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La cura de María Melero

La Cura de María Melero en Revista Vísperas



Marta Piñol reseña La cura, de María Melero, en Revista Vísperas:

maría melero

cubierta la curaUn libro como viaje, un viaje como rito, un rito como transformación catártica. La obra novel de la ilustradora María Melero deleita al espectador/lector con toda una serie de ilustraciones y textos que proponen un tránsito que va desde el miedo y el dolor hasta nada menos que «la cura», justo el título de la obra. A través de varias hojas compuestas por ilustraciones a página completa e impresas a todo color, quien se enfrenta a esta publicación no sólo atiende a una exposición íntima y personal de una lucha que ha vivido y experimentado la autora, sino que, de algún modo, se convierte en cómplice y partícipe de la misma en la medida en que María Melero le transmite una suerte de secreto: cómo ha encontrado este remedio. Por ello, la lectura supone ir más allá de un relato impersonal al que te puedes aproximar desde la distancia; implica, en cambio, acercarte a una narración compuesta por imágenes y textos en la que la ilustradora expone su paso de un estado inicial de parálisis, miedo e inseguridad, a la decisión de enfrentarse al peligro, asumir el combate sin antídotos ni trampas, aceptando la vulnerabilidad porque justamente es ahí donde reside la fuerza y, al final de todo ello, se esconde la cura.

Un viaje, pues, introspectivo, que convierte esta obra en un ejercicio de sinceridad, en un acto de desnudarse para transmitir un proceso íntimo y personal, lanzándolo al espectador para que tome el testigo y sea capaz de enfrentarse a sus propios miedos y a sus propios monstruos. Porque como ya dijo una vez un gran pintor, «el sueño de la razón produce monstruos», y es que, a veces, la solución no pasa por acudir a la parte más racional sino en ser capaces de indagar en aquello más íntimo, visceral o inconsciente. Las ilustraciones de esta artista apelan, de manera directa, al inconsciente de quien las mira y actúan no sólo como meras imágenes concisas y cerradas sobre qué es el miedo, sino que evidencian la estrecha línea que existe entre lo onírico y la vigilia, entre el interior de uno mismo y la canalización de las vivencias y los temores que fluyen desde el exterior hasta el yo más profundo. Y es que el temor y el miedo han sido, claro está, el motor que ha puesto en marcha numerosos mitos y sus consecuentes ritos que han pretendido acercarse y dar forma a esas emociones tan puras e inefables.

Por ello, resulta extremadamente adecuada la introducción que plantea en esta obra Jessica Aliaga Lavrisjen y sus alusiones a la mitología, a Freud, a los arquetipos de Carl Gustav Jung o a los ritos de paso de Arnold Gennep, pues establece muy bien los fundamentos en los que reposa este libro que, en el fondo, se aproxima a la transformación ritual como cura a partir de una exposición de sensaciones y procesos internos propios. Y estos se expresan a través de unas imágenes que surgen de su inconsciente y, por ello, penetran en el nuestro. Sucede así porque carecen no sólo de filtros sino también de una tradición y tipificación visual concreta según la cual una determinada forma equivale a un significado preciso; por el contrario, se recurre a imágenes despojadas de convenciones para que funcionen, justamente, como esas formas primigenias, sin tamiz alguno, emanadas y disparadas desde el inconsciente.

Además, estas se ofrecen al receptor de un modo directo y se acrecienta la idea de vivencia personal por medio de un texto escrito en primera persona y que no se anda con rodeos: la primera palabra de todo el libro es miedo, así como también es la primera que viene acompañada de una imagen, un perro, clara representación de esos temores que devoraron, en el sentido más literal —y visual, en este caso— a la autora. Por otra parte, también en este mismo texto se explicita que esta emoción afecta a todos los animales y, por tanto, también al lector, indicando exactamente lo siguiente: «El miedo puede ser real o supuesto, presente, futuro o pasado. Es una emoción natural al riesgo o a la amenaza y se manifiesta en todos los animales, eso te incluye a ti. Puedes leer esta definición en cualquier parte, sentirla ya es otra cosa». Esa voluntad de subrayar que el ser humano es un animal supone desprenderlo, claro está, de todos esos ropajes de racionalidad, así como también en estas frases se advierte una voluntad de interpelar al lector de manera directa, de eliminar cualquier distanciamiento, subrayando la importancia del «sentir», de aquello sensorial. De poco o nada sirve conceptualizar el miedo si no se siente. Y eso es justamente lo que evita esta obra: no teoriza sobre qué es el miedo y cómo nos afecta, sino que expone un sentimiento personal, un mirar frente a frente al temor y cómo en ese viaje se logra una cura.

