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Larva de Julián Ríos en revista PenúltiMa

Foto: Guillermo Granado Roncero

Antonio Jiménez Morato escribe sobre Larva, Babel de una noche de San Juan, de Julián Ríos, en Revista PenúltiMa:

La paradoja borgeana: experiencia terminal del formato álbum, en torno a la edición definitiva de Larva de Julián Ríos

La edición definitiva de Larva de Julián Ríos, libro mítico publicado en 1983 y que ahora pone a la venta en una edición trabajada junto al autor la editorial Jekyll & Jill para convertirse en el referente de esta obra de cara al futuro, no es solo uno de los grandes acontecimientos del año dentro del mundo editorial y cultural, sino que presenta una oportunidad única para calibrar el alcance de su aportación a la Historia de la literatura, como intenta señalar este texto del director de la revista de este libro que, desde mañana mismo, puede adquirirse en todas las librerías de España.

La aparición de Larva, en noviembre de 1983, publicada por una editorial creada que no había casi publicado en castellano hasta que puso en circulación esta novela, Llibres del Mall, supuso un acontecimiento innegable en la literatura española. Un acontecimiento anunciado y previsto, porque la figura de Julián Ríos, desde hace tiempo, corría de boca en boca entre los círculos de la intelectualidad y la creación artística más vanguardista, tanto por los dos libros que había coescrito junto a Octavio Paz, Solo a dos voces y Teatro de signos, como por su labor como editor en Fundamentos. No era Julián Ríos un desconocido, y la publicación de esa primera novela suya, de la que ya se conocían anticipos previos, fue un aldabonazo en medio de la escena literaria en castellano pero a la postre no supuso la revolución que parecía querer desatar. Sí que se produjo, como ya he dicho, el previsto y anunciado éxito crítico, y comercial, porque en aquel momento todavía existía una parroquia de afectos a las experimentaciones literarias que habían eclosionado en la década anterior, y no estaba todavía plenamente armada la operación mercantil más que editorial que terminó siendo conocida como “Nueva narrativa española”. De hecho, puede decirse que el contexto que facilitó el éxito de la novela en el momento de su publicación fue el mismo que condenó a su autor a los márgenes del mercado, primero, y más tarde de la estima de la república de las letras, al poco de aparecer la novela se publicó, en la misma editorial, todo un libro de homenaje y análisis, Palabras para Larva, en el que se reunía un ramillete de la intelectualidad de avanzada del momento, prefigurando así el lugar que sigue ocupando Ríos de autor ilustre, muy reconocido y apenas leído. Los casi cuarenta años que han pasado desde la publicación de Larva la han convertido en un mito desconocido, reverenciado e ignorado, que ahora, con esta edición definitiva de la novela a manos de Jekyll & Jill podemos calibrar de modo mucho más cabal, tanto en su verdadero alcance como en sus ecos, de lo que ha sucedido en estos cuarenta años. Quizás convenga hacer un poco de repaso para entender a qué me refiero. SEGUIR LEYENDO

Santi Fernández Patón reseña La canción de NOF4

Santi Fernández Patón reseña La canción de NOF4, de Raúl Quinto, en Revista PenúltiMa:

La canción de NOF4, de Raúl Quinto, leída por Santi Fernández Patón

El libro que Raúl Quinto le ha dedicado a la figura y particular caso de Fernando Oreste Nannetti se ha convertido en uno de esos libros que ha ido conquistando a crítica y lectores poco a poco, mediante el boca a boca y la lectura reposada. O sea, solo por el modo en que se ha ido propagando la nueva de su existencia ya da a entender que es un buen libro. Santi Fernández Patón, uno de nuestros cómplices malagueños, se ha aproximado a este libro que no cesa de ampliar su comunidad de lectores que, a través de él, van descubrielacanciondenof4ndo la singularida
d de Nannetti y la metáfora sobre la escritura que subyace en su obra.
Si la locura es la herida por la que se desangra el discurso ordenado sobre el mundo, quizás la escritura se defina como esa otra hendidura, esa incisión, que araña una superficie ―hueso, piedra, arcilla, cera, arena― para dotarla de sentido. No hay delirio del todo inaprensible desde el momento en que las propias palabras constituyen un sistema pautado, un modo de expresión cuya gramática, vale, tal vez se nos escape a quienes no hemos dado el paso definitivo hacia el abismo. Locura y escritura, más allá de cualquier romanticismo, configuran así, en ocasiones, parte del poliedro de las conciencias desquiciadas. Quizás por ello narrar ese vórtice exija una voz acostumbrada a los meandros del lenguaje, una voz que no tema a la fuga, a la experimentación, a exprimir todas las posibilidades del idioma. Una voz, en definitiva, tallada en la forma poética. Raúl Quinto, poeta y narrador singular, cumple esos requisitos, de modo que ya podemos afirmar que La canción de NOF4 es un libro tan bello, además de exquisitamente editado por Jekill & Jill, como delicado en el trato a sus protagonistas.

