Íñigo Linaje dedica una excelente reseña a Abisal, libro de zonas y de figuras, de Álvaro Cortina Urdampilleta. En Culturamas:
La lectura de un libro siempre es un reto. Si ese reto viene envuelto en setecientas páginas y el propio autor -en el exordio- lo define como un conglomerado, como un collage de ideas, reflexiones y juegos metaliterarios el reto es doble. Abisal, el último libro de Álvaro Cortina Urdampilleta, es un laberinto lleno de conexiones subterráneas donde las lecturas y la vida del autor se funden con la literatura y el pensamiento. Un híbrido de carácter experimental que trasciende las fronteras del ensayo y todo tipo de catalogación genérica. Lo dice Enrique Vila-Matas en la faja promocio
nal: ¿Quién empujó a Álvaro Cortina a buscar un tipo de ficción que intenta hacer algo que no se había intentado nunca antes?
Tal y como indica el título, Abisal es una inmersión en las profundidades del arte y la literatura. Una obra heterodoxa e inclasificable -abundante en citas y referencias paratextuales- escrita por un estudioso de la cultura en sus más variadas manifestaciones. El volumen se lee con el interés que despiertan los libros que exigen un esfuerzo notable de atención por parte del lector, y evita la prolijidad de los materiales expuestos mediante una prosa ágil y dinámica, que salta continuamente de un motivo a otro y que, más que sumir al lector en el desconcierto, lo anima a seguir explorando en ese laberinto de espejos paralelos.
No es fácil encontrar antecedentes a este libro en nuestra tradición literaria. Salvando las distancias, podríamos recordar aquella travesía alucinante de Rafael Argullol titulada Visión desde el fondo del mar, una obra con la que esta guarda ciertas concomitancias, ya que mezcla literatura y mitología, arte y pensamiento, y comparte con Abisal el mismo ánimo explorador y totalizador. Igual que sucede en el libro del catalán, una minúscula frase extraída de una novela le sirve a Cortina para establecer las conexiones más audaces e insospechadas. De esta manera, un diálogo de Moby Dick encuentra su correspondencia en una cita bíblica o unos versos de Novalis en un aspecto particular de la filosofía de Schopenhauer. A su vez, esa misma cita puede conectar con el pasaje de una película (El resplandor, por ejemplo) y derivar en una meditación de ese paseante solitario que fue Rousseau y es el propio Álvaro Cortina. SEGUIR LEYENDO