la cura 3la cura 5la cura 4Mayor protagonismo tiene, sin embargo, la imagen que la palabra. De este modo, una serie de conceptos como «El miedo», «La lucha», «El veneno» y «La cura», tienen sus correspondientes ilustraciones y se simbolizan a partir de múltiples animales y seres monstruosos que funcionan como traducciones oníricas o del inconsciente, realizadas con unos colores muy vivos y con un estilo muy personal, totalmente liberado de convenciones o patrones concretos. Además de su indudable calidad artística como demostración de una gran capacidad inventiva e imaginativa, otro acierto de esta obra es la decisión de haber mantenido ciertas palabras tachadas, pues contribuye a reforzar esa idea de escritura automática, de ese emanciparse de los filtros de la razón y mostrar el resultado como, tal vez, un libro procesual; o en otras palabras, como fruto de un proceso y no como una reflexión fría y analítica, exponiendo y dando visibilidad a ese yo más interno.

Resulta muy interesante, hoy en día, esta noción de la existencia real de alguna cura para algo, de ahí que el libro tenga un final optimista y se constituya en la exposición de un ejercicio de autoconocimiento que se ofrece al lector dándole las herramientas para que pueda encontrar esa sanación, comunicándole ese rito de paso. Esta publicación se convierte, pues, en un ejercicio de honestidad y generosidad. Sin duda, lo mejor del arte es que cuando se acaba una obra y se ofrece al público, esta ya pasa a ser del público; en este caso, todavía va más allá: se libera y se ofrece, en circulación abierta, un proceso, un viaje terapéutico del síntoma a la solución por medio de un libro de contenido directo, cercano y comunicado sin ambages. Constatamos, pues, que todavía hoy se puede creer, sin resultar anacrónico, en el valor catártico de una obra.

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La cura de María Melero

La cura de María Melero en Ni un día sin libro


La cura de María MeleroEl blog literario Ni un día sin libro reseña La cura, de María Melero:
Nos reencontramos  con la editorial Jekyll&Jill, de feliz recuerdo para nosotros. Por el blog han pasado la magnífica e inclasificable Magistral, la revolucionaria e iniciática Fábula de Isidoro y la poética y arriesgada Maleza viva. Tres obras que definen a una editorial para la que cada publicación es una obra especial que es tratada de forma única. Sus ediciones son obras de arte únicas, que demuestran que detrás de este proyecto editorial hay amor por la literatura, por el descubrimiento, por la experimentación, porque todavía queda mucho por inventar en el arte de las letras.
Siguiendo la línea de las propuestas no agrupables, sin clasificación posible, se presenta La cura, de María Melero.
A medio camino entre la novela gráfica, el arte conceptual y la literatura sin palabras esta preciosa obra es una viaje metafórico sobre el miedo, en un camino lleno de obstáculos sanador en el que la protagonista se enfrenta a sus temores —oníricos o reales— y los supera a través de su comprensión y asimilación. Como solo se superan los miedos, mirándoles a la cara.
No es posible hablar de La cura sin sus imágenes. Detenerse en ellas y dejarse llevar, cerrar los ojos para abrirlos de nuevo, y encontrar significados propios y personales, suponen la verdadera experiencia lectora de esta obra.
María Melero, deconocida para nosotros hasta La cura, es una ilustradora impresionante. Nos quedamos hambrientos de conocer más de su obra, que suponemos interdisciplinar, alejada seguramente del mundo editorial convencional. Prometemos investigar.
Os recomendamos encarecidamente La cura, para que sintáis que los libros nos ofrecen caminos creativos impredecibles, que a veces nos llevan a lugares muy diferentes a las palabras, que aquí son casi inexistentes (pero por otro lado imprescindibles como guías de viaje).