NOF4 es una de las múltiples firmas que tuvo Fernando Oreste Nannetti (1927-1994), oficialmente un loco recluido hasta el año 1979 en un manicomio de la provincia de Pisa gracias a  la pervivencia de las leyes fascistas durante las primeras décadas de la democracia italiana. Su obra:  setenta metros de muro en el patio del manicomio escritos día tras día con la hebilla de su chaleco de «contención». Setenta metros de metáfora: el muro de su prisión sanitaria convertido en el lienzo donde grabar lo único que le liberaba, ese flujo de palabras, de incisiones. SEGUIR LEYENDO

 

Adelanto de las primeras páginas de la novela El jardinero, de Alejandro Hermosilla



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Adelanto de las primeras páginas de la novela El jardinero, de Alejandro Hermosilla, en Revista PenúltiMa:

Ecos de Bernhard, Kafka, Sade, Beckett, Blanchot, Bataille o Lautreamont aparecen en las páginas de esta novela de Alejandro Hermosilla que publica de modo inminente la editorial Jekyll & Jill. Y cuando digo ecos lo hago porque exactamente es eso lo que son: presencias que sirven como manes tutelares para una historia salvaje y desbocada, de las que al mismo tiempo seducen y horripilan al lector.

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Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición… en PenúltiMa



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Primeras páginas del libro Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos, de Ben Marcus, con unos pinitos en pedantería a cargo de Rubén Martín Giráldez, en revista PenúltiMa.

Este ensayo breve de Ben Marcus se publicó como respuesta a la modificación alarmante del término «elitismo» que elaboraba Jonathan Franzen en un artículo sobre William Gaddis titulado «Mr. Difficult». Donde Franzen ve soberbia estéril, Marcus ve una apuesta por burlar el automatismo: «Hay ciertos libros que requieren que seamos lectores, que nos piden que dediquemos un tiempo a frases de todo tipo, y que dan por sentada una avidez de nueva lengua que podría hacer que la noción de “esfuerzo” en la lectura deje de tener sentido.» Completa este discurso el artículo «He escrito un libro malo» aparecido en la revista McSweeney’s el mismo día que su novela Notable American Women, donde el autor hace un cuco acto de contrición por lo conceptuoso de su propuesta, o lo que podríamos denominar «excesos de escuela».  Se incluye, emparedado entre los dos textos de Marcus, un intersuelto a cargo de Rubén Martín Giráldez que pretende contextualizar —sin vocación exhaustiva ni academicista— el caso español de la querella entre el fablar oscuro y los supuestos beneficios resultantes de borrar el estilo. Guiado, quizás, por propósitos más mezquinos de los que es capaz de disimular, el intersueltista introduce un calzo entre William H. Gass y Rafael Sánchez Ferlosio:  «¿De dónde sale esta asunción nuestra de un Deber Gratuito, un Cometido Mágico confundido a veces con un oficio, la dedicación absoluta a lo irrepresentable?» En librerías el 5 de noviembre.

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Entrevista a Diego S. Lombardi en PenúltiMa



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Paco Inclán entrevista a Diego S. Lombardi, autor de la novela La coronación de las plantas, en Revista PenúltiMa.

Con su primera novela, Reflexiones de un cazador de hormigas, Diego Lombardi obtuvo el prestigioso premio ALBA narrativa. Con la segunda nos propone un viaje al mundo mágico de las plantas en el que el escritor argentino descifra mensajes ocultos de un herbario con poderes lisérgicos. Con pluma hábil, Lombardi nos arrastra por escenarios y personajes que parecen extraídos de un lugar donde, en palabras del autor, la materia aún no se configura y los pensamientos adquieren una densidad aterradora.

 

La primera es fácil: ¿qué has querido contarnos con La coronación de las plantas?

