Ben Marcus , writer, Berlin 2013, American Academy, only for online purpose No image is to be copied duplicated modified or redistributed in whole or part without the prior written permission from Heike Steinweg mail@heikesteinweg.de

Milo J. Krmpotic reseña Por qué la literatura… en Librújula


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Milo J. Krmpotić reseña Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos, de Ben Marcus, con unos pinitos en pedantería a cargo de Rubén Martín Giráldez, en el último número de la revista Librújula.

Por qué la literatura…

Ben Marcus y Rubén Martín Giráldez. Jekyll & Jill

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Todos los autores realistas se parecen en algo, pero los experimentales lo son cada uno a su manera. Es por ello que podemos afirmar que no hay nada comparable en las letras estadounidenses a Ben Marcus (se lo dice quien sudó sangre para traducirle al español El Alfabeto de Fuego), autor para colmo de ese The Age of Wire and String que el editor y escritor Max Porter definió como “la gran novela experimental de este siglo XXI”. Y ciertamente es especial también la voz de Rubén Martín Giráldez, aquí traductor del texto del anterior pero autor además de unos Pinitos en pedantería en los que, recuperando a ratos el barroco y jugoso registro de su Magistral, contextualiza el tema del texto inicial añadiéndole diversos ejemplos del apartado hispano de la polémica. ¿Y en qué consiste esta? Pues en una variante del tradicional encontronazo entre las culturas alta, mediana y baja: a raíz de las constantes pullas de Jonathan Franzen hacia autores experimentales como William Gaddis, Marcus realiza una defensa a ultranza de la libertad creativa y del amor por el lenguaje. No se trata de un ataque al Franzen autor, pero la bofetada al Franzen crítico/persona (por abusón, por machacar a los muertos y a los minoritarios en una egocéntrica campaña para elevarse sobre todo quisque) todavía resuena, por contundente y excelente- mente expresada (“Hacer literatura no es hacer diplomacia“). Y no le va a la zaga Martín Giráldez, ducho lo mismo en Lopes y Quevedos que en los más contemporáneos posmodernismos, de quien —eso sí— personalmente sigo esperando con ansiedad que acabe dando el salto entre la travesura formal y esa obra de mayor cuerpo y fondo para la que está perfectamente capacitado.