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La cura María Melero

La cura de María Melero en El Plural


La cura de María MeleroJosé Ángel Barrueco recomienda La cura,  de María Melero, en El Plural:

«En los cortometrajes de Michael Dudok de Wit, así como en su película La tortuga roja, el cineasta nunca se sirve de las palabras, dejando todo su juego a las imágenes: que hablen las ilustraciones y los movimientos, acompañados de la música. El ejercicio que hace María Melero en esta brevísima obra en torno a cómo afrontar nuestros miedos, sigue más o menos los mismos caminos: las ilustraciones se nos ofrecen sin acompañamiento de palabras, no hay bocadillos ni narración. Sólo al inicio de cada capítulo hay unas breves líneas de introducción que hablan en términos generales de lo que luego desarrolla la obra: El Miedo, La Lucha, El Veneno, La Cura, conceptos que la autora simboliza mediante animales peligrosos y criaturas sobrenaturales.»

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La cura de María Melero en Le Miau Noir


Lara Peiró dedica un amplio artículo a La cura, de María Melero:

El miedo es el motor del ser humano. Desde tiempos ancestrales el miedo ha sacado lo mejor y lo peor de las personas. Del miedo nace la heroína. Sobreponerse a la debilidad, aceptar la situación, superarse continuamente. Entender que la herida también puede ser cicatriz. Entender que la vida escuece y que lo que escuece cura.

María Melero María Melero || Fuente: Editorial Jekyll&Jill

María Melero es una de las ilustradoras más prometedoras de España. Nacida en Jerez de la Frontera, ha realizado ilustraciones para El Periódico de Cataluña o la revista Nylon y para libros como Hombres que cantan nanas al amanecer y comen cebollas de Sara Herrera Peralta (Ed. La Bella Varsovia, 2016). También ha participado en diferentes exposiciones tanto en España como en Estados Unidos. La cura, editado por Jekyll&Jill, es su primera novela ilustrada.

El miedo

La Cura ilustra un viaje a través de cuatro capítulos titulados «El miedo», «La lucha», «El veneno» y «La cura», respectivamente. En ellos, la autora narra las diferentes fases del viaje de una heroína. Una sucesión de imágenes que evocan la aventura del descenso al inframundo, la muerte simbólica de su alma y el renacer de su nuevo «yo» y su nueva visión de sí misma y el mundo que la rodea.

Portada de La Cura, primer libro de María MeleroPortada de La Cura, primer libro de María Melero || Fuente: Editorial Jekyll&Jill

Las imágenes de La Cura son metáforas de los miedos espirituales del ser humano. La recreación del miedo y de la lucha continua como ritos de paso y transformación. Las ilustraciones de animales como figuras ancestrales son representación de lo salvaje y mitológico. Durante el primer capítulo, la figura del perro encarna al propio miedo de la heroína. Ese miedo que te reconcome por dentro hasta sumirse en la oscuridad más profunda de tu propio ser.

La lucha

Las metáforas se siguen representando gráficamente mediante animales. En el segundo capítulo, el mono, el gato y la serpiente simbolizan la lucha interna de la heroína. Animales que, a su vez, ya no solo por el color de la ilustración, sino también por sus connotaciones habituales, recrean un entorno oscuro y tenebroso. La noche se cierne sobre la heroína y se alimenta de sus miedos. La heroína es herida en la lucha como la paloma blanca apuñalada en la batalla entre gato y serpiente. De esa herida, la heroína intenta buscar un antídoto para el miedo.

El veneno

El tercer capítulo del libro se titula «El veneno». Ojos que no ven, corazón que no siente. Tapar la herida para que no se vea. Dejarla en carne viva. La heroína busca un antídoto para sobrevivir. Pero sobrevivir cansa. La heroína quiere vivir y hacer de sus miedos el hilo y la aguja con la que coser su herida. El fuego representa el resurgir. Inmolarse una misma para volver a nacer.

: Ilustración perteneciente al capítulo “El veneno” || Fuente: Ilustración perteneciente al capítulo «El veneno» || Fuente: Editorial Jekyll&Jill

La cura

«La cura» es el título del último capítulo del libro. La medicina es mirar de frente a las pesadillas. Convivir con los miedos, alinear mente y cuerpo. Revivir con la consciencia de lo que se es y lo que rodea al individuo. Dominar al subconsciente. La cura es abrazar al miedo.