El libro surge por las ganas de compartir una historia y una serie de sensaciones e imágenes que fueron conformándose alrededor de infinidad de notas y entradas, producto del registro de vivencias personales, lecturas y meditaciones, hilvanadas por un designio que tiene que ver más con la intuición que con el artificio. El hecho de no poder controlar o racionalizar ciertos aspectos del proceso agrega una esfera que excede cualquier intento de explicarme. Sí queda en evidencia una exploración de los distintos grados de enlace entre los elementos, un tiempo que pierde su aparente linealidad, voluntades que trascienden cualquier dualismo y el horror de descubrir el doble fondo de una realidad tambaleante. La novela debe leerse como un mensaje de las plantas que me fue revelado durante todo aquel tiempo que pasé deambulando entre las plantas las plantas las plantas y que, por pertenecer a un mundo desconocido, se expuso a través de la única conexión común, hallada en terrenos arcaicos y primitivos e impregnada de intenciones olvidadas por la cultura.

En la novela llama la atención la mezcla de la sabiduría mística de las plantas con constantes referencias a la cultura occidental; una mezcla de herbario mágico con cultura ocultista-pop al fondo. ¿Qué conexión estableces entre ambas?

En la novela aparecen muchas cosas que me interesan y que provienen de fuentes de lo más diversas. La conexión es, tal vez, un hecho fortuito. La cosa pop está ahí, Marilyn Monroe llega sin que la busques; el conejo que atosiga con una lanza a un hombrecillo en el espacio liminar de un herbario del siglo XVI digitalizado y disponible en el portal de la Biblioteca Estatal de Baviera, difícilmente; aunque, ¿quién sabe? Antes de darte cuenta te habrás alejado demasiado por seguirlo a través del infinito hoyo negro del mashup.

La aparición de personajes misteriosos y escenas desconcertantes otorgan una dimensión mágica a la lectura de La coronación de las plantas. A medida que avanza la lectura, lo que llamamos realidad y fantasía se acaban confundiendo. Hay momentos en los que no se sabe muy bien qué está pasando, un desconcierto muy estimulante para los que nos gusta que nos saquen de nuestra esfera plana y predecible. ¿Cómo fue el proceso de escritura de la novela? ¿Igual de desconcertante o tenías claro el qué y cómo querías contarlo?

Me dejé arrastrar durante un par de años por un concepto difuso, una escena y la persuasiva presencia de las plantas. La irrupción constante de estos elementos terminó por tamizar todas mis observaciones y tuvo su momento más significativo durante una larga temporada en el monte. Sobre esta búsqueda y exploración fueron manifestándose personajes, algunos de forma esporádica y poco nítida, otros de forma insistente y concreta, provenientes de realidades tan distintas que parecen de fantasía. No fue sino hasta regresar a la ciudad cuando pude organizar y destilar el material de varios archivos y tres cuadernos de tapa dura, lisos y forrados en papel araña verde. Para ese entonces había logrado componer una imagen bastante clara del libro que quería hacer y me senté frente al teclado durante algunas semanas y en total abstracción. Al terminar, lo que bien dices: el desconcierto.

El lenguaje está muy cuidado. Gracias a eso logras introducir al lector en escenarios muy confusos a la vez que perfectamente verosímiles. No es fácil hacer que parezca fácil lo que fue complicado. ¿Trabajaste con muchas versiones antes de enviar el manuscrito a la editorial?

Hubo una primera versión casi idéntica a la definitiva, por supuesto que mucho más torpe y arrebatada. Continué trabajando el manuscrito durante algunos meses, limando asperezas y amenizando las formas. He cuidado el lenguaje como a un jardín. Aun así debo advertirte que al fondo, en los yermos que separan largas parrafadas, crece oculta una planta, esa que siempre es arrancada ni bien se la distingue de entre las rosas.

Ahora que están de moda todo tipo de terapias, ¿por qué no recurrir al poder mágico del herbario? ¿Qué cambios sociales experimentaríamos si se normalizara el consumo de plantas como método sanador, mágico y/o terapéutico?

Para esbozar una respuesta más concreta tendríamos que definir múltiples aspectos. ¿Puede considerarse un método sanador una dieta basada en plantas y frutos? ¿Desde qué lugar una persona decide tomar un té de tilo para relajarse, vaporizar flores de Bach para armonizar su vida o cocinar una pócima para acceder a planos de existencia más sutiles, allí donde la materia aún no se configura, pero donde los pensamientos adquieren una densidad aterradora? Considero el consumo de plantas, más que un método, una herramienta que puede desencadenar procesos de toda índole. He visto alguna vez el anuncio de una crema facial que hecha de aloe vera promete eliminar cualquier tipo de cicatriz; han transcurrido eones y aún continúo untándome, porque no veo mi cicatriz, pero la siento. ¿Sigue estando ahí? ¿Puedes, por favor, decirme?

