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Dadas las circunstancias de Paco Inclán en El Mundo



Dadas las circunstancias, de Paco Inclán, en la lista de los 20 libros para llevarse de vacaciones. Diario El Mundo. Selección de Antonio Lucas y Luis Alemany.

Dadas las circunstancias, de Paco Inclán (Jekyll & Jill)dadas-las-circunstancias

La obra de este viajero y escritor valenciano tiene un punto de rigor y delirio personalísimo. En esta ocasión, Inclán abunda en la literatura de viajes, el periodismo y la realidad inverosímil en un puñado de estampas divertidísimas que van desde el viaje del autor al país del esperanto [encerrado en un museo], un paseo por La Habana en busca del chiste que mató a un escritor decimonónico, el encuentro con el último hablante del híbrido lingüístico entre el romaní y el euskera o una visita a la taberna praguense que sirvió de escenario para el poema más desconcertante de Roque Dalton. Una lectura gozosa.

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Dadas las circunstancias en Estado Crítico



Excelente reseña de José Manuel García Gil sobre Dadas las circunstancias, de Paco Inclán, en Estado Crítico.

Actividades improductivas en tierras extrañas

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JOSÉ MANUEL GARCÍA GIL | En los últimos años ha proliferado una clase de libros que se benefician de la capacidad de apropiación y de ensanchamiento de la literatura de viajes para construir un molde aparentemente novedoso: el relato híbrido o posmoderno. En realidad, no son sino el producto de la radicalización de un recurso ya existente, como lo es la fusión de géneros. En términos generales, la hibridación surge de la combinación entre la crónica de viajes, el ensayo o el cuento, hasta el punto de que la adscripción a un subgénero u otro resulta, cuando menos, infructuosa. Esta condición mestiza recorre buena parte de la obra de Paco Inclán (Valencia, 1975), en donde las fronteras entre investigación periodística o antropológica, memoria viajera, ficción o autobiografía, quedan ampliamente superadas. Dadas las circunstancias, su último libro, hermosamente editado por Jekill & Jill, no podía ser ajeno a ese paradigma.

En distintas ocasiones, Ricardo Piglia afirmó que todo relato cuenta una investigación o un viaje. Sin embargo, en el caso de Inclán, ambos modos básicos de narrar se dan la mano desde el origen de su literatura. Aunque de tal afirmación no se deduzca que lo sigan haciendo en el punto de llegada. En ese orden, Dadas las circunstancias no es propiamente un libro de viajes en el sentido clásico de la palabra, como tampoco cabe definirlo en puridad como un trabajo de investigación periodística. No trata su autor de extraer la esencia de los sitios visitados o de reflejar el universo que como viajero descubre, poco a poco, dentro de sí por medio de la travesía. Al abrir las páginas de estos ocho episodios nos topamos con una mirada más que incisiva, original, inteligente y socarrona. Y con la voz de alguien que, aunque se ha documentado a fondo acerca de unos temas raros y poco relevantes, no acaba conduciéndonos al objeto de sus estudios sino llevándonos de una revelación paradójica y absurda a otra, de una epifanía poco creíble a la siguiente, como si su quiebra como investigador no fuese sino la antesala de sus logros como escritor.

Sobre este suelo, más humano que territorial, Paco Inclán camina cómodamente entremezclando la erudición y la autobiografía, la parodia y la emoción, la ingenuidad y la astucia. La lectura resulta desconcertante debido a la cantidad de temas tratados y de caminos alternativos propuestos. Nada como ir de un lugar a otro, sin más compañía que las vueltas de la imaginación o una curiosidad imbatible y contagiosa que termina por despertar la del lector gracias a la capacidad que el autor tiene, en cada momento, de sacarle el jugo a sus relaciones con la gente que encuentra.