Imagen del texto del capítulo “La cura" || Fotografía: Lara PeiróImagen del texto del capítulo “La cura” || Fotografía: Lara Peiró

La cura es un libro indispensable. Imágenes donde reflejarse y aprender a encontrar el equilibrio. Buscarse a uno mismo es quizá una de las peores batallas que se pueden librar en el subconsciente. Ser conocedor de los propios miedos que habitan el cuerpo es ser libre. Aprender del miedo y buscar siempre la salida. Respirar y no ahogarse. Volverse paloma y abrir las alas. Buscar la cura y amar la cicatriz.

La cura Book Cover La cura
 Jekyll & Jill
9788494594007
 16€

La cura, obra novel de la ilustradora María Melero, es la aventura iniciática de una heroína que debe enfrentarse a sus miedos para renacer. Las seductoras imágenes del libro, que acceden directas al inconsciente, representan el dolor y la lucha presentes en todo rito de paso, en toda transformación ritual, y ofrecen la «cura» para librarse de los demonios internos.

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María Melero y La cura en La Voz del Sur



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Artículo dedicado a María Melero y a su libro La cura, en el periódico La Voz del Sur, por Paco Sánchez Múgica.

La artista jerezana María Melero presenta su primera publicación propia, un libro en el que explora distintas fases que le ayudaron, a través de la pintura, a superar una dura crisis personal. «Somos animales muy torpes y, a veces, podemos pisar la Luna y no resolver cosas sencillas», admite.

La figura del creador atormentado es casi una constante en la historia del arte y la literatura. Una y otra vez aparece el artista maldito o víctima de sus miedos más profundos. Casi como un cliché. La expresión artística como bálsamo y antídoto contra las inseguridades y la ansiedad, diferentes en cada época pero idénticas en la naturaleza del alma humana, están en la raíz de algunas de las obras más arrolladoras de la pintura, la música o la literatura. De alguna manera, también La cura procede de una mezcla de tortura y liberación. Tortura, al recordar “cosas de tu pasado que no quieres que afloren”; liberación, “al ser una obra absolutamente personal, que jamás piensas que vea la luz y que concibes exclusivamente para ti”. A sus 28 años, la artista jerezana María Melero sabe lo que es bajar a los infiernos personales, toparse con monstruos y demonios, y, al final, tras una pelea a cara de perro consigo misma, entender que muchas de estas criaturas del averno “acaban convirtiéndose en regalos maravillosos” y en la medicina natural para “aceptarse uno mismo como es y convivir con ello”.

Por eso entre las ilustraciones naïf y tenebrosas de su libro, casi como remedos posmodernos de las pinturas negras de Goya o de aquel Boticelli angustiado, acaban siempre arrojando un resquicio para la esperanza. Un resquicio, por ejemplo, en forma de ramo de flores. “Tuve ansiedad, depresión, agorafobia… y creía que ni las pastillas ni los psicólogos me podían ayudar. Quería sanar entendiéndome a mí misma. Recurrí a la forma que mejor se me da: pintar”. Melero, que ya acumula una trayectoria de ocho años como ilustradora con diversas publicaciones y exposiciones, trasladó la idea vía e-mail a Víctor Gomollón, un quijotesco editor aragonés que puso en pie hace cinco años Jekyll & Jill. “Fue un flash”, confiesa el fundador de esta editorial de rarezas exquisitas. “Decimos que no a muchas cosas que nos llegan, y editamos poca ilustración, pero lo de María me dejó muy tocado, era como muy de verdad”, explica en la presentación de La cura en la librería Molar, en la madrileña La Latina. Lo que esta ilustradora le remitía no era cualquier cosa. Eran tres piezas que gritaban una emoción dolorosa, “miedo al miedo”, hasta vomitarlo sobre el papel.
La publicación también puede simbolizar una poderosa metáfora de la vertiginosa sociedad actual y, como se ha dicho en la presentación, un tratado pictórico sobre nuestras propias mentiras cotidianas, «unas 200 al día», como ha puntualizado Ana Himes, publicista, collagista y fotógrafa que ha conducido el acto. En el libro, su autora llegaba a desaparecer en las escenas de miedo, lucha y veneno, y revivía en la cura, la fase final que da título al mismo. “Hay tres etapas que son super importantes para pasar por todo el aprendizaje y llegar a la cura; pero no te puedes quedar atrapada en ellas porque puede ser un círculo vicioso o incluso paradójicamente una zona de confort en la que no das la cara. Porque escarbar en nosotros mismos nos cuesta mucho más trabajo”. En sus páginas, María defiende el dolor como vehículo para ser más fuertes y reivindica “la risa aunque estés triste”. Un proceso en el que necesariamente hay que convivir acompañado con tu soledad porque, como pensaba Tarkovsky, la gente que se aburre en su propia compañía está en peligro en lo que autoestima se refiere.

