Cristina P. Escribano reseña Magistral, de Rubén Martín Giráldez:
Soy un pobre bebedor de venenos que ha visto a Dios y tiene una cara y un coco como un piano.
Un argumento sin trama, un rey escritor que cuenta sus hazañas literarias, un mago del aforismo, un analista perspicaz, un opinador sobre la lengua, la crítica, la realidad literaria, los lectores, lo anodino, lo eterno y lo humano con bastante clarividencia.
La lectura de Magistral te deja un poso de aquí qué pasa, un gusto a esto a qué sabe, regustos de culturas distintas, desde el Renacimiento y las obras más ensayísticas al descarnado siglo XX de Celine, Artaud o Manganelli.
Imagino que Rubén Martín Giráldez es un artista que tendrá mucho camino que recorrer, mucho más que decir, ojala revolucione o dicte un por dónde (el listón lo deja alto, de momento). En cualquier caso, con su última propuesta (tiene, al menos otra obra en la misma editorial llamada: Menos joven) estamos ante una novela fuerte, muy pensada, reflexiva y fuera de cualquier normalidad. Cada frase del libro es soberbia, cada pensamiento un volcán.
La editorial que se ha atrevido es Jekyll and Jill, una de las editoriales más arriesgadas e interesantes del panorama y demuestra con esta apuesta su exquisitez y buen ojo para mostrarnos obras realmente interesantes. Autor y editores conforman un equipo increíble, el material está muy cuidado. Lo demás, sumergirse de golpe en las aguas del libro. Un fragmento al azar:
“¿Constituía yo una respuesta? Igual no, pero estaba convencido de ser –a diferencia de ellos- destilado, quintaesencial brandy de anarquía; y vosotros venga a repetir papillas y a tomar leche controlada, a presumir de virtudes demográciles, de politique-verité. Encendíais salvas salvíficas a autores vacuos y la atmósfera olía a pelos socarrados o a muerte, según incineraseis a un muerto más o menos calvo”.
Magistral, un libro de Rubén Martín Giráldez.