Eugenio Fuentes reseña la novela Porque ya no queda tiempo, de Rafa Cervera, en el suplemento cultural de La Nueva España.
Rafa Cervera o lo mucho que se puede hacer con la memoria
El nombre de Rafa Cervera (1963) resultará más que familiar desde hace décadas a los adictos al periodismo musical. Hace tres años se internó en la senda de la novela con Lejos de todo y, ahora, ha dado un paso más allá. De gigante. Con la inquietante frontera de los 60 reflejada en sus ojos, ha mirado atrás y le ha salido Porque ya no queda tiempo que, en sus propias palabras, es lo que ocurre cuando la literartura absorbe la realidad. Gran acierto es haber sabido disponer los hilos de la memoria como un juego de líneas cruzadas en el que destellan dos luminarias: el Lou Reed al que idolatra y Nueva York. Le ha salido así lo que llama juego de habitaciones de hotel, en lugar de una pantanosa historia de infancia, juventud y madurez. Otro diez es que lo mucho que sabe de la música y sus mundos se ha transformado en destellos que hilvanan el recuerdo y enganchan al lector en una red de la que no querrá salir.