Dadas las circunstancias nos lleva, mapas incluidos, a lugares tan dispares como Praga, La Habana, Llodio, Valencia, Céret, Sant Pau d’Ordal, Veracruz, Valladares o Berlín. Lugares que no son sino la atmósfera necesaria para que el narrador ponga el foco donde habitualmente no se pone, en la periferia de la historia, en los márgenes en lugar de en el centro, más común y trillado. De este modo, desde la solapa hasta el colofón, este libro es el reflejo de la heterodoxia y excentricidad de su autor. Quiero decir que Paco Inclán es un escritor excéntrico, alguien que está fuera del centro o tiene un centro diferente. Se trata, en definitiva, de darle la vuelta a esos lugares -algunos están muy estereotipados o carecen del menor reclamo- e intentar narrarlos desde otro punto de vista.

Paisajes con figuras extravagantes: un escritor checo enano autor de una novela sobre enanos, el último hablante de una lengua primitiva -el erromintxela-, la viuda de un forofo esperantista, un actor-clown que proyecta durante un almuerzo imágenes espeluznantes del conflicto bélico en Siria en contraste con las delicias de la gastronomía de aquel país, uno de los tropocientos nietos de Pancho Villa que asiste en Veracruz a la proyección de un documental sobre el vínculo inexistente que tuvo su abuelo con aquel lugar, entre otros tantos. Son personajes peculiares que coprotagonizan las situaciones de corte surrealista en las que derivan los estudios variopintos de su principal protagonista: un interés repentino por la suerte de Plutón como planeta, una investigación sobre casos de personas que murieron de risa, un estudio del excremento, un artículo sobre literatura en esperanto o un ensayo sobre ausencias para demostrar a ciencia cierta la presencia de personalidades en lugares a los que nunca fueron, son algunos de ellos.

A veces el lector se pregunta cuánto hay de verdad y de mentira en estos textos. Los mismos títulos de los libros de Inclán –Tantas mentiras (2015), Incertidumbre (2016) y este Dadas las circunstancias (2020)- nos advierten de la poca inclinación de su autor a la hora de discernir entre lo que es falso y lo que es cierto. Al final, da igual con cuánta ficción o exageración de hechos reales nos topamos. En las primeras páginas de la lectura, uno coge su móvil para corroborar si el autor ha inventado este personaje o aquel dato, pero lo hace solo al inicio. Luego se deja llevar a esa dimensión en la que los límites entre realidad y ficción nada importan porque han sido superados por la buena literatura. Esa que concluye que, verdadero o falso, el lector se cree lo que se le cuenta.

El objetivo de la investigación en los ocho relatos “verídicos” -profusión de documentación y notas al pie incluidas- no interesa sustancialmente. Es una manera de empezar a caminar sin verdadera intención de encontrarlo. Lo que importa es en lo que acaba convirtiéndose el hecho preparatorio de ir a buscar esto o aquello. Inclán sale a escudriñar algo en algún grupo excéntrico (unos comensales alucinados, un club de esperanto, un banco de horas…), se extravía y encuentra una cosa distinta y más valiosa literariamente hablando. Es el hallazgo inesperado que se produce de manera accidental, casual o por destino, el vértice de estos experimentos narrativos.

En «Paisajes cubanos (como recuerdo)», por ejemplo, el protagonista viaja a La Habana en busca del chiste que mató a Julián del Casal. Esa es la excusa para un recorrido por una serie de situaciones en las que aparecerán personajes más excéntricos aún que la investigación de partida: un doble del Che, una librera desencantada, un vendedor ambulante de tarjetas de memoria, un maestro del PCE desilusionado con la realidad revolucionaria o la hija de este con la que el alter ego de Inclán acaba inesperadamente en la cama del cuarto contiguo al que duerme su padre.

