Primavera de 1976: David Bowie se encuentra sumido en una crisis artística y personal, atrapado en su adicción a la cocaína. Decide aislarse en algún lugar perdido que le permita ser anónimo y así poder encontrar una salida al caos que le domina. Dejándose llevar por el azar, elige Valencia, donde se refugia durante unos días acompañado por sus dos fieles amigos, Jimmy —artísticamente conocido como Iggy Pop— y Coco. Una vez allí, su camino se cruzará con el de uno de los protagonistas de la historia anterior.
Suficiente nos cuenta la sinopsis de Lejos de todo para que yo pueda evitar ir más allá. Os recomiendo que la leáis y así no os sorprenderéis de lo que podéis encontrar en estas 136 páginas, que recibieron el Premio de la Crítica Literaria Valenciana en 2018.
Yo llegué a ella por un librero. Ay, los libreros; una figura esencial del panorama literario para los lectores. Eso sí, el librero tiene que ser lector, y no un lector cualquiera, debe ampliar su zona de confort para ser capaz de recomendar de cualquier género. Hay que cuidar al lector para que te sea fiel. Porque no hay duda de que los lectores somos fieles. ¿Lo habéis pensado alguna vez? Yo, sí. De ahí que quien tiene un buen librero, tiene un tesoro.
El futuro, una ilusión llena de posibilidades que pierde interés a medida que te aproximas a él.
Magnífica cubierta la que acompaña esta historia. Creo que es importante que lo destaque, porque la edición de una novela es muy importante. Nos dice mucho del cuidado que se ha puesto para publicarla, algo que a los lectores nos gusta.
Lejos de todo ha sido una historia que he leído un poco a la defensiva. No sé si entendéis lo que quiero decir, pero he estado como alerta porque no conseguía saber qué implicaba lo que estaba leyendo, lo que me hacía estar en ese estado lector. ¿A qué tipo de historia me estaba enfrentando? ¿Formación, amor, recuerdos… simple narración? Quizá mi corazón romántico me empujaba, en cierta manera, y con un tercio leído de la historia, hacia el amor, centrándome en cómo un chaval descubría su propio camino, atrapado en su vida, en su realidad, que se me enturbiada por elementos externos (esa turbación no es mala, al contrario, consigue que nuestro narrador sea consciente de su propia existencia).
Con la escritura puedes hacer algo parecido al rock and roll. La diferencia es que no necesita ser adolescente para seguir haciéndolo bien. Está disciplina funciona al revés, el tiempo y la vida te ayudan a ser cada vez más puro. Es posible incluso que al final tu escritura sea la que mejore tu vida. Eso es lo que creo.
Nuestro narrador, a través de esas 134 páginas, algo extrañas, comparte con nosotros ese verano de 1977, con quince años, en la playa del Saler, que cambió su vida, o su manera de ver la vida. También está Bowie, no puedo olvidarme de él, aunque para mí es más un excusa para darle más empaque al recorrido por el Valencia de los años 70. Probablemente para otro lector, Bowie sea el centro de la historia, porque es el que une a los personajes, en que les aporta razón. No sé; será cuestión de percepción y de comprensión.
Vi cómo se sumerge entre las sombras mientras se alejaba. Mirando la caminar subir al fin cómo se movían las hijas del Cid.
Puede que el texto descuadre un poco al no seguir una línea lógica temporal, haciendo pequeñas incursiones aquí y allá, dejando todo el control de esta historia al propio autor, que dejará que sepas lo que el quiere que sepas y en el orden que el quiere que lo sepas. He tenido la sensación de que jugaba conmigo, y eso, como ocurre siempre que se hace bien, me ha gustado. Eso sí, no puedo decir que haya leído esta historia de manera cómoda, confiada, disfrutando de por donde me llevaba la trama, de sus giros, de los personajes… no ha sido así, sino, realmente, algo más significativo. Es de esos textos que consiguen removerme porque hacen que me implique mucho más de lo que realmente creía que hacía.
Siente la amenaza, la devastadora melancolía que se apodera de él en ocasiones. Si no se mantiene alerta, su desazón podría arrastrarlo hacia un vacío y conoce muy bien. No parece que exista nada que pueda salvarlo cuándo quedamos cede su soledad.
Puede que haya tenido la sensación de pérdida por no ser una gran sabedora de David Bowie. No conozco mucho sus canciones y, quitando Dentro del laberinto, película que sí recuerdo de niña, y algunas de sus canciones más populares, poco más sé. Estoy convencida de que un verdadero fan de este personaje disfrutará más de esos detalles que para mí pasan desapercibidos y de cómo el autor los ha usado para crear coherencia a la narración.
Nadie piensa en la muerte a los quince años salvo que la muerte te obligue a pensar en ella.
Magnífico el final como cierre de todo, dando sentido a esos recuerdos tan importantes del protagonista.
En resumen, un texto que te acerca al narrador, haciéndote sentir privilegiado porque has estado allí, con él. Creo que rezuma incertidumbre, soledad, miedos, pero también, vida, en cierta manera amor y búsqueda; además de llevarnos a un lugar que fue refugio de ambos (ese Valencia de finales de los 70), por motivos distintos, pero lo fue.
Bonito, aunque no sé si es un adjetivo que otro lector utilizaría para describir esta lectura, pero para mí sí, ha sido bonito leerla. Una de esas novelas pequeñas que se hacen grandes cuando las lees.
Escribo esta historia porque escribir es la única fórmula para que las piezas encajan y el pasado adquiera sentido.
Habrá que seguir confiando en el consejo del librero.