Saturno de Eduardo Halfon en Ni un día sin libro


Confieso ante vosotros, queridos lectores, una vieja costumbre que me ha acompañado desde hace muchos años y que todavía hoy día practico. Me sucede cuando un libro me conquista, me absorbe o me enamora de tal modo que separarme de él supone un acto casi doloroso. Es entonces cuando me hago acompañar de él a cualquier sitio al que vaya: al baño (por supuesto), en un paseo, al salir a hacer un recado, incluso a la cama. No, no solo estoy hablando de llevármelo a sitios donde puedo seguir con su lectura, sino que el hecho de llevarlo muchas veces significa únicamente no separarme de él, aunque sepa que no voy a leer una sola línea. Sentirlo cerca, simplemente eso. También me sucede – con estos mismos libros – que una vez terminados, finalizada la experiencia lectora, el hecho de buscarles un sitio en mi librería supone una suerte de despedida. Se rompió la magia, y aunque el libro siga siendo mío, la distancia entre él y yo ya se ha producido. La despedida es especialmente dolorosa si el libro tiene que ser devuelto (biblioteca, amigo «prestamista»). Ya está, ya lo he soltado, a riesgo de que me etiquetéis de fetichista sin remedio. ¿Entendéis ahora por qué leer en el kindle no es lo mismo?
Ahora trataré de explicaros por qué esta introducción tiene cabida en la resesaturno5ña de Saturno, de Eduardo Halfon, editado por la editorial Jekyll&Jill, ante los que nuevamente toca arrodillarse.
La anécdota inicial solo tiene sentido cuando el libro se convierte en algo más que en el continente de un texto literario. Sin ánimo de frivolizar, soy consciente de que lo importante de un libro es su contenido, es lo que le da valor real al objeto. Pero también reconozco  de  que una edición hermosa, elaborada con amor y dedicación eleva a la obra hasta convertir la experiencia de la lectura en algo único e irrepetible. Por eso la experiencia marca blanca del Kindle (del que soy militante convencido) nunca puede ser igual.
La editorial Jekyll&Jill es probablemente el paradigma de aquellos que consideramos al libro como un objeto de deseo por el que somos capaces de recorrer media ciudad para encontrar el libro buscado (porque tampoco es lo mismo llevarse un libro de una librería que con un click de nuestro móvil). Victor Gomollón, cabeza visible de la editorial (en realidad él es la editorial). Para Víctor cada libro merece un tratamiento especial y una edición única, no busquéis dos ediciones iguales. No hay excepción, cada libro de Jekyll&Jill respira de forma diferente.
En este caso ha sido Saturno, un libro de 2003 rescatado por la editorial que nos sirve de reivindicación de la figura de Eduardo Halfon, vieja cuenta pendiente de este blog (que prometemos saldar durante las próximas semanas). Celebramos esta edición por varios motivos:

Primero. Saturno nos sirve para transmitiros nuestra pasión por el autor guatemalteco, uno de los más importantes escritores en español de las últimas décadas. Maestro de la autoficción (perdonad por utilizar palabra tan maleada últimamente), discurso absolutamente propio, historias hipnotizantes, íntimas e intimidantes, donde el autor no tiene pudor en erigirse protagonista de su propia vida en la ficción (dirimir entre si esta ficción es real o no nunca nos preocupó demasiado). Lo fascinante del discurso de Halfon es que lo verosímil se convierte en el motor de su

eduardo-halfon

literatura, sea o no real.

Segundo. Saturno es un regalo para los buenos lectores. Se trata de la confesión literaria del escritor/protagonista a su padre. A mitad de camino entre el ensayo literario y el género epistolar, el autor le dice a su padre todo lo que normalmente se omite y no se cuenta (y menos aún se recrimina). El padre que nunca fue, el desprecio que sintió como hijo, la caída de brazos del que ya no puede (ni quiere) hacer nada por solucionar lo enquistado. No tengo muy claro si se trata de la expulsión del padre (el autor como Saturno) o de la destrucción al hijo (el padre del autor como Saturno). Depende de como hacer la lectura analógica del mito griego). Se admiten interpretaciones y sugerencias.

Tercero. Y entrelazado con la confesión al padre, un ensayo brutal sobre la presencia del suicidio en la historia de la literatura, o mejor dicho, su protagonismo en las vidas (y las muertes) de los escritores que han construido la historia de la literatura). Estremecedor lo que entre líneas parece querer susurrar el autor. ¿Cuál es la relación de su carta confesora con este tétrico repaso y a su vez con el protagonista (y autor), también escritor? ¿Se trata de una acusación más a su padre?
Cuarto. Saturno es un libro de apenas setenta páginas. Y no solo no se nos hace corto, sino que nos demuestra que cada historia contenida en un libro es una experiencia única. Halfon (y Jekyll&Jill) ponen en valor esa experiencia, que en este caso dura apenas una hora (estimación generosa). Los cánones establecidos de «un libro supera normalmente las ciento cincuenta páginas» se nos antoja ridículo después del impacto de la lectura de Saturno, al que le basta su brevedad para el asombro del lector más exigente.
Saturno es una novela absolutamente contracorriente, que (re)nace en una edición condenada a convertirse en culto casi desde su concepción.  Numerada, de tamaño exquisito, como una novelita de los años cincuenta. Como nos tiene acostumbrados la editorial aragonesa, y como nunca (afortunadamente) nos acabamos de acostumbrar. Libros que transmiten más allá de lo que pueda contaros con palabras, porque los libros de Jekyll&Jill transmiten a través de los sentidos.
Y como os decía, Saturno representa la excusa perfecta para iniciar un merecido repaso a la bibliografía de Eduardo Halfon. Muy pronto nos iremos al extremo opuesto, El boxeador polaco, la que creo es su última obra, que he releído hace apenas unas horas. Y continuaremos, porque afortunadamente otras editoriales en España (Libros del Asteroide, Pre-textos, otras imprescindibles)han sabido valorar en su justa medida a Halfon en los últimos años.
Descubrid por vosotros mismos a Eduardo Halfon, escritor llamado a hacer cosas grandes. Algunas ya las ha hecho.