Algo así sucede cuando nos sumergimos en cada relato de Dadas las circunstancias.  Hay algunos hilarantes, como el dedicado al erudito y médico del siglo XIII Arnau de Vilanova, sabio en lucubraciones escatólógicas, que abunda en datos y referencias bibliográficas que funcionan literariamente, en paralelo con la lectura, como obstáculos en la carrera desesperada de su protagonista hacia el lavabo cuando se va de vientre. En otros, el componente ensayístico es más difuso. Así, “El postre sirio” funciona como un relato redondo. Al final, todas las historias actúan a modo de prisma en el que, según la inventiva de su autor, se prefiere una cara más que otra.

La buena literatura parece seguir más unida a la sensibilidad de quien viaja en dirección contraria o sin destino ni coordenadas, que al viajero previsible y obediente que sigue el itinerario marcado por las migas de pan de las guías turísticas. Quizás, por eso, Inclán se ha convertido en uno de nuestros más originales prosistas. Por convertir cada expedición y cada indagación en una anécdota de factura maravillosa. Con un desenlace en el que él mismo acaba por preguntarse: “¿Quién me mandaría llegar tan lejos con estas cosas?”

Recogía el mexicano Juan Villoro aquel aserto de Hemingway acerca del origen de la literatura norteamericana: comienza cuando Mark Twain escribe: “Es hora de irnos a aquellas tierras”. Una invitación al viaje, en resumidas cuentas. Se trata, sin duda, de un gesto cervantino: salir al mundo en busca de experiencia, estructurar la trama a partir de los desplazamientos. Eso hace Paco Inclán en este nuevo libro: invitarnos como polizones a acompañarle por tierras y asuntos extraños, a veces alocados o absurdos, por senderos que se bifurcan en torno a la máxima horaciana prodesse et delectare que, a nuestros efectos, bien pudiera traducirse por pesquisas y divertimentos.

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Alejandro Espinosa Fuentes reseña Dadas las circunstancias de Paco Inclán


Alejandro Espinosa Fuentes reseña Dadas las circunstancias de Paco Inclán en LEE/ALGO:

FATAL HILARITY

Conocí a un vagabundo en una gasolinera de San Luis Potosí que tenía el plan de acabar con el problema del frío talando todos los árboles del mundo para incendiarlos en una colosal hoguera amurallada. Mientras hablaba con él, no dejaba de pensar: ¿Dónde está Paco Inclán cuando más lo necesitas? En cierto modo, sentía que la historia se estaba desaprovechando conmigo. Una prosa aguda y sabia como la de Inclán, el gran nómada valenciano, sabría hacerle justicia a esta premisa mínima, absurda, ridícula y, a su vez, todopoderosa.
Me ocurrió de nuevo en un sonidero veracruzano, donde el dj más aclamado de los Tuxtlas me confesó su sueño de postularse para gobernador con el único fin de ordenar por decreto que todas las tortillerías de México vendieran tortillas de color azul en vez de amarillo. Son más sabrosas, sin duda, y el morado es un color más chingón, argumentaba. Yo lo escuchaba completamente desconcertado, no por su plan imposible, sino porque otra vez sentía que yo no era el escritor más adecuado para recibir su extraordinaria idea. ¿Dónde está Paco Inclán?

El cronista valenciano domina con maestría un rasgo imprescindible de la comedia que no tiene que ver exclusivamente con el contenido de una anécdota, sino con el ritmo. Cada uno de sus textos produce un efecto trascendental en el lector pese a que la mayor parte de sus tramas acudan a la ironía por decepción que encandilaba a los clásicos:  Parturient montes, nascetur ridiculus mus, [Parirán los montes, nacerá un ridículo ratón].

Abro su nuevo libro publicado por Jekyll & Jill, Dadas las circunstancias, y temo, desde el epígrafe, que esta nueva obra no logre superar la gracia de su libro anterior, Incertidumbre, que es la única lectura que me ha hecho retorcerme a carcajadas en los pasillos de un tren de alta velocidad. A continuación ocurren muchas cosas, pero ninguna se parece a la desilusión. Otra vez Inclán hace de las suyas, guiándome por geografías insospechadas, enseñándome que locos hay en todo el mundo, y en todos los casos, su locura delata más genialidad que insania.