“Los miedos pueden manifestarse toda la vida y cada vez ser más fuertes, pero hay que afrontarlos y aceptarlos”. Con sus acrílicos y su papel de acuarela por delante, la artista admite que “somos animales muy torpes y, a veces, podemos pisar la Luna y no resolver cosas sencillas”. Cosas tan simples como combatir nuestros propios temores y ansiedades —infundadas, la mayoría de las veces— y aceptar la imagen que afortunadamente nos devuelve el espejo cada mañana. Porque hasta la muerte, todo es vida.

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Isabel del Río entrevista a María Melero



La cura de María MeleroIsabel del Río entrevista a María Melero, autora de La Cura, en La Odisea del cuentista:

BREVE BÍO
Tras estudiar diseño e ilustración, ha trabajado para empresas como Dear Deer, No Time Comunicación, y colaborado con revistas como SPY, Finerats Magzine, Exclusive, Oh! Dear Zine y Zunder.
Entre las exposiciones en las que ha participado se encuentran: la “Hunger for today, breart for tomorrow”, para La Mano Zurda en Madrid; “No hay Crisis Creativa”, para la Universidad de la Cultura de Sevilla; y “13”, exposición de láminas serigrafiadas en el Palacio Provincial de Cádiz, bajo la organización de Estudio Gráfico Malla.
Actualmente, podemos encontrar sus obras en las galerías No_Lugar y Red House en Sevilla, y en Artevistas Gallery de Barcelona.
La Cura es su primer libro en solitario.
http://mariamelero.com

