El jardinero, un apunte rápido



Paco Baños García escribe sobre El jardinero, de Alejandro Hermosilla:

EL JARDINERO. Alejandro Hermosilla. Jekyll & Jill, 2018
Un apunte rápidoeljardinero-coverok

El jardinero es una maravillosa metáfora que Alejandro Hermosilla compone como un extenso monólogo, una narración en espiral que asciende sin tregua, sin concesiones hasta ese paroxismo final de sexo y violencia con el que llena las últimas páginas.
Narrada como un monólogo o como una sucesión de entradas en un diario personal en el que se anotaran ideas, sueños, acontecimientos del día y recuerdos, la novela consigue trasmitir sensaciones de angustia, de odio, violencia, perturbación, alucinación, desasosiego, miedo, horror, locura, deseo… de una manera prodigiosa, como por encantamiento. Y es, probablemente, por la brillante utilización de recursos narrativos como la repetición expresiva, o la misma mezcla de elementos oníricos y alucinados con elementos reales, o la utilización de la violencia y el erotismo, por lo que consigue tan fácilmente atrapar al lector a pesar de no hacer concesiones, de no dar tregua.
El castillo, el condado, las aldeas, las relaciones entre los señores del castillo y sus siervos me ha traído a la memoria aquel magistral ‘Titus Groan’ que Mervyn Peake publicó en 1946 y que pertenece a la saga ‘Gormengast’ y en la irrupción del jardinero en la vida de los habitantes del castillo en la obra de Hermosilla he creído ver rasgos de aquel joven Pirañavelo el ambicioso pinche de cocina del gran castillo de Gormengast.