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Magistral de Rubén Martín Giráldez en General Entrescu



Sebastián Eugenio Sánchez reseña de Magistral, de Rubén Martín Giráldez,  en el blog General Entrescu:

Sobre este libro hay para decir lo siguiente: confusión, recursividad y argumentos. Y que me gustó como un putas.

[Nota liminar: Magistral es el libro que yo leí , mientras que «Magistral» es el libro del que habla el narrador de Magistral. Por claridad, evitaré el uso del adjetivo «magistral» a lo largo de este comentario, por más que sea apropiado en algún punto]

Confusión: Magistral lo narra alguien que tiene la pretensión de entablar una conversación con uno mientras comenta «Magistral». Si uno le responde al narrador, es posible que esa conversación se entable en cada página, casi que en cada línea, recurso por el cual el libro se vuelve inagotable. Sin embargo, hay un trasfondo narrativo (¿novelesco?) que mantiene en suspenso la figura del narrador como una figura provisional que eventualmente daría paso a algún tipo de acción en algún tipo de espacio que transcurra durante un determinado tiempo. Hasta la última página estuve esperando que la historia comenzara. Esto genera una cierta confusión saludable que obliga al lector a traer piezas de aquí y de allá para intentar darle el contenido narrativo a ese trasfondo. Confusión, por cierto, entre si lo que se tiene en las manos es o no una narración. En la última página la confusión se resuelve y obviamente no me voy a poner acá  de malcriado a decir cómo. Hipótesis: en el futuro distópico de cualquier distopía totalitarista gestionada por la Real Academia, el comentarista de «Magistral» se dirige a un tribunal de censura.

Recursividad: hay un montón de recursos literarios desplegados a lo largo de las poco más de 99 páginas del libro que tiene 100 páginas. Destaco el uso de la ya mencionada falta de claridad argumental que, hasta cierto punto muy determinado, permite dudar razonablemente si lo que se tiene entre las manos es un opúsculo de crítica literaria o una novela. También aparecen: juegos de palabras; arquetipos como el heraldo, el Watson, el corruptor; el juego de diagramación/ maquetación; el acertijo de entretención; el callejón sin salida; la exasperación al lector por medio de los continuados insultos; la autorreferencialidad crítica; la palmada en el culo al sinsentido. En un punto de la novela, aparece una referencia a Notable American Women, por Ben Marcus. Al principio, creí que se trataba de una pseudo recensión acompañada de una pseudotraducción acompañada de una pseudocrítica muy al estilo de Borges lo del zoilo ficcional encarnado por Lem en Vacío perfecto, pero luego me di cuenta de que el libro de Marcus realmente existe en un sentido muy similar al sentido en el que existen en Magistral las páginas que reproducen páginas de Notable American Women. El ejercicio es un ejercicio de admiración a Marcus en intersección con las críticas al idioma español y a la literatura española, pero los detalles de esta referencia se me escapan. Eso sí, quedé con ganas de leer el libro de Marcus.

Argumentos: corresponde a cada lector distinguir qué argumentos merecen atención y cuáles son berridos de niño malcriado que hay que dejar apagar, pero el caso es que Magistral está compuesto casi en su totalidad por un alegato en contra de la cultura /industria editorial española y de Los Lectores, sea lo que sea que eso quiera decir. Un ejemplar en la página 97:

Los amanuenses confundís con inspiración la psicosis-despertador que os inoculamos. Cuando dictamos, dictamos, y es fácil, todo son facilidades, todo va rodado, hasta parece que tengáis talento; cuando cuesta, es que no estamos dictando: no hay equivocación posible: si lo que viertes ahora es una combinación perdedora, no lo dudes más: no estamos dictando: lo que tú interpretas como baja inspiración es bloqueo, es voz digestiva y auténtico regüeldo. Pom-pom. ¿Quién es? Soy la leche retirada de tus pechos. Tú mismo te estás diciendo: Para, déjalo, pon a salvo tu dignidad. Si no te escuchas a ti mismo, dime, ¿de qué te sirves? El púlpito del bloqueo, la sentenciosidad y el aforismo son, son, son: síntomas, todo síntomas de que no eres un genio. No sirves. Si estás leyendo esto no sirves, porque para servir deberías haberlo escrito tú, como mínimo, y así al menos servirías en alguna de las acepciones del verbo. Serías chambelán, comercial, fruslero, remedista, caravanero, vendedor ambulante, mercader, vigía de algo, barquero, conector, alabanza, alzacuellos, madrigal; pero no escribes: lees. Repite: No sirvo sino a quien leo.

Se me hace que toda esta pirueta del comentario a «Magistral» que me encuentro en Magistral no es otra cosa que la forma que Martín Giráldez tiene para decirnos: «Y eso que apenas estoy calentando, gonorreas».

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