Paco Inclán entrevista a Diego S. Lombardi, autor de la novela La coronación de las plantas, en Revista PenúltiMa.
Con su primera novela, Reflexiones de un cazador de hormigas, Diego Lombardi obtuvo el prestigioso premio ALBA narrativa. Con la segunda nos propone un viaje al mundo mágico de las plantas en el que el escritor argentino descifra mensajes ocultos de un herbario con poderes lisérgicos. Con pluma hábil, Lombardi nos arrastra por escenarios y personajes que parecen extraídos de un lugar donde, en palabras del autor, la materia aún no se configura y los pensamientos adquieren una densidad aterradora.
La primera es fácil: ¿qué has querido contarnos con La coronación de las plantas?
El libro surge por las ganas de compartir una historia y una serie de sensaciones e imágenes que fueron conformándose alrededor de infinidad de notas y entradas, producto del registro de vivencias personales, lecturas y meditaciones, hilvanadas por un designio que tiene que ver más con la intuición que con el artificio. El hecho de no poder controlar o racionalizar ciertos aspectos del proceso agrega una esfera que excede cualquier intento de explicarme. Sí queda en evidencia una exploración de los distintos grados de enlace entre los elementos, un tiempo que pierde su aparente linealidad, voluntades que trascienden cualquier dualismo y el horror de descubrir el doble fondo de una realidad tambaleante. La novela debe leerse como un mensaje de las plantas que me fue revelado durante todo aquel tiempo que pasé deambulando entre las plantas las plantas las plantas y que, por pertenecer a un mundo desconocido, se expuso a través de la única conexión común, hallada en terrenos arcaicos y primitivos e impregnada de intenciones olvidadas por la cultura.
En la novela llama la atención la mezcla de la sabiduría mística de las plantas con constantes referencias a la cultura occidental; una mezcla de herbario mágico con cultura ocultista-pop al fondo. ¿Qué conexión estableces entre ambas?
En la novela aparecen muchas cosas que me interesan y que provienen de fuentes de lo más diversas. La conexión es, tal vez, un hecho fortuito. La cosa pop está ahí, Marilyn Monroe llega sin que la busques; el conejo que atosiga con una lanza a un hombrecillo en el espacio liminar de un herbario del siglo XVI digitalizado y disponible en el portal de la Biblioteca Estatal de Baviera, difícilmente; aunque, ¿quién sabe? Antes de darte cuenta te habrás alejado demasiado por seguirlo a través del infinito hoyo negro del mashup.
La aparición de personajes misteriosos y escenas desconcertantes otorgan una dimensión mágica a la lectura de La coronación de las plantas. A medida que avanza la lectura, lo que llamamos realidad y fantasía se acaban confundiendo. Hay momentos en los que no se sabe muy bien qué está pasando, un desconcierto muy estimulante para los que nos gusta que nos saquen de nuestra esfera plana y predecible. ¿Cómo fue el proceso de escritura de la novela? ¿Igual de desconcertante o tenías claro el qué y cómo querías contarlo?
Me dejé arrastrar durante un par de años por un concepto difuso, una escena y la persuasiva presencia de las plantas. La irrupción constante de estos elementos terminó por tamizar todas mis observaciones y tuvo su momento más significativo durante una larga temporada en el monte. Sobre esta búsqueda y exploración fueron manifestándose personajes, algunos de forma esporádica y poco nítida, otros de forma insistente y concreta, provenientes de realidades tan distintas que parecen de fantasía. No fue sino hasta regresar a la ciudad cuando pude organizar y destilar el material de varios archivos y tres cuadernos de tapa dura, lisos y forrados en papel araña verde. Para ese entonces había logrado componer una imagen bastante clara del libro que quería hacer y me senté frente al teclado durante algunas semanas y en total abstracción. Al terminar, lo que bien dices: el desconcierto.
El lenguaje está muy cuidado. Gracias a eso logras introducir al lector en escenarios muy confusos a la vez que perfectamente verosímiles. No es fácil hacer que parezca fácil lo que fue complicado. ¿Trabajaste con muchas versiones antes de enviar el manuscrito a la editorial?
Hubo una primera versión casi idéntica a la definitiva, por supuesto que mucho más torpe y arrebatada. Continué trabajando el manuscrito durante algunos meses, limando asperezas y amenizando las formas. He cuidado el lenguaje como a un jardín. Aun así debo advertirte que al fondo, en los yermos que separan largas parrafadas, crece oculta una planta, esa que siempre es arrancada ni bien se la distingue de entre las rosas.
Ahora que están de moda todo tipo de terapias, ¿por qué no recurrir al poder mágico del herbario? ¿Qué cambios sociales experimentaríamos si se normalizara el consumo de plantas como método sanador, mágico y/o terapéutico?
Para esbozar una respuesta más concreta tendríamos que definir múltiples aspectos. ¿Puede considerarse un método sanador una dieta basada en plantas y frutos? ¿Desde qué lugar una persona decide tomar un té de tilo para relajarse, vaporizar flores de Bach para armonizar su vida o cocinar una pócima para acceder a planos de existencia más sutiles, allí donde la materia aún no se configura, pero donde los pensamientos adquieren una densidad aterradora? Considero el consumo de plantas, más que un método, una herramienta que puede desencadenar procesos de toda índole. He visto alguna vez el anuncio de una crema facial que hecha de aloe vera promete eliminar cualquier tipo de cicatriz; han transcurrido eones y aún continúo untándome, porque no veo mi cicatriz, pero la siento. ¿Sigue estando ahí? ¿Puedes, por favor, decirme?
¿Cómo valoras tu primera experiencia editorial en España? ¿Qué tal ha sido el proceso con Jekyll&Jill?
Publicar es siempre satisfactorio y conlleva la posibilidad de poder compartir mi trabajo con más personas. El proceso con Jekyll&Jill ha sido maravilloso. Víctor es un editor detallista, que asume riesgos e imprime en sus libros una dedicación asombrosa. Contar, además, con el alucinante y ponzoñoso lápiz de Claudio deviene en una situación ideal que nada deja librado al azar, haciendo de esta novela un objeto delicado y complejo.
La coronación de las plantas es una novela rica en referentes literarios y cinematográficos, ¿cuáles son tus lecturas y películas de referencia?
Tengo en más alta estima aquellas obras de carácter menos perecedero, que asumen riesgos en su contenido y estilo, resultan atractivas por sus particularidades o demuestran maestría en su ejecución. Ni qué hablar de esas creaciones en las que se ha apostado todo. Me gustan los clásicos, el pulp, el género, lo experimental. Que se deslicen referencias ha sido algo inevitable, como así también la filtración de cierto bagaje común a una generación inicialmente educada por la homogénea luz del televisor, aún lejos de la variedad y oferta de contenidos que, junto al acceso a Internet, llegaría en décadas posteriores.
¿A quién recomiendas la lectura de La coronación de las plantas?
A quienes hayan soñado con gorgojos en el arroz is arroz, escuchado los gritos del pasto recién cortado o comprendido de qué se trata acariciar a un gato en la madrugada.
¿Y a quién un viaje herbo-lisérgico?
Un viaje herbo-lisérgico podría salvarte la vida, asustarte y dejarte confundido o entretenerte con imágenes de colores vistosos; cada persona leerá lo que le permitan sus ojos, así como la intención y el contexto serán fundamentales en el desarrollo de la odisea. Recomendado para todos, lo que es casi lo mismo que recomendado para nadie.
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