonos a él con aquel mote que parecía cargar cierta intención peyorativa. Avanzaba con la vista hacia el suelo, levantando de tanto en tanto la mirada para que descubriéramos unos ojos chiquitos e inquietos.…seguir leyendo