Descripción
Una frase concreta de una gran obra es eterna en el original, pero está sujeta a caducidad en las traducciones. Briggs propone en este libro una reflexión sobre la autoría del traductor, las motivaciones y las coartadas de un oficio que se considera a veces no ya condenado a cierta fraudulencia en su ejecución, sino imposible. Por su propia naturaleza, traducir obliga como mínimo a plantearse la noción de responsabilidad. Este pequeño arte retoma la propuesta de Barthes de crear la fantasía de que algo dicho o escrito en 1967, por ejemplo, puede significar lo mismo si lo decimos en 2020. Hace de la convención virtud, en definitiva, porque si llamamos la atención sobre una ocurrencia —por virtuosismo o error, si es que son cosas distintas— la ocurrencia deja de serlo para convertirse en un ensayo a propósito de la ocurrencia: una glosa, por más que ocupe el espacio de una sola palabra. En Este pequeño arte, Kate Briggs examina la interacción entre autores y traductoras como Helen Lowe-Porter y Thomas Mann o Dorothy Bussy y André Gide, o la prefiguración de la obra traducida ya presente en un original de Virginia Woolf o Daniel Defoe (también los engaños y los autoengaños) para identificar las operaciones que, aplicando «un grado de ficción adicional», nos permiten olvidar que algo se dijo en otro idioma y estamos jugando a que se dijo y dice en este otro.