ENTREVISTA
La Cura es un recetario que nos muestra cómo sanar uno de los mayores males a los que está expuesto el ser humano: el miedo al miedo. En él, María Melero, autora e ilustradora de la obra, muestra su propio camino terapéutico, una especie de viaje chamánico en que enfrenta a sus demonios para poder asimilarlos y, con el auto-reconocimiento, descubrirse a sí misma y dar un nuevo paso en su evolución personal.
IDR. ¿Cómo fue la gestación y el parto de esta obra?
MM. En principio, ni siquiera iba a ser un libro. Ilustré toda la historia para sanar un problema interno, personal, y así acabé encontrando la cura. Luego me pareció que quedaría bien como libro y Víctor, de Jekyll & Jill, me dio esa oportunidad.
IDR. ¿Crees en lo que aseguraba Jung de que ‹‹la sombra es el origen de la creatividad››? (en el Prólogo de Jessica Aliaga)
MM. En mi caso, la mayoría de las veces sí, yo no lo llamaría sombra, pero sí.
IDR. ¿Qué se siente al mostrarte desnuda ante los lectores?
MM. Creo que la gente agradece que la obra de un artista sea sincera, yo no he pensado en el público a la hora de llevar a acabo La Cura, ni suelo pensar en eso cuando trabajo en algún proyecto personal, al final, la gente lo capta y les gusta. Además recibo correo de gente dándome las gracias por tanta sinceridad, gente que se ha sentido identificada y se han sentido más arropados sabiendo que no son bichos raros, y eso es el mayor regalo que el libro me está dando.
IDR. Has trabajado como ilustradora para diarios, revistas y otros autores, pero, si no me equivoco, esta es tu primera obra en solitario. ¿Cómo te sientes ante tal reto?
MM. Me sorprendo a mi misma al darme cuenta de que no me asusta, lo estoy disfrutando muchísimo, pero no me planteo mucho más. La Cura es mi trabajo más personal e importante hasta ahora, pero una vez hecho, paso a centrarme en otra cosa, le doy mucha importancia y me hace feliz, por supuesto, pero tengo más proyectos en la cabeza con los que tengo y quiero seguir a delante.
IDR. La Cura no es un libro fácil, ni pretende serlo. ¿Cuál ha sido la reacción del público? ¿Y de los medios?
MM. Probablemente habrá gente que no termine de entenderlo o digerirlo, pero ha sido sorprendente la facilidad con la que el público ha captado el mensaje, pensé que pocos lo entenderían, pero muchas más personas de las que imaginaba se sienten identificadas.  Por ahora, las críticas son buenas.
IDR. ¿Cómo fue tu muerte metafórica?
MM. Fue un proceso duro y lento, no sabía a donde me llevaría, de ahí la necesidad de recrear toda la historia a través de la ilustración. Cuando llegué a una conclusión, me di cuenta de que tenía un final, que comenzaría siendo el principio de un nuevo yo en muchos aspectos. La Cura me ha dado la capacidad de conocerme y entenderme a mi misma como nunca antes lo había hecho y eso es un regalo, ¿no crees?
IDR. Háblanos sobre tu proceso creativo. ¿De dónde nace la inspiración? ¿Cuándo y cómo te pones ante el papel (o la pantalla)?
MM. Ahora tengo que hacerlo a diario, tenga o no ganas, ¡y que suerte la mía! Pero normalmente, si tengo ganas de expresar algo que ya no quiero ni necesito tener más dentro, está lloviendo y suena la música que más me apetece escuchar en ese momento, ya está, ya está todo perfecto para comenzar a pintar.
IDR. La Cura es un libro que recomiendo a mis pacientes por su capacidad de despertar del letargo al subconsciente y hacernos reaccionar ante ciertos aspectos de nuestra vida que necesitan un buen meneo. ¿Pretendías crear una obra de “mesilla de noche”? ¿Un libro al que recurrir en distintas etapas vitales?
MM. No lo pretendía, ¡ni siquiera pretendía publicar un libro! Pero ojalá La Cura acabe siendo eso, un libro al que recurrir cuando alguien lo necesite. ¡Buah, sería genial!
IDR. “El Veneno” tapa toda situación difícil. ¿Crees que nuestra sociedad ha confundido el veneno con el antídoto y vive adormecida a la realidad, y a ellos mismos? ¿Qué tratan de insensibilizarse y expulsar toda responsabilidad?maria-melero1
MM. Sin duda. Me duele aquí, me tomo una pastilla; estoy triste, me tomo otra pastilla; tengo ansiedad, me tomo otra pastilla. La mayoría de la gente no se para a pensar en por qué le duele la cabeza, está triste o tiene ansiedad. La realidad es que queremos una solución rápida y fácil que tape todo aquello que no nos gusta, y yo no creo que esa sea solución alguna. Entiendo que no es fácil pararse a analizar nuestra propia persona y situación, que a veces es duro y angustioso, pero el camino es así, complicado y hermoso a la vez, y al final hay un regalo sí o sí.
IDR. Una pregunta más autobiográfica: ¿cuándo empezaste a dibujar? ¿Cuál fue el momento de inflexión en que decidiste que querías dedicarte al arte?
MM. Dibujo y pinto desde pequeña, nunca he parado, pero me planteé dedicarme a esto en serio a los 19 años. Yo solo quería pintar, al principio nadie pensaba que podría ganarme la vida con la pintura y la ilustración, así que eso me dio más fuerza, en plan: “lo consigo por misma”. Ahora miro hacia atrás y me digo: “Bien María, bien”.
IDR. ¿Crees que actualmente el arte precisa de discurso? ¿Que el público no puede llegar a él sin comprender el contexto? ¿O crees que “una imagen vale más que mil palabras”?
MM. Yo soy de las que piensa que la obra de un artista está completa cuando hay un discurso detrás, si lo que pintas es pura estética, se queda vacío. Mi trabajo es mi forma de expresión, es muy necesario para mí. No importa que no todo el mundo lo entienda, pero yo siempre intento contar cosas.
IDR. ¿Cuál crees que es el papel del artista en nuestra sociedad? ¿Y la del editor?
MM. Creo que cada vez se valora más al artista y a los editores les interesamos por lo mismo. De todas formas, yo tuve la suerte de toparme con Jekyll & Jill, Víctor, su editor, es un tío que ama lo que hace y sabe lo que quiere, pero sobre todo, respeta al autor tanto como a la obra, y encima se lo curra tanto…, es tan cuidadoso y creativo con cada edición, ¡que el resultado es aun mejor que el que tenía en la cabeza! ¡¡Me lo como!!
IDR. ¿Cómo ha sido tu experiencia trabajando con Jekyll & Jill?
MM. Maravillosa. Víctor entendió a la primera el mensaje de La Cura. Le gustó tanta sinceridad y se la jugó, y encima me ha tratado en todo momento fenomenal, ha hecho que sienta que mi libro es aun más importante de lo que yo pensaba. Jekyll & Jill es conocida por lo cuidadoso de sus ediciones y así lo he podido comprobar.
IDR. ¿Qué consejo le darías a un artista que busca casa para su trabajo?
MM. Que llamen a la puerta de Jekyll & Jill, jajaja. Es importante que tengan primero un proyecto de peso, que se lo tomen en serio y que exijan sus derechos como autor/a y artista.
IDR. ¿Algún nuevo proyecto del que nos puedas hablar?
MM. Ahora mismo estoy trabajando para una editorial de Nueva York, ilustrando la novela de una escritora que pronto verá la luz.
También ando preparando mi próxima exposición, que será en febrero de 2017 en Madrid, junto con la ilustradora alemana Angela Dalinger.
IDR. ¿Qué estás leyendo actualmente?
MM. Estoy leyendo por segunda vez: El héroe de las mil caras de Joseph Campbell.
IDR. ¿Nos recomiendas alguna lectura?
MM. El gran mensaje de David Hockney (conversaciones con Martin Gayford) y Hombres que comen cebolla y cantan nanas al amanecer de Sara Herreras Peralta.

