Jugar con el tiempo. Un juego que seduce al espectador de este cortometraje de ciencia ficción apocalíptica. La Jetée, de Chris Marker, se compone de una serie de fotografías que discurren por la pantalla como postales enviadas desde los pliegues más remotos de la memoria. El estatismo temporalizado de las imágenes da lugar a una obra ambigua y misteriosa que sería la contradicción misma del hecho cinematográfico: una película sin movimiento. Chris Marker y La Jetée, la fotografía después del cine trata de desentrañar las reglas de este juego de alianzas entre fotografía y cine que resulta en imágenes de gran magnetismo, capaces de atravesar los estratos del espacio y el tiempo para adentrarse en los paisajes interiores del amor.
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Foto: Isabel Camps |
Antònia Escandell Tur (Eivissa, 1979) es licenciada en Teoría de la literatura y literatura comparada por la Universitat de Barcelona. En los últimos años se ha dedicado a la docencia y a la traducción. Entre 2008 y 2011 trabajó como lectora de lengua española en la Universidad Alexandru Ioan Cuza de Iaşi, una pequeña ciudad al norte de Rumanía, donde, además de dar clases de lengua y literatura, coordinó una revista literaria. Gracias a una beca para traductores obtenida en 2011 ha colaborado con el Instituto Cultural Rumano en varios proyectos. De entre ellos destacaría el volumen Broşurǎ. Ensayistas rumanos, una compilación de ensayos para la que tradujo fragmentos de diversos autores. Es miembro fundador del proyecto colectivo Reviradors, una plataforma para traductores literarios. Ha publicado artículos sobre cine, literatura y fotografía en diferentes revistas divulgativas de ámbito universitario. Chris Marker y La Jetée, la fotografía después del cine es el primer libro que publica.
Breve biografía de Chris Marker:
Se cree que Chris Marker vino al mundo un 29 de julio de 1921 con el nombre de Christian François Bouche-Villeneuve. Con algo más de certeza se sabe que se las apañó para irse el mismo día del mismo mes de 2012. Silenciosamente, fiel a su estilo, desaparecía por donde había venido una figura capital del pensamiento contemporáneo. Cronista certero y lúcido de su tiempo, cineasta, fotógrafo, escritor, ensayista, editor y viajero, su producción diluye las fronteras entre disciplinas. En su juventud fue alumno de Jean-Paul Sartre y formó parte de asociaciones afines a la Resistencia francesa; durante este periodo de formación se perfilan unas inquietudes intelectuales que ya no lo abandonarían. Prueba de ello es una extensa obra cuyo hilo conductor es la indagación en la crisis referencial de la imagen y en las consecuencias éticas de dicha transformación. En la última etapa de su vida, ya octogenario, se sumergió en el mundo de la tecnología multimedia y del videoarte. En toda su producción y en toda esta diversidad subyace una única obsesión: la fascinación por el poder de la imagen.
Entre las obras más representativas del director cabría mencionar los títulos Olympia 52 (1952), Les statues meurent aussi (1953), Lettre de Sibérie (1957), Description d’un combat (1960), Le joli mai (1962), Le fond de l’air est rouge (1977), Sans Soleil (1982), A. K. (1985), Le tombeau d’Alexandre (1993), Level 5 (1996), la instalación multimedia Immemory (1997), Une journée d’Andrei Arsenevich (1999), Le souvenir d’un avenir (2001), y Chats perchés (2004).