Ni un día sin libro reseña Magistral, de Rubén Martín Giráldez:
Hay reseñas que son difíciles, que exigen reflexión y continuas reescrituras. De esas he escrito ya unas cuantas, y en ellas trato de alejarme del rigor sinóptico (para eso están las contraportadas, que lo hacen muy bien) para acercarme al libro desde las sensaciones, con el fin de compartir la memoria literaria que el libro ha dejado en mi. Aunque olvide el detalle de muchos argumentos, lo que recuerdo de los buenos libros es la capacidad que tuvieron en mi de mover mis cimientos, de obligarme a detener la lectura, de sacudir mi establishment de cómodo lector. Bienaventurados los libros que nos ponen a prueba. Os presento Magistral, de Rubén Martín Giraldez.
Magistral, como trataba de explicar antes, es uno de esos libros, indomable, inclasificable, desconcertante como esos libros que se aventuran a lo que no existe (todo lo desconocido desconcierta y causa rechazo).
¿Cómo resumir Magistral? Lo siento, no puedo. Magistral es un libro que trata sobre la escritura y publicación de Magistral, el verdadero protagonista de Magistral. Un libro dentro de otro. Ojalá fuera así de sencillo, o por fortuna no lo es. El autor, escondido en un inabarcable juego de espejos, diserta sobre nuestra literatura, acabada, mediocre, y se reivindica con Magistral, el libro que viene a darnos las respuestas que necesitamos.
Dentro del libro, o del libro sobre el libro, otro libro, real, que requiere de traducción para el lector en español, Notable American Women, de Ben Marcus (existe, buscadlo si tenéis curiosidad). El libro, portada, contraportada y algunos fragmentos, lo encontramos dentro de nuestro Magistral, y sirve de excusa para hablar de la traducción y de sus laberínticos recovecos.
Temo no haber logrado mi fin, que no es otro que invitarte a subirte a este torbellino literario. No esperes una lectura fácil, te lo digo como el que, recién bajado de una montaña rusa, no es capaz de articular palabra para animar al siguiente a subirse. Y que conste que me fascinan las montañas rusas. Las literarias, por supuesto.
Mi más sincera enhorabuena al autor y a la editorial Jekyll&Jill, por este terremoto cuyas réplicas, sospecho, van a durar muchos años.