Me sumerjo en la primera crónica y atestiguo una maquiavélica conspiración, promovida por Walt Disney, para defender el estatus planetario de Plutón por ser el único astro del sistema solar descubierto por un americano y bautizado en homenaje al perro amarillo de Micky Mouse. La decisión de rebajarlo a “planeta enano” se tomó en Praga, donde ahora acompaño a Paco Inclán adentro de la misma cantina a la que Roque Dalton dedicara uno de sus mejores poemas. El conflicto apenas comienza. Inclán se inserta en una discusión gratuita con un escritor enano (que no habla español ni inglés), al que quiere preguntarle por todos los medios cuál es su opinión sobre el nuevo estatus de Plutón.

El tema por excelencia en la obra de Paco Inclán es la condena de Babel, la imposibilidad comunicativa debido a las múltiples lenguas y dialectos, que siempre lleva a malentendidos y conjeturas ingeniosas, donde caben todas las posibilidades. La ausencia de un código común orilla a los interlocutores a buscar a como dé lugar una pizca de sentido mediante traducciones improvisadas y una lectura coherente del contexto. Pero si los interlocutores además son especímenes obsesivos esta traducción pocas veces será acertada.

Arranca el desfile: un imitador del Che Guevara apuesta fortuna en un museo privado de sí mismo, el último hablante de una lengua mezcla de euskera y romaní, el editor de una revista de madadas-las-circunstanciasrihuana escrita en esperanto, un macabro refugiado sirio que organiza opíparas comidas mientras obliga a sus invitados a mirar imágenes de bombardeos; todos ellos coronados por el mismo Inclán, que hace hasta lo imposible por quedar a la merced de estos sabios marginados.

El segundo tema en la obra de Inclán es el humor como concepto y síntoma. Si en Incertidumbre nos presentaba a un mecánico de la periferia que, tras la crisis económica de España, fue a probar suerte en un poblado de Guinea Ecuatorial donde, pese a ser el único blanco, se integró a la perfección a base de incorrección política y un humor hiriente, en Dadas las circunstancias explora las posibilidades de este humor como una herramienta valiosa, la cual, llevada demasiado lejos, puede ser fatal.

Paco Inclán viaja a La Habana en busca del chiste que mató de risa al poeta Julián del Casal. Según nos indica en las notas al pie, no se trata de una muerte tan extraña; reyes y filósofos han caído fulminados por sus propias carcajadas. En inglés se le conoce como Fatal Hilarity y se refiere, literalmente, a morirse de risa. Pareciera que Inclán le hiciera  una propuesta antagónica al lector. Por un lado parece decirle: Sigue conmigo que lo que viene a continuación será aun más gracioso. Y por otro lado: Ten mucho cuidado, pues la misma gracia que te hace la locura ajena podrá llevarte a la tumba y te sumará al repertorio de anómalas soledades que habitan este libro. No conozco pacto de complicidad con el lector más sincero, más horizontal, más reflexivo.

Hace poco vi en un viejo reportaje catalán una charla entre los escritores J. A. Masóliver y Enrique Vila Matas en donde el primero le decía al segundo que a ellos en España los consideraban raros, pero que en México eran uno más, porque en México lo normal es ser un poco raro. Claro que ellos lo decían con ese amor por México que sienten los  europeos que visitan el país una vez al año para presentar libros o recibir premios. La relación con México de Paco Inclán es ligeramente distinta, su integración es plena, como le sucede en todos los países del globo. En la penúltima crónica de Dadas las circunstancias, descubrimos a un raro entre los raros, un cronista confuso que atestigua, sin condescendencias, lo que el europeo telescópico denominaría “surrealismo mexicano”, pero que el nativo designaría con todas sus letras como la estupidez de la burocracia cultural priista.

