«Intenté hacer una fogata, pero no pude. ¿Qué puedo decir? Me tuve que comer la liebre cruda. Su sangre fue entrando por las magulladuras de mi mano, aunque no sangran mucho las liebres. No me sabe mal la sangre, en todo caso. Sabe a metal. Tan pronto como la tenía despellejada, me la comí. Tranquilamente. Parecía yo un mono mordisqueando su comida, como volcado a su manjar de un modo muy concentrado y bárbaro. Siempre me dijeron que no debía hacer ruido comiendo y que no se canta mientras se habla. Juraría que fue una ingesta muy sonora. Yo cubriéndome del viento, junto a la moto de nieve, era un mono ártico comiendo ostras. La puse sobre una llama infructuosa, a la liebre, pero la terminé devorando (¡porque me impacientaba!). Cruda, la devoré.»
El pasado jueves, 6 de junio, Luis Alberto de Cuenca, en el programa Esto me suena, Las tardes de Ciudadano García, de Radio Nacional de España, recomendó la novela Deshielo y Ascensión, de Álvaro Cortina Urdampilleta, y leyó el fragmento anterior.