Santi Fernández Patón reseña La canción de NOF4, de Raúl Quinto, en Revista PenúltiMa:
La canción de NOF4, de Raúl Quinto, leída por Santi Fernández Patón
El libro que Raúl Quinto le ha dedicado a la figura y particular caso de Fernando Oreste Nannetti se ha convertido en uno de esos libros que ha ido conquistando a crítica y lectores poco a poco, mediante el boca a boca y la lectura reposada. O sea, solo por el modo en que se ha ido propagando la nueva de su existencia ya da a entender que es un buen libro. Santi Fernández Patón, uno de nuestros cómplices malagueños, se ha aproximado a este libro que no cesa de ampliar su comunidad de lectores que, a través de él, van descubriendo la singularida
d de Nannetti y la metáfora sobre la escritura que subyace en su obra.
Si la locura es la herida por la que se desangra el discurso ordenado sobre el mundo, quizás la escritura se defina como esa otra hendidura, esa incisión, que araña una superficie ―hueso, piedra, arcilla, cera, arena― para dotarla de sentido. No hay delirio del todo inaprensible desde el momento en que las propias palabras constituyen un sistema pautado, un modo de expresión cuya gramática, vale, tal vez se nos escape a quienes no hemos dado el paso definitivo hacia el abismo. Locura y escritura, más allá de cualquier romanticismo, configuran así, en ocasiones, parte del poliedro de las conciencias desquiciadas. Quizás por ello narrar ese vórtice exija una voz acostumbrada a los meandros del lenguaje, una voz que no tema a la fuga, a la experimentación, a exprimir todas las posibilidades del idioma. Una voz, en definitiva, tallada en la forma poética. Raúl Quinto, poeta y narrador singular, cumple esos requisitos, de modo que ya podemos afirmar que La canción de NOF4 es un libro tan bello, además de exquisitamente editado por Jekill & Jill, como delicado en el trato a sus protagonistas.
NOF4 es una de las múltiples firmas que tuvo Fernando Oreste Nannetti (1927-1994), oficialmente un loco recluido hasta el año 1979 en un manicomio de la provincia de Pisa gracias a la pervivencia de las leyes fascistas durante las primeras décadas de la democracia italiana. Su obra: setenta metros de muro en el patio del manicomio escritos día tras día con la hebilla de su chaleco de «contención». Setenta metros de metáfora: el muro de su prisión sanitaria convertido en el lienzo donde grabar lo único que le liberaba, ese flujo de palabras, de incisiones. SEGUIR LEYENDO