Inclán asiste a la proyección de un documental sobre la relación de Pancho Villa y el estado de Veracruz. Dicha relación consiste en que no hay ninguna: Pancho Villa jamás estuvo en Veracruz. El documental tiene por premisa su ausencia, pero esto no evita que las autoridades despilfarren un dineral en el evento; invitan a uno de los 300 nietos de Pancho Villa, al que tratan como a un rockstar, y los académicos más necios llegan a comparar al revolucionario duranguense en Veracruz con el campo de Higgs: “algo que no podemos detectar no prueba que no esté entre nosotros”. Aplausos. Paco Inclán encuentra una mina de oro para futuros proyectos: “Me imagino inmiscuido en inabarcables investigaciones para demostrar a ciencia cierta que ni Franz Kafka estuvo en Zaragoza ni Marie Curie pisó Bilbao”.

“El hombre del tiempo”, última crónica del conjunto, le revela al lector la existencia de un banco del tiempo en un pequeño poblado de Galicia, donde, en vez de dinero, se pagan y se adeudan horas de vida entre los pobladores. El banco es gestionado por Manuel, un tipo que vive al borde del colapso nervioso, preocupado porque su pequeña utopía salga a flote. Como toda convivencia debe contabilizarse para evitar las burbujas económicas, los favores no pueden existir. Por supuesto, el nómada valenciano llegará a perturbar todo el sistema y a hacer hasta lo imposible para integrarse y convertirse en uno más.

No sé si Dadas las circunstancias sea el mejor libro de Paco Inclán; quizás la crónica “El último hablante de Erromintxela” se queda un poco corta y a “Escatología en la obra de Arnau de Vilanova” le falta una conclusión que trascienda lo gástrico, pero sin duda en este nuevo libro hay textos que están entre lo mejor de su producción, y entre lo mejor que se ha escrito de crónica en la última década.

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Miguel Ángel Hernández escribe sobre Dadas las circunstancias de Paco Inclán



Miguel Ángel Hernández recomienda Dadas las circunstancias, de Paco Inclán, en Diario de escritura, La Verdad

dadas-las-circunstancias«Por la noche, lees Dadas las circunstancias, el último libro de Paco Inclán, y se te saltan las lágrimas de la risa. Agradeces este oasis en medio del derrumbe. Es uno de tus autores preferidos. Incertidumbre, su libro anterior, incluye alguna de las mejores crónicas que has leído jamás. Aquí ha destilado la fórmula. Inclán tiene la capacidad de relatar lo que le sucede combinando la visión precisa del mundo con el surrealismo y el humor. Son situaciones absurdas, como la confusión del término escatología, la búsqueda del último hablante de un idioma que mezcla el vasco con el romaní o el intento de encontrar el chiste que mató en Cuba a un poeta melancólico. Situaciones muchas veces embarazosas que desencadenan la carcajada. Crónicas –o antropologías– frustradas. Narrativa perfecta. Que un libro te haga reír y disfrutar de esa manera en estos días tristes es una doble alegría.»

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Vicente Luis Mora reseña Dadas las circunstancias de Paco Inclán



Vicente Luis Mora reseña Dadas las circunstancias, de Paco Inclán, en Diario de lecturas:dadas-las-circunstancias