¿Cómo valoras tu primera experiencia editorial en España? ¿Qué tal ha sido el proceso con Jekyll&Jill?

Publicar es siempre satisfactorio y conlleva la posibilidad de poder compartir mi trabajo con más personas. El proceso con Jekyll&Jill ha sido maravilloso. Víctor es un editor detallista, que asume riesgos e imprime en sus libros una dedicación asombrosa. Contar, además, con el alucinante y ponzoñoso lápiz de Claudio deviene en una situación ideal que nada deja librado al azar, haciendo de esta novela un objeto delicado y complejo.

La coronación de las plantas es una novela rica en referentes literarios y cinematográficos, ¿cuáles son tus lecturas y películas de referencia?

Tengo en más alta estima aquellas obras de carácter menos perecedero, que asumen riesgos en su contenido y estilo, resultan atractivas por sus particularidades o demuestran maestría en su ejecución. Ni qué hablar de esas creaciones en las que se ha apostado todo. Me gustan los clásicos, el pulp, el género, lo experimental. Que se deslicen referencias ha sido algo inevitable, como así también la filtración de cierto bagaje común a una generación inicialmente educada por la homogénea luz del televisor, aún lejos de la variedad y oferta de contenidos que, junto al acceso a Internet, llegaría en décadas posteriores.

¿A quién recomiendas la lectura de La coronación de las plantas?

A quienes hayan soñado con gorgojos en el arroz is arroz, escuchado los gritos del pasto recién cortado o comprendido de qué se trata acariciar a un gato en la madrugada.

¿Y a quién un viaje herbo-lisérgico?

Un viaje herbo-lisérgico podría salvarte la vida, asustarte y dejarte confundido o entretenerte con imágenes de colores vistosos; cada persona leerá lo que le permitan sus ojos, así como la intención y el contexto serán fundamentales en el desarrollo de la odisea. Recomendado para todos, lo que es casi lo mismo que recomendado para nadie.

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La coronación de las plantas en revista Penúltima



CUBIERTAS DESHIELO BOLSILLO.inddLa revista PenúltiMa publica en exclusiva las primeras páginas de la novela La coronación de las plantas, de Diego S. Lombardi

Una novela o un viaje herbo-lisérgico, es complicado decir en qué consiste exactamente La coronación de las plantas del argentino Diego S. Lombardi e ilustrada por Claudio Romo, que edita Jekyll & Jill, editorial que, generosamente, ha decidido regalar un lote de libro, póster, postal y marcapáginas mediante un concurso, puedes averiguar más sobre el concurso siguiendo este enlace.

Debíamos seguir el camino de tierra, vadear el río y continuar hasta donde la huella se pierde, donde antes había un cartel que señalizaba el sendero y donde ahora no quedaba más que el poste. Teníamos las vagas referencias de pasar una lomada, una higuera, datos proporcionados por un anciano con quien nos topamos a escasos pasos de la iglesia; había indicado la dirección a seguir frunciendo los labios, acompañando el gesto con un seco movimiento de la cabeza. El sol de la tarde hacía sentir su calor con una intensidad inusitada para la primavera. Nos detuvimos en una explanada a estudiar las posibilidades, pues ninguno de aquellos senderos ocultos por la maleza se ofrecía más importante que otro; a primera vista parecían no tener el mismo destino. Saqué de la mochila una botella, di unos sorbos y se la pasé a Paula. Antes de guardarla eché un poco de agua sobre mi coronilla. Y entonces lo vi, casi junto a nosotros. El Guriburi. Así lo bautizamos luego. No sé a quién de los dos se le ocurrió semejante apodo, pero la ambigüedad de aquella absurda palabra encajaba de maravilla con su persona. Había aparecido de la nada misma. Nunca supimos su nombre y continuamos refiriéndonos a él con aquel mote que parecía cargar cierta intención peyorativa. Avanzaba con la vista hacia el suelo, levantando de tanto en tanto la mirada para que descubriéramos unos ojos chiquitos e inquietos.…seguir leyendo