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La cura de María Melero

La cura, de María Melero, en La Nueva España



Eugenio Fuentes dedica su columna La Brújula a La cura, de María Melero, en el suplemento de Cultura del diario La Nueva España.

El viaje sanador

La cura, una aventura iniciática contra el miedo, es el debut en solitario de la ilustradora María Melero

Eugenio Fuentes 10.11.2016 | 12:59

La Cura

 En el principio fueron el dolor y el miedo. Un geiser de sangre proyectado hacia la oscuridad por una jauría de perros hirientes, llegados de fuera o de dentro, reales o imaginados. Qué más da, si al cabo muerden y desgarran. Un desplome hacia lo oscuro, la anulación de una figura femenina enjaulada en las tinieblas de Cerbero. Y tras el miedo, el combate. Las heridas de los monos, los gatos, las serpientes. Cuando hasta la parálisis se cansa de no hacer nada, entonces ya se le puede sostener el ojo al enemigo.

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Pero, cuidado. A veces la luchadora se engaña al escoger las armas y ahoga el dolor en antídotos que envenenan. Y matan. Aunque la muerte, como en los viajes iniciáticos de todas las mitologías, no sea al fin sino antesala de un renacimiento. La aceptación paciente de todos los miedos. La cura.

Hasta ahora, María Melero (Jerez, 1988) había concentrado sus esfuerzos como ilustradora en trabajos para periódicos, revistas o libros de textos ajenos, que compaginó con exposiciones e incursiones en el ámbito del diseño. La cura es la primera aventura editorial en la que es responsable del texto y de las ilustraciones. Un pequeño volumen de apenas 50 páginas, editadas con primor por esos visionarios del papel que firman Jekyll & Jill. Una aventura –prologada por Jessica Aliaga con palabras lúcidas sobre los tránsitos iniciáticos– que la ha llevado a mirar hacia dentro, a imaginar el camino que conduce desde el miedo y la inseguridad hasta el contacto con la sanación que da cuerpo al título. Y la ha emprendido con unos textos breves, sencillos, directos, cuya fuerza radica en decir sólo lo justo para decir más. Es la misma simplicidad que desprenden unos dibujos de impronta naif en los que la aparente ingenuidad, no se engañe el lector, no es sino el camino más corto para rondar los arquetipos que anidan en el inconsciente. Y desnudarlos con punzante maestría.