Hay quien piensa que Paco Inclán toma sus vivencias y les introduce unas gotas de ficción para hacer sus libros. Algo me dice que no es así; sospecho que, en realidad, es justo al revés: Inclán toma un lugar y una anécdota, puede que reales, puede que conocidos de primera mano (o no) y, desde ahí, comienza a ovillar y fabular y tejer posibilidades hasta que localidad y anécdota quedan indisolublemente unidos, como si hubieran sido paridos así desde el principio de los tiempos. Alguna pista ofrece al explicar en la página 69 que sus modos de investigación no son los convencionales: no es un modo de abrirse al encuentro de lo inesperado, sino de reconocer que “investigación” aquí es lo mismo que “ficción”. / Todos los libros de Inclán son extraterritoriales —que no globales— e insertan los mapas donde sucede cada historia; aunque las geografías son distintas y están bien re-construidas, hay un aire de familia de lo humano a punto de fracasar, o recién fracasado, que une todos los cuentos: “a ciertas horas, el mundo se parece demasiado” (p. 57), sostiene una frase memorable. / El lenguaje, que se supone vía de comunicación, lo es aquí de distorsión: tortilogos, erralengua. Muchos de sus personajes, ya desde el monje tibetano de Tantas mentiras (2015), están lost in translation y de ese equívoco comunicativo surgen otros tipos de encuentros. Esa devoción lingüística de Inclán puede moverle a estructurar un cuento sobre el filo entre las dos acepciones de la misma palabra, como sucede con la anfibológica “escatología”, que le permite acercarse a la figura de Arnau de Vilanova en tonos tan quevedianos como impredecibles. Otro ejemplo es ese delirante congreso sobre el idioma esperanto al que Inclán supuestamente acude y que tanto me ha recordado —por el humor y los paraísos artificiales— a “Badajoz”, el fascinante relato de Robert Juan-Cantavella incluido en Proust Fiction (2005), también basado en la lectura delirante de la realidad de un congreso académico escrito desde el otro lado del espejo. Con “Viaje al país del esperanto” y “Badajoz” se puede dar un taller sobre las posibilidades de dinamitar los límites entre realidad y ficción desde la calidad literaria —detalle que no pocas veces se olvida al cruzar ese transitado río—. Juan-Cantavella hace en ocasiones periodismo gonzo; Inclán, en cambio, utiliza el gonzo como género literario, como forma donde sus semánticas chapotean felices y rotundas. / Si aparece la merecidísima segunda edición, estaría bien corregir el apellido Burke por Bourke en la página 82. / En resumen, Inclán hace crítica social geopolítica disfrazada de crónica humorística implacable con el propio narrador de la historia. Es lo contrario de la autoficción, vestido de autoficción. / Lo mejor de esta intuición mía sobre su naturaleza estructuralmente ficcional es que, incluso si es falsa o despistada, me hace disfrutar el doble de sus libros. Déjenme permanecer en el error. / La voz del narrador de los libros de Inclán puede parecer sencilla o accesible al lector no avisado, por la empatía que despierta, pero es una diabólica obra de arte: la de un escritor tan bueno que teme parecer soberbio y se hace pasar por otro más enrollado y humano, al que le cae la vida en lo alto. / Es una literatura singular, humana hasta la médula, brillante. Aquí tiene un fan duradero.

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Dadas las circunstancias de Paco Inclán en Babelia El País



Carlos Pardo reseña Dadas las circunstancias, de Paco Inclán, en Babelia El País:

El hombre que atrae a los locos

Paco Inclán explora la relación entre individuo y masa en una narración cargada de personajes excéntricos

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El narrador se encuentra en la ciudad mexicana de Veracruz, en un centro cultural donde va a estrenarse una serie documental dedicada a las grandes personalidades del lugar (el narrador está allí porque va a casarse, pero “ese es otro cuento”). El primer retratado es Pancho Villa; su nieto, gran bigote y modos de oficialidad, es aclamado por los 400 asistentes. Pronto se comprende que Pancho Villa nunca estuvo en Veracruz, circunstancia que no amarga al público; antes bien, comienza un diálogo sobre lo difícil que es certificarlo, la pertinencia de un “estudio de las ausencias” que, por ejemplo, demuestre “que ni Franz Kafka estuvo en Zaragoza ni Marie Curie pisó Bilbao”. El narrador menciona delirios similares en bibliografía reconocida: la ausencia de George Sand en Are­nys de Mar, de donde debía partir para Mallorca; o la de Proust en Trieste, ciudad que el novelista describió como un “lugar delicioso donde la gente es pensativa, las puestas de sol son doradas y las campanas de la iglesia tañen ­melancólicas”.

