Eduard Aguilar reseña Los hombres de Rusia en Alicante Plaza:
Los hombres de Rusia, de Reinaldo Laddaga, relato de una psicogeografía demente
El texto citado aparece en la página 99. Hasta llegar a él, encontraremos la genealogía literaria y política de Gabriele D’Annunzio, Giuseppe Antonio Borgese y la familia Mann, la constante creación de territorios míticos en una América en constante construcción histórica, que se incardina con los movimientos seminales de la política y el pensamiento como lugar de llegada y exilio de los más variopintos personajes de la Historia. Refugio de los perseguidos por el nazismo en los años 40 del siglo XX, pero también de los propios fascistas que se reconstruyen en el Nuevo Mundo. Un flujo contínuo a lo largo de todo el siglo, que no se interrumpe y llega hasta los años 90, en los que aparecen estos hombres de Rusia, descritos por el narrador, el hijo adolescente del director de un zoo inundado en el estado de Florida, descendiente de Thomas Mann, en el que se instala aquel “contingente [que] consistía en ocho o nueve hombres (además del Líder, que nunca salía, al parecer, de la casa rodante que estacionaban en el valto galpón de las máquinas, entre nuestros inútiles tractores) y media docena de mujeres más o menos jóvenes (además de las cautivas, cuya cantidad desconocíamos). Eran, en general, altos y delgados; caminaban muy erguidos, con la cabeza hacia atrás y la espalda levemente curvada. Siempre habían llevado pantalones de una azúl metálico y camisetas con inscripciones que evocaban su peculiar sistema de creencias, pero, en los tiempos de calor, se las sacaban y dejaban ver los tatuajes que les cubrían todo el torso. Mi madre me había hablado muy mal de ellos. Son, de todas las criaturas, me había dicho, las más sucias. Después de orinar o defecar nunca se lavan. No se lavan después de copular. Pero sobre la risa que mi madre me provocaba al decirme estas cosas (ella misma, al hacerlo, se reía) prevalecía la fascinación engendrada por las historias de mi padre. Los hombre de Rusia -me decía- adoran el peligro”.
Adolescente narrador al que se arroga el título de autor principal, mientras que Laddaga guarda para sí únicamente la figura de Cide Hamete Benengeli, de compilador y traductor que encuentra navegando por la red el texto de Los hombres de Rusia y encuentra necesario darlo a conocer, al notar las concomitancias entre lo narrado y las líneas de conexión tendidas entre el nacimiento del fascismo y la cristalización de la nueva Cultura de la derecha que lleva hasta Donald Trump: “Muy pronto me di cuenta de que Los hombre de Rusia estaba tramado a partir de antiguallas textuales que enmascaraba de varias maneras. No me resultó difícil descubrir la identidad de algunas de ellas, su origen en los escritos de J.-H. Rosny aîné y Pierre Loti, los de Rafael Cansinos Assens, Franz Kafka, Thomas Mann, Michael Crichton y, por encima de todos, Gabriele D’Annunzio”, dice Laddaga en el prefacio emparentado con el prólogo a la edición de 1605 del Quijote.
Un alucinada digresión político-literaria que acaba siendo una road fiction por los lugares recónditos de la mitología oscura de la nueva (o no tan nueva) derecha, una alegoría de ese nuevo totalitarismo bufonesco que recorre América y el mundo, que tiene el punto de partida en D’Annunzio y el barón Julius Evola, y la arribada en Aleksander Dugin, ideólogo de Vladimir Putin, que, pocos días después de la elección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, escribía lo siguiente: “Los Estados Unidos son el Lejano Oeste del mundo. Es el espacio de la Medianoche. Allí se alcanza el punto final de la Caída. Este es el momento del cambio de polaridades. El Occidente se vuelve el Oriente. Putin y Trump están en dos extremos opuestos del planeta. En el siglo veinte, estos dos extremos se materializaron en las formas más radicales de la Modernidad: el capitalismo y el comunismo. Dos monstruos apocalípticos: Leviathan y Behemoth. Ahora se han vuelto dos promesas escatológicas: la Gran Rusia de Putin y la liberación de América bajo Trump. El siglo XXI finalmente ha comenzado”.