“Quiero escribir novelas cada vez más potentes hasta que se me pele la lengua y me falle”
Son tiempos de un comedimiento implacable, uniforme, asumido hasta un punto que pocos son los escritores que rabian, que dejan la casa patas arriba, resistiéndose a caer en el pozo del llamado “democratismo cultural”, ese “todo vale lo mismo” aplicado al mundo del arte, que no es otra cosa que un generador atroz de mediocridad. En ese sentido, creemos firmemente que Rubén Martín Giráldez pertenece a esa minoría que toma al lenguaje por los cuernos, que no se molesta en desquebrajar ciertos tópicos y en cuidar conscientemente, como un bonsai, otros tantos. Quizá porque sabe bien que todo esto no es más que una broma divertida, un juego donde el talento y la picardía, están a la orden del día. O quizá sea también por su clarísima conciencia, reafirmada en su primera novela: Menos Joven: “Todo este lenguaje se va cayendo. Todo este lenguaje se está cayendo.”