Andrés García entrevista a Paco Inclán en el periódico De aquí con motivo de la publicación de su libro Dadas las circunstancias:
Un momento de la entrevista en el parque de Marxalenes
Paco Inclán: «Una parte importante de escribir consiste en aprender a borrarse»
El escritor Paco Inclán (València, 1975) acaba de publicar Dadas las circunstancias (Jekyll & Jill)
Sábado tarde. Aparece risueño como casi siempre, sus microscópicos ojos ocultos tras sus gafas. La barba de siempre y camiseta de manga corta. Le sugiero que coja chaqueta, que en estas fechas refresca pronto ya no tenemos edad para riesgos innecesarios. Llegamos al parque de Marxalenes, donde, confiesa, instala una de sus oficinas ambulantes. Periodista de carrera y escritor de profesión una de ellas, acaba de publicar Dadas las circunstancias (Jekyll & Jill).
¿Qué pregunta no te gustaría que te hiciera?
¿De qué va Dadas las circunstancias?
¿De qué va Dadas las circunstancias?
Me alegra que me hagas esa pregunta
No me acuerdo.
Bueno, otra
¿para qué escribes?
Para olvidar. Escribo para zanjar asuntos, investigaciones que empecé por curiosidad, universos que se me incrustan en la cabeza y que tengo que extraerme de algún modo. Al compartirlos dejan de ser propios, se los cedo a los lectores.
¿Cómo escoges esos universos?
Me llaman la atención las extravagancias de la gente que dedica su tiempo a sus obsesiones personales. También suelo ubicarme en el lugar de los des-hechos: qué pasa cuando aparentemente no pasa nada, cuando los demás se han ido o todavía no llegaron. Me interesan las historias pequeñas, recuperar esos detalles que normalmente pasan desapercibidos. En general me gusta sorprenderme con lo que cuento, no tener ideas preconcebidas ni expectativas de lo que voy a encontrarme. Propongo a los lectores a que durante la lectura me acompañen en esos descubrimientos. Que sean cómplices.
¿Cómo empieza tu proceso de escritura?
Empieza mucho antes de sentarme a escribir. Cuando me enfrento a la pantalla en blanco ya tengo las historias muy maduradas en mi cabeza. Voy tomando notas mentales, algunas las anoto, luego las traspapelo pero me sirven para memorizarlas. Llega un momento en el que redacto en bruto lo que quiero contar, después comienzo a pulir, buscarle el ritmo, darle forma, como si esculpiera el texto. Es el momento más placentero, releerse, corregirse, afinar, autoeditarse en el sentido de revisar mis propios textos aplicando una mirada distante. Los corrijo hasta que la editorial me pone un deadline con la imprenta.
¿Qué lees?
Sergio Pitol y Alejo Carpentier son dos autores que releo a menudo, por si se me pegara algo. Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán y Balún Canán de Rosario Castellanos son dos novelas que me gustaría escribir algún día. El antropólogo inocente es un libro que me influyó en el punto de vista que aplico a la escritura y a la vida en general. Otras lecturas están relacionadas con lo que escribo. Así en mi biblioteca están la Gramática del lenguaje universal que el sacerdote albaceteño Bonifacio Sotos Ochando publicó en 1863, las obras de Kim il-Sung traducidas al castellano por el Partido del Trabajo mexicano y los consejos que Arnau de Vilanova dio al rey Jaime II para paliar sus hemorroides. Disfruto mucho con esos hallazgos bibliográficos. Son fuentes de inspiración para mis textos.
Además de escribir, das talleres literarios, ¿qué aprendes, qué enseñas?
Planteo los talleres como un espacio donde saquemos lo mejor de nosotros mismos en un clima distendido. Trabajamos desde la imaginación y la creatividad, que suelen estar cercenadas en nuestra cotidianeidad. Buscar nuestra mirada particular
Luego está la cuestión del estilo, es importante lo que vamos a contar pero también cómo vamos a hacerlo. Y hay técnicas para pulir textos, limpiarlos, llegar a la esencia de cada historia. Una parte importante de escribir consiste en aprender a borrarse.
En Dadas las circunstancias también hay muchas referencias metalingüísticas.
Me encanta todo lo que tenga que ver con el lenguaje. Me parece increíble que podamos compartir un código y más o menos entendernos aunque no siempre nos comprendamos. Decía Steiner que todo acto de comunicación es una traducción. No sé qué puede interpretar cada lector de mis historias. Resulta mágico cuando me cuentan que un texto ha despertado una emoción o percepción que no me había planteado al escribirlo.
¿En qué género ubicarías tus textos?
Pongo todas las herramientas creativas a mi alcance: hay crónica, periodismo, autobiografía, ensayo, performance, también ficción. Lo que me interesa es poder narrar desde ángulos poliédricos sin tener que ceñirme a un género en concreto.
También impartes clase de castellano a personas migrantes y refugiadas, ¿qué aporta a tu escritura la enseñanza del idioma?
Estoy descubriendo mecanismos del lenguaje que utilizamos de manera instintiva, sin planteárnoslos. Explicar cómo funciona el castellano me sirve a la vez para comprenderlo. Además, que la enseñanza de mi lengua materna sirva para generar un espacio de convivencia con estudiantes de todo el mundo supone un viaje alucinante sin salir del aula
Tantas mentiras, Incertidumbre y ahora Dadas las circunstancias llevan el sello de Jekyll & Jill, ¿cómo es tu relación con la editorial?
Su editor Víctor Gomollón y yo nos conocimos de casualidad en un cuarto de baño durante un congreso en Zaragoza. A veces las cosas importantes de la vida son fruto del azar que no existe. Es el editor soñado: cuida de los libros, de sus autores, es paciente, detallista, se implica en todo el proceso. El mundo literario necesita de editores así. Lo amo.
Después de tres libros de relatos, ¿para cuándo una novela?
Me siento cómodo en el relato. Es un formato exigente que requiere de una atención plena y mucha precisión: hay que cuidar todos los detalles para que la historia funcione. En Tantas mentiras narré el proceso de desmontaje de mi primera novela. Alguna idea hay para una segunda.
Venga, dime,
¿De qué va Dadas las circunstancias?
De uno de Godella que sale a ver el mundo como si pudiera inventárselo.