Ruby Fernández reseña Magistral, de Rubén Martín Giráldez, en La Opinión de Murcia (28 Mayo 2016)
La mare llengua.
Magistral – editorial Jekyll and Jill – no es una novela de alta literatura como algunos críticos se han empeñado en catalogar la última creación de Rubén Martín Giráldez, sino que es una farsa tragicómica poco amistosa y accesible, debido al exceso de cultismos que el autor en cuestión utiliza para explicar y dirimir lo que puede que sea el problema mas antiguo dentro del panorama actual, el idioma, estas son algunas de las razones por las que no todo el mundo puede acceder a entender la soluble aunque escasamente líquida novela que se nos presenta. No diremos que este panegírico cambiará la forma de ver el nido de la literatura cañí y a sus famélicos depredadores, pero si nos instará a no perder el tiempo con necios que no tiene nada que contar.
Experimento literario antagónico de si mismo que se escribe a la vez que lees en voz alta, ya que Magistral únicamente puede y debe leerse con ese volumen alto desprendido de toda vergüenza , declamando rítmicamente hasta que el verso perfore. Este no es un libro en el que venir a relajarse, es un volumen nervioso, lleno de improperios dirigidos a todos y cada uno de los engranajes de la cadena idiomática ¿Dónde se ha visto cosa igual?.
Idioma el nuestro, condenado al más férreo de los ostracismos posibles aun siendo más rico en pastos que las ‘modernas’ lindes de Ben Marcus. Una de las cosas que llama la atención es que Magistral va guiando la opinión y el pensamiento del crítico y lector de manual, dejándolos en evidencia y reafirmando la idea de vacío y simplicidad del gran público y sus parlanchines.
La novela que perfectamente podría comenzar en el interior de una cárcel de máxima seguridad, en la que un diálogo entre cultos convictos ataviados con el traje de ‘gala’ del estado y mirando siempre al frente -por si hubiese que callar-, observan atentos el combate en tres asaltos donde la porfía entre los 3 contendientes está servida. El protagonista de Magistral es ácido y perspicaz, pretencioso, presuntuoso, adicto y snob que critica un idioma con el que bien juega inventando neologismos para hacer menos pesado su tedio. Este tipo al igual que el libro en su totalidad cae mal, páginas contra gurús y arcanos lingüísticos, no es un libro fácil pero sí divertido. Ante todo es una novela sobre el poder indirecto del lenguaje, que no del tiempo.
En sus páginas demos advertir que lectura y traducción son dos de los agentes externos que más debilitan a un libro publicado. Un mal lector, un mal ‘maquillador’ tiran por tierra el trabajo del rápido e incisivo escritor del texto más válido. No debería existir la literatura amable y Rubén lo deja claro rapeando-lo hacia el final enfundado en la sudadera del Illmatic de Nas, porque ante todo vivimos en un musical.
Magistral es trampantojo y verdad absoluta, es juego de palabras , metáforas y lucha contra los corsés, no es novela sino comentarios bien hilados salidos de una boca ficticia e intangible aunque con semicuerpo real. Este, se introduce en los suburbios sacando las heces a la superficie para hacernos conscientes de las mismas, muchas se hunden y otras tantas quedan a flote alegando la necesidad social del ‘tener que comer en todas las mesas’.
Armado alrededor de una falla plagada de petardos lingüísticos y conceptuales que te explotan en la cara, Magistral tendrá que ver danzas en su honor en la noche de San Juan, pero no te preocupes querido Rubén, aquí como en Magistral, los báquicos y aturdidos receptores de vergüenza callarán.