Otro ejemplo: si Inclán investiga los círculos “esperantistas” catalanes, una intuición perversa lo lleva a intimar con el responsable de “la primera y posiblemente la última editorial que se dedica a la difusión en esperanto de los beneficios de la marihuana”. Es decir, el marginado entre los raros.
Y es probable que el personaje que es el propio Paco Inclán en su literatura, una especie de humilde bromista bonachón, atraiga a los locos y los excéntricos, pero asimismo hay que comprender que uno de sus temas mayores es, precisamente, la relación del individuo (excéntrico) con una pequeña masa (ditirámbica). En Inclán, comunidad y persona son vulnerables resistencias de un mundo igualmente idiota, pero mejor falsificado; es decir, que pasa por normal. Y en estos errores “de especie” halla el autor algunos signos de autenticidad supervivientes a las convenciones de nuestro tiempo, incluso cuando el protagonista de un texto es un imitador del Che Guevara (“Paisajes cubanos”).

El amor por lo relegado eleva los textos de Paco Inclán por encima de la miniatura bizarra, del chiste contracultural. Es la clave de su logro como escritor y del encanto de todo lo que escribe: un magistral sentido de la empatía. Por eso hace tiempo que ha dejado de ser un autor de culto y se ha convertido en uno de los más originales prosistas en español; además, de una especie de la que es el único (el primero y el último) espécimen.

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Paco Inclán en La torre de Babel



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Ana Segura entrevista a Paco Inclán en el programa La torre de Babel (Aragón Radio) con motivo de la publicación de su libro Dadas las circunstancias. Además, pueden escuchar un relato completo en la voz de Rafa Moyano con la realización técnica de Vicente Bordonaba.

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Dadas las circunstancias en La Nueva España



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Dadas las circunstancias, de Paco Inclán, en el suplemento cultural de La Nueva España (Asturias), por Eugenio Fuentes.

Paco Inclán: humor inteligente para pensar y vivir despierto

Quienes sepan del valenciano Paco Inclán ya estarán familiarizados con tres rasgos muy suyos: un humor que fluye más deprisa que su respiración, un «culoinquietismo» que le propulsa a cualquier esquina del planeta y, lo más importante, una prosa que refleja con precisa flexibilidad cualquier destello que asaete sus neuronas. Inclán (1975) tiene una distancia ante el mundo reservada a quienes convierten el pensamiento crítico en ejercicio de inteligencia. El resultado, que se paladea de nuevo en Dadas las circunstancias, son textos, llámenlos autoficcionales, que les harán pensar y reír en Praga y en Berlín, en La Habana (un tercio del volumen) y en Veracruz, y hasta en la periferia de Vigo. Imaginen una historia disparatada. Por ejemplo, la del último hablante de erromintxela, romaní pasado por euskera. Pues Inclán la tiene. No sean tontos, no se lo pierdan.

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Tantas Mentiras Paco Inclán

Tantas mentiras de Paco Inclán por Gaspar Oliver



Gaspar Oliver reseña Tantas mentiras, de Paco Inclán en Agroicultura-Perinquiets

LAS ESTUPENDAS MENTIRAS DE PACO INCLÁN

¿Es Paco Inclán (Valencia 1975) un literato poco conocido? ¿Es un lletraferit (“aquel a quien le atrae mucho la literatura”)? ¿Es un veterano peregrino del ajetreo intercontinental oenegero?

En realidad puede ser las tres cosas a la vez y algunas cosas más, por ejemplo, el editor de la revista de arte y pensamiento Bostezo.

Con 26 años ya tenía publicado un libro, La solidaridad no era esto; a los 28 publicó El País Vasco no existe; con 32, La vida póstuma, editada en México, y con 39, Hacia una psicogeografia de lo rural. Todo esto lo tomo de la solapa de su última publicación Tantas mentiras. Doce actas de viaje y una novela, Jekill y Jill, Zaragoza 2015.

Las actas de viaje son relatos “basados en hechos reales”, y la novela, una broma que ha debido costarle al editor un riñón, porque consiste en un troquelado y un cuadernito.

La obra de Paco Inclán da la impresión de variar entre la ficción y el ensayo. Solo he leído Tantas Mentiras, y voy a argumentar aquí por qué las recomiendo.

Tantas Mentiras Paco InclánMe ha gustado. Además, me ha parecido un libro muy bien escrito, muy bien pensado, trabajosamente elaborado, y un afortunado intento de salirse del estereotipo que invade el mundo editorial, la novela “negra” en todas sus variedades.

Los doce relatos de Tantas mentiras se refieren a experiencias de Paco Inclán en diversos países (incluido el suyo, que es el nuestro), en diversas misiones de apoyo y voluntariado, en estancias de becas de estudio e investigación. Paco Inclán, entre otras cosas, ha estado relacionado con el fabuloso mundo de las ONG, y da cuenta de él con un sentido del humor sutil, elevado, noble.

A medida que leía las aventuras del autor y protagonista en diversos escenarios (Quito, Tinduf, México DF, Guatemala, California, Godella…) me preguntaba si el título otorgado por él a sus relatos no era sino una piadosa referencia a la oculta realidad de la mentira, o sea, a la verdad de las cosas.

Cuanto más conozco el fabuloso mundo de las ONGs, más distancia pongo entre esa región planetaria y yo. No digo que no haya excepciones, las hay. Pero algunas de ellas acaban convertidas en corralitos de los que se benefician unos pocos en detrimento de la buena voluntad y la mala conciencia de muchos.

Tengo una vecina que desde hace diez años cuida a su marido, víctima de una rara enfermedad neuronal, con entereza y con buen humor. Este tipo de voluntarios, aunque lo sean a la fuerza, son los que me parecen dignos de mérito.

Tantas mentiras está precedido por una cita de Alejo Carpentier sobre lo maravilloso, que es, según el cubano, una iluminación inhabitual de la realidad, percibida con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu.

Los relatos de Paco Inclán rondan lo maravilloso, gracias a su elaboración de bachiller de las letras, y a que los escenarios en los que están situados tienen dimensiones de fantasía que solo se ven con los ojos entornados. Conozco un poquito Iberoamérica. De modo que no me sorprende nada que de tanta riqueza material y espiritual surjan autores de novelas, de películas, de obras de teatro, de arte plástico, de la psicoterapia, todo de un valor excepcional. Paco Inclán ha hecho una encomiable selección de estas virtudes psicogeográficas y literarias.

Al leer las historias de Paco Inclán y compararlas con las de novelistas y camelistas (buenos profesionales, las cosas como son) de variados pelajes y procedencias, se ve en las del valenciano la autenticidad del creador que huye de los tópicos como de un bosque ardiendo; porque no merece la pena detenerse a buscar agua o a realizar un cortafuegos, que la falsa literatura arda en su propio infierno consumista, y deje espacio al lento crecimiento del bosque pristino del arte. Me ha salido un poco inquisitorial, qué bárbaro.

Por todo esto recomiendo la lectura de Tantas mentiras, de Paco Inclán.

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Tantas mentiras. Crónicas de un mundo absurdo, por Gloria Porta



paco inclán

Reseña de Tantas mentiras, de Paco Inclán, en la revista FronteraD, por Gloria Porta.

Este libro podía haberse titulado, como el libro de relatos de Pere Calders, Crónicas de la verdad oculta: hallamos en él situaciones aparentemente rutinarias que derivan a lo desconcertante, corrientes traicioneras bajo la superficie, hojalata bajo la purpurina… Un mundo cambiante e incierto que hace imprescindible un mínimo de capacidad acrobática, en el que el artista es inevitablemente multidisciplinar y muta en prisionero angustiado, testigo desconcertado, espectador relajado, artista mutante o corresponsal descreído, según la circunstancia.

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