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Saturno de Eduardo Halfon en el blog Entre montones de libros



Saturno

Nueva reseña de Saturno de Eduardo Halfon en el blog Entre montones de libros:

CARTA AL PADRE QUE NO ESTUVO

«Las cartas, padre, me llegaban un par de veces cada año. Yo estaba lejos en la universidad, pero usted estaba aún más lejos de mi.»

Las redes sociales, a veces nos permiten ver el proceso de construcción de un libro. En este caso incluso nos han dejado ver cómo se iban numerando los ejemplares. Y ese proceso en el que lo vemos nacer, a veces hace que se nos antoje. Hoy traigo a mi estantería virtual, Saturno.

En poco más de sesenta páginas, Eduardo Halfon nos deja una carta en segunda persona, dirigida al padre.

Este sería el resumen de lo que nos encontramos en Saturno, pero no tendríamos ni idea de lo que tenemos entre manos si nos quedásemos solo en ello. Porque Saturno alude al Dios que se comía a los hijos traídos al mundo por Rea y que amenazaban, tal vez, con destronarlo. Como tal vez cada hijo acaba por destronar a un padre y el padre se ve destronado en una suerte de visión premonitoria cada vez que mira a su recién nacido hijo. Y Halfon es ese Goya que lo reflejó en su cuadro y lo colgó en la ahora famosa Quinta del Sordo. Solo que Eduardo, lo refleja en palabras. Un torrente de palabras vomitadas de un hijo hacia su padre, cargadas de resentimiento por una vida de desunión y también un símbolo de todo lo que puede hacerse con palabras.

El protagonista, escritor, se aleja de un padre que no comprende que quiera dedicarse a escribir, y se refugia precisamente en las palabras, como si se tratase de un reino lejano, de un padre tirano que le niega esas palabras incluso al escribir una carta. Y así lo expresa e protagonista; la madre, la palabra y el padre, la ley. Porque Saturno tiene tanto de poesía como de símbolo, y quizás por eso, aunque sea una prosa limpia y desbrozada de todo adorno, va minando el alma del lector que ve como se desgranan muertes literarias página tras página, unidas todas ellas por un nexo común cada vez más visible mientras la sombra del padre acecha tras cada línea. Consigue además que el lector olvide que es un libro, tal vez una carta inventada, y que crea a pies juntillas que la barrera entre el autor y el narrador se difumina por momentos, y entre un padre y otro, y entre el suyo (del narrador) y, finalmente, el nuestro. Incluso pensamos en nosotros. Y cada ejemplo, todos reales, cada palabra, se convierte en un pequeño golpe a los ojos que leen, al alma que siente. Solo de este modo se concibe que un libro que hubiera podido ser leído en el tiempo que uno tarda en observar un cuadro, permanezca grabado en la retina como las grandes obras.

Creo que solo hay dos formas de enfrentarse a esta lectura. La primera es desde la distancia, observando un lento desgranar de desuniones, y temiendo el desenlace, incluso anotando anécdotas que luego buscar con detenimiento. O una segunda más arriesgada, sin distancia, susurrada, dejándonos llevar por lo que no dice para sentir el dolor y la rabia que habitan en el narrador y de este modo bucear en cada palabra no dicha. Y es que, al igual que el cuadro de Goya tiene muchas zonas oscuras que cargan de significado las figuras centrales, en este libro hay silencios escondidos que acechan entre comas, para coger a traición al lector.
Si dijera que Saturno me ha gustado me sonaría a mi misma como superficial. Digamos entonces que ha sido una experiencia cercana, completa, en la que nada parece al azar. Y digamos que el tacto del libro, el sonido de los dedos al pasar por su negra cubierta, unido al texto, a la edición cuidada, han potenciado esa sensación de estar ante un desnudo, ante algo privado. No ha sido la primera vez que me acerco a las letras de Halfon, y tampoco será la última.

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Del enebro cuento Alejandra Acosta

Del enebro en el blog Entre montones de libros



Del enebroDel enebro, de los hermanos Grimm, ilustrado por Alejandra Acosta, en el blog Entre montones de libros:

«Hace ya mucho tiempo, como unos dos mil años, vivía un hombre rico que tenía una mujer bella y piadosa. se amaban mucho, pero no tenían hijos, a pesar de lo mucho que los deseaban; y la esposa rezaba día y noche pero ninguno llegaba, ninguno llegaba. Frente a su casa había un patio, y en él crecía un enebro, bajo el que la mujer, en un día de invierno, pelaba una manzana y, al pelar la manzana, se cortó un dedo, y la sangre cayó sobre la nieve.»
Y por mucho que me digan de los libros y del precio y del formato digital, quedamos lectores fetiche que gustamos de las ediciones especiales y cuidadas, que nos regocijamos en secreto y presumimos pese a que, lejos de ser un objeto único, se encuentran en todas las librerías. Hoy traigo uno de esos libros, Del enebro.
Del enebro es un cuento de los hermanos Grimm que ha sido traducido conservando, no solo la crudeza, sino también la musicalidad del original que también se incluye en el libro. Cuenta la historia de una mujer que amaba a su marido y no tenía otro deseo que darle un hijo. Un enebro es testigo de este amor, del nacimiento del hijo y la muerte de la esposa, así como de los terribles acontecimientos que a estos sucedieron.
Nunca he negado mi pasión por los cuentos, que muchas veces he traído, como tampoco he ocultado que no me gustan esas versiones almibaradas que desprovisten de toda identidad al cuento oiginal. Quizás por eso es mas fácil encontrar en mis estantes versiones de los Grimm o Andersen que esos bonitos libros de Disney. Parte de esos cuentos, que eran en aquel momento orales, fueron recopilados por Jacob y Wilhelm Grimm en un libro titulado Kinder-und Hausmärsen a principios del s XIX encontrando cuentos que, lejos de ser lo que hoy consideramos infantiles, tenían un contenido más dirigido a aleccionar que a divertir. Y ahora que no somos niños, llega una editorial aragonesa y nos lo encuaderna como el tesoro que es, convirtiendo la experiencia de la lectura en algo tridimensional, mezclando negros y rojos para unir la sangre y la tinta en esta hermosa y cruel historia. Porque es un cuento que habla de amor y crueldad, y también de venganza y redención y felicidad y angustia. En apenas unas páginas todos los registros se suceden unidos por un hilo rojo como la sangre que podemos observar e incluso tocar a través de las páginas.
Explicado el cuento diré que la sobrecubierta se adhiere al tacto tanto como la historia al alma o las ilustraciones a la vista porque no ha quedado nada al azar. Y si hubo un pájaro con corazón, lo encontramos en este enebro. Reconoceremos en la historia todos los elementos clásicos de los cuentos, no faltan buenos y malos, tópicos y lugares típicos, deseos y un toque de magia, pero, lejos de asustarnos, os aseguro que cada uno de ellos harán que el lector sea capaz de sumergirse en la historia olvidando la edad que tiene o si ya pasaron aquellos tiempos en que los días terminaban cuando alguien entonaba el famoso «Érase una vez…». Y es que hay libros y libros, y algunos son tan hermosos que hay que tocarlos para creerlos y tenerlos para sentirlos, y eso, junto con la historia de un pájaro que cantaba, pibí, pibí, os lo puedo decir porque yo conocía a alguien, que ese día